La carga de la deuda

Para Yasky, se necesita firmeza para no cortar el hilo por lo más delgado

 

Es el secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y nuevamente diputado nacional por el Frente de Todos –renovó su banca el pasado 10 de diciembre– y uno de los líderes gremiales que aportó, con la movilización en la calle en tiempos de ajuste de la Alianza Cambiemos, a la derrota de Mauricio Macri en 2019. Su trayectoria y su coherencia son una garantía para las y los trabajadores argentinos. Como representante legislativo, tendrá un papel primordial en la decisión de aceptar o no el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que llevó adelante el gobierno de Alberto Fernández. Dice que no están dadas las condiciones para que desde el Congreso se aprueben proyectos destinados a que el peso de la deuda recaiga sobre sus responsables, pero sí cree que el Poder Ejecutivo puede emprender acciones en ese camino. Tiempos difíciles son los que se avecinan, vaticina Hugo Yasky, por el daño a la soberanía que implica la intromisión del FMI en nuestra economía. Será la construcción de fuerza popular la que permita liberarnos de esas cadenas, sostiene el diputado.

—Más allá de que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) todavía no entró en el Congreso para que los diputados lo analicen y puedan debatir si es conveniente o no, y teniendo en cuenta lo expresado por el ministro de Economía y por el propio Presidente, ¿qué opinión te merece esta situación a la que llegamos, de pagar deuda con más deuda?

—La historia empieza en 2018, cuando Mauricio Macri anuncia la determinación de volver a tomar deuda con el Fondo Monetario Internacional. En ese momento convocamos a un acto frente al Obelisco, el 25 de mayo. La consigna era: “La Patria está en peligro”. En el documento que en ese momento leyeron una actriz y un actor, en una manifestación multitudinaria, explicábamos las implicancias de este acuerdo con el FMI y lo que iba a significar en términos de más ajuste para los argentinos. A partir de ahí hubo muchos actos, mucha lucha, muchas acciones masivas que alcanzaron para construir la derrota electoral de Mauricio Macri, pero no para impedir que se nos clavara la estaca de la deuda del FMI. Y nos trajimos la estaca clavada hasta ahora, sin haber puesto en el programa del Frente de Todos ninguna mención al no pago de la deuda externa ni a la forma en que se pagaría. Tampoco se generó alguna instancia que permitiera discutir ante los sectores populares la alternativa A o la alternativa B. De manera que lo que estamos discutiendo ahora es –nada más y nada menos– la consecuencia de actos que sucedieron antes y que condicionaron, lamentablemente, al gobierno de Alberto Fernández. Nos llevan a tener que cerrar este acuerdo, que lo único que tiene de atípico es el hecho de que no se mencionan las reformas estructurales, aunque uno tiene que ser consciente de que con la misma letra de este acuerdo, si mañana gobierna (Horacio Rodríguez) Larreta o cualquier otro espécimen de la derecha de este país, la reforma estructural va aparecer: sea la jubilatoria, la laboral o cualquier otra. Porque el FMI es eso, un instrumento que domina, una especie de gobierno supranacional para naciones como la nuestra. Creo que lo peor de todo es haber anclado la economía de nuestro país a ese modelo prescripto por el neoliberalismo y a esta especie de gobierno que funciona a nivel planetario, que es el FMI.

—Para el diputado Leopoldo Moreau, el ministro de Economía Martín Guzmán se equivocó al pagarle al Fondo Monetario sin que se hubiera cerrado el acuerdo porque se dilapidaron reservas y la Argentina llegó debilitada a la negociación. Ante esa debilidad, el Fondo pudo presionar. ¿Había otros caminos para no llegar a esta situación?

—La verdad es que nosotros no pusimos en el programa del Frente de Todos el no pago de la deuda externa. No lo discutimos y ni siquiera fue una cláusula oculta. Después de ahí, es opinable. Podría haber sigo mejor, seguramente. Quizás podría haber tenido alguna instancia que significara no tener que desembolsar. Pero creo que llegamos a un punto en el que ya no tiene demasiado sentido discutir eso. Para mí tiene sentido discutir quién va a pagar las consecuencias de esto. Tiene sentido discutir cómo lo hacemos. Porque lo otro implica, de alguna manera, creer que hay un FMI más bueno. Que si hubiésemos tenido la voluntad, la perspicacia, la astucia, la firmeza, nos hubiésemos encontrado con un FMI más bueno. Y pensar que puede haber un FMI más bueno es como que me digan que puede haber un Ku Klux Klan más bueno, más progre. La verdad es que no lo creo.

—El 10 de diciembre pasado en Plaza de Mayo, la Vicepresidenta expresó que debería ser parte del acuerdo con el FMI buscar los dólares en el exterior de los que fugaron capitales. ¿Es posible algún tipo de proyecto, teniendo el listado como se tiene –el director de El Cohete a la Luna publicó las 100 empresas que fugaron capitales durante el macrismo–, que asuma la decisión política de cobrarle  la deuda que tomó Macri a los que fugaron para que no recaiga sobre el pueblo?

—Hay que construir las relaciones de poder para estar en condiciones de hacerlo. Estoy convencido de que esta historia tiene un camino en el que quisiéramos estar, que esto lo paguen los que más tienen. Esto no es solamente en términos de quién aporta mayor esfuerzo, también en términos de decir “nunca más al FMI” y también de generar las condiciones para –como dice (Eugenio Raúl) Zaffaroni– crear e institucionalizar para tipificar el economicidio como un delito contra el pueblo. Pero se necesita construcción de fuerza. Si estuviera en la letra del próximo programa del Frente de Todos y no construimos la conciencia, la movilización, las fuerzas sociales como fuerza popular, la voluntad sola, a la larga, es voluntarismo.

—Una vez que entre el acuerdo con el FMI al Congreso, ¿cómo se puede garantizar que quienes votaron al Frente de Todos vean que sus representantes están dispuestos a que esta vez –como sostenés– la deuda no caiga sobre el pueblo? ¿Qué proyectos pueden impulsar para que eso sea una garantía?

—Dada la relación de fuerzas que tenemos hoy en el Congreso, proyectos podemos impulsar, pero la posibilidad de que se voten y se aprueben es prácticamente nula. No pudimos aprobar el Presupuesto porque la oposición quiso demostrar que tenía la posibilidad de impedir que aprobáramos proyectos. Ni me quiero imaginar si llegamos a discutir un impuesto a las grandes fortunas personales. Hoy, lo más práctico sería encaminar acciones de gobierno que sí estamos en condiciones de aplicar si hay determinación y voluntad política. Y deben dirigirse a varios frentes. La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la Secretaría de Comercio y el Ministerio de Economía tienen que generar las condiciones para detectar adónde fueron a parar los recursos de la fuga de capitales, para reclamar ante los tribunales internacionales por esos recursos, detectar maniobras de facturación y subfacturación que implican pérdida de dólares, entrecruzar datos que permitan una acción inteligente del Estado para reducir los márgenes de evasión de las exportadoras y grandes mineras y grandes empresas. Hay muchos millones de dólares que, dejando de ser un Estado bobo, un Estado que simplemente mira para el costado, se pueden recuperar. Hay que tener firmeza. Hoy aparece la Sociedad Rural de Córdoba yendo al Poder Judicial porque no quiere pagar retenciones a la soja. El Estado tiene que tener una firmeza que sea ejemplar, que le permita a la sociedad creer que esta vez no vamos a cortar el hilo por lo más delgado.

Del mismo modo, podríamos hablar de la necesidad de contener los precios. Porque si la carrera sigue siendo los salarios desde atrás tratando de alcanzar a la inflación y no hay manera de ponerle límite, eso también nos va a llevar –por otra vía– a que el ajuste lo terminemos pagando los asalariados con pérdida del poder adquisitivo. De igual forma, con la discusión de las tarifas. Nosotros no podemos aceptar que los aumentos de tarifas –¡ni por asomo!– hagan que la gente piense que vamos a tener otra vez la política de tarifazos instalada entre nosotros. Creo que van a ser disputas muy duras, que se van a complicar porque vamos a tener cada tres meses la intromisión del FMI revisando las cuentas en los distintos ministerios y en la sede del gobierno. Pero esa disputa es la que realmente tenemos que asumir como la única manera de evitar que todo lo que hemos dicho acerca de que el pueblo no va a pagar las consecuencias no termine siendo una frase sin sentido.

 —Varios ministros expresan que será el crecimiento del país lo que permitirá pagar la deuda. De ser así, será el pueblo el que pagará la deuda. ¿Es posible que los legisladores realicen modificaciones para que no sea así? Votar a libro cerrado sería usar al Congreso como sello administrativo de lo que se acordó, cuando es una atribución legislativa “arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación”. ¿Implicaría la potestad de los legisladores de realizar aportes a este acuerdo?

—El Congreso tiene una función muy importante, que es la posibilidad de decir “sí” o decir “no”. No creo que en una negociación de este tipo podamos modificar cláusulas desde el Congreso, porque sería convertir la negociación con el FMI en una especie de asamblea, introduciendo modificaciones a medida que se avance. Ojalá hubiésemos tenido esa oportunidad antes, cuando Macri decidió endeudar al país y no pasó por el Congreso. Entiendo que la función que tiene el Congreso es autorizar o no el endeudamiento. Autorizar o no a suscribir el acuerdo en las condiciones que llega al Congreso.

—¿Creés que la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de Diputados del Frente de Todos abre un debate interno necesario para que el acuerdo no pase como un mero acto administrativo en el Congreso, o creés que su crítica a la negociación debilita al espacio?

—Sin dudas, Máximo Kirchner es una figura importante dentro del Frente de Todos. Es un acto que sirvió, de alguna manera, para instalar con titulares más grandes una discusión que de todos modos iba a existir porque todos sabemos que esto significa la presencia del FMI por 15 años. Y 15 años es un tiempo donde o nos sacudimos las cadenas o vamos a tener una larga decadencia. Si se aplica la política del FMI, los sectores populares sufriremos a una larga agonía. Sé que el pueblo argentino, por historia, no se va a permitir la posibilidad de que ese sea el destino que tenemos para varias generaciones. Va a llevar mucha lucha, va a llevar mucho esfuerzo. Vamos a avanzar y vamos a retroceder. El acuerdo con el FMI no es el fin de la historia: va seguir la lucha de clases, para bien y para mal. Va a seguir el pueblo argentino intentando encontrar una forma de no vivir en un país con tantas desigualdades, con tanta pobreza. Los poderosos van a tratar de utilizar este acuerdo como una especie de tapa de cemento para terminar de hundirnos, pero estoy convencido de que el pueblo argentino, por su historia, por lo que ha sido sacudirse y levantarse de situaciones mucho peores que esta –por ejemplo, la del genocidio– va a poder hacerlo.

 

 

 

 

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