La canibalización de Vaca Muerta
Un programa energético que eleve los servicios públicos del gas y la electricidad al rango de Derechos Humanos
El FMI dio la orden y la Secretaría de Energía partió raudamente a EE.UU., con el propósito de captar dólares frescos provenientes de Vaca Muerta, entre otras posibles vertientes energéticas. ¿El objetivo? Conseguir un par de moléculas adicionales de oxígeno para un paciente en estado terminal —la administración Cambiemos de la Argentina semicolonial— que siquiera con el incremento de las tasas de interés (y los dólares del “campo”) puede ya ser mantenido consciente.
No fue este el primer viaje de funcionarios argentinos a la potencia mundial a los efectos de hacer realidad la famosa “lluvia de inversiones”. Viajaron también Macri, Aranguren, Omar Gutiérrez (reelecto gobernador de Neuquén) y Javier Iguacel. El propósito desde un comienzo: entregar Vaca Muerta a las petroleras anglo-estadounidenses, mostrando como presas y grandes avances la dolarización de la energía y la internacionalización de sus precios (alineación a los precios internacionales), la flexibilización laboral y la domesticación de los sindicatos petroleros; la desregulación, desnacionalización y privatización del sistema energético nacional; la masiva reapertura exportadora de gas y crudo liviano (anunciada para este año), tarifas en constante ascenso (eliminación de los subsidios a la demanda, ergo, la ciudadanía subsidiando a las empresas), el desplazamiento de YPF de Vaca Muerta y el libre giro de utilidades al extranjero. Por supuesto, todo bajo el paraguas del FMI, a cargo de asegurar un mercado doméstico en retroceso (es decir, el reaseguro de excedentes exportables y poca o nula presión interna para la reinversión de utilidades).
Al respecto, cabe traer a colación cómo, en la última visita de funcionarios argentinos a EE.UU. por cuestiones energéticas en 2018, el señor Iguacel destacaba la irrupción de nuevos actores privados, nacionales y extranjeros, en detrimento de YPF. Mientras lo hacía, enseñaba una diapositiva según la cual en 2014 YPF representaba 80/85% de la producción, y en 2018 cayó a la mitad.
Es decir, la estatal nacional (ídem para la empresa provincial neuquina) dejó de ser condición excluyente para adjudicarse concesiones, arrancar con pilotos u operar. YPF ya cumplió su rol de poner en valor y recuperar Vaca Muerta de la desidia de Repsol. Lo hizo entre 2012 y 2015. Ahora es tiempo de comer aquellos frutos por parte de los nuevos actores privados nacionales y extranjeros.
En la cobertura sobre su visita de esta semana, la Secretaría de Energía informó que “Lopetegui destacó las oportunidades de inversión que presenta la Argentina para los próximos años por aproximadamente U$S 30.000 millones en petróleo y gas (U$S 10.000 millones), infraestructura (U$S 8.200 millones), energía eléctrica y renovables (U$S 12.000 millones) y acceso a nuevos mercados (U$S 3.000 millones)”. Como se aprecia de la imagen extraída del documento oficial presentado por el propio Lopetegui, estos fueron los nichos y los valores de potenciales inversiones para cada uno:
El segmento de la generación eléctrica pareciera ser el más suculento, con el rubro renovables eólica y solar al frente (6.000 millones), seguido de la térmica (3.000 millones) y la hidráulica (3.000 millones). En segundo lugar, la explotación de hidrocarburos en Vaca Muerta (5.000 a 10.000 millones). En tercero, proyectos en infraestructura energética como un gasoducto para Vaca Muerta (1.500 millones de dólares), expansión en líneas de alta tensión (4.600 millones), mayor capacidad para el transporte de hidrocarburos líquidos (1.300 millones) y el tren a Vaca Muerta (800 millones de dólares). En cuarto y último, aunque nada menor, la construcción de plantas de licuefacción para exportar gas natural licuado (2.000 a 3.000 millones de dólares).
Pero más allá de haber delegado la política energética argentina en Washington, la Secretaría de Energía sabe que aquello que mejor puede atraer a potenciales “inversores” en el corto plazo es disponer de una producción netamente exportable. Para ello debe asegurarse un contexto doméstico de demanda estancada o en caída. Lopetegui se encargó de certificarlo, señalando en su alocución que “las exportaciones [de gas] se retomaron el año pasado tras haber sido suspendidas abruptamente en 2007 y crecerán cada año, en la medida en que habrá más gas disponible en exceso del consumo interno. En febrero ya alcanzaron los 6,3 millones de metros cúbicos por día. El gobierno se encuentra en conversaciones con Chile para establecer mecanismos que aseguren las exportaciones al país vecino, inicialmente en los ocho meses que van de septiembre a abril”.
Si algo interesa sobremanera a las productoras extranjeras es el reaseguro de un mercado doméstico en constante involución, como indirectamente afirmó el Secretario de Energía. Es esta, efectivamente, la mejor garantía para una recuperación en tiempo récord de lo invertido al eliminar la necesidad interna de reinversión de utilidades para satisfacer un consumo en ascenso. En su exposición, Lopetegui acompañó estos dichos con la diapositiva que publicamos debajo, portadora del “gancho” exportador, ciertamente, gas que el pueblo argentino, sus PyMEs, industrias y comercios han dejado de consumir:
Traducimos de la imagen, de izquierda a derecha: Exportaciones reabiertas (luego de 2007); Exportaciones en ascenso; Exportaciones que prontamente se expandirán a GNL (ejemplo de YPF). Y, en palabras del mismísimo funcionario, un detalle adicional más que significativo en esta cuestión: “A fines de este año comenzaremos a ser exportadores de petróleo liviano, algo inédito para la Argentina”. Es decir, no sólo venderemos al exterior el gas natural que nos sobra, producto de la recesión y la destrucción del país, sino que le añadiremos petróleo de alta calidad refinable, el mejor de nuestro subsuelo. ¿Será que también nos sobra este tipo de hidrocarburo por las mismas razones?
La refinación de crudo total cayó 6% en 2018 y -12% respecto de 2015. Por su parte, la refinación de crudo de origen nacional -3,7% y -11%, respectivamente. En contexto histórico, se observa que los volúmenes refinados de petróleo argentino fueron en 2018 los segundos más bajos desde el 2000. En simultáneo, las importaciones de nafta y gasoil alcanzaron máximos históricos desde que se publican estadísticas oficiales (1994) para estos combustibles.
Como puede fácilmente deducirse, todo servido para la orgía exportadora de nuestros recursos en Vaca Muerta, con una Nación destrozada, un aparato productivo e industrial en franca reprimarización y un pueblo progresivamente precarizado a velocidades inéditas.
De la misma manera que el periodista Walter Graziano, de Ámbito Financiero, deseó que “el FMI no le otorgue el permiso al Gobierno para liquidar dólares a mansalva”, las fuerzas verdaderamente opositoras al régimen neoliberal deberían trabajar urgentemente en la elaboración y aprobación de herramientas legislativas que converjan en el fracaso de la entrega macrista de Vaca Muerta. Por ejemplo, a través del desconocimiento de todos los contratos firmados en dicha área surgidos tanto de este viaje como de los anteriores, toda vez que los mismos se fundamenten en la depredación de nuestros recursos, su exportación y sus precios dolarizados, en el marco de un mercado interno deliberadamente desmantelado y ganancias empresariales sin “sinceramiento de ingresos” (versión nacional y popular del “sinceramiento de precios”).
En otras palabras y emulando a Graziano en sus anhelos, que el régimen neoliberal de Mauricio Macri no se salga con la suya y reemplace parte de los miles de millones de dólares que el “campo” no quiere largar ni la tasa de interés remediar con “dólares energéticos” sostenidos en la estafa del tarifazo y el empobrecimiento masivo de los 42 millones de compatriotas. Y más importante, también emulando al citado periodista: que el FMI no se salga con la suya y convierta nuestro gas y petróleo en la moneda de cambio para el financiamiento de la destrucción nacional y la consolidación de la República Argentina en calidad de semicolonia del terrorismo financiero y corporativo europeo-estadounidense.
Resulta a todas luces vital a la defensa de los intereses nacionales la puesta en marcha de un accionar contundente por parte del Congreso Nacional y la legislatura neuquina respecto de Vaca Muerta, a su vez íntimamente asociada a la recuperación de YPF de la destrucción macrista y su realineamiento a la seguridad jurídica popular como sucedió entre 2012 y 2015. Un accionar que, aprovechando la inevitable y ya mundialmente inocultable debacle oficialista, se concentre en generar inseguridad jurídica a las empresas conniventes con la usura fondomonetarista y la entrega de Cambiemos más allá del 2020, pero trascendiendo la solución a los problemas coyunturales generados por el régimen neoliberal para avanzar en la implementación de un programa energético que, respetando el fallo de la Corte Suprema de agosto de 2016, eleve los servicios públicos del gas y la electricidad al rango de Derechos Humanos.
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