Tal vez para compensar las amarguras de la realidad exterior, esta semana me permití algunas delicias íntimas, de esas que te levantan el ánimo y te permiten seguir adelante. En un momento en que recuperé la conciencia me hicieron notar que no había elegido la música que escucharía mientras escribiera la nota del domingo. Sin saber bien por qué, un rato después estaba escuchando In A Sentimental Mood, en la bellísima versión que grabaron Duke Ellington y John Coltrane.
El Duke la compuso en 1931, cuando Coltrane tenía dos años, y ya la había grabado con Ella Fitzgerald.
Y como una cosas lleva a la otra, por lo menos o sobre todo en Internet, seguí con la de Ben Webster, uno de los saxos históricos de Ellington, pero aquí sin él, acompañado por un grupo de músicos holandeses, cuando La Bestia se hartó de Estados Unidos y se dedicó a enseñarles a los europeos cómo se tocaba el jazz y se bebía el bourbon.
Y así lo hizo Dexter Gordon, ese rarísimo negro rubio.
A ver que te parece esta versión del increíble Michel Petrucciani, quien entendía bien el asunto porque a pesar de sus limitaciones físicas tuvo cinco parejas en sus cortos 36 años.
Chet Baker la incluyó en su último album, de 1989.
La voz prodigiosa de Sarah Vaughan se despliega en esta versión que grabó sin piano, solo con bajo y guitarra.
Y ahora, como dijo el Cuervo, a dejarnos de pavear que hay mucho por hacer.
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