“Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse”, dijo el Papa Francisco, en junio de 2023, mientras que, hace solo unos pocos días atrás, advirtió que “el mundo que nos acoge se va desmoronando” y “acercándose quizás a un punto de quiebre”. Quien quiera interpretar esto como pura demagogia eclesiástica, que lo haga. No obstante, como argentinos estas afirmaciones deberían conmovernos frente a la propagación de la crueldad como método y la indiferencia como costumbre.
Empobrecedores versus enriquecedores
Las discusiones acerca de qué políticas conducen al empobrecimiento de los argentinos y cuáles no merecen un poco de análisis empírico. De otro modo, “la única verdad no es la realidad”, sino la que cualquiera desee afirmar y publicar en X.
En los debates recientes acerca de las razones por las que llegamos al punto donde estamos, el impacto que ha tenido el acuerdo stand-by con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018 durante la gestión del ex Presidente Mauricio Macri parece haberse esfumado. Mucho más tras la repetición del mantra numérico de los “cien años de socialismo”, “la hiperinflación del 17.000 por ciento y el milagro de su reducción a un 4% mensual, cercano al 50% anual”. ¿Serviría de algo afirmar que ese nivel de inflación es idéntico al promedio de inflación entre enero de 2016 y julio de 2023? Así me parece a mí, pero quien sabe si le importa al bot o al joven nacido en 1999 que cree que “el tema de los desaparecidos es un curro más” y que al final de este duro camino del “ajuste más grande y exitoso de la humanidad”, habrá una luz al final del túnel.
Pero los datos hablan, permiten una discusión transparente. Puede que tengan sesgos, errores, omisiones, pero finalmente revelan imágenes robustas y hasta permiten analizar qué pasaría con la interpretación de estos si se introdujeran correcciones. En la siguiente figura se presentan los resultados de un laborioso trabajo para medir en dólares constantes de junio de 2024 el valor del salario mínimo vital y móvil (SMVyM), el costo de la canasta básica alimentaria (CBA) y el costo de la canasta básica total (CBT), indicadores que definen la línea de indigencia y la de pobreza respectivamente. De su análisis se desprenden varias conclusiones. La primera es que al margen de las dudas respecto a si la metodología del INDEC para medir el valor de las canastas sufrió distorsiones, el valor del salario mínimo vital y móvil (salario mínimo) siempre estuvo muy por encima del valor de la canasta básica total o línea de pobreza, con la excepción del período mayo 2022-junio 2023 (12% por debajo en promedio) y enero a junio de 2024 (18% por debajo del promedio). La segunda es que con este nivel de relación salarios-costo de vida una familia tipo debería tener un ingreso familiar de 890 dólares mensuales para rozar la línea de pobreza. La tercera es que con ese nivel de salarios el consumo promedio es cercano al de subsistencia y por consiguiente no puede haber reactivación económica alguna. La razón de ello es que los sectores económicos que el actual gobierno supone que darán impulso a la economía, no son empleo-intensivos y sus impactos multiplicadores son generalmente débiles y distorsivos de los precios en las localizaciones donde se realiza la explotación de esos recursos naturales (por caso Añelo con el boom de Vaca Muerta). Por lo tanto, si lo que se pretende es terminar con que “la gente se crea con derecho a todo” (conducta supuestamente promovida por el peronismo) y, entonces, “tenga que trabajar” (pues los suponen vagos, malacostumbrados, etc.), la pregunta lógica es: ¿cómo se generará empleo y trabajo? Ante esta cuestión, el actual Presidente expresa que eso no es un problema suyo, pues él no es “dirigista”, sino el que vino a restaurar “la libertad de los argentinos” como única misión. ¡Bienvenidos entonces a un nuevo escalón de pobreza estructural que se suma a los ya acumulados!
¿Acaso alguien piensa que la creación de nuevos empleos es factible por la mera acción de las fuerzas del mercado en una era donde el uso masivo de la IA barrerá con puestos de trabajo? ¿Que el potencial de innovación en la Argentina crecerá tanto como para llevar el actual índice de utilización de la capacidad instalada en el sector industrial, que hoy es del 56,6% —un 12,3% por debajo del de 2023— a niveles que permitan absorber empleo? Por experiencia, si no se produce un giro en la política actual, veremos a más y más gente en situación de calle, vendedores ambulantes, familias destruidas y un panorama social bastante más horrible todavía que el que en estos días se ha llevado vidas humanas. ¿Sabrán que respiraban, sentían y anhelaban como todo ser humano?
El ideario que nos divide contra toda evidencia
En el ideario liberal de la Argentina hay frases que expresan mejor que miles de datos (como los que pretendo abordar) cuál es en verdad el trasfondo ideológico de los ajustes brutales que además devienen de procesos de ruptura tras masivas fugas de capitales. Por cierto, rupturas para nada inocentes, como ocurrieron entre marzo y octubre de 2001, cuando Domingo Cavallo asumió el Ministerio de Economía o en 2018, cuando Nicolás Dujovne ocupaba esa cartera. “Sepan ustedes que esta gloriosa revolución se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”, (pronunciada por el General Rial en 1955, tras el derrocamiento del general Perón). Pero luego también González Fraga —al salir en defensa del gobierno de Macri— dijo en 2016: “Le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”. De manera reciente y mucho más brutal, uno de los abanderados del movimiento libertario en la Argentina, el diputado nacional Alberto Benegas Lynch, se expresó contra la educación obligatoria y sentenció: “Puede pasar que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitas en el taller”. En síntesis, el pecado original de la democracia sería el promover la movilidad social ascendente, “la felicidad del pueblo”. No voy a cuestionar aquí el hecho de que, tras perseguir ese noble objetivo, algunos miembros de los gobiernos hayan lucrado de forma ilícita o que existan mercenarios de la política, aprovechadores, oportunistas, panqueques, ladrones, etc., pues es obvio que su desprestigio ha radicado en parte en todo ello, aunque también en el deterioro de la presencia del Estado debido precisamente a las políticas de ajuste que lo desfinancian. Lo que deseo cuestionar es que a la sociedad le está costando cada vez más dirimir en la toma de decisiones de voto racionales, basadas en hechos demostrables con datos, y no en creencias cuyo “fervor” es un peligro para la vigencia de las instituciones democráticas, a pesar de que es usual proclamar que lo que se defiende es precisamente la democracia, la libertad, aunque ahora sin fraternidad ni justicia. Por supuesto que, tras el trasfondo ideológico de los ajustes brutales del ideario liberal, se halla siempre el afán de enriquecerse fácilmente a través de estas transferencias de ingresos que conllevan las de derechos de propiedad. Esto aplica sin duda más a grandes inversores y no debe entenderse como común a todo el empresariado.
La distorsión como método: un solo paso al regreso de la magia
Esta permanente distorsión de la palabra, de los hechos, de los conceptos, de la información, es un acto verdaderamente subversivo que se niega a pelearse con datos duros y detalles. Pero también desacredita no sólo el mensaje papal, sino el mandato de toda religión respecto a la justicia, la fraternidad, la defensa de los más débiles. De allí la aversión a la ciencia, sobre todo al rigor científico que se suele suplantar con puro alarde y argumentos “berretas”, falacias, medias verdades, cinismo. El anarco-capitalismo es consecuente con la deconstrucción no solo del Estado, sino también de las relaciones sociales, culturales, vinculares, legales y otras que refieren a la necesidad de cuidar el planeta y vivir en armonía. No es de extrañar que haya “terraplanistas”, “negacionistas”, “odiadores”, “exaltadores de delitos que a su vez prometen y hacen cortar manos y cabezas”, definiendo a priori quién es culpable y quién inocente, tal como intercambian los términos para definir las políticas “empobrecedoras” de las “enriquecedoras”. O incluso, el considerar una protesta social legítima como un “intento de golpe de Estado moderno”, en el preciso instante en que en el Senado se producía la aprobación de una ley que sí pareciera tener dichas características. Para muchos resultó obvio que con este paso se abrieron las puertas al saqueo y al autoritarismo. ¿Son muy fuertes las palabras robo, corrupción y golpe? La historia, los datos y detalles lo dirán si subsiste la sana costumbre de investigar con seriedad y, a su vez, con cierta humildad, como lo exige la ética profesional.
No creo equivocarme entonces si ubico en el origen de ese “primer golpe moderno” a la toma de deuda entre 2016 y 2019, o al acecho de los fondos buitre entre 2014-2015. Haciendo tan solo un poco de memoria, la victoria de Juntos por el Cambio en diciembre de 2015 fue festejada con globos de colores, para poco después cambiar toda la simbología patria hacia una que remontaba a un pasado supuestamente glorioso y liberal, aunque sin próceres en los billetes. Tras ese disfraz, la deuda externa argentina creció en más de 110.000 millones de dólares entre finales de 2015 y 2018, y las reservas, que superaban los 78.000 millones de dólares con los desembolsos del FMI en abril de 2019, se esfumaron muy rápidamente en octubre de 2019. ¿Era el precio para “volver a pertenecer al mundo”? ¿Qué mundo, en todo caso?
En este contexto, es necesario recordar que el actual ministro de economía y el actual presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA) tenían causas judiciales abiertas, entre otras cosas, por el endeudamiento con el FMI, el ocultamiento de sus acciones en una sociedad offshore que manejaba fondos millonarios en las Islas Caimán, omisión maliciosa en la declaración jurada ante la oficina anticorrupción, negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública, tráfico de influencias, delito de uso de información privilegiada, incumplimiento de los deberes de funcionario público y supuesto lavado de activos. ¿El que las hace las paga? Pareciera que no siempre. Refrescando un poco la memoria, la condición para asumir sus nuevas funciones con el gobierno de Javier Milei fue “que cierren estas causas que lo investigan y ser sobreseído en todos los expedientes”. Y así se hizo nomás. Uno estaría tentado a pensar que poner una condición de tal tipo ya revela de por sí el carácter potencialmente corrupto y subordinado del Poder Judicial al poder fáctico. Subordinado, sobre todo, teniendo en cuenta que grandes fondos de inversión como BlackRock fueron de los cuales aportaron a este gran financiamiento especulativo ocurrido entre 2016 y 2018. Claro está, esto es pura especulación.
Ahora bien, frente a tal cuestionamiento, se nos dice que el Poder Judicial es “independiente” en un sistema republicano —y lo repiten descaradamente en estos días— en los cuales el caso Loan ha sublevado a la opinión pública y ha despertado un cántico que repica aún en los argentinos y es: “que se vayan todos”. Algo huele a podrido y muy podrido, tanto más cuanto faltan datos y detalles como en este caso. ¿Lo hallarán devorado en la panza de un yacaré u otra bestia? ¿Habrá sido el “pombero”? ¿La trata y los narcos? Nada de que extrañarse en un mundo donde científicos de la Universidad de Harvard y la Universidad Tecnológica de Montana han planteado la intrigante posibilidad de que una civilización tecnológica avanzada pueda estar oculta en nuestro propio planeta”. “Estas criptocivilizaciones —se nos dice— plantean varias posibilidades intrigantes, desde la existencia de una civilización humana antigua y avanzada hasta la presencia de seres evolucionados a partir de especies terrestres como los dinosaurios… seres que incluso, podrían tener una naturaleza más mágica que tecnológica. Tal vez estén en franca competencia con la IA. Como sea, no son cosa de “gente de bien”, de gente de buena voluntad, trabajadora, honesta.
Lo curioso del “milagro” Milei, es que se “autodefine como un outsider de la política”, siendo que es la figura número uno de la política nacional y pretende serlo a nivel internacional. Esta peligrosa forma de evasión de sus responsabilidades e identidad como político, Presidente de una Nación y a cargo del manejo del Estado —uno que “quiere destruir y puede hacerlo porque es como un topo dentro del mismo”—, también parece ser de naturaleza mágica. Y, recordémoslo, la magia es la contracara de la angustia y del miedo. Uno que puede conducir a un feroz totalitarismo, lejos de toda libertad.
* Roberto Kosulj es economista, experto en Energía y Desarrollo, profesor titular. Miembro de la Fundación Bariloche.
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