Jura Alcira

Alcira Figueroa asumió como diputada y prepara proyectos sobre pueblos originarios y desnutrición

 

Fronteras, micros, caravanas, refrescos, hojas de coca y mangos. La llegada de Alcira Figueroa a la Cámara de Diputados muestra que el episodio de Juan Ameri pasa desapercibido en una arena política que inscribe relatos de exilio, de dictaduras y desnutrición. Su jura por los compañeros detenidos-desaparecidos, la madre tierra, las mujeres y disidencias marcan un rumbo que comenzó a escribirse mucho antes en una provincia que denomina “semi-feudal” y organizada socialmente bajo los criterios de “la iglesia, el Opus Dei y los colegios católicos”.

Alcira nació en 1959 en Orán. Vivía en el Lote Sarita, en unos asentamientos en el Ingenio San Martín del Tabacal. Su padre era trabajador rural y la madre ama de casa. Carlitos, su hermano, falleció por desnutrición a los dos años. Quienes se criaron en Tabacal recuerdan que la vida allí era calma y sin muchos sobresaltos. Las casas eran bastante singulares, de techos infinitos, incontables tejas y amplios jardines coronados de ligustros o lantanas. En 1934 se construyó un hospital con capacidad para setenta camas y una escuela doble turno para los hijos de los obreros y empleados del Ingenio.

 

 

Alcira Figueroa de niña.

 

 

Su vida académica lleva la marca de su crianza. A los cuarenta años, Alcira se recibió de antropóloga en la Universidad de Jujuy y se especializó en Desarrollo Humano. Luego cursó la Maestría de Políticas Sociales y presentó su tesis sobre “La lucha y la resistencia de los trabajadores del Ingenio San Martín del Tabacal 2009-2012”. Con los años se mudó a Hipólito Yrigoyen, un pueblo a cinco kilómetros del ingenio y a una  hora de la frontera con Bolivia. 

El golpe de estado que forjó la renuncia de Evo Morales cumplirá un año el próximo mes. La casa de Figueroa fue un lugar clave para el exilio de decenas de bolivianos que escapaban de la dictadura de Jeanine Áñez. En el paso por su militancia conoció al “ochentón”. Él fue el encargado de organizar a un grupo de compañeros a quienes se les encomendó la tarea de colaborar en el puente para los habitantes del país vecino. 

El “pelado montonero” y el “anarquista barba blanca” eran los responsables del operativo en la frontera norte. Los denominaron así cariñosamente para facilitar su reconocimiento. Cuentan que nunca estaban en silencio, siempre discutían y enfrentaban sus creencias sobre el peronismo, el anarquismo, el comunismo o la revolución. “A veces en voz baja, otras vociferando y con suerte, en algunas oportunidades con algún aliado donde la discusión se ponía más acalorada aún”, describe Alcira. 

El río Bermejo nace en las sierras de Santa Victoria y desemboca en el río Paraguay. La mayor parte de su recorrido se encuentra en territorio argentino y su extensión superior se sitúa en Tarija, ciudad del sur de Bolivia. En un tramo de setenta y cinco kilómetros forma una frontera natural entre ambos países. Los exiliados cruzaban el río a la espera de encontrarse en Aguas Blancas con el pelado y el barba blanca. Pero no siempre era posible cruzar. Las crecidas y las lluvias torrenciales del verano desbordaban el agua, lo cual dificultaba los planes. Y eso no era todo: dengue, el sika y chikungunya también cobraban su venganza. 

Alcira garantizaba el próximo paso. En su casa esperaba al auto con los futuros refugiados, para recibirlos con comida, ropa, dinero y asilo. Relatan que por ese lugar pasaron ministros, periodistas y concejales. “Algunos huían en ojotas”, recuerdan. Con el pasar de los días, Alcira y sus compañeros se encargaban de que llegasen a la capital provincial para luego viajar a Buenos Aires, donde finalmente tramitarían la residencia temporaria como asilados y refugiados.

Hasta que la pandemia irrumpió en el profundo norte salteño. “Se subestimaron sus efectos”, dijo. Las estadísticas arrojan que en esa provincia ya se contabilizan 14.516 infectados y 475 muertos. Lo cual la posiciona en el puesto nueve de los distritos más damnificados de la Argentina. 

En la ciudad de Hipólito Yrigoyen se conformó un grupo solidario para recaudar fondos destinados a la compra de insumos para el hospital y los vecinos. “Empezamos a trabajar la tierra e hicimos una red para contener a las setenta familias huerteras. Recolectamos mercadería, desinfectantes, verduras y semillas para la gente confinada”, explicó. La diputada hace hincapié en que la logística para la protección de los vecinos surgió de la voluntad colectiva. En sus redes sociales ella misma publica tutoriales grabados de manera casera sobre plantación y cultivos. 

El gobernador Gustavo Sáez es criticado por la gestión de la crisis sanitaria. La oposición al gobierno provincial denuncia muertes a causa de falta de insumos, desnutrición y el cierre de instituciones claves. Esta situación se agrava si se observan las cifras de desempleo publicadas por el INDEC. Según los resultados del segundo trimestre de este año, la provincia arroja un índice de 13,9%, lo que representa 34.000 personas desocupadas.

Los vecinos circularon una carta abierta a Sáenz. En ella escribieron: “Se cerró el centro de contención psicológica, los agentes sanitarios están aislados y también el Concejo Deliberante. La única sala de Covid-19 armada por los vecinos en la mayor precariedad no cuenta con los insumos de bioseguridad ni remedios”. Y alertaron: “El personal de salud está colapsado. Aún no se pudo instalar el oxígeno que los vecinos compramos. Las dos únicas farmacias de la ciudad empezaron a aumentar los insumos, y hoy se encuentran cerradas. También hay desabastecimiento de mercaderías, frutas y verduras”. Por último dijeron: “Lamentamos mucho que no haya venido nadie a vernos”. 

La tarde que se desató el escándalo, Alcira estaba participando de un Zoom con un grupo de mujeres al que fue invitada para disertar sobre pandemia, seguridad alimentaria y la ley Micaela. Recuerda que cuando la charla virtual finalizó, miró el celular y se encontró con una catarata de mensajes que le advertían la situación que estaba ocurriendo con el ex diputado Ameri. “Fue increíble”, opinó. Días más tarde, ante un pedido de la Cámara de Diputados, la Justicia confirmó que sería ella la persona a quien le correspondería asumir en reemplazo del renunciante.

La diputada del bloque Frente de Todos asumió en la última sesión. "Juro por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. Juro por mi hermanito Carlitos y toda la niñez muerta por desnutrición. Juro por las mujeres y disidencias, juro por los campesinos criollos e indígenas, y juro por la madre tierra”, exclamó emocionada. Los proyectos que tiene en agenda se encuentran vinculados a temas en el área de derechos humanos, pueblos originarios, desarrollo local y desnutrición. “Cada vez que muere un niño por desnutrición se genera una herida que no se cierra. Es una muestra de un país inequitativo, de un país desigual, donde los niños pobres no tienen derecho a la vida”, dijo.

Su cuñado, cuñada y su sobrino se encuentran desaparecidos. Hace cuarenta años que los está buscando.

 

 

 

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