El 8M, un nuevo Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans
El salón del segundo piso de la Mutual Sentimiento, en Chacarita, quedó chico para las más de mil mujeres, lesbianas, travestis y trans que se acercaron a la primera asamblea para organizar el próximo Paro Internacional del 8 de marzo convocada por el colectivo Ni Una Menos. Con bolsos, carteras, mochilas y muchas con hijxs, se trasladaron a la calle, en los aledaños del Galpón, un espacio de abastecimiento cooperativo de alimentos al aire libre. Sentadas en el piso, en el pasto, algunas en sillas, se fueron ubicando en ronda donde encontraron un hueco. El feminismo popular en Argentina ya no tiene márgenes que lo contenga: desborda las calles, las asambleas, las bases de los sindicatos y los partidos políticos, todos los ámbitos en los que se despliega.
No hay angular que resista y pueda registrar todas las que éramos. Los feminismos son un mosaico heterogéneo y transversal y las asambleas feministas eligen el método de la democracia directa y de la alianza entre cuerpos, demandas, experiencias y vulnerabilidades que se tornan colectivamente formas de militancia y resistencia: en estas asambleas el feminismo popular encontró un camino que lo coloca como un diferencial respecto de las experiencias militantes de nuestra época. Hablamos de un tránsito que va del 2015 a la actualidad, hermanado en la larguísima tradición de Encuentros Nacionales y luchas populares de resistencia, en el cual el feminismo discutió qué articulaciones y sujetas quieren, desean y pueden ocupar el espacio de esta militancia. En este sentido, tanto el reconocimiento de las trabajadoras de la economía popular como de las trabajadoras sexuales ante los paros del 2016 y 2017 fueron momentos clave, donde la dinámica asamblearia logró ensanchar fronteras tanto discursivas como políticas, para incluir a más trabajadoras que antes no eran reconocidas como parte del movimiento.
A la vez se elaboró una base de consensos a partir de las experiencias de las marchas por NiUnaMenos y los dos paros de mujeres que sentaron las bases para la consolidación de un ámbito antineoliberal y plural. También se consolidó el espacio asambleario como una metodología y una política en la cual se pone en escena una democracia radical de “todas las voces”, plasmando demandas y complejidades entre orientaciones políticas que aun en su gran diversidad lograron articularse. Por fuera de las derechas neoliberales y conservadoras, sectores sociales y políticos de los más diversos conforman esta ola que en la Argentina ya casi nadie se atreve a ignorar y que se posiciona como un sector capaz de discutirle al Estado y al capitalismo global: qué relación queremos tener con nuestros cuerpos, qué relación queremos tener con la tierra, con el dinero, con la vida y con todas las formas del trabajo.
En esas discusiones, el deseo es la corriente en la que somos a la vez alternativa internacional al sistema y alianza local antineoliberal a la que no hay sector conservador que no quiera frenar. Pero el feminismo es un movimiento histórico de transformación y no una moda o un paquete de consignas vacías: en este sentido estamos atentas a discutir también la neocolonización de nuestros debates y la puesta en alto de nuestras agendas políticas desde y con las militancias.
La asamblea del viernes 2 de febrero fue la más multitudinaria desde que se abrió el proceso asambleario para organizar la marcha de Ni Una Menos en 2016, que siguió en el primer paro de mujeres de octubre de ese año y se consolidó hace un año en la antesala del Paro Internacional que convocó a más de 50 países del mundo. Hay un saldo organizativo que no dará un paso atrás. Los embates del ceofascismo en auge intentan capitalizar la ola feminista con acciones corporativas de todo tipo: estrategias del llamado empowerment; sustituir la vocación radical y plural del movimiento por amalgamas liberales e individualistas; conferencias de “mujeres empresarias”, primeras damas de gobiernos crueles y hambreadores, tácticas que pretenden sustituir lo insustituible —los cuerpos, las militancias— por merchandising y agenda securitaria punitiva. Sin embargo, estas reuniones son el espacio público, abierto, democrático, horizontal y plural donde cualquier mujer, lesbiana, travesti o trans puede participar y tomar la palabra.
En estas asambleas se hace política. La que va se encuentra con otras dolidas, con las organizadas, las furiosas, las hartas, las que van por primera vez, las que están dando peleas contra los despidos y no aceptan que los problemas de las violencias sean asuntos de seguridad y delincuencia. El feminismo popular dejó claro una y otra vez que se trata de las políticas económicas y financieras, de las culturas patriarcales y capitalistas del descarte y también de una discusión en torno a lo público que desborda en la pregunta sobre qué proyecto de vida en común queremos construir. En la asamblea participan desde diputadas nacionales a jóvenes estudiantes que es la primera vez que se acercan. Hay una conversación intergeneracional que también nutre la potencia feminista que luego se traduce con contundencia en las calles.
Antes de empezar las exposiciones quedó conformada una comisión de diez compañeras de diferentes espacios para coordinar. Cada una tomó un rol diferente: anotar a quienes querían tomar la palabra, registrar las intervenciones, controlar el tiempo de tres minutos para hablar y moderar. También se propuso una pequeña comisión de autocuidados para estar atentas a la seguridad: acá nos cuidamos entre todas. Desde la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) propusieron coordinar la accesibilidad de la asamblea para que todas pudieran saber qué pasaba. Una intérprete en lenguaje de señas tradujo cada una de las intervenciones.
La masividad y diversidad de la multitudinaria asamblea es la evidencia de que los feminismos se consolidan como un sujeto político opositor al gobierno de la Alianza Cambiemos. Además de la agenda más tradicional de los feminismos que impugna las violencias femicidas y exige aborto legal, seguro y gratuito, las violencias institucionales y económicas se hicieron visibles en un hilo que hilvana todas estas tramas. Las demandas centrales tuvieron que ver con la resistencia a la reforma previsional y a la venidera reforma laboral: la Argentina cuenta otros 2.000 despidos desde diciembre y el Estado promete una nueva embestida con 70.000 más. No es un dato menor que las primeras intervenciones hayan estado a cargo de trabajadoras del INTI, del Hospital Posadas y otros lugares donde lxs despedidxs se están organizando para reclamar su reincorporación tanto en el sector público como privado. Las alcancías de fondo de huelga circularon de mano en mano. La presencia de las trabajadoras de PepsiCo completó la estampa que se sintetizó en una de las consignas escuchadas: Ni Una Menos Sin Trabajo.
La avanzada represiva contra la protesta social fue otro de los ejes. Mariana Gómez estaba presente y habló para pedir apoyo de la asamblea. Ella acaba de ser procesada luego de ser detenida en octubre por la Policía de la Ciudad, tras besarse con su esposa, con la excusa de que estaba fumando cerca de la entrada del subte. También estuvo Yanina Pilar Díaz, militante de la agrupación Madres Amazonas y una de las detenidas durante la feroz represión del 14 de diciembre en la protesta contra la reforma previsional. No hay que olvidar que el #8M de 2017 tuvo un saldo represivo, entre el 7 y el 8 de ese mes, que fue el laboratorio de Cambiemos para desplegar la escalada de violencia institucional que tuvo su pico máximo de ferocidad en diciembre. Ese 7 de marzo seis jóvenes activistas feministas fueron detenidas y procesadas por realizar tareas de difusión y propaganda en la previa a la huelga. Y una veintena de personas todavía tienen causas abiertas a consecuencia de la “cacería” desplegada cuando la marcha ya había terminado.
A pesar de que hubo casi 90 anotadas para ser oradoras, el tiempo alcanzó para la mitad. El debate se extendió hasta las 21. Las últimas exposiciones fueron a oscuras y frente a una multitud que sostenía la presencia.
La lista de oradoras fue abierta por Lara Bertolini, del Bachillerato Popular Trans Mocha Celis. “Somos muy pocas las que estamos sobreviviendo”, dijo. Las estadísticas de la ciudad de Buenos Aires indican que las mujeres trans y travestis fallecen, en promedio, a los 32 años, producto de la violencia y exclusión social, política, económica estructural y sistemática.
La flamante diputada por Unidad Ciudadana Vanesa Siley, miembra de la Corriente Federal de los Trabajadores y secretaria general del Sindicato de Trabajadores Judiciales, arengó a las mujeres a “poblar los sindicatos de mujeres de los pies a la cabeza”. Y se comprometió a proponer que los gremios adhieran al paro el 8 de marzo. para garantizar que la medida sea efectiva. Esta es una cuestión clave, ya que la cobertura y la convocatoria de las centrales obreras no sólo vuelve más contundente la acción del paro, sino que debe expresar una realidad de los últimos años: el crecimiento irrefrenable del feminismo en los sindicatos, que ya no se conforma con Secretarías de género ni con cupos sino que quiere ocupar su lugar en las direcciones y las discusiones de la etapa política de nuestro país.
En la misma sintonía habló la secretaria de Género de la CTA de los Trabajadores, Estela Díaz, y puso en palabras una de las claves del paro: la necesidad de visibilizar que todas somos trabajadoras y en ese sintagma exponer también las tareas domésticas y de cuidado que hacemos mayoritariamente las identidades femeninas. “El 80 por ciento de las mujeres que estamos acá no nos vamos a poder jubilar”, dijo sobre la reforma previsional. También pidió la libertad de Milagro Sala y de todxs lxs presxs políticxs de este gobierno. La asamblea estalló con un único cántico: “Para Milagro la libertad, para Morales el repudio popular”.
Una de las intervenciones más aplaudidas fue la de Sabrina Montenegro, de la Asamblea Lésbica Permanente. "Necesitamos que esta asamblea se diga anti biologicista", dijo. Y recordó cómo el movimiento de mujeres logró la libertad de Higui, lesbiana y presa durante nueve meses, bajo acusación de haber matado a un hombre después de defenderse de un intento de violación. El desafío ahora es su absolución. Ella también compartió con todas la situación de Norma y Cachita, una de las primeras parejas de lesbianas casada antes de la Ley de Matrimonio Igualitario, que están al borde de ser desalojadas de la casa y centro cultural donde viven en Parque Chas por un juicio contra el gobierno porteño.
“Queremos que se respete que existimos mujeres que decidimos ejercer el trabajo sexual. No queremos discutir si la identidad de las trabajadoras sexuales tiene que estar en el documento del 8M o no”, dijo Georgina Orellano, la Secretaria General de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Su intervención cerró con una ovación y un canto: “Nunca con la yuta, siempre con las putas”.
Uno de los planteos que se escuchó varias veces fue la necesidad de partir de los acuerdos logrados durante el proceso asambleario de estos años.
Las tres horas de asamblea feminista tuvieron tiempo y lugar para las voces más heterogéneas y los reclamos más diversos. Desde Liliana Furio, de Historias Desobedientes —hijas de genocidas—, hasta la diputada del Partido Obrero Romina Del Plá, pasando por Valeria Salech de Mamá Cultiva Argentina y las trabajadoras del INTI. "Nosotras estamos construyendo un feminismo negro y popular", dijeron las mujeres afro en su intervención. Melike Yasar, representante para América Latina del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, trajo el apoyo de las kurdas al Paro Internacional de Mujeres.
El próximo viernes será la segunda asamblea, a las 17.30 en el mismo lugar. Esta es una de las tantas asambleas que se multiplican en América Latina y el Caribe y en el mundo. Pero que también al interior del país ya tuvo sus propios capítulos en Rosario, Neuquén, Tucumán, Chaco y más.
La historia no se detiene. El mundo va a un nuevo Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans y el feminismo popular en Argentina se prepara para hacerle frente al gobierno de la Alianza Cambiemos. La justicia social y las asambleas están juntas en la promesa y en el deseo que es mucho más que una frase hecha, una realidad que se traduce en cuerpos en las asambleas: Todas libres, todas juntas.
- Fotos de Gala Abramovich
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