El Congreso de la Nación le dio sanción a la Boleta Única Papel (BUP) para las categorías nacionales y reabre el debate para quienes pretenden que la provincia de Buenos Aires adopte este sistema de votación y abandone la boleta partidaria que todos conocemos. El peso electoral de la provincia, que reúne el 38% de los electores, transforma el debate en una disputa política para quienes aspiran a obtener un triunfo electoral en la Provincia o en algún municipio y que no lo logran, según sus propios argumentos, por un sistema de votación que favorece al peronismo, al que ligan directamente con el clientelismo.
Hay quienes creen que si se cambiara el sistema de votación y se desvinculara la elección provincial de la nacional, se obtendrían resultados diferentes. Aquellos que especulan tienen que saber que los bonaerenses votamos a quienes mejor representan nuestros intereses o revalidan con los resultados de la gestión. Prueba de esto es que en el año 2015 ganó como gobernadora una actual diputada del PRO, María Eugenia Vidal, que gobernó durante cuatro años con todo el blindaje del poder mediático y del poder económico. Y no sólo eso, porque también tuvo una gran ayuda del FMI a través del préstamo criminal que tomaron Macri y Caputo para ganar las elecciones y perdió por 14 puntos. Recursos le sobraron para ser reelegida, pero no supo representar los intereses de la mayoría.
Los proyectos para que la provincia de Buenos Aires adopte la BUP no tienen mucho destino. Así como fue sancionado por el Congreso de la Nación, resulta contradictoria con la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, que en su artículo 61 exige que en la boleta consten los nombres de todos los candidatos, un requisito básico de transparencia que el Congreso nacional acaba de enterrar. Además, el artículo 37 del texto sancionado es claro: aun cuando la provincia adopte la BUP como sistema de votación, “en ningún caso podrán incorporarse categorías provinciales o municipales a la Boleta Única”.
Los beneficios que se le asignan a la BUP no resisten el menor análisis y, por el contrario, deberían generar preocupación. Lejos de garantizar transparencia, la Boleta Única solo mostrará los nombres de los primeros cinco candidatos. En 2025, nuestra provincia elige 35 diputados nacionales, por lo que habrá 30 nombres que no serán visibles en el cuarto oscuro.
Los defensores de este modelo dicen que la BUP empuja a que las listas sean encabezadas por personas “más representativas” para fidelizar los votos del espacio. Esto ya sucede, pero que esto sea un argumento abre la puerta a la reedición de “famosos en las listas”, algo que muy posiblemente lleve a la decepción del electorado porque no hay garantías de que se resuelvan sus demandas cuando lo que sostiene una lista son sólo caras conocidas.
Por otro lado, se promete simplicidad porque ya no se tendrá que elegir entre muchas boletas, pero como mencionamos anteriormente, lejos de ser simple, tendremos que votar más veces.
Por último, en este listado de argumentos fácilmente rebatibles, aparece el planteo de fraudes electorales a un sistema que ha permitido ganar y perder a todos los espacios políticos en 40 años de democracia. El más claro ejemplo: tenemos un Presidente que se jacta de ser un outsider de la política y ganó la elección. El sistema de la boleta partidaria funcionaba, y bien.
Es evidente que esta no es la agenda de la gente. Hace unos días conocimos el índice de pobreza de un 52,9%, que, en el Conurbano bonaerense, asciende al 59,7%. Esta es la agenda de la política que tanto tratan de denostar; pero es una agenda de la política mala.
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