LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES

La religión vuelve a meter la cola en el universo de la política

 

Política y religión

La religión ha vuelto a ser noticia. Eduardo Febbro informó en su nota “Un complot made in USA para voltear a Francisco” (Página/12) que el periodista francés Nicolas Senèze publicó un libro titulado Cómo América quiere cambiar de papa, en el que brinda detalles de un complot de grupos ultraconservadores dirigido a dañar la figura del papa Francisco. Esos “teólogos de la prosperidad” entienden, entre otras cosas, que el espíritu del actual papado es demasiado liberal y contrario a los intereses empresariales estadounidenses globalizados, y le exigen su renuncia.

Eli Gómez Alcorta, en su nota Les jueces del Papa, criticó el lanzamiento de una reciente iniciativa del Vaticano para una justicia social basada en la encíclica Laudato si (La Nación tituló: “Un grupo de jueces conforma un foro bajo la guía del Papa”), y la presentación por la Conferencia Episcopal del documento El dios de la vida y del amor humano, que Clarín titulara: “Dura crítica de la Iglesia contra la ‘ideología de género’ y el aborto.

Emanuel Respighi, en “¿Está bien que la TV pública tenga programas religiosos?” (Página/12), Claudio Mardones en “La campaña y la crisis afianzan la alianza de Mauricio Macri con la iglesia evangélica” (Tiempo Argentino), y Soledad Vallejos en “Cómo trabaja el lobby antiderechos en el Congreso”, sumaron material al tema.

Mauricio Macri, por su parte, fue a la misa por la Fiesta del Milagro en Salta, y en su sermón, el arzobispo Mario Cargnello, puesto en crítico social aunque acusado de misoginia, le dijo: “Por eso, Mauricio, has hablado de la pobreza. Llévate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son respetuosos; merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos. Vale para todos, hermano”. Macri lucía como una suerte de extraviado Nabucodonosor.

 

William Blake, "Nabucodonosor", 1795.

Por si todo eso fuera poco, el orfebre Juan Carlos Pallarols reveló que Macri no usó el bastón que le había diseñado para su asunción porque “pensaron que tendría una macumba” (hecha por Cristina). Y en el pueblo cordobés de Sampacho, el cura recorrió las calles con tres camiones regadores de la municipalidad mojando el pueblo con agua bendita y arrojando kilos de sal, con la venia del intendente que perdió las elecciones y autorizó el exorcismo. Mucho de religión y política. ¿Qué está pasando?

 

¿Cuál es el conflicto?

Cabe hacer una crítica socio-política del sacerdocio y los dogmas religiosos en relación a su referencia con el Estado y las garantías de derechos, yendo desde la sociología y la política hacia la religión, y esto es de la mayor relevancia. Pero también podemos ir desde una interpretación de la religión y sus fenómenos hacia la política.

Una pregunta inicial: ¿cuál es el conflicto entre concepciones de la religión en algunas de estas noticias? Porque, por ejemplo, uno de esos teólogos de la “teología de la prosperidad” es George Weigel, que ha sido desde el Centro de Ética y Políticas Públicas en Washington (1976) la contracara reaccionaria al Instituto Kennedy de Ética (1971) de la Universidad jesuita de Georgetown, en esa ciudad, y al Hastings Center (1969) de Nueva York, focalizado en ética pública y que tuvo entre sus miembros a Al Gore. Estos dos centros fueron la vanguardia en el nacimiento y la difusión internacional de una bioética liberal (en el mejor sentido de la palabra), y una de las corrientes que lo hizo posible, según Albert Jonsen (The Birth of Bioethics, 1998), fue la concurrencia de teólogos que redescubrieron los supuestos tradicionales de la ética. Pero Weigel, aunque es teólogo, trabaja con el enfoque que promovió George W. -Bush al triunfar fraudulentamente contra Gore. Es el enfoque republicano, ultraconservador, belicista e imperialista de los supremacistas. Y sin embargo, pese a esas diferencias, todos se dicen teólogos “humanistas”. ¿Cuál es el conflicto teológico entonces?

 

Una religión, dos humanismos

 

Leonardo da Vinci, "El hombre de Vitruvio", 1490 (detalle).

 

El cristianismo vino a constituir, con la encarnación de Jesús, una antropología metafísica –un humanismo— en la que el hombre alcanza el lugar más alto en la creación y el universo: “Hagamos un hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. No obstante, y desde el inicio, en el cristianismo hubo distintas visiones del ser del hombre. Basta como ejemplo el conflicto entre Francisco de Vitoria y los teólogos de los Reyes Católicos en cuanto a la condición “de los indios recientemente descubiertos”. Para el primero, “Nos queda pues, esta conclusión cierta: que antes de la llegada de los españoles, eran ellos verdaderos señores, pública y privadamente”. Para los teólogos de la corona, en cambio, podía reducírselos a esclavitud como habían hecho los portugueses con los negros africanos.

Esa disputa original sobre la condición humana en el seno del cristianismo permite entender la diferencia entre una antropología cristiana metafísica del culto eternizado (latinizado si se quiere), el dogma, el rito, el clero, el poder y los ricos, en el dominio destructivo de la naturaleza, que aunque “canónica”, es “desencarnada” –al modo Weigel y la “teología de la prosperidad”—; y otra, la antropología cristiana más “materialista” –social y políticamente hablando— del culto comunitario temporalizado, la palabra abierta al diálogo, las ceremonias de humildad y la opción por los pobres de un hombre administrador de la madre tierra, que se propone liberadora y encarnada – a la que “peligrosamente” se acercaría la teología franciscana. Es una disputa desde el origen de la cristiandad que puede verse como mera contradicción interna pero que puede explicar buena parte de lo que ocurre.

 

Animal-hombre y Animal-divino

Pero hay otra conflictividad, esta externa, con la que el cristianismo queda obligado a enfrentarse. Se trata de las visiones que discuten qué cosa sea la religión, cuál es su cuerpo y su origen. Son teorías como “Los hombres hicieron a los dioses a su imagen y semejanza” (Feuerbach); el animismo de Edward Tylor que puso ese origen en las creencias en que plantas, animales y objetos tienen alma o conciencia propia; y aquella de “Los hombres hicieron a los dioses a imagen y semejanza de los animales” (Gustavo Bueno, El animal divino, 1995).

 

Quetzalcóatl.

 

Esta última sostiene que a partir de la convivencia inicial prehistórica del hombre como un animal más entre los animales, y en su creciente hominización, las sociedades cazadoras “endiosaron” a los animales (los bisontes del arte rupestre, Quetzalcóatl la serpiente emplumada u Horus el halcón egipcio, entre tantos otros); luego se trazaron ritos y cultos para su conversión en hombres-animales o “mensajeros” (ángeles) mitológicos antropomorfos (Ilíada), en las sociedades agrícolas que los domesticaban; y finalmente pusieron al hombre en el centro de la naturaleza y el mundo con el cristianismo, y los animales pasaron a ser autómatas sin conciencia (sustancia extensa con Descartes) bajo el dominio del hombre (sustancia pensante).

En ese marco externo, la religión –el cristianismo— se enfrenta hoy a tres problemas en conflicto: el de las relaciones sociales y políticas entre los hombres, cuya expresión mayor es la pobreza y la desigualdad frente al “Dios-dinero” del neoliberalismo; el de las relaciones de los hombres con la tecno-ciencia y el dominio corporativo global; y el de sus relaciones con el medio ambiente y la catástrofe ecológica. El papa tomó su nombre de Francisco de Asís entre cuyas señas está la hermandad de los pobres y el enlace predicante con los animales. Pero pobreza y ecología señalan el fracaso del capitalismo neoliberal y por eso son dos ejes del conflicto entre religión y política.

 

Giotto, "San Francisco predicando a las aves", 1299 (detalle).

 

¿Por qué cayeron los ángeles?

Macri es un hombre “práctico” que parece mirar al futuro alejado de todo culto, rito y piedad religiosa. Pero a la vez, su religiosidad se muestra regresiva cuando cree en la macumba, propia en todo caso del animismo primitivo de Tylor. Sus conductas después de la derrota en las PASO quizá puedan leerse en la perspectiva que el cristianismo tiene en la figura del ángel caído.

Antes de la creación del hombre, Dios creó a los ángeles, seres de gran pureza y bondad, para servirle, y para proteger  a los humanos (Ángel de la Guarda). Pero algunos de ellos, por desobedecer y rebelarse contra Dios –la serpiente bíblica no es más que Lucifer, el ángel malvado—, fueron expulsados de los cielos: son los ángeles caídos. Hay dos interpretaciones de sus actos. La primera sostiene que pecaron de soberbia al creerse superiores (Santo Tomás). Francisco Suárez lo atribuye, sin embargo, a su envidia del hombre al saber que en el plan de Dios estaba llevarlo al estado de gracia santificante y a la unión hipostática de las naturalezas humana y divina en Cristo.

Quizás la caída del mejor equipo de los últimos cincuenta años haya sido por la soberbia angelical de creerse superiores. O quizá haya sido por la envidia hacia aquellos a los que les hicieron creer que podían ser protagonistas en el mundo terrenal. O por ambas razones.

 

 

La Calumnia de Apeles

 

Sandro Botticelli, "La Calumnia de Apeles", 1495.

 

Pero aquella caída quizá pueda ilustrarse desde un cuadro de Botticelli. Se trata de una alegoría inspirada en el cuadro más afamado del pintor Apeles (352-308 aC). El rey Midas, después de haberle sido concedido su deseo de poder transformar en oro todo lo que tocara, y de haber tenido que renunciar a ello porque su comida se volvía oro y se iba a morir de hambre, intervino como juez perjudicando a Apolo. Este lo castigó por mal juez con enormes orejas de burro. Botticelli presenta a Midas en su trono mientras la Sospecha y la Ignorancia le susurran malos consejos en sus orejas. Frente a él un monje (el Rencor), sujeta a una joven (la Calumnia) a quien le arreglan el pelo la Envidia y el Fraude. La Calumnia arrastra por los pelos a un joven que pide clemencia. Le siguen la Penitencia, vestida de negro, y por último una joven –la Verdad desnuda— que señala al cielo. Figuras de los años del gobierno actual. “Nada nuevo bajo el sol”, dice el Eclesiastés.

 

 

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