La grieta es ancestralmente económica
No todo lo legal es justo o es santo, no todo lo ilegal es pecado
Piedras sueltas tapizan las calles chilenas, reflejo de las carrers catalanas.
Las escenas se mudan veloces de Quito a Barcelona y Santiago. Imágenes idénticas de dolores repetidos.
Diferentes culturas, momentos políticos, económicos y sociales, pero la misma violencia.
Desde los gobiernos, una voz unánime se levanta: “Debemos restablecer el orden”.
Algunos desbocados llegan a proferir el estado de guerra, olvidándose que se refieren a sus compatriotas. Decretan el toque de queda para salir de cacería por las calles de ciudades que, por largas horas, se transforman en gigantescas cárceles.
El vaso comunicante entre estas manifestaciones cruelmente reprimidas es el reparto de la riqueza.
Ecuador reaccionó ante el alza del precio de los combustibles, medida decretada por un Presidente que traicionó todas las consignas que lo llevaron al gobierno, implantando un proceso neoliberal antipopular.
La rica Catalunya es la región que más aporta al erario de España. Por una redistribución hecha hace años, redujeron sus reintegros, condenándola al colapso económico. Este hecho aceleró el anhelo de declarar su independencia. Entonces el gobierno de derechas del Partido Popular reprimió cruelmente al pueblo por el delito democrático de votar, y el actual Presidente del Partido Obrero Socialista Español lo aporrea por las protestas ante las sentencias dictadas contra los políticos que llevaron adelante aquella votación.
En Chile, la gota que rebalsó el vaso fue el aumento del pasaje del metro, pero la razón de la protesta —reconocida por el mea culpa presidencial– es la miseria que avanza sobre el pueblo. Índices magníficos sostenidos por la extrema desigualdad. Ricos cada vez más ricos, entretanto que el pueblo restringe alimentos de su dieta y vive de créditos que estrangulan.
Un drama que viene desde la dictadura que, a sangre y balas, impuso el modelo económico que se prolongó en las épocas democráticas, incluso, de gobiernos socialistas.
Una señora muy aseñorada, entrevistada en las calles de Santiago acerca de las molestias provocadas por las protestas, dijo:
–He tenido que caminar mucho para poder viajar, pero está bien, hay que apoyar a las chicas y chicos, ellxs luchan por todxs. Nosotros, lxs mayores, nos hemos vuelto unxs cobardes.
Entonces, ¿cuál es la verdadera violencia?
¿La del pueblo indignado por la opresión o la furia de la represión de los gobiernos que llevan a la miseria la vida de las familias?
La grieta es eminentemente económica y se debe, desde siempre, al reparto de las riquezas.
Los que no tienen nada reclaman por necesidad, mientras que los que poseen mucho, lo quieren todo.
El dolor se incrementa cuando, sobre las heridas del pueblo, los religiosos vierten el vinagre de sus declaraciones instando a la devota resignación o negando la pobreza y el hambre. Con hiriente sarcasmo, se burlan de lxs manifestantes, omitiendo —por ignorancia o por ideología— que la obesidad proviene de la ingesta de harinas que, por menos pesos, sacian muchas bocas.
Una pregunta debe interpelarnos: ¿todo lo legal es justo?
La respuesta que surge de mi evangélica comprensión es: no.
No todo lo legal es justo
No todo lo legal es santo.
No todo lo ilegal es pecado.
Si Jesús viviera en nuestros días, no dudo de que estaría junto al pueblo, multiplicando panes, peces y haciendo aquel mismo estruendoso silencio desafiante, sonora bofetada a la prepotencia de Herodes y Poncio Pilato.
Es hora de pararnos al pie de la cruz, cobijar al pueblo que sufre y generar respuestas que aplasten a toda injusticia, activando el amor al prójimo, generando una comunidad solidaria que desarrolle una sociedad justa.
Con sus milagros, Jesús nos dará la victoria.
Juntos, tomados de su mano, venceremos.
“¡Oigan ricos! ¡Lloren y griten por las desgracias que van a sufrir!
Han amontonado riquezas en estos días, que son los últimos.
El pago que no les dieron a los hombres que trabajaron en su cosecha, está clamando contra ustedes y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores.
Ustedes han condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia”.
Santiago 5.1-6 DHH Abreviado
* Ex presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, FAIE.
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