La cuestión palestina
Una lucha interminable, crímenes de guerra y un pueblo casi sin Estado
Se están cumpliendo ya 75 años de guerra entre Israel y el mundo árabe, cuyo eje principal pero no exclusivo ha sido la cuestión palestina. Desde luego, la contienda no ha sido permanente pero ha sucedido largamente con intermitencias.
En 1947, las Naciones Unidas establecieron la partición de Palestina. El 55% de su territorio sería para los israelíes, en tanto que los palestinos –árabes sunitas– recibirían el 45% restante. Jerusalén y Belén quedarían como una zona internacionalizada. Ambas comunidades se hallaban radicadas allí desde mucho tiempo atrás.
La región había quedado bajo mandato británico entre 1920 y 1948. En este último año, el 14 de mayo, Israel declaró su independencia, constituyó su propio Estado y tomó de facto una porción del territorio perteneciente a los árabes palestinos. Por otra parte, mediante una inesperada decisión, hicieron lo mismo Jordania, que avanzó sobre Cisjordania, y también Egipto, que se apropió de la Franja de Gaza. En los tres casos, en detrimento de lo arbitrado por la ONU. Bajo esas condiciones, los palestinos quedaron prácticamente sin posibilidad de disponer de un Estado propio, lo que significó para ellos lo que en la lengua árabe se denomina nakba (catástrofe o desastre).
En mayo de 1948 estalló también la primera guerra árabe-israelí. Tropas egipcias, iraquíes, sirias, jordanas y libanesas avanzaron sobre territorio israelí. Pero las fuerzas hebreas capearon ese difícil primer momento y pasaron a la ofensiva. La guerra terminó a mediados de 1949. Los armisticios firmados por Tel Aviv con los países árabes participantes le permitieron a Israel incorporar 5.728 kilómetros cuadrados a su territorio.
En 1956 sobrevino la crisis del Canal de Suez. El Reino Unido, Francia e Israel entraron en guerra contra Egipto por el control del canal. Sin embargo, la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, se manifestó en contra del conflicto. Los atacantes debieron ceder posiciones y retirarse. El entonces Presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, obtuvo así un inesperado éxito.
En 1967 se libró la llamada Guerra de los Seis Días entre Israel y Egipto, que ganó la primera, lo que le valió tomar posesión de la península de Sinaí y de los Altos del Golán. En este caso, sumó aproximadamente 22.000 kilómetros cuadrados a su territorio.
En junio de 1973 se desató la segunda guerra árabe-hebrea librada entre Egipto y Siria contra Israel. De nuevo, luego de un mal inicio, Tel Aviv volcó en su favor el desarrollo bélico. El 24 de octubre la ONU impuso un cese del fuego. Las tropas israelíes que habían llegado a las cercanías de El Cairo y de Damasco debieron retirarse y esos territorios ocupados quedaron bajo control de una Fuerza de Paz internacional.
La palabra intifada –agitar, transgredir, en árabe– fue el nombre que se le dio a las rebeliones contra Israel de los palestinos radicados en Cisjordania y en la Franja de Gaza. La Primera Intifada empezó en 1987. Se la conoce también como la Guerra de las Piedras, porque aquellos las usaban como armamento en los encontronazos, en tanto que el ejército israelí respondía con balas. Este cuadro duró hasta 1991. En septiembre de 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, entre el gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y se creó la Autoridad Nacional Palestina, que pasó a tener ciertas funciones gubernamentales. Entre 2000 y 2005 se desarrolló una segunda intifada, que dejó alrededor de 5.000 palestinos y 1.000 israelíes muertos.
Entre fines de 2008 y comienzos de 2009 se desarrolló una nueva ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza, con el objeto de destruir a Hamás. Se trató de una guerra intensa y rápida impuesta por Israel, que finalmente no alcanzó su meta pero dejó un tendal de muertos y heridos, la mayoría civiles no combatientes, y un amplio deterioro de servicios básicos, como el agua.
Entre el 8 de julio y el 26 de agosto de 2014 se desarrolló un nuevo conflicto iniciado por Tel Aviv contra Hamás, con el propósito de impedir los ataques misilísticos que aquellos lanzaban a Israel. Luego de 50 días de combate se llegó a una tregua, que tuvo a Egipto como mediador. En esta contienda, la ciudad de Gaza fue bombardeada de una manera semejante a la que ocurre hoy.
Entre 2018 y 2019 hubo un período de protestas y manifestaciones muy activas del lado musulmán, también en la Franja, que fueron sistemáticamente reprimidas. Según la Oficina de Naciones Unidas para la coordinación de Asuntos Humanitarios, en el primer año del conflicto los heridos palestinos alcanzaban a 21.398 hombres, 1.683 mujeres, 5.334 niños y 445 niñas. Lo que da un total de 28.860. Escalofriante.
A comienzos de mayo de 2021 se inició otro conflicto. Hubo esta vez un enfrentamiento entre manifestantes palestinos y la policía israelí, en Jerusalén, que se extendió. El 9 de ese mes hubo una nueva manifestación palestina al irrumpir la policía israelí en la mezquita de al-Aqsa, tercer lugar sagrado de los musulmanes. Dos días después, Hamás y la Jihad Islámica lanzaron una andanada de cohetes hacia territorio israelí. La respuesta hebrea fue bombardear nuevamente la Franja de Gaza, acción que causó la muerte de 24 palestinos, entre ellos nueve niños. Un nuevo ataque palestino mató a dos israelíes y dejó heridos a 70. Israel respondió, a su vez, con ataques aéreos en Gaza, que causaron la muerte de 30 personas, incluidos diez niños, y dejaron 203 heridos. En fin, la tormenta bélica azotó a 450 edificios de la Franja, entre los que se contaron seis hospitales, nueve centros de atención primeria y 40 escuelas –entre otros lugares– y se prolongó hasta el 21 de mayo, fecha en la que se alcanzó un cese del fuego. Da la impresión de que los guarismos sobre muertos y heridos ofrecidos por diversas fuentes no se condicen con la intensidad y duración del conflicto.
En fin, lo enunciado arriba no es completo; es apenas una muestra. Es inevitable, por otra parte, señalar la semejanza de lo que se acaba de describir con lo que está sucediendo en la actualidad.
La guerra hoy
Como se sabe, hay hoy una nueva guerra entre palestinos e israelíes. Las huestes de Hamás se internaron en territorio israelí sin ser advertidas por la inteligencia judía. Y causaron estragos entre la población civil. Se estima que hubo 1.400 muertos; por otra parte, se llevaron consigo 240 secuestradas/os que aún no han sido rescatados.
El contraataque judío ha sido durísimo. Su fuerza aérea destruyo escuelas y hospitales en una magnitud considerable. Pero también atacó edificios y barrios. Todo eso ha dejado un tendal de muertos y heridos en la población civil. Actualmente han entrado ya las fuerzas de tierra a la ciudad de Gaza y se dice que las tropas de Hamás han iniciado una retirada hacia el sur.
La Oficina de Información del Gobierno de Gaza ha dado a conocer recientemente los siguientes datos: se cuentan 11.320 muertos y 29.200 heridos, sin discernir hombres, mujeres, niños y niñas, desde el comienzo del conflicto. Estas son, empero, cifras parecidas a las que dio a conocer hace dos semanas una entidad de la ONU. Es probable que hoy esos guarismos sean más altos.
Final
Es evidente que los actores más perjudicados de este largo conflicto son los palestinos. Son un pueblo casi sin Estado, al que le ha sido escamoteada desde el comienzo de esta historia, en 1947, la tenencia completa de su espacio territorial y de su estructura estatal. Y del que se han ido disgregando, de a poco, millones de personas.
Ha habido en ese ámbito geográfico, que ha sido mayoritariamente el terreno en el que se ha desarrollado una larga guerra intermitente, un solo actor permanente: Israel. Por otra parte, varios otros países u organizaciones –como Hamás– se han turnado para combatir contra aquel, sin éxito. Sin resultados definitivos, puede decirse que la lucha ha sido hasta ahora interminable.
Por último, las dos últimas contiendas –2021 y 2023– han sobrepasado ampliamente las “leyes” básicas de la guerra. Ha habido en ambas –una aún sin terminar– una matanza masiva de poblaciones civiles completamente inaceptable, que rompe toda la estructura normativa y legal vigente. Se trata, en los dos casos, de delitos que están claramente establecidos en el Protocolo I, de 1977, de la enmienda a la Convención de Ginebra, que avanza sobre la protección de las víctimas de los conflictos internacionales. Claramente indica ese Protocolo que los ataques indiscriminados contra poblaciones civiles y la destrucción de alimentos, agua y otros bienes necesarios para la supervivencia, así como la no distinción entre objetivos civiles y militares, se consideran crímenes de guerra. En este caso, se trata de sendos crímenes de guerra que se dispensan mutuamente ambos adversarios. La Cumbre por la Paz reunida en El Cairo el 21 de octubre pasado, con la participación de 34 países, que podría haber operado sobre la situación bélica en curso, fracasó ampliamente. No hubo acuerdos y no salió ni siquiera un comunicado conjunto. Así anda el mundo. Decir lamentable es poco.
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