Ilusiones perdidas

La industria del shale ante una crisis terminal. ¿Alguien toma nota en la Argentina?

 

La pandemia de coronavirus y la simultánea caída del precio del petróleo amagan con dar el golpe de muerte a la explotación de petróleo y de gas shale. Así lo afirma, en un artículo publicado en el diario The New York Times, la especialista Saudi America: The Truth About Fracking and How It’s Changing the World. McLean escribió antes libros de investigación sobre La escandalosa caída de Enron y sobre las grandes empresas de hipotecas inmobiliarias. Pero al mismo tiempo, las nuevas disposiciones de la Reserva Federal sobre la adquisición de deuda de empresas podrían insuflar la liquidez que no obtienen con su actividad.

A juicio de Bethany McLean, el fracking pareció hacer realidad el sueño de la  independencia energética, que demócratas y republicanos por igual abrigaban desde la crisis petrolera de comienzos de la década de 1970. A principios de 2019, Estados Unidos era el mayor productor mundial de petróleo crudo, superando tanto a Arabia Saudita como a Rusia. Pero el 8 de marzo, el repentino final de la tregua entre Arabia Saudita y Rusia provocó la mayor caída en 30 años del precio del barril, y por supuesto de las acciones de las compañías del sector energético. Whiting Petroleum se declaró en quiebra y decenas de miles de tejanos fueron despedidos en la cuenca del Pérmico, mientras toda la industria se prepara para lo peor.

McLean señala que ese sueño fue siempre ilusorio, porque el fracking nunca fue financieramente viable. La paradoja que señala es que la independencia energética de los Estados Unidos, de la que se jactó Trump, se basó en una industria que es la definición misma de la dependencia. ¿Qué dependencia? De los inversores que dispongan de miles de millones de dólares para sostener compañías que pierden dinero. Si hubo inversores dispuestos con altos precios del petróleo y la esperanza de que algún día habría ganancias, los últimos huyeron con las novedades.

Según la autora, hace ya cinco años, a principios de 2015, el administrador de fondos de cobertura David Einhorn anunció en una conferencia de inversión que había examinado los estados financieros de 16 productores de esquisto que cotizan en bolsa y descubrió que de 2006 a 2014, gastaron $ 80.000 millones de dólares más de lo que recibieron por la venta de petróleo.

 

 

David Einhorn, hay mejores apuestas.

 

 

Esto sucede porque la cantidad de petróleo que sale de un pozo explotado con fractura hidráulica disminuye abruptamente después del primer año, más del 50 por ciento en el segundo año. Para seguir creciendo, las empresas tienen que seguir enterrando miles de millones bajo tierra.

Las ganancias prometidas no son tales. En la primera mitad de 2019, cuando el petróleo rondaba los $ 55 por barril, solo unas pocas empresas de primer nivel eran rentables. "A estas alturas, debería estar muy claro que el modelo comercial actual de petróleo de esquisto bituminoso no funciona, incluso para las mejores empresas de la industria", explicó la firma de inversión SailingStone Capital Partners en una nota reciente.

Los heraldos de la independencia energética ignoraron todo esto, incluso cuando los inversores comenzaban a perder la paciencia. Ya en 2018, algunos inversores habían comenzado a decirles a las empresas que querían ver un flujo de caja libre y que estaban cansados ​​de los premios a los ejecutivos por aumentar la producción, pero no tenían en cuenta las ganancias. Como resultado, las acciones de fracking tuvieron un rendimiento inferior al del mercado.

En la última década, toda la industria energética ha emitido más de $ 400.000 millones en deuda de alto rendimiento, un fenómeno que recuerda en forma inquietante al de las hipotecas subprime.

De 2015 a 2019, las firmas de capital privado recaudaron casi $ 80.000 millones de dólares en fondos centrados principalmente en la producción de esquisto bituminoso, según Barclays. Hasta que los mercados de capitales comenzaron a sospechar, los inversores de capital privado podían cambiar de las compañías que habían financiado a compañías públicas más grandes, haciendo una salida rentable independientemente de si el negocio subyacente era lucrativo. Pero esto también toca a su fin, como están experimentando Anadarko Petroleum y Occidental Petroleum. En 2019, Oxy pagó 38 mil millones de dólares para hacerse cargo de Anadarko Petroleum, que es una de las principales compañías de esquisto bituminoso, superando en la puja a Chevron. Pero desde entonces, las acciones de Oxy se han desplomado casi un 80 por ciento en parte debido a los temores de que la adquisición de Anadarko será tan poco rentable que hundirá a la compañía.

 

 

Crónica de una catástrofe anunciada.

 

 

El 10 de marzo, la compañía anunció que recortaría sus dividendos por primera vez desde principios de la década de 1990, cuando la invasión de Saddam Hussein a Kuwait hizo que los precios del petróleo cayeran en picada.

Occidental es solo una pieza del rompecabezas. En abril, la Administración de Información Energética redujo su pronóstico sobre la producción de petróleo de Estados Unidos, estimando que caerá tanto este año como el próximo.

El 10 de marzo, Scott Sheffield, director ejecutivo de Pioneer Natural Resources, un importante perforador en la cuenca del Pérmico, le dijo a Bloomberg que si los precios permanecen en los valores actuales, la producción de petróleo de Estados Unidos podría caer en más de dos millones de barriles por día en 2021.

"Necesitamos que Trump haga algo o va a perder todos los estados energéticos en estas elecciones", dijo Sheffield a CNBC a fines de marzo.

Un acuerdo y precios más altos del petróleo, como Trump está negociando con Rusia y Arabia Saudita, podrían ayudar a la industria. Pero no solucionarán su problema fundamental con la rentabilidad. La independencia energética era un sueño febril, alimentado por deudas baratas y espumosos mercados de capitales.

Todo lo que queda por contar es el daño ambiental y financiero. En los cinco años que terminaron en abril, hubo 215 quiebras de compañías de petróleo y gas, que implicaron una deuda de $ 130.000 millones, según el bufete de abogados Haynes and Boone. Moody's, la agencia de calificación, dijo que en el tercer trimestre de 2019, el 91 por ciento de los defaults empresariales de Estados Unidos se debió a las compañías de petróleo y gas. Y los perforadores de petróleo y gas de América del Norte tienen una deuda de casi $ 100.000 millones que vencerá en los próximos cuatro años. Los inversores en el capital de estas empresas ya han visto diezmado el valor de sus tenencias. Los fondos de pensiones que han invertido dinero en empresas de capital privado también pueden recibir un golpe duro. Los ejecutivos de las compañías de fracking y los financieros de capital privado, concluye McLean, han hecho una fortuna promocionando el mito de la independencia energética, y no serán ellos quienes tendrán que pagar los platos rotos.

El grupo de activistas contra el fracking Friends of the Earth (amigos de la tierra) advirtió la semana pasada que una parte de los 500.000 millones de dólares  para auxilio de empresas incluidos en la ley  Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security (CARES) podrían ir a las grandes compañías petroleras. Para administrar la adquisición de deuda corporativa, la Reserva Federal contrató al fondo BlackRock, uno de los principales acreedores de la Argentina. Inicialmente, la FED sólo debía adquirir deuda emitida por empresas de la mejor calificación crediticia (investment grade) pero luego relajó esa exigencia para permitir también el socorro a corporaciones que cayeron por debajo de esa calificación, incluyendo los denominados bonos basura. Según Amigos de la Tierra, las empresas energéticas serían las principales beneficiadas porque representan el 11% de ese mercado en emergencia. En esas condiciones, afirman:

  • hay una docena de empresas dedicadas al fracking que calificarían dentro de ese programa. En conjunto, podrían beneficiarse hasta en 24.100 millones de dólares.
  •  Continental Resources, la mayor perforadora de fracking podría obtener hasta 1.500 millones de dólares, con las nuevas laxas regulaciones, pese a que la calificadora  S&P la quitó del investment grade.

Hace dos semanas, Trump recibió en la Casa Blanca a ejecutivos petroleros que están entre los mayores aportantes a su campaña reelectoral. Los amigos de la tierra reclaman que si la prioridad es la salud y la gente, el dinero público debe llegar directamente a las personas necesitadas y no a los ejecutivos de las empresas.

Hasta ahora, la industria del fracking se mantuvo en Estados Unidos con endeudamiento. Con el pretexto de la pandemia comienza ahora la etapa del subsidio estatal. Por una vez, la Argentina fue pionera, de una práctica insostenible en el tiempo.

 

 

 

 

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