LA ESPERANZA Y LA ESPERA
Una mejor comunicación conduce a mejor atención y cuidado del paciente enfermo de Covid
Después del registro de la vacuna rusa contra el coronavirus y del acuerdo para que con el mismo fin la Argentina produzca para América Latina la vacuna del laboratorio Astra-Zeneca y la Universidad de Oxford, millones de personas en nuestro país y en la región comparten ahora la esperanza de alcanzar esa salvación contra la amenaza de muerte que desplegó la pandemia en el mundo. Y si toda esperanza es el deseo de un bien futuro, la promesa de proteger nuestra salud y nuestras vidas justifica ese deseo colectivo.
Sin embargo, entre el deseo y el goce del bien que deseamos se abre la espera. En el caso de la vacuna, el tiempo de esa espera se mide en meses. Pero el tiempo desesperado con el que la pandemia nos amenaza es el aquí y ahora de las personas que se infectan, de las que enferman y de las que mueren.
Por eso en el anuncio del acuerdo, una de las preguntas dirigidas al Presidente Alberto Fernández fue la de si esta noticia modificaba en algo las prioridades que tenía el gobierno. La respuesta fue: “Es un gran alivio para el futuro (pero) no es una solución para el presente. En el presente tenemos los mismos problemas”.
Cuando al comienzo de la pandemia el Presidente dijo que su prioridad eran la vida y la salud de la población antes que la economía, su elección se saldó con un equilibrio inestable. (El ministro de Salud Fernán Quirós sostuvo que la marcha opositora convocada para el 17/8 iba a “ayudar a mantener el equilibrio personal y el equilibro social".) Habrá que ver cómo se salda este nuevo dilema del hacer. Ahora la tensión reside no sólo en la primera persona, singular o plural, sino también en el tiempo, presente o futuro, del verbo hacer.
Ciudad Tranquila
El discurso mediático del gobierno de la Ciudad ha insistido en informar sobre el estado del sistema de salud con la generalidad tranquilizadora aunque increíble de un porcentaje (68.25%) siempre inferior al 70% de camas UTI ocupadas. Y así como en junio se hablaba de “curva estable”, hoy se habla de “amesetamiento” porque los contagios se han estabilizado en un promedio de 1.100 casos diarios. Pero ni aquella estabilidad ni esta meseta dejan de saturar en modo continuo al sistema, cuya prueba de verdad es la permanente ampliación y reconversión de camas para UTI, ni tampoco evita el dolor y el sufrimiento por cada una de las muertes diarias. Hay algo que falla en la pretendida objetividad neutra de esa comunicación.
Un médico intensivista del Hospital Fernández, con el mismo temor de sufrir represalias por su testimonio que me han manifestado otros trabajadores de salud de la Ciudad con los que conversé, cuestionaba las declaraciones del director de su hospital que sostenían que ese establecimiento tenía 66 camas de terapia intensiva aunque sólo el 65% de ellas estaban ocupadas y que por tanto el riesgo de colapso en la Ciudad era muy bajo (Ámbito, 7/8). Ese médico detallaba la situación del parte diario del 10 de agosto en cada una de las 22 camas ocupadas de las UTI B y C para Covid, y en las 13 de las UTI A y D para no Covid, más otras 4 de ventilación mecánica no invasiva (VNI). Un total de 39/44. Y afirmaba que en su máxima expansión el hospital podía llegar a 50 camas pero nunca a 66. Siendo así, esta sería una explicación más para los números que no cierran: contar más camas que las disponibles (curva celeste).
Otros datos confirman la saturación en colapso progresivo de los recursos críticos en el sistema de salud de la ciudad y en sus diversos sectores pese a los esfuerzos para compensar la sobredemanda.
El Hospital Muñiz, referencia local y nacional en infectología, que estuvo en el epicentro de las epidemias HIV-Sida y gripe A, tuvo el 6 de marzo su primer caso de coronavirus. El 7 de mayo, al asistir a la presentación de la remodelación del Pabellón Koch, que sumaba 136 camas de cuidados intermedios para pacientes Covid, Rodríguez Larreta, acompañado de Fernán Quirós, remarcó que “este es el hospital más importante que tenemos, con su especialidad en infectología”. El 23 de junio, de 54 camas UTI, 29 estaban ocupadas con pacientes Covid (54%).
Pero el 14/8, de 52 camas UTI, 42 estaban ocupadas y 41 eran Covid. O sea: el 80.77% (la tabla inferior tiene un pequeño error en el cálculo del porcentaje de los casos que se registran). Resulta así que los datos del hospital más importante según el gobierno, aunque superiores a su 68.25%, no merecían ser destacados.
La curva inestable
Aunque ya se ha dicho que el AMBA es una unidad funcional de 15 millones de habitantes en distintos campos y entre ellos la salud, hoy es necesario recordarlo ante la confusión que arrojan los datos de la Ciudad. El coronavirus, en su expansión, no se ciñe a la geografía política que demarca la avenida General Paz. Es un virus pandémico y su característica es no respetar los tiempos y espacios de la escala humana.
De los 40 municipios que integran el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con la Ciudad de Buenos Aires, 13 de ellos conforman la Región Sanitaria V en la zona norte: Campana, Escobar, Exaltación de la Cruz, General San Martín, José C. Paz, Malvinas Argentinas, Pilar, San Fernando, San Isidro, San Miguel, Tigre, Vicente López y Zárate. Varios de esos municipios no son más que una extensión sin solución de continuidad de la CABA.
El municipio más afectado por número de casos confirmados de Covid desde el inicio de la pandemia hasta el 11/8 es General San Martín (7.190). Le siguen San Isidro (4.436), Tigre (4.162) y San Miguel (3265). Y en la curva de casos de esta región sanitaria, pegada indisolublemente a la Ciudad, no se ve meseta alguna.
El Hospital Eva Perón de San Martín (ex Castex), tenía el 12/8 sus 16 camas UTI de adultos ocupadas, más un adulto atendiéndose en UTI pediatría, y 8 camas con respiradores en Unidad Coronaria (UCO) que aun siendo zona verde tenía un paciente positivo. Les faltaba personal para atenderlas. Varios trabajadores estaban infectados y con formas graves de Covid, entre ellos el jefe de UTI con una neumonía bilateral y el jefe de neurocirugía restableciéndose también de neumonía.
El Hospital Belgrano de San Martín tenía ocupadas sus 6 camas UTI Covid y no podía habilitar 2 más por falta de personal. En la guardia tenían 2 respiradores y estaban procurando adaptar la guardia de pediatría.
El Hospital Municipal Dr. B. Houssay de Vicente López tenía ocupadas sus 6 camas con pacientes Covid, 6 de ellos en Asistencia Respiratoria Mecánica (ARM) y habían reconvertido camas de UCO en las que había un paciente más. Una situación repetida y muy alejada de la visión idealizada y abstracta del gobierno de la Ciudad.
Cómo hacer cosas con palabras
Han hecho falta miles de muertos para que estemos planificando una mejor comunicación y con ello una mejor atención y cuidado del paciente enfermo y moribundo por Covid. Y sin embargo, teníamos desde el comienzo los antecedentes horrorosos de Bérgamo, Madrid y Nueva York como lecciones para no llegar desprevenidos a las proximidades de esa catástrofe.
Fue el New York Times el que alertó con aquella tapa impactante de los nombres y un rasgo personal en la lista de muertos de la imagen, acerca de la pobreza de una epidemiología cuyos números le quitan identidad a cada una de las personas que mueren por Covid. Aludió entonces, sin decirlo, al choque entre los dos sistemas éticos mayores que una y otra vez pujan por explicar las cosas: el del utilitarismo deductivo del mayor bien para el mayor número, reducido frecuentemente en política a una regla rígida, y el del respeto casuístico, integral y dinámico, a la dignidad de cada persona en su dolor, sufrimiento y muerte. Aunque las dos visiones siempre se entrelazan, la cuestión es cuál de ellas tiene prioridad, si la salud o la economía.
En el uso formalizado en la reiteración y distante en su abstracción de los números de la pandemia, con su pretendida objetividad como comunicación pública, se hace evidente la desubjetivación de los afectados. Repetir un porcentaje vacío frente a cada hospital, cada servicio y cada trabajador de salud concreto que están saturados, desbordados, colapsados, sobrecargados, infectados, enfermos y muriendo, de los cuales hemos dado numerosos ejemplos, sólo puede significar un manejo de la información paternalista o una manipulación estratégicamente interesada de los datos.
El gobierno de la Ciudad tiene una política comunicacional que entra en fuertes contradicciones con la realidad de la ocupación de camas de terapia intensiva y la calidad de las mismas, así como con las vivencias de trabajadores de salud y afectados, según la evidencia y los testimonios de los hospitales que señalamos. Para aclarar el significado de su manejo de la información tiene la obligación de dar información clara y distinta en lugar de repetir lo dicho o de negar lo que se le objeta.
El Ministerio de Salud de la Nación, a través de la Resolución 1330/2020 del 10 de agosto, ha constituido el Tablero de Control Interactivo “para conocer el estado de las unidades de terapia intensiva en todo el país con el objeto de posibilitar el seguimiento en tiempo real de los ingresos y egresos de pacientes en las camas de terapia intensiva, de la cantidad de respiradores y de otros recursos críticos disponibles en cada establecimiento de salud con internación del territorio nacional”.
Tempranamente señalamos este recurso como necesario para fortalecer la dinámica del sistema. Por eso es bueno ver su realización. Pero también señalábamos la necesidad de que todas las medidas ante la pandemia se acompañen de la debida transparencia y acceso público a la información. Por eso creemos que la información de ese tablero debe ir más allá de la necesidad indiscutible de “contar con la información referida a nivel nacional, a fin de ser puesta a disposición de las autoridades sanitarias locales, con el objetivo de suministrarles datos relevantes para una mejor toma de decisiones en sus respectivas jurisdicciones”. Para evitar todo paternalismo también debe ser de acceso público, garantizando el derecho de toda persona a la información.
En España están pidiendo revisar los errores cometidos en el manejo de la pandemia para aprender de ellos. También Suecia ha accedido a que se revisen sus errores aunque haya entre nosotros quienes quieran presentar a ese país como ejemplo de lo que ellos mismos no se consideran ejemplares. En México están revisando su política de información a una población que ha pasado a desconfiar de su sistema de salud al vivir una realidad contraria a los mensajes que reciben.
Por eso es que las autoridades sanitarias deben modificar su estrategia comunicacional para la pandemia, garantizando el derecho a una información completa y adecuada como fundamento básico para el ejercicio de las libertades fundamentales.
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