La historia y la ética de los retazos

Lxs trabajadorxs de la historia y la historia de lxs trabajadorxs

 

La sociedad individualista reclama historias individuales. Esta máxima, que no se limita linealmente a nuestros tiempos, asume bajo la lógica del capital una forma extrema y ofrece una clave para comprender el tipo de divulgación histórica al que estamos acostumbrados y también las formas del poder que atraviesan nuestras vidas. Dicho de otra forma, historiar con fama reclama una historia de famosos. Hay varias formas de complejizar esta clave, pero lo que importa ahora es hacer notar una ética opuesta, la de los retazos.

Así se comprende Historia obrera, un nuevo sitio web lanzado por docentxs de diferentes universidades nacionales e investigadorxs del Conicet especializados en el estudio de la historia del movimiento obrero, con el apoyo de los sindicatos de Luz y Fuerza, Subte y Docente Universitarios de Mar del Plata (APU), cada uno perteneciente a una central obrera diferente. En un encuentro especial para El Cohete, nos reunimos virtualmente con varixs de sus impulsores: Gustavo Contreras, Federico Ávalos, Laura Caruso y Andrea Andújar. Sin muchas concesiones, pese al cariño que nos une y no tiene sentido ocultar, les pregunté si no se trataba de un proyecto típico de “profes zurdxs” para reflejar historias ajenas, si estaban en condiciones de presentar un material atractivo para lxs jóvenes y, de paso, les pedí algunas reflexiones especializadas sobre esta coyuntura virósica y su impacto sobre lxs trabajadorxs.

La conversación, a poco de darse media sanción a la ley de teletrabajo, fue amena y entrecortada por niñxs y trabajadorxs de plataformas de envío.

 

 

 

 

 

Obrerxs de la historia obrera

Lxs lanzadxs al proyecto de los retazos no son improvisadxs. Quienes no se especializan en historia obrera, lo hacen en ciencias sociales y divulgación o en diseño, dibujo y fotografía. Son autores de libros, coeditores y/o directores de colecciones históricas. Embarcados de Laura Caruso, Rutas argentinas hasta el fin de Andrea Andújar y El peronismo obrero de Gustavo Contreras, son algunas de las producciones que pueden enseñar, sobre obreros de puertos y barcos de la Buenos Aires de comienzos de siglo XX, los trabajadores de la carne de mediados de siglo y las mujeres piqueteras durante la larga década de 1990, hasta la explosión de 2001. Son trabajadorxs de la investigación y la docencia y, además, militantes políticos sindicales.

Esta presentación rebate de inmediato la pregunta capciosa y provocativa sobre el “zurdaje”. Pero había más: la conversación abrió lugar a una reflexión sobre el rol de lxs historiadorxs del mundo obrero y lxs trabajadorxs o sindicatos que se convierten, en el marco académico, en el propio objeto de estudio. La reflexión, nacida por una preocupación especial en relación a los archivos, pertenece a Andújar: “Lxs historiadores hemos sido malsanos con los sindicatos, con una relación de uso de sus archivos, te prestaron, te fue divino en Conicet y chau, nunca más”, comenta, no sin advertir por una cultura nacional que ha tendido a lastimar de forma permanente sus archivos. Caruso, doctora del Conicet y docente en la Universidad de San Martín, de larga trayectoria de trabajo con el Centro de Capitanes de Ultramar y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), refirió entonces a la necesidad de poner en valor lo que tienen, revisar y valorar sus materiales y mantenerse en trabajo cooperativo con sus productores, lxs trabajadorxs.

El comentario condujo a otra apreciación importante del compromiso como trabajadorxs de la historia y la historia de lxs trabajadorxs. Lxs impulsorxs del sitio trabajan en proyectos educativos y de divulgación de historia con las asociaciones promotoras de la iniciativa: “El impulso inicial se lo debemos a los sindicatos que en los últimos quince años nos llamaron para realizar actividades de formación gremial y divulgación histórica, que nos valoraron y estimularon para intervenir en el mundo sindical, que nos involucraron en sus problemas y luchas”, comenta Contreras. Caruso lo complementa: “Es llamativa la espalda institucional que presenta el proyecto: los sindicatos y la academia, que le dan al colectivo una potencia mucho mayor”. Formados al calor de las luchas del 2001, desde el sitio llaman a construir un espacio en confianza y debate, con un compromiso sincero y responsable para generar el mejor material posible.

 

 

El artefacto cultural

“Estamos acostumbrados a que la divulgación se hace de manera individualista”, explica Ávalos, editor del sitio desde las sierras de Córdoba, proponiendo en contraposición “múltiples voces y canales para contar la historia”, haciendo especial hincapié en el proyecto musical del sitio, una de las aristas más atractivas. La apuesta es osada: Historia obrera es presentada como un artefacto cultural multimedia con distintos materiales realizados de forma interdisciplinaria con músicos, cineastas, escritores, dibujantes, diseñadores y dirigentes sindicales, que se propone “ofrecer narrativas complejas” en diferentes formatos y soportes accesibles.

Así, además de fragmentos de libros, documentos comentados, efemérides, análisis de datos y apuntes radiales, el sitio cuenta con producción audiovisual y un disco que reunió a músicos consagrados como Palo Pandolfo, Franco Luciani, Federico Hoffman, Juan Cruz Copes y Mezzapesa, para ponerle música a letras propias y transmitir “sensaciones históricas”: “Óigame mi amigo le quiero contar la historia de la vida misteriosa del Viejo Gaspar”, arranca un rock sui generis de la canción La vida, biografía de un laburante. 1922, un proyecto de largometraje de Martín Mauregui, es otra de las apuestas, una conversación entre dos peones anarquistas en fuga hacia Chile, asediados por el frío patagónico y el ejército fusilador.

De los formatos y los canales, la conversación derivó en el contenido. Acostumbrados al lógico impacto y al interés que despiertan los acontecimientos de rebelión abierta que han protagonizado lxs trabajadores, y que será reflejado en la sección “La Protesta”, el sitio apunta con su sección “Mitin”, que será su próximo lanzamiento, a reflejar la vida cotidiana de lxs trabajadorxs, al estilo de la historia de la vida privada de iniciativa francesa. La conexión entre los momentos de ruptura del orden dominante y los que enseñan una mayor cohesión social (sincera o no), promete ser un hilo conductor del proyecto. Así lo manifiesta Andújar, quien llama a estudiar con más detalle la combatividad obrera, no limitándose a los eventos más conocidos o a los espacios sociales y territorios tan habitualmente estudiados, a recorrer el rol de las mujeres y a observar los procesos “entre un enojo y otro”. Caruso, por su parte, destaca de esta sección que lo que intenta recuperar “es un pasado mucho más heterogéneo, con múltiples sujetos, experiencias y perspectivas, una mirada de historia social, vinculada a la relación del sindicato con la diversión, el género y la comunidad”.

Entre el uso flexible de las redes sociales y la autonomía de trabajo para los equipos que producen contenido, el proyecto pretende hacer respetar un “programa mínimo” y un amplio espacio “para que los investigadores vayan desarrollando su propio perfil”, dice Contreras.

 

 

Contexto virósico demandante

En tres oportunidades se interrumpió la conversación que manteníamos: la calidad de la conexión, lxs niñxs en el “espacio laboral doméstico” y el anticipado timbrazo de un trabajador de las super-enriquecidas estructuras de envíos de las ciber-compras. El tema se impuso frente a los especialistas de la historia de lxs trabajadorxs y pregunté si consideraban que vivíamos un quiebre histórico de las relaciones laborales y productivas.

“Es un contexto demandante, que puso hoy en el centro de la mirada la cuestión de la salud y las condiciones de producción del conjunto del sistema social, fundamentalmente, se abre la pregunta sobre cómo vamos a seguir y qué va a pasar con las condiciones de trabajo, qué son los derechos laborales, cuánto te puede exigir un patrón y cuánto no”, comenta Andújar, concluyendo: “Vuelve a ser, desde el lugar de la clase trabajadora, un lugar que te pregunta y te obliga a repensar el presente y futuro en función del pasado: sobre el cuidado y la violencia en el ámbito laboral, cuándo los sentidos del trabajo son puestos nuevamente en disputa”.

La opinión compartida es que estamos frente a un escenario complejo donde la crisis económica que se arrastra desde hace más de una década presenta oportunidades históricas a los grandes capitales para apostar por una fuerte avanzada por la apropiación y reparto de las ganancias en contra de lxs trabajadorxs. “Diría que hay una aceleración de las transformaciones del trabajo, pero lo que se aceleran son las precariedades, la explotación, lo que más me preocupa es que las nuevas formas de trabajo se llevan puestos derechos y conquistas laborales sin que sean discutidas, por ejemplo, el hecho de que la jornada laboral está estallada, y tenemos la necesidad de reponer una discusión en torno a cómo se reconstituye ese derecho”.

Apuntando sobre lo que se observa como una recarga mayor sobre la espalda de las mujeres trabajadoras, agrega Contreras: “La pandemia permite ver que hay mucha más gente que la que se suele pensar en situación de precariedad laboral, está más a la vista, de manera que la pandemia ha generado una radiografía muy potente de las desigualdades.” A pesar de las restricciones del oficio, advierte: “Para hablar del futuro, como historiador, ciertos sectores de la clase obrera van a encontrar la forma de seguir luchando, de mantener reivindicaciones y lanzar campañas por otros derechos, como lo que está haciendo Luz y Fuerza por el derecho a la desconexión”.

En el mismo momento en que cerrábamos la conversación, Roberto Pianelli, secretario general del sindicato del Subte (AGTSyP), uno de los gremios promotores del nuevo sitio web, difundía una denuncia contra Metrovías, el ente controlador SBASE y el sindicato de tranviarios, UTA, por firmar un acuerdo que retacearía a la Anses los aportes y contribuciones de los trabajadorxs subterráneos y permitiría al holding empresarial abonar un 40% de los salarios “en negro”.

El contexto virósico demandante, una realidad de cambios y nuevos retazos de historia obrera.

 

 

 

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