LA CONSTRUCCIÓN DEL CAOS
El clima de caos solo podrá ser desactivado con la movilización de los que votaron a este gobierno
El país mas poderoso del mundo, aquel que en la pequeñez de un instante puede extinguir la vida en el planeta, mostró esta semana en el primer debate presidencial el rostro tortuoso y desencajado de la miseria moral e intelectual. El sonido y la furia del caos arrasó las normas más elementales del intercambio discursivo, dejando que la violencia descarnada se colara por el lenguaje, los gestos y los epítetos de los candidatos. De este episodio solo quedó la certeza de que vivimos tiempos muy peligrosos, en los que la violencia se naturaliza y sustituye a la razón, en que el poder concentrado se reproduce sembrando miedo, discriminación social y miseria. A poco de terminado el debate, se les diagnosticó Covid-19 al presidente Donald Trump y su esposa Melania, irónico giro para quien minimizó y ridiculizó los riesgos de la enfermedad. El presidente fue internado en el hospital militar Walter Reed, lo cual abrió un mar de hipótesis sobre las elecciones que deben celebrarse dentro de un mes.
Desde que existe la memoria, la humanidad ha tratado de comprender el universo visible, el devenir de su existencia y su propia muerte. La larga búsqueda por encontrar un orden en lo incomprensible fue signada por el brutal impacto del miedo a lo desconocido. Rastros arqueológicos muestran que los entierros, ritos y creencias eran prácticas conocidas por los seres humanos desde hace más de 100.000 años. La aparición de la escritura en la Mesopotamia en el cuarto milenio A.C., puso en evidencia que además de ritos y creencias la humanidad había construido un relato destinado a ordenar las relaciones sociales y el mundo visible. Tiempo después, los códigos legales descubiertos entre 2075 y 1772 A.C. irían a mostrar que desde muy temprano las sociedades estratificadas se preocuparon por la búsqueda del consenso social sancionando normas, castigando las transgresiones y buscando paliar injusticias “impidiendo que el fuerte oprima al débil y velando por hacer justicia con las viudas y los huérfanos” (código de Hammurabi, epilogo, 1772 a.c.).
La antigua Grecia habría de dar pasos decisivos hacia la preeminencia de la razón en la comprensión del mundo y de la vida social. Sus mitos y leyendas irían a definir al caos como un abismo oscuro, desordenado y tenebroso, anterior a la creación del mundo. En un universo caótico, el origen del mundo y la regulación de las relaciones sociales serían explicados por las acciones y los humores de los dioses inmortales a los que se veneraba para aplacar su ira. Desde estas penumbras surgió, sin embargo, la claridad y hacia el siglo VI a.c. la filosofía habría de conducir hacia una explicación racional de los fenómenos existentes y observables. Al mismo tiempo, florecía la búsqueda de un consenso democrático como principio ordenador de una sociedad impregnada por relaciones de poder.
Con la complejidad creciente de las sociedades, la aceptación social de relatos que explicaban y codificaban las relaciones sociales iría a adquirir enorme importancia y el caos se asoció al desborde de los conflictos y a la ruptura de las leyes y creencias establecidas. Así, si bien las jerarquías y los roles sociales, las ideas y creencias, las formas de producción y distribución de bienes y riqueza, las instituciones y las formas de gobierno fueron codificados de distinta manera a lo largo del tiempo y de las culturas, su legitimidad, es decir su aceptación por el conjunto de la sociedad, fue desde siempre un eje indispensable a la reproducción del orden social.
La emergencia del Estado-nación hace más de doscientos años en el mundo occidental marcó un momento de ruptura del orden social existente y el advenimiento de una nueva era, marcada por formas institucionales destinadas a consagrar el consenso social. Monopolizando el uso de la fuerza dentro de los límites de un territorio establecido, el sistema institucional democrático de los Estados nacionales buscó legitimar las relaciones de poder, consagrando el Interés General por encima de los intereses en pugna. Hoy esta entidad política está en crisis y su integridad institucional es corroída por una ilegitimidad creciente. Un número reducido de enormes corporaciones controla el poder en todos los ámbitos de la vida social y derrumba la posibilidad de expresar al Interés General través del funcionamiento de las instituciones democráticas.
Así, la estridencia de la lucha por el poder entre enormes monopolios fisura las instituciones políticas y permite que una pelea salvaje entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco o nada, salga a la luz del día. En este contexto, el afán por controlar mayor poder político enfrenta a las élites dominantes y amenaza con desbordar en conflictos geopolíticos. Las palabras y los símbolos buscan reproducir las relaciones de poder vaciándolas de contenido y detonando miedos ancestrales que anulan la capacidad de reflexión. El relato construye pues una realidad ficticia y reproduce el mundo caótico de la ley de la selva perpetuando al infinito la fragmentación y el aislamiento social. El resultado final es un mosaico disgregado de miserias acumuladas, mientras la violencia se naturaliza y tanto en el centro como en la periferia del orden mundial se concentra el poder en todos los ámbitos de la vida social. Sin embargo, el galope interminable de la pandemia acelera los conflictos y resquebraja las máscaras que impiden ver la construcción del caos. En el tumulto resultante se escucha triunfante el eppur si muove! de Galileo Galilei ante el tribunal de la Santa Inquisición.
Elecciones: problema racial y amenazas externas
La cuestión racial se entrelaza con la historia económica y política de los Estados Unidos, una historia vinculada estrechamente a las masacres de la población aborigen y a la esclavitud negra. En las últimas décadas la afluencia migratoria ha contribuido a resignificar la incidencia del problema racial en la vida política del país. Por un lado, ha disminuido progresivamente la importancia relativa de la raza blanca dentro del conjunto de la población, del que hoy constituye el 60%. El 18% es de origen hispano, el 13% es negro y el 7% es asiático. Asimismo, en la medida en que la población blanca ha votado tradicionalmente por el partido Republicano, los cambios demográficos han tenido un fuerte impacto electoral que hoy se refleja en una dura disputa por el control de los Estados que otrora tuvieron fuerte presencia republicana.
Por otra parte, la discriminación racial se expresa en un deterioro creciente del nivel de vida de la población negra en relación a la población blanca. La brecha entre los salarios medios que perciben se ha incrementado en las últimas décadas y hoy alcanza a 26,5 veces (epi.org 27 2 2019). Asimismo la pandemia ha afectado especialmente a los negros y a los hispanos, infligiéndoles mayores contagios, desempleo y muertes (pewresearch.org 19 5 2020). Así, décadas de gobiernos demócratas a nivel nacional, estatal y de distrito no han logrado impedir el agravamiento de la desigualdad económica y social de la población negra. En un contexto de crisis económica, pandemia e inminencia de elecciones, el conflicto racial ha escalado al centro de la escena política y es utilizado por distintas facciones de la élite dominante en su pugna por controlar los resortes del poder político del país.
El debate presidencial mostró que tanto Trump como Biden buscan manipular a las instituciones para asegurar la preeminencia política de su sector en la Corte Suprema. Ambos eludieron rechazar al racismo en el país. Trump alentó a un grupo supremacista que lo apoya. Biden definió a Antifa, una organización de activa participación en disturbios raciales, como “una idea” más que una organización. Esta definición coincide con la caracterización que hace el FBI de este grupo y se contrapone con la clasificación de terrorista que le asigna el gobierno de Trump (entre otros, apnews.com 17 9 2020). Estas definiciones exponen el alineamiento de la máxima dirigencia del partido Demócrata con los organismos de inteligencia en su enfrentamiento con Trump, expresado en los distintos intentos de enjuiciamiento político y destitución del Presidente ocurridos desde 2016 (Russiagate, investigacion de R Muller, Ukranigate). Este enfrentamiento ha recrudecido por estos días con la negativa de los Jefes de la CIA y de la NSA (National Security Agency) a desclasificar documentación reservada relacionada con el Russiagate y a entregársela al Comité de Inteligencia del Senado que investiga las ramificaciones políticas de las actividades de las organizaciones de inteligencia contra Trump.
El debate presidencial también contribuyó a alentar el clima de inminente crisis institucional anunciado tanto por Trump al advertir reiteradamente que habrá un fraude electoral, como por los demócratas al anticipar escenarios que desembocarían necesariamente en violencia, disturbios sociales y posible intervención de las Fuerzas Armadas. Este clima de crisis también ha sido alentado por las reiteradas advertencias tanto de los medios de comunicación de raigambre liberal como por parte de los organismos de inteligencia sobre la inminente intervención de potencias extranjeras en las próximas elecciones (entre otros: washingtonpost.com 22 9 2020, dni.gov 7 8 2020). Así, la “comunidad de inteligencia” y los medios de comunicación contribuyen activamente a insuflar pánico en la población al mismo tiempo que pugnan por acrecentar su control sobre la agenda política interna y externa.
El contagio reciente de Trump con Covid- 19 aumenta el clima de inminente caos al crecer la incertidumbre sobre el impacto que esto tendrá sobre las elecciones y sobre el mercado financiero.
El dólar y la gestación de un clima caótico
Esta semana se conoció el crecimiento de la pobreza en el país. En el segundo trimestre ascendió al 47,3% de la población: casi seis millones de personas más que en el primer trimestre del año y más de diez puntos porcentuales por encima del nivel alcanzado en el mismo periodo del 2019. Las medidas dispuestas por el gobierno para proteger a los sectores más vulnerables atenuaron el impacto, pero no impidieron que este drama siguiese profundizándose.
La dolarización de la economía impuesta por el macrismo y el FMI y la escasez de divisas han otorgado especial poder político a un puñado de grandes empresas, nacionales y extranjeras, con control monopólico sobre áreas estratégicas de la economía. Estas tienen gran capacidad de desestabilización, alentando un clima de caos inminente a partir de una corrida cambiaria e incipiente inflación. Dentro de este sector se destacan las grandes empresas productoras de alimentos y las corporaciones exportadoras. Ambas tienen capacidad de desabastecer inmediatamente el mercado de bienes y divisas e imponer así una devaluación e inflación que las beneficie. Las empresas exportadoras gozan de privilegios únicos, entre los que se cuentan los puertos privados desde los que salen sus productos sin monitoreo oficial de volumen ni de precios. A esto se suma la constitución de redes de acopio cuyos tentáculos se estiran a lo largo y a lo ancho del país, operando muchas veces como verdaderas asociaciones ilícitas que realizan ganancias extraordinarias a costa de los productores pequeños y medianos y también del propio Estado.
Un ejemplo de esto último reside en el desfalco producido recientemente por Grimaldi SA y Leones Agropecuarios SRL contra un grupo de productores agropecuarios y contra el propio Estado (expediente FCB 5570/2019 “Leones Agropecuaria SRL y Otros s/defraudación”). Este caso revela el submundo oscuro que maneja con impunidad los conductos por los que pasa buena parte de la producción que genera divisas para el país.
Las recientes medidas adoptadas por el gobierno para dinamizar las exportaciones y bloquear la presión actual sobre el tipo de cambio, son temporarias, no se acompañan de una fiscalización sobre el abastecimiento de bienes y liquidación de divisas, y probablemente no alcanzarán a revertir el ímpetu que ya ha adquirido la presión sobre el tipo de cambio. La nueva flotación administrada del dólar alentará la retención de divisas y de producción a la espera de una devaluación del tipo de cambio.
El sector exportador suma a esto el objetivo de restituir el prefinanciamiento local de las exportaciones en dólares y el control del déficit fiscal, objetivo último que unifica a toda la oposición contra el gobierno. Esto implica mayor ajuste social, mayor crecimiento de la pobreza y la posibilidad de estallidos sociales a corto plazo. El macrismo y sus aliados anticipan que esto ocurrirá antes de diciembre. Mientras tanto, preparan el escenario bloqueando el funcionamiento del Congreso, abroquelando a sus jueces adictos en lugares estratégicos del Poder Judicial y trayendo al primer plano de la escena política al Presidente de la Corte Suprema, mascarón de proa del Poder Mediático. Así construyen entre todos un clima de caos funcional a sus intereses de poder, que solo podrá ser desactivado con la movilización de los que votaron a este gobierno.
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