Jubilados en la indigencia
Los efectos colaterales del ajuste
En tres años de neoliberalismo, más del 80 % de los jubilados y pensionados argentinos pasaron de estar por encima de la línea de la pobreza a la indigencia, y sin escalas. A diciembre de 2018, la línea de pobreza (para una familia tipo) se ubicó en los $24.865, mientras que la línea de indigencia alcanzó los $12.237.
Tres años de gobierno de Macri han dejado como resultado una fuerte disminución del poder adquisitivo en los haberes de los jubilados y pensionados, pero lo que no se ha dicho todavía es que, dentro de ese universo, no todos sufrieron el mismo ajuste.
El Plan de Inclusión Jubilatoria aplicado por el kirchnerismo —que incorporó más de 3,5 millones de beneficiarios— tuvo la virtud de incluir dos beneficios en la totalidad de los hogares donde convivían mujeres mayores de 60 años y hombres mayores de 65 años. Eso significó, sobre todo en los hogares más humildes, que una pareja de jubilados recibiera al menos dos jubilaciones mínimas. Hay que tener en cuenta que alrededor del 80% de los jubilados y pensionados perciben el haber mínimo, por lo tanto esta fue y es la situación más corriente entre los jubilados y pensionados que conforman un grupo parental.
Hasta 2015, entre los trabajadores de menores ingresos que alcanzaban la edad jubilatoria –él 65 y ella 60 años de edad— importaba poco si alguno de ellos o ambos hubieran trabajado en la economía informal. En todos los casos, al momento del retiro, en esa casa ingresaban dos jubilaciones mínimas. Si alguno de ellos fallecía, el superviviente cobraba íntegras las dos mínimas: una como jubilación y otra como pensión.
Además de la prestación percibían un ingreso indirecto, dado que el Estado —a través de los subsidios— se hacía cargo de una parte del costo de los servicios públicos. Según la Universidad de Avellaneda, esos subsidios permitían que un hogar tipo gastara en 2015, en tarifas de servicios, un 6% del Salario Mínimo Vital y Móvil, mientras que ahora ese porcentaje se elevó al 26%. Por lo tanto, ese diferencial en la actualidad representa $2.260.
La jubilación mínima en 2015 alcanzaba los $4.299, monto que actualizado según la inflación oficial hoy representaría $12.159. Por lo tanto, en un hogar de jubilados donde ingresaban dos beneficios mínimos, los ingresos mensuales totalizaban $24.318, valor que llega a $26.579 si se le adiciona lo que ahorraba en tarifas de servicios.
En conclusión, si se hubiera continuado con el nivel de inversión social del kircherismo, en todos los casos los jubilados y pensionados, con o sin hijos discapacitados, percibirían ingresos que estarían por encima de la línea de la pobreza.
El camino al desamparo
Hace pocos días Macri, en tono de campaña, anunció la baja de las contribuciones patronales –lo cual implica menores ingresos para el sistema de seguridad social, en paralelo que los funcionarios, paradójicamente, pregonan a diario que el régimen previsional es “insustentable”–, el gobierno encara un nuevo ajuste a pedido del FMI, dando origen a un círculo vicioso que día a día perjudica, discrimina y humilla a los más pobres y los más vulnerables.
Este circulo vicioso empezó a construirse con la llamada Ley de Reparación Histórica y el engendro de la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) que se incorporó como prestación al sistema previsional. Este huevo de la serpiente que contaminó todo el sistema tiene en la actualidad consecuencias nefastas en los jubilados y pensionados, pero dejará en un futuro no muy lejano secuelas mucho más graves aún.
El perverso sistema de discriminar a los trabajadores de la economía informal, como si fueran los responsables de tal situación, los convirtió en los más perjudicados a la hora de alcanzar la edad jubilatoria. Esta discriminación no solo es de palabra —“los jubilados sin aportes” o “los de la moratoria”—, sino que se concreta con una pérdida inusitada de poder adquisitivo:
- Imaginemos una pareja que accedió al beneficio previsional en 2017/2018, porque ambos alcanzaron la edad (ella 60 y él 65 años de edad).
- Al revés de lo que ocurría anteriormente, en que en todos los casos percibían al menos dos jubilaciones mínimas, ahora se plantean cuatro alternativas:
- En el caso que el hombre y la mujer hubieran trabajado en la economía formal: en este caso, ambos cobran las dos jubilaciones mínimas, lo que implica un ingreso familiar de $18.618.
- En el caso que el hombre haya trabajado en la economía informal y la mujer en la economía formal: en este caso el hombre percibe una PUAM de $7.447 y la mujer una jubilación mínima de $9.309, lo que arroja un ingreso familiar total de $16.756.
- En el caso que el hombre haya trabajado en la economía formal y la mujer en la economía informal: solo perciben UNA jubilación mínima de $9.309, ya que para que la mujer pueda acceder a la PUAM tiene que tener 65 años de edad.
- En el caso que ambos hubieran trabajado en la economía informal, solo el hombre percibirá una PUAM de $7.447.
- Pero si fallece uno de los dos, el cónyuge que lo sobrevive tampoco percibirá las dos jubilaciones mínimas:
- En el caso que el hombre y la mujer hayan trabajado en la economía formal: quien quede vivo percibirá dos haberes mínimos, o sea $18.618.
- En el caso que el hombre haya trabajado en la economía informal y la mujer en la economía formal: cobrará una sola jubilación mínima – la de la mujer— ya que la PUAM no permite cobrar otro beneficio, es decir $9.309.
- En el caso que el hombre haya trabajado en la economía formal y la mujer en la economía informal: se vuelve a dar lo mismo que en el caso anterior cobrará una jubilación mínima –la del hombre–, mientras que pierde la PUAM.
- En el caso que ambos hubieran trabajado en la economía informal: cobrará una PUAM de $7.447 ya que la otra la pierde.
- En el caso que esta pareja tuviera un hijo discapacitado y fallecieran ambos progenitores: si ambos integrantes de la pareja hubieran laborado en la economía informal, se daría el patético caso en que el hijo no percibiría prestación alguna, ya que la PUAM no genera prestación derivada ni siquiera en los hijos discapacitados.
En conclusión, con el actual nivel de inversión social, solo en el caso de que ambos miembros de la pareja hubieren trabajado en la economía informal o que la mujer trabaje en el mercado formal y el hombre en el informal mientras ambos estén vivos, su ingreso familiar quedará debajo de la línea de la pobreza pero sobre la línea de indigencia. En el resto de las situaciones, quedarán por debajo de la línea de indigencia y si ambos padres trabajaron en la economía informal y tienen un hijo discapacitado, no percibirá ningún beneficio — su ingreso será inexistente.
Durante el gobierno kirchnerista se logró sacar de la pobreza al conjunto de los jubilados y pensionados. En tres años de gobierno macrista, el 80% de los beneficiarios quedaron debajo de la línea de la pobreza, y de ese 80% más de un 60% quedó debajo de la línea de indigencia.
Solo en el último año los beneficiarios de la seguridad social perdieron contra la inflación casi el 20% (47,6% fue el índice de precios al consumidor contra el 28,4% de movilidad).
En tres años de gobierno neoliberal de Macri, con el respaldo del FMI, el BM y la OCDE, la pérdida de poder adquisitivo alcanzó el 24,44%, sin tomar en cuenta la pérdida que significó el descomunal incremento de las tarifas públicas, ni el incremento desproporcionado del costo de los medicamentos. Como pasa en toda estadística hay algunos que pierden más y otros que pierden menos, pero todos se confunden en el “promedio”. En el caso de los que menos ganan, la pérdida ha sido dramática y lo que les espera a los futuros trabajadores argentinos será mucho peor. Como ejemplo de esa pérdida, baste rescatar el ejemplo de lo que le espera a una pareja en que ambos hayan trabajado en la economía informal y uno de ellos fallezca: mientras si hubiera seguido el nivel de inversión social del gobierno anterior hoy cobraría $26.579, a partir de 2017, producto de la creación de la PUAM, habría cobrado en diciembre $7.447. Por lo tanto, percibió el 28,02% de lo que debiera haber cobrado o lo que es lo mismo que decir que la perdida de poder adquisitivo alcanzó 71,98%.
En las ciudades han empezado a pulular infinidad de personas adultas en situación de calle, cosa que antes no ocurría. No es una peste maldita que condena a viejos a buscar alimentos en los tachos de basura, sino que se corresponde con una política planificada puntualmente para que ello ocurra. Son los “efectos colaterales” del eterno ajuste neoliberal de un gobierno insensible, que cumple las recetas de los organismos internacionales a rajatabla: FMI, BM y OCDE.
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