La Bolsa o la Vida
Los sectores más privilegiados quieren agrandar su “bolsa” aun más, a costa de la vida de otros
Con 25 días de cuarentena/confinamiento, las presiones para levantarla son cada vez más explícitas. Cuando muchos creían que el reclamo para suprimirla provendría primordialmente de los sectores más desposeídos de la sociedad, la rebelión contra las medidas sanitarias proviene de los sectores del empresariado más concentrado. Estos sectores traducen el reflejo del capital que no entiende de cuarentenas y pretende continuar con su dinámica de concentración y reproducción permanente, por más que esto genere riesgos evidentes para la población. El aumento disparatado de los precios de bienes de consumo básicos, los despidos masivos y la actitud claramente desestabilizadora del sector financiero desafían el discurso presidencial que no logra someter al mercado a las necesidades del bien común. Seguramente esto ocurre por el carácter pacato y timorato de nuestra democracia subordinada al poder económico, que describe muy bien Ricardo Aroskind en su nota del domingo pasado en este mismo lugar. O tal vez también por lo contradictorio de las medidas gubernamentales, que mientras restringe absolutamente muchísimas actividades económicas, otorga impunidad absoluta al extractivismo al designar como actividades esenciales a la megaminería y al agronegocio fumigador. Extractivismos que todos los análisis de ciencia digna mundiales ubican entre las causas originarias de la actual pandemia.
La sociedad argentina se encuentra en una epidemia por ahora de baja intensidad pero amenazada por sus sectores más privilegiados, que exigen continuar agrandando su “bolsa” y no les importa la vida de las personas. Veamos cuál es la verdadera dimensión de la amenaza de la pandemia para los argentinos, recordando que se desarrolla o despliega en distintas etapas.
El Ministerio de Salud generó escenarios recreados en base a la información epidemiológica de China y Europa, y considerando que este coronavirus es el doble de contagioso que la gripe A, estos escenarios nos permiten especular que para fines de mayo cerraríamos un pico de epidemia que podría variar de tener entre 700 muertos por día (al estilo Italia o España) a menos de 100 muertos por día como consecuencia de una epidemia que ingresa lentamente como está ocurriendo ahora por un aceptable distanciamiento social.
Es probable que incluso la penetración social del virus sea más lenta aun porque el clima nos juegue a favor y los días fríos pasen de largo este otoño. Cuando el aire que respiramos es frío se reducen las actividades defensivas de las células de la mucosa de las vías respiratorias y en presencia del virus este logra sobrepasarlas, ingresar a las células y reproducirse rápidamente infectándonos, en condiciones invernales la carga viral de las secreciones de los portadores es mucho mayor y se vuelve altamente contagiosa como ocurrió en el invierno europeo o neoyorquino.
Aprendiendo de la Pandemia de 1918
El paso de la gripe española por nuestra población es un dato a considerar. Esa pandemia de 1918 fue quizá uno de los mayores flagelos que sufrió la humanidad por el costo en vidas (50 millones) y en ese momento los sistemas de salud fueron rebasados y la enfermedad impactó fuertemente sobre la economía. Llegó a la Argentina, a través del Puerto de Buenos Aires, en octubre de 1918. Octubre es primavera, una época no muy favorable para la difusión de virus respiratorios pero aun así tuvimos una primera oleada de casos con pocas muertes, para desaparecer durante el verano de 1919 y recomenzar con una segunda y durísima ola de casos masivos en mayo. Según datos del Boletín del Departamento Nacional de Higiene rescatados en la historia de la epidemia olvidada de Adrián Carbonetti, la epidemia duró desde junio a septiembre. Esta segunda oleada produce 12.755 muertes en 1919, de las cuales el 92,8% se produjeron entre los meses de mayo y octubre. La actual cuarentena el gobierno la va prorrogando paulatinamente, pero los que estamos en Salud sabemos que deberá ser prolongada si no queremos contar varios cientos de muertos por día; si recordamos la dinámica que tuvo la gripe española en nuestro país, no sería descabellado esperar el pico de la epidemia incluso hasta en la segunda quincena de junio porque así como ocurrió en 1919, también en junio de 2009 fue el pico de afectados por la última epidemia de gripe A en nuestro país.
Otro aprendizaje de la gripe española es que los confinamientos mejoran los resultados sanitarios en la epidemia, sobretodo en mortalidad, algo que dolorosamente verificamos 100 años después en Italia, España y Estados Unidos. En 1918 la ciudad de Saint Louis declaró una estricta cuarentena y su tasa de mortalidad fue francamente inferior a la de la ciudad de Filadelfia, que no tomó medidas de distanciamiento. Las diferencias son manifiestas en el siguiente cuadro:
También, una tercera ciudad (Denver) comenzó con un estricto distanciamiento, pero como los grupos económicos reclamaban su levantamiento porque la epidemia no se manifestaba, fue suspendida y allí comenzó su calvario, por lo cual volvió a instaurar un confinamiento estricto. El resultado fue alta mortalidad con una curva de dos picos, como se observa en el siguiente cuadro:
Cuarentena protegida
El distanciamiento hay que mantenerlo y no vacilar. Es difícil, muy duro para todos, sobre todo para los más desposeídos. El Estado debe ponerse a la altura de la circunstancia y proteger a la población, garantizando que acceda a todo lo que necesita para mantenerse en su casa: energía, alimentos, agua, higiene ambiental, entretenimientos, acceso a la información/comunicación. No es mucho y tampoco es necesario ni fundamental que la población que no puede trabajar pague los impuestos, hipotecas, tarifas de servicios, alquileres de viviendas y locales e incluso deudas de tarjetas por estos meses. No es una determinación descabellada y ya se está implementando en muchos países altamente capitalistas. Algunos estados de Estados Unidos envían cheques de 1.000 dólares por mes a las familias de trabajadores parados, autónomos e informales para sostener el distanciamiento social. Hay que ampliar la protección social, que sea más intensa aún en ese universo de barriadas pobres de todo el país, pero también extenderse a las otras capas y clases sociales media y media baja que deben mantenerse inactivas y en sus casas.
La cuarentena argentina viene dando buenos resultados. Al 10 de abril tenemos una Tasa de Letalidad de 3.7% entre solo 1.800 casos confirmados, buenos números, pero esto recién comienza. China con más de 80.000 confirmados pudo contener la Tasa de Letalidad en 4.11%, Italia la tiene en 12,6% y España en 10% y Brasil, con todo el riesgo Bolsonaro encima, comienza a transitar la pandemia con una tasa de letalidad de 5.11%. En Estados Unidos se cuentan 1.800 muertes por Covid-19 por día.
Los resultados también reflejarán la capacidad de organización, de respuesta social y sanitaria y el estado del sistema de salud que recibe la epidemia. En ese sentido, no podemos dejar de mencionar, porque ya lo vinimos denunciando todos estos años pasados junto a organizaciones del equipo de salud como FESPROSA, que en la Argentina en 2017 la inversión en salud pública cayó un 30%. En 2016 se le destinaron $ 11.000 millones menos; el gasto público per cápita en sanidad en la Argentina fue de 642 euros por habitante, mientras que en 2015 había llegado a 913 euros. El gobierno de Macri ahorró 271 euros por argentino, llevándolos cada vez más a afrontar el cuidado de la salud con su propio bolsillo. El gasto público en salud como porcentaje del PBI fue de 6.82% en 2015 para caer 1,2 puntos en 2016 (a 5,62% del PIB). En España e Italia el gasto público en salud también bajó en los últimos 5 años (de 6,4% a 5,9% y de 7% a 6,5% respectivamente), en Estados Unidos se mantiene alrededor del 4,5%. En nuestro país el 80% de los miembros del equipo de salud reciben ingresos levemente por encima de la línea de pobreza y sus vínculos laborales son muy precarios. Esos mismos CEO/funcionarios que fugaron más de 60.000 millones de dólares del país y desfinanciaban la salud, hoy despiden masivamente trabajadores, aumentan los precios y bloquean que el ahorro de los argentinos poseído por los bancos se utilice para sostener una cuarentena protegida de la manera más digna posible.
Covid para los pobres
La epidemia que parecía más vinculada a las rutas de los hombres de negocio y a los sectores sociales que pueden viajar por el mundo, ahora muestra información de estar ubicándose sobre las capas y clases sociales donde siempre golpean las epidemias desde que en el año 165 Galeno describió la primera epidemia de la medicina moderna, la Peste Antonina que mataba 2.000 personas por día en Roma. En Barcelona, la georeferenciación de casos muestra que la incidencia de la Covid-19 es 122 casos cada 100.000 habitantes en distritos de clase media y de solo 87 en el exclusivo distrito de Sarria-Sant Gervasi, pero es de 235 y de 207 en los distritos obreros de Nou Barris y Sant Andreu. Los pobres ponen el doble o más de los casos. También en Nueva York la incidencia es mucho mayor en zonas de hispanos y afrodescendientes, la población más pobre con más inequidad social y sanitaria.
Desde el sur vemos el teatro de operaciones de la pandemia en el norte y seguimos preparando hospitales y personal, y a la vez insistiendo con la cuarentena y el “quédate en casa”. No podemos esperar remedios mágicos que nos salven sobre la hora. El pasado 25 de marzo la Sociedad Argentina de Virología publicó un actualizado INFORME SARS-CoV-2 donde explica las dificultades para desarrollar una vacuna segura, incluso vacunas para los coronavirus de gatos han sido fallidas y peligrosas. Hace años que la industria trata de lograr vacunas para coronavirus, pero un punto crítico de la inmunidad generada por las vacunas contra los coronavirus es la posibilidad de que la inducción de anticuerpos promueva un aumento en la infección e incluso el agravamiento de la sintomatología, razón por la cual no se ha logrado avances en este campo, lo que nos lleva a pensar que no contaremos con vacuna por mucho tiempo más.
¿Quién nos cuida de la pandemia de los agrotóxicos?
Finalmente es necesario insistir en la situación de los pueblos fumigados del país en ese interior del interior agredido por un agronegocio tóxico excluido de la cuarentena por los decretos presidenciales, con los niños wichis que siguen muriendo por el agronegocio salteño (en marzo murieron 5 niños más) pero ya no salen en los diarios de la pandemia; con más de 2.000 hectáreas desmontadas de bosque solo en marzo, ¿actividad esencial?, es una actividad criminal en esta situación pandémica. Más allá de las teorías conspirativas de todo tipo sobre el origen de la cepa de coronavirus, la información científica publicada en journals rankeados muestra con claridad que se veía venir el salto del virus. Un paper muy explícito es el titulado Murciélagos, coronavirus y deforestación: ¿hacia la aparición de nuevas enfermedades infecciosas? (2018). El paper destaca como el desmonte de la selva del sudeste asiático empujó a los murciélagos a los ambientes urbanos, poniendo en contacto casi íntimo a los coronavirus de los murciélagos con nuestra especie (algo muy similar a lo que pasó con el mosquito aedes y el dengue).
Las fumigaciones masivas continuaron a todo vapor con aplicaciones pre-cosecha en este momento y el barbecho químico posterior. Hoy se están aplicando millones de litros de agrotóxicos que contaminan el ambiente agrícola, donde viven más de 12 millones de argentinos amenazados por un virus pandémico para el que no tenemos inmunidad, ni vacunas, ni medicamentos efectivos. Pero permitimos exponer a esta población a químicos de probada capacidad de disrupción inmunológica. Los agrotóxicos alteran las respuestas de linfocitos, inmovilizan macrófagos, alteran la respuesta inflamatoria (algo típico del coronavirus) y muchas alteraciones inmunológicas más reconocidas por la ciencia y recopiladas en un informe sobre Inmunología y Agrotóxicos que acaba de completar Eduardo Martin Rossi y de publicar Naturaleza De Derechos. En este marco, un grupo muy numeroso y representativo de organizaciones de vecinos de pueblos fumigados acaba de expresar un manifiesto titulado ¿De la Pandemia del agronegocio quién nos protege?, denunciando su situación y reclamando que se paren inmediatamente las fumigaciones, por lo menos en este contexto epidémico.
- El doctor Medardo Ávila Vázquez pertenece a la Red Universitaria de Ambiente y Salud / Médicos de Pueblos Fumigados
--------------------------------
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí