Kiev contrataca

Ucrania atacó dos centrales nucleares rusas con misiles, drones y aviones no tripulados

 

La guerra ruso-ucraniana, que se encontraba desde hace un tiempo ya en una situación de relativa estabilización con alguna preeminencia rusa, tuvo recientemente un vuelco inesperado: el avance de tropas de Ucrania sobre el territorio de su contendiente. Merece ser recordado que en 2023 hubo un primer intento de Kiev de avanzar sobre terreno ruso, que resultó efímero.

El 6 de agosto de este año comenzó una incursión de tropas ucranianas sobre la región –y ciudad– rusa de Kursk, muy cercana al límite occidental de ese país respecto de Ucrania. Las tropas de Kiev entraron prácticamente sin tener mayores enfrentamientos. Es que en Rusia, al parecer, nadie esperaba una acción de esta clase, en esa zona. Sencillamente Ucrania operó por sorpresa. Una semana después, Kiev aseguraba tener el control de 1.000 kilómetros cuadrados de Rusia, lo cual parece excesivo. En cambio, Alexeiy Smirnov, gobernador ruso de Kursk, fue exageradamente escueto: admitió que solo un área de 12 kilómetros de largo y 40 de ancho había sido tomada por las tropas ucranianas.

Más recientemente, los efectivos de Kiev destruyeron tres puentes rusos de importancia, lo que probablemente dificultará el eventual avance de las fuerzas rusas sobre Kursk si decidieran operar con unidades militares (es decir, de tierra) sobre las posiciones de las fuerzas ucranianas. Las tropas de Kiev han intentado también extenderse hacia la región de Balgorod, vecina a Kursk, donde recibieron una respuesta mucho más dura. Se están librando allí combates intensos y hasta donde se sabe Balgorod se mantiene entera.

Por otra parte, Moscú informó al director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, que el 8 de agosto en la central nuclear rusa de Kursk, muy cercana al límite nororiental de Ucrania con Rusia, fueron hallados fragmentos de misiles derribados en la zona de tratamiento de residuos radioactivos. De no haber sido interceptado, buena parte del mundo estaría hoy lamentando lo ocurrido: un desastre que hubiera impregnado muy mal a esa región. Por añadidura, el 11 de agosto, dos drones de Kiev impactaron sobre una de las torres de refrigeración de la central nuclear rusa de Zaporozhie, lo que fue informado por el gobernador de esa región a Moscú. El fuego producido por ese embate fue extinguido por los equipos del Ministerio de Emergencias ruso. Afortunadamente, el ataque no afectó ni el funcionamiento de la central ni la eventualidad de un escape de elementos radioactivos. Adicionalmente, el antedicho director de la OIEA advirtió el 17 de agosto pasado que la mencionada central nuclear de Zaporozhie había sido atacada, otra vez, por un avión no tripulado que le produjo algunos deterioros.

En estos tres casos se trató de tres circunstancias peligrosísimas, por la posibilidad de que se abriera una situación de escape de radioactividad. Vale la pena remarcar que todo eso sucedió apenas con nueve días de diferencia. El primero fue un ataque de misiles; el segundo de drones; y el tercero de un avión no tripulado. Todos lanzados por Ucrania.

En resumidas cuentas: el sorpresivo ataque de Ucrania sobre Rusia cambió en parte el desarrollo de la guerra, al abrir un frente bélico en una región que hasta ahora no se había considerado. Moscú, hasta el día de hoy al menos, no le ha dado mucha importancia: no ha enviado efectivos de tierra en apoyo de las que ya están combatiendo en esa zona. Sí, en cambio, ha atacado con recursos aéreos. Por ejemplo, el pasado 19 de agosto un cazabombardero SU-34 atacó a una concentración de efectivos y material militar ucranianos ubicados en Sumi, muy cerca del límite con Rusia, que al parecer es una zona de concentración de tropas y armamento. Lo que parece indicar que Moscú está más interesada en continuar la guerra tal como se ha venido desarrollando que en priorizar el nuevo frente.

No fue poco ni de escaso peligro el comportamiento bélico de Ucrania que se ha relatado y se mantiene aún. Especialmente, los ataques sobre las dos centrales nucleares rusas. Por otra parte, no ha trascendido que su desempeño bélico tuviera apoyo de los Estados Unidos y/o de la OTAN. Pero va de suyo que sin que eso ocurriera la capacidad de acción mostrada por Kiev muy probablemente no hubiera sido suficiente para sostener semejante ofensiva.

 

El avance ruso

Rusia, no obstante haber sufrido el embate ucraniano sobre Kursk, mantiene los frentes de guerra que venía sosteniendo, en los que poco a poco ha ido alcanzando mejores posiciones que su antagonista. Un ejemplo es que sigue ganado terreno en el este de Ucrania, donde lleva posiciones favorables en las ciudades de Donetsk, Jarcov, Jerson, Lugansk y Zaporiyia. Y ha tomado ya posesión de la ciudad de Mariupol. Hay también situaciones como la de la localidad de Pokrovsk, cercana a Donetsk, de unos 53.000 habitantes, de la cual han comenzado a replegarse las tropas ucranianas que la ocupaban. Es de suponer que las fuerzas rusas se harán cargo de esa localidad. Algo semejante ocurre con la de Torestk. Kramatorsk, la ciudad más importante de la provincia de Donetsk, permanece aún bajo control ucraniano. Tal como sucede con otras comunas, sus habitantes sienten que la guerra se les acerca cada vez más. Y temen la llegada de las tropas rusas. Un caso en alguna medida raro es el de la ciudad de Kúpiansk, perteneciente al distrito de Jarcov. En los primeros días de la guerra, en febrero de 2022, las tropas rusas ocuparon el pueblo, pero en septiembre del mismo año el ejército ucraniano lo recuperó y aún lo sostiene.

Lo antedicho es solamente una pequeña muestra de cómo va desenvolviéndose la capacidad operativa de Rusia en el frente del este, que tiene vaivenes pero donde avanza de a poco. En los frentes norte y sur, menos importantes desde el punto de vista bélico, el desenvolvimiento de la guerra se desarrolla hasta ahora de una manera parecida.

 

Final

El contrataque de Ucrania ha tomado por sorpresa a Rusia en su propio territorio; se trata desde luego del avance sobre Kursk. Y atemoriza, por decir lo menos, su “jugueteo” con las dos centrales nucleares rusas mencionadas, algo poderosamente peligroso. Rusia, por su parte, se mantiene en lo suyo: avanza lentamente no obstante su supremacía bélica, algo inesperado para una de las dos potencias militares más grandes del planeta.

 

 

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