La hora de los pesados
El vocero presidencial Manuel Adormi anunció el martes 17 que el hasta entonces secretario de Seguridad de la Capital Federal, Diego Kravetz, asumirá como Subsecretario de Inteligencia del Estado, el segundo de la SIDE, detrás de Sergio Neiffert. Estará a cargo de coordinar las cuatro agencias de inteligencia creadas, a las que de inmediato el gobierno de los Hermanos Milei les reasignó partidas por casi el 90% de los 100.000 millones de pesos que le había bochado el Congreso, al derogar su primer DNU.
En vez de convocar a conferencia de prensa en los horarios habituales, Adormi recurrió a un tuit después de las 9 de la noche del martes 17. Curioso, casi cuatro horas más tarde que la elegida por Iara Guinsel Costa, para presentarse con 210.000 dólares en una inmobiliaria de Asunción a comprar cuatro departamentos de lujo en una torre en construcción y un quinto ya terminado que pudiera habitarse de inmediato.
En el caso del ex senador Edgardo Kueider, se comprende la premura. No había pasado ni una semana desde su voto decisivo para la aprobación de la Ley Bases, y el dinero en efectivo quemaba, mientras Unión por la Patria exigía que se investigara por qué el entrerriano (y también el correntino Camau Espínola) habían pegado semejante voltereta, tema que sigue pendiente.
Al que madruga
La designación de Kravetz dio lugar a interpretaciones contrapuestas. Desde el gobierno de los Hermanos Milei se sugirió que es otro paso en el vaciamiento del macrismo, por iniciativa del ministro cama afuera Santiago Caputo. El gobierno municipal, en cambio, acentuó la mala relación que Kravetz mantenía con el ministro de Seguridad, Waldo Wolff, y la necesidad de reestructurar el gabinete. El propio Wolff dijo que había tenido con su segundo "diferencias en cuestiones de gestión y operativas pero la manera en que se dio la salida fue ordenada, consensuada y sana”. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces.
No son necesariamente versiones excluyentes, pero ambas partes trataron de mostrar que su iniciativa fue previa. Tanto Kravetz como Jorge Macrì son velocistas conocidos. Para reemplazar a Kravetz, Macrì designó a su segundo, Ezequiel Daglio, un funcionario de confianza de Patio Bullrich, quien formalmente sigue en el PRO, pero de hecho es una primera espada del gobierno nacional.
Ante la elección legislativa del año próximo, una posibilidad es que el ex Presidente Maurizio Macrì aspire a una banca en el Senado, para defender el distrito donde comenzó la aventura PROcaz. En ese caso, los Hermanos Milei contemplan oponerle a Bullrich y/o Adormi. Ella se resiste, ya que pretende continuar en un cargo ejecutivo.
Mientras Caputo gestionaba el pase de Kravetz, la Zarina exhibía en un teatro de la Capital el armado electoral que está organizando en todo el país y por primera vez admitió que ella misma podría ser candidata, si su hermano se lo pidiera. Los Milei no son una familia numerosa como los Menem, de modo que deben administrar el apellido con sagacidad. En lo que ni ellos ni Caputo tienen dudas es en terminar de deglutir al macrismo. La novedad es que han empezado a afirmar que no les preocupa perder en la provincia de Buenos Aires en 2025, a cambio de llenar el Congreso de leales, y postergar la conquista del Conurbano hasta 2027.
Es lo que ocurrió en 2017 del otro lado del espectro. Esteban Bullrich venció por un par de puntos a CFK, pero ella quedó como líder indiscutida del peronismo, y lo capitalizó dos años después. Tal vez por eso, también para ella, 2025 es apenas una etapa en un recorrido de más largo alcance. Como le dijo un hacker famoso al matemático Adrián Paenza, que inquiría como asegurar la seguridad de sus comunicaciones digitales: "No hace falta que usted corra más rápido que el oso que lo persigue. Basta con que sea más rápido que su amigo". Pero hace falta visión estratégica para entenderlo. En Buenos Aires, el gobernador Kicillof dijo que tenía que cargarse al hombro la responsabilidad de generar un gran frente que sea alternativa a Milei. ¿Él solo, en serio?
A los mamporros
Lo que no se ha dicho hasta ahora es que la promoción de Kravetz a la SIDE marca la hora de los guapos. El 26 de noviembre, Kravetz protagonizó un violento episodio. Carlos Pagni lo caracterizó en La Nación como "un incidente callejero". Dijo que Kravetz, que es cinturón negro de karate, "enfrentó a un delincuente que le quiso robar el celular a su pequeño hijo. La pelea se filmó y alguien intentó judicializar ese video. El paso siguiente, como de costumbre en esas tribus, fue un amago de extorsión".
Pero no hubo tal incidente callejero. Con su 1,85 m. de estatura y el kilaje de un peso pesado, Kravetz le encajó dos mamporros en la cara a un pibe que lloraba. La segunda le dio vuelta la cabeza y se la estrelló contra la pared. Los policías que habían detenido al presunto autor del hurto, rodearon a ambos para impedir que el funcionario siguiera golpeándolo.
La noticia de la detención fue suministrada por la periodista Romina Manguel, en una nota que las redes antisociales presentaron en apoyo de la flamante ley de reiterancia, aprobada por la legislatura el 13 de junio, con 36 votos. Fue propuesta por el Poder Ejecutivo porteño, con la oposición del peronismo y la izquierda, que suscitaron duras polémicas y cuestionamientos a su constitucionalidad.
Podés ver el video grabado por el portero de un edificio vecino y juzgar si se trató de un incidente callejero. Perfil entrevistó al portero, quien contó que la madre del chico que denunció a Kravetz ignoraba que el agresor era un funcionario público. Para colmo, luego el hijo de Kravetz aclaró que no era ese pibe quien le robó el telefonito. Propio de estos tiempos, estaba en la zona esperando por un turno en el Hospital Fernández, pero recibió una atención distinta del Estado.
Y mirá lo que decía Kravetz en 2015: le gustaría competir contra alguien de su edad, o tal vez pegarles una piña al Colo Santilli y a Ritondo. También en eso cambió de idea.
La mala calidad de la filmación casera no permite discernir si el chico golpeado tiene más de 14 años, de modo que le corresponda el nuevo artículo 182 del Código Procesal Penal, que obliga a los jueces a evaluar la comisión de delitos previos antes de dejar en libertad al autor de un delito. Hasta ahora, sólo regía la reincidencia, que se produce cuando hay una condena previa. Con la reiterancia, basta haber sido detenido una vez. Pero excluye a los menores de 14 años.
El 26 de noviembre Manguel dijo en un programa de radio que dos delincuentes habían intentado robar "de caño" el celular a un hijo de Kravetz, en la zona de las calles Salguero, Seguí, Cavia, Paunero. Agregó que ocurrió a las 22.30 y que la captura de uno de los dos autores fue realizada por el propio funcionario.
Para ella también se trató de "un incidente", que consideró "bastante complicado". La periodista inquirió a sus colaboradores cuántas detenciones previas pensaban que tenían los supuestos dos detenidos. Las respuestas fueron entre 10 y 30. Manguel aclaró que serían más de 40, sumando ambos. La causa judicial por el episodio sí se inició. Intervino la fiscalía penal, contravencional de faltas N° 39, que tiene a su cargo delitos cometidos por funcionarios públicos.
El mayor de los tres hijos de Kravetz junto con la ex ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, Santiago Kravetz, tiene 13 años. Manguel agregó que informaba del tema sin temor a "hacerle el juego a la derecha". Pero no mencionó que Kravetz hubiera golpeado al detenido. La filmación muestra que el funcionario llegó cuando el adolescente ya había sido reducido por la policía. Algunas imágenes previas a su arribo muestran a un policía revisando la billetera del joven, pero no permiten establecer si buscaba controlar su documento de identidad u obtener dinero. Tan peligroso no debía ser, que estuvo un buen rato con un solo policía, y recién varios minutos después lo cachearon por si estuviera armado. Tampoco lo esposaron. La presencia de nueve policías sólo se explica por el involucramiento de Kravetz.
Tanto los saltos de un color político a otro, cuanto la mira puesta sobre los jóvenes fueron característicos de la gestión de Kravetz, quien ahora completa su giro desde el progresismo izquierdista hasta la derecha pura y dura. En 2008, aún suspiraba por una foto junto al juez español Baltasar Garzón, quien visitó la Argentina cuando estaba a punto de iniciar la investigación sobre los crímenes del franquismo, que le costarían el cargo. Nos encontramos en los camarines del teatro donde fue el acto.
De atrás hacia adelante
Kravetz llegó a la Capítal Federal convocado por el jefe de gabinete, Néstor Grindetti, con quien había colaborado en Lanús. Grindetti era intendente y Kravetz su Secretario de Seguridad. El periodista Ricardo Ragendorfer sugiere que hubo entre ambos un acuerdo económico:
El 23 de julio de 2017, en una de mis últimas notas en Página/12, conté que Kravetz era socio gerente de la SRL Signica, que entre 2012 y 2014 firmó contratos de consultoría con el ministerio de Grindetti, por 3,5 millones de pesos. Los dos últimos en los días finales de la campaña electoral por sendos estudios de Satisfacción, de Contribuyentes y de Proveedores, de su ministerio. Kravetz formaba parte del Frente Renovador, de Sergio Tomás Massa, donde quedó muy poco tiempo más.
Según la nota publicada en Tiempo Argentino, "la campaña de Grindetti se había quedado sin fondos en la última etapa de su carrera hacia la intendencia de Lanús. Y ahí fue cuando apareció la mano salvadora de Kravetz, quien desde entonces pasó a ser su recaudador de emergencia". Socios o no, cayeron juntos: Jorge Macrì también corrió a Grindetti de la jefatura de gabinete y lo nombró en un cargo menos que decorativo.
Electo Grindetti, Kravetz se hizo cargo de la Secretaría de Seguridad y pasó a ser parte del PRO. Cuando el intendente pidió licencia para asumir como presidente del Club Atlético Independiente, Kravetz lo reemplazó. En 2023 fue candidato a la sucesión, pero perdió las elecciones ante el patriota camporista Julián Álvarez. Ahora, el gobierno de los Hermanos Milei considera la posibilidad de que sea el candidato libertario el año próximo, en el intento de recuperar el municipio perdido, intención que extienden a otros dirigentes PROcaces de la provincia de Buenos Aires.
Sueños móviles o modulares
En abril de este año, se fugaron nueve presos de una comisaría de San Telmo, lo cual puso en evidencia la superpoblación de detenidos en lugares no aptos para esa función. La Capital no tiene un Servicio Penitenciario propio, y depende de la buena voluntad de las autoridades nacionales para recibir detenidos que duerman en sus instalaciones.
En aquel momento había en la Capital 70 comisarías y 34 alcaidías, 13 de las cuales son anexos, que alojaban a unos 2.000 detenidos, procesados y condenados. Esa cifra duplica la capacidad del sistema. Según Kravetz, custodiarlos ocupa a 1.500 policías y su alimentación insume unos 1.000 millones de pesos anuales.
A partir de 2020, la ex interventora en el Servicio Penitenciario Federal, María Laura Garrigós, rechazó a presos del sistema porteño. Desde este año, por acuerdos con Patio Bullrich, cada semana se transfieren unos 120 detenidos, pero la policía practica 82 nuevos arrestos por día. El propio Kravetz calculó que el número total se incrementa en 454 detenidos por semana, ya que salen 70 e ingresan 574.
Sin embargo, Kravetz dijo que “no dejaremos de detener delincuentes y si tienen que dormir en un patrullero, no nos importa”. Pero en tal caso, se substraen móviles y personal a la tarea específica de la policía.
Ahora Wolff afirma que los policías distraídos en esa tarea llegan a 3.000 y que se construirán "cárceles modulares en Marcos Paz y Ezeiza" para alojar ese cardumen de peces chicos. Bonita palabra, modulares. Ya se verá qué sordidez esconde. ¿Algo apenas mejor que dormir en un patrullero, pero siempre lejos de los estándares internacionales ratificados por la Corte Suprema de Justicia en un fallo que prefiero no nombrar?
Los peligros de la sopa
En julio, Kravetz justificó el maltrato a las personas indigentes que duermen en las calles. "Son 4.500, es una situación penosa y romantizarla es hacer pobrismo. Hay distintos tipos de personas en situación de calle, los que son complicados son los que hacen rancheadas porque suelen hacer cosas ilícitas. Hay un montón con problemas psiquiátricos y de adicciones y hay que abordarlos de otra manera. Es difícil la convivencia. Es chocante para una persona tener a alguien viviendo en el palier de su edificio. Como Estado tenemos que hacer cumplir las reglas de convivencia. La Ciudad es la única jurisdicción con paradores y no están en su totalidad colmados, porque no se avienen a ocuparlos. Si cada uno cuando no le gusta lo que hay hace lo que quiere, las reglas de convivencia se alteran. Protestan por la situación en los paradores porque tienen reglas".
En su definición más polémica, agregó que "la cabeza del cartonero ya de por sí es distinta al resto de los ciudadanos por su tipo de trabajo, como el de la gente que vive en situación de calle. El parador te desacomoda porque te estructura la vida distinta a lo que vos estás acostumbrado en la soledad". También cuestionó la ayuda de los vecinos en esos casos. Si le das un plato de sopa caliente a la persona que vive en la calle, "lo acomodás en la pobreza y es un circuito no virtuoso". Sobre cierto, hay gente con una cabeza distinta.
Que doce años es nada
Igual que en la Capital, Kravetz también participaba en operativos policiales en Lanús. En la Capital ambas funciones se fusionaron y Kravetz fue al mismo tiempo secretario de Seguridad y jefe de la policía porteña. Aparte de las razzias habituales en los barrios más pobres de Lanús, la gestión de Kravetz se destacó por dos acontecimientos:
- la violencia contra un comedor comunitario y
- el secuestro de un chico de once años, que fue golpeado para que confesara por televisión tremendos delitos.
En el comedor comunitario Cartoneritos, de Villa Caraza, comían un centenar de chicos por día, y el doble de adultos. En marzo de 2017 el propio Kravetz encabezó el procedimiento. Según la denuncia que decidió investigar el Defensor del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, Guido Lorenzino, "las fuerzas policiales utilizaron balas de goma, gas pimienta y proyectiles de plomo". También arrojaron agresivos químicos dentro de las ollas con comida. Dos jóvenes detenidos fueron golpeados durante varias horas dentro de sendos patrulleros. Kravetz dijo que un delincuente prófugo se había refugiado en el comedor comunitario y minimizó lo sucedido: "El gas pimienta sale con un poco de agua". Hubo heridos, mujeres embarazadas que sufrieron pérdidas. Por supuesto el presunto delincuente prófugo se escapó a pesar del gran dispositivo policial, puramente intimidatorio.
En julio del mismo año, la señal televisiva del Grupo Clarín entrevistó en la puerta del jardín de infantes N° 14, Tiempo de crecer, de Villa Caraza, en Lanús, a un chico de 12 años. Conocido como El Polaquito, confesó en cámara haber cometido una interminable serie de delitos, incluyendo un homicidio. Jorge Lanata presentó la entrevista, realizada por el cronista Rolando Barbano. La nota surgió a partir de un robo en el que se llevaron la heladera, el microondas y los equipos de sonido del jardín. Aparte de la denuncia policial, la directora del jardín pidió protección al municipio. Kravetz le propuso realizar una nota periodística con el programa de Lanata. El 29 de junio, Kravetz llegó con un gran despliegue policial y el cronista Barbano. Estaban grabando la nota dentro del jardín, cuando el chico apareció en la puerta y todos salieron. La directora recién se enteró de lo sucedido al ver el programa el domingo. La entrevista no guardó relación con el robo denunciado.
Pero las imágenes mostraron que el cronista se recostaba sobre una camioneta cuyo propietario era el segundo de Kravetz, el ex comisario inspector Daniel Alberto Villoldo, exonerado en 2005 por el ministro Carlos Arslanian por la desaparición de 200 kilos de cocaína que debía custodiar.
La historia terminó de entenderse cuando la madre denunció que un día antes del programa, el chico fue secuestrado por la policía local que lo golpeó, lo amenazó con cargarle más causas a su padre que estaba preso y lo amenazó de muerte si no se prestaba a la falsa entrevista frente al jardín. Muchas complicidades institucionales explican cómo no concluyó allí la carrera política de Kravetz.
Prehistoria
En 2005, Kravetz había formado parte del armado político de Jorge Telerman, quien asumió el gobierno de la Capital luego del juicio político que depuso al jefe, Aníbal Ibarra. Antes aún, en las elecciones legislativas de la Capital, en septiembre de 2003, Kravetz obtuvo una banca en la boleta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), creado por Miguel Bonasso. Llegó allí por su tarea como abogado del Movimiento de Fábricas Recuperadas. En 2006, durante una conferencia de prensa. Taty Almeida y Estela Carlotto acompañaron a cuatro hijos de detenidos-desaparecidos, quienes denunciaron a Kravetz a raíz de una estafa. Según Agueda y Ana Goyochea, Paula Iriat y Nicolas Bai, lo denunciaron por estafa. Todos ellos habían invertido o prestado sus indemnizaciones a empresas dudosas o inexistentes, por confianza hacia Kravetz y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. Los estafados dijeron que ante su reclamo, Kravetz les respondió que no tenía "responsabilidad política, ni ética, ni legal", pese a lo cual prometió ayudarlos "en cuanto estuviera a su alcance. Dicha promesa no la cumplió".
En la Legislatura se recostó en el jefe de gabinete de ministros de la Nación, Alberto Fernández, y organizó el Frente para la Victoria local. Esta relación le permitió presidir el bloque, que recibía a través de Kravetz las directivas que el Doctor Fernández le transmitía por teléfono celular a su nuevo colaborador. Esto provocó el disgusto de viejos militantes, que presentaron su renuncia, como Miguel Talento.
El peronismo no se recuperó hasta ahora en la Capital Federal, pero en 2007, Kravetz renovó su banca, ya en la boleta PROcaz que llevó al gobierno local de Maurizio Macrì. Si esta escoria iridiscente es lo que está recolectando el gobierno de los Hermanos Milei, hay que ir ajustándose los cinturones.
La música que escuché mientras escribía
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