Honorables terroristas

Quiénes son las mujeres detenidas al voleo durante la caza de brujas en Congreso

 

La feroz represión del miércoles 12 de junio en las inmediaciones del Congreso de la Nación terminó con 33 detenidxs. Diecisiete de ellxs fueron liberadxs el viernes sin un criterio conocido. De las 16 personas detenidas, diez hombres estaban en la cárcel de Marcos Paz y las mujeres, seis, en Ezeiza.

Tras la manifestación convocada a Plaza de Mayo el martes por la tarde, y al cierre de esta nota (el martes 18 a la noche), la jueza María Servini liberó a 11 de los 16 detenidxs por falta de pruebas. Las cinco personas que quedan detenidas son Patricia Calarco Arredondo, David Sica, Cristián Fernando Valiente, Roberto María de la Cruz Gómez y Facundo Ezequiel Gómez.

Organismos de derechos humanos y referentes del arco político denunciaron ante la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el ataque al derecho a la protesta y la represión inusitada de las fuerzas de seguridad durante la movilización contra la ley Bases.

El viernes 7 se formuló la demanda en una conferencia de prensa realizada en la sede del Servicio Paz y Justicia de Argentina (Serpaj). Allí, lxs oradorxs coincidieron en reclamar de forma urgente “la inmediata liberación” de lxs detenidxs y enfatizaron que las acusaciones son “arbitrarias y sin pruebas”. Durante el fin de semana, el fiscal de la causa, Carlos Stornelli, había apelado la liberación de los primeros 14 detenidxs.

Sobre les manifestantes pesan acusaciones de delitos “contra los Poderes Públicos y el Orden Constitucional”, “contra la seguridad pública”, “instigación a cometer delitos” e “incitación a la violencia colectiva en contra de las instituciones”, entre otros.

 

Las mujeres

Junto con Patricia, que todavía no recuperó la libertad, Camila, Sasha, Ramona, María de la Paz y Lucía Belén son las mujeres que estuvieron detenidas en el Penal de Ezeiza. El pedido por su liberación fue acompañado por la organización Ni Una Menos desde el momento de la detención.

El fin de semana, la legisladora por la Ciudad de Buenos Aires de Unión por la Patria, Victoria Montenegro, visitó la cárcel de Ezeiza junto al Comité Nacional contra la Tortura. Hasta el martes, las seis mujeres se encontraban en un pabellón de pre-ingreso.

 

 

Tiempo Argentino y Agencia Presentes conversaron con personas allegadas a las seis mujeres para conocer sus historias.

 

María de la Paz Cerutti

María de la Paz tiene 43 años. Fue detenida en Moreno e Irigoyen, a 13 cuadras del Congreso de la Nación. Es profesora contable y trabaja desde hace 15 años en el Ministerio de Economía. En los últimos meses había estado de licencia por salud mental y ese día se reincorporó.

Paz pasó por la manifestación contra la ley Bases. Allí estaba un compañero de trabajo y quería avisarle que su licencia había terminado. “Venía de un trámite personal y pasó a manifestarse como todxs contra esta ley que vende la patria”, cuenta Eva Rojas, una de las hermanas de María de la Paz. Lejos del Congreso y cuando la policía la vio cruzar la calle, le pidió que se identificara y ella gritó su nombre. Allí avanzaron contra ella y la detuvieron.

“Para nosotros es un horror. Tenemos cinco detenidos desaparecidos durante la dictadura cívico militar, en lo particular yo fui secuestrada en marzo del '76. Nuestra vida está atravesada por la dictadura, por eso nos preocupa la salud mental de mi hermana”, dice Eva. “A mí me avisó un compañero de la Comisión de Prevención contra la Tortura que estaba hablando con mi hermana detenida. Al rato apareció este video y ahí nos dimos cuenta de que esto iba a ser una pesadilla”, agrega.

 

 

 

María de la Paz es nieta de Sara Derotier de Cobacho, referenta de Madres de Plaza de Mayo y ex secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires durante el mandato del actual mileísta Daniel Scioli. No fue la única detenida en esa esquina. “Fueron detenciones al voleo, agarraron a los más perejiles, uno vendía empanadas, y mi hermana pasaba por ahí”, dice Eva, que milita en el Corriente Peronista por los Derechos Humanos. “Yo estoy en una organización, pero María de la Paz no, ella no militaba”, aclara.

María de la Paz estuvo, junto a otras mujeres, más de 20 horas esposada y tirada en un pasillo. Cuenta Eva que el comisario les decía que estaban de picnic. “No sabemos en qué condiciones están. Las están amenazando, es muy grave”.

Su hermana describe a María de la Paz como una persona muy inteligente, sensible y muy religiosa. La mujer es la menor de cuatro hermanos, tres mujeres y un varón. La preocupación de ellos es la salud mental y física de Paz. “No somos una familia a la que no nos haya pasado nada. Venimos flojitos emocionalmente, yo creo que esto le va a hacer muy mal a ella”, dice Eva. Paz no estuvo entre las personas liberadas el viernes pasado. La acusan de haber pateado a un efectivo de la policía.

 

María de la Paz Cerutti.

 

Ramona Tolaba

Como en cada convocatoria, Ramona, de 54 años, trabajadora de casas particulares, se acercó a la manifestación para sumarse a los reclamos contra la ley Bases.

Cuenta Paola Costas, una de sus hijas, que la mujer suele ir sola a las marchas y que no pertenece a ninguna organización ni partido político. Llegó a la zona poco después de las 14, y mientras caminaba, comía una porción de pizza y le iba relatando a su hija cómo estaban las cosas en la calle. “Cada una hora te voy a escribir, te aviso cómo y dónde estoy”, le dijo. En un momento dejó de comunicarse. Paola esperó hasta las 19.30 y empezó a llamarla, preocupada. Luego se enteró que su mamá había sido detenida a las 18.20 en Avenida de Mayo y Santiago del Estero.

“Ella nunca se acercaba a los lugares donde estaba complicado. Me contó después que vio que estaban desconcentrando y se detuvo a hablar con un jubilado. En eso aparecieron motos de policías y tiraron balas de goma. Ella corrió por Santiago Del Estero. Allí se protegió de las balas detrás de un auto y ahí fue cuando la detuvieron. También estaba Lucía Belén, en ese momento no se conocían”, cuenta Paola a Tiempo.

 

Paola, la hija de Ramona Tolaba, y sus familiares, durante el pedido de liberación. Foto: @raymi326

 

A Ramona Tolaba la acusan de sedición, de resistirse y de tirar proyectiles. “Ella sería incapaz. Estaba ahí defendiendo que no se privaticen las empresas, no le gustaba la ley Bases, pero no es violenta”, dice Paola, quien define a su mamá como hiperactiva e independiente.

Recién a las 22 del miércoles Paola tuvo noticias de su mamá. La llamó a esa hora y le dijo que estaban en la Comisaría 4 de Parque Patricios. Paola fue hasta allí, desde 3 de Febrero, donde vive, pero ya la habían llevado a la Comisaría 15 de Chacarita. Después se enteró que recién al otro día bajaron a las detenidas de la camioneta de la policía.

Recién el domingo pudo verla y hablar con ella. No les permitieron acercarle los lentes y a Paola le preocupa que intenten hacerla firmar papeles que Ramona no logre leer por las letras chiquitas.

“Sus jefes la aman”, dice Paola de su mamá. “Ella es amorosa, es respetuosa, es muy hiperactiva, independiente, amante de la naturaleza, de los animales. Le encanta viajar, su sueño era vivir en Ushuaia, ahora tengo miedo que no pueda cumplirlo”, dice emocionada. Y agrega. “Son presas políticas, este gobierno quiere asustar a la gente para que no salga a las marchas a defender sus derechos, es un escarmiento”.

 

Lucía Belén Puglia

Lucía Belén no soportó ver las imágenes de la policía golpeando a los jubiladxs que el miércoles 12 se manifestaban en los alrededores del Congreso y salió hacía allí, sola. Llegó alrededor de las 17. Para sentirse más segura, le compartió la ubicación a su mejor amiga, Aylén. También le enviaba videos mostrándole cómo estaba la situación. Alrededor de las 18.30 logró avisarle que la acababan de detener.

Al igual que Ramona, ante las balas de goma y los gases Lucía Belén corrió por Santiago Del Estero para protegerse. Allí se escondió detrás de un auto. A ambas las detuvieron ilegítimamente.

Lucía Belén tiene 26 años, es bibliotecaria y estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Apenas supo de su detención, Aylén salió a buscarla. Logró verla varias horas después en Chacarita. “Me contó que estaba caminando por Avenida de Mayo y que la policía motorizada empezó a disparar balas de goma al aire. Ella empieza a correr y se esconde detrás de un auto junto con Ramona. Ahí le detienen la policía de la Ciudad. Me contó que le pegaron una trompada en la cara, la tiraron al suelo y le pusieron siete precintos. En ningún momento le dijeron por qué le estaban haciendo eso. Estuvieron dos horas en el piso junto a otras cuatro personas”.

 

Lucía Belén.

 

Aylén llegó inmediatamente e intentó hablar con la policía, pero los efectivos comenzaron a empujarla a ella y a su novio. El teléfono de Lucía Belén compartió durante 12 horas su ubicación, por lo que su amiga pudo ver el recorrido que hizo la policía con lxs detenidxs. Recién luego de esos traslados pudo ver a su amiga en Chacarita. “Me contó Lu que las quisieron obligar a firmar un papel que decía que ellas habían prendido fuego. Ellas se negaron porque no habían hecho nada de esas cosas. Los policías les decían que seguían demoradas porque no querían firmar ese papel”.

A Lucía también la acusan de patear a un policía. No hay videos ni prueba alguna que dé cuenta de eso. Su amiga afirma: “En varios medios se ve el momento en que la detienen, la tienen en el piso entre tres policías. Lucía es de contextura física pequeña, es imposible que haya golpeado a los policías”, agrega Aylén. Ella junto al padre de Lucía son quienes acompañaron los pedidos por su liberación.

Cuando habla de Lucía, la describe como una persona solidaria y multifacética. “Estudiaba Letras, pero estudió bibliotecología, astrología, y quería inscribirse para estudiar antropología en la UBA. Siempre quiere aprender cosas nuevas. Es muy curiosa y ama los animales. Sé que debe estar extrañando un montón a sus mascotas. Es una persona que defiende los derechos de todo el mundo, no sólo los de ella”, cuenta.

 

Patricia Calarco Arredondo

El miércoles pasado, Patricia se encontraba junto a su pareja y compañeres de militancia en la columna del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) Votamos Luchar por el Cambio Social, cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a reprimir. Luego de atravesar un embudo en la Avenida de Mayo logró doblar en 9 de julio, mientras a sus costados personal policial avanzaba en motos disparando balas de goma y gas pimienta.

“Nos atropellábamos entre nosotros porque no podíamos ver”, contó a Presentes María Emilia Coca Manazza, pareja de Patricia. “Estábamos a unas 13 cuadras ya del Congreso cuando la agarró de atrás un policía de civil, con toda la brutalidad e impunidad que tienen. Traté de forcejear para sacarla, pero no se podía”.

Patricia tiene 39 años, es del barrio Hipódromo de Mar del Plata y desde 2021 vive junto a Emilia en Lomas de Zamora. Es una defensora de la lucha ambiental, militancia que forjó en su ciudad natal contra las fumigaciones. Quiso estudiar psicología, pero la necesidad de dedicar mucho tiempo al trabajo no le permitió finalizar la carrera. Tuvo varios empleos a la vez en el rubro de la gastronomía hasta que comenzó a trabajar en el 2019 en el ex Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En marzo de este año, tanto ella como otres trabajadores de esa cartera fueron despedides.

El miércoles estuvo entre les 22 detenides de la Policía de la Ciudad que pasaron por la alcaidía de Parque Patricios y a la medianoche del miércoles fue trasladada a la comisaría de Chacarita. El sábado a la madrugada la llevaron a la cárcel de Ezeiza.

Emilia, su compañera de vida, aún no pudo entrar a visitarla. Sin embargo, pudo hablar con ella: “Está teniendo una gran entereza en la cárcel. Como parte de la formación y conciencia que tiene en la lucha, sabía que estas son las consecuencias a las que nos enfrentamos, más con gobiernos que tienen la represión tan librada a hacer lo que quieren”.

 

Patricia Daniela Calarco Arredondo continúa detenida en el penal de Ezeiza.

 

Sasha Lyardet

Sasha es estudiante de la licenciatura en Estudios de la Comunicación en la UNSAM y cumplió 25 años el miércoles, horas después de salir del penal de Ezeiza. “Queremos que pueda celebrarlo en libertad”, expresó su pareja, Nahuel Schiavoni, cuando aún no había certezas sobre su liberación.

Cuando Nahuel pudo hablar con Sasha, la joven le pidió que no le lleve libros, sino los apuntes de su carrera para seguir estudiando. “Le apasiona mucho”, comentó Schiavoni. Ambos se conocieron en 2018 militando juntes en el partido Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y desde hace unos años son pareja. El día en que recibió la noticia de la detención estaba trabajando de guardia en una farmacia. “Entré en shock por un segundo y me tuve que poner a mover rápido, no me pude dar el lujo de estar en shock”, recordó.

Sasha estaba en la columna de la Asamblea de San Martín cerca de la intersección de las calles México y Lima, cuando motos de la Policía de la Ciudad aparecieron “a toda velocidad” y subieron a la vereda. En las corridas, su amiga, Camila Oliva, tropezó, y ella se detuvo a asistirla. “Tirate al piso, si corrés te disparo y te arrastro de los pelos”, le dijeron los agentes policiales a Sasha, según compartió su hermana Grisel en redes sociales y también compañeros que vieron el momento de la detención.

 

Sasha Lyardet.

 

La joven, fanática de Babasónicos y El Kuelgue, trabaja como asesora legislativa en el Concejo Deliberante de José C. Paz. Es oriunda de la localidad bonaerense de Pilar y actualmente vive en San Martín. “Tiene un laburo territorial muy grande. Organiza en el centro de estudiantes de la UNSAM y la Asamblea de San Martín ollas populares, va a alfabetizar, trabaja con barrios populares”, compartió Nahuel.

“Está bien, está fuerte. Intenta transmitir fuerza al resto de las detenidas. Yo que la conozco veo que tampoco está súper bien, está presa… Pero intenta mantenerse fuerte”, dijo su pareja luego de visitarla.

 

Camila Belén Juárez Oliva

Camila es la amiga de Sasha que en las corridas del miércoles pasado tropezó con un cantero en la vereda. Tiene 33 años y es madre de dos niños de 8 y 11 años. Estudia sociología en la UNSAM y lleva adelante un emprendimiento gastronómico junto a su pareja, Néstor.

El domingo pasado, su madre Silvia Oliva pudo visitarla junto al hermano de Camila y su pareja. Estuvo desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche en la puerta del penal, mientras personas autoconvocadas se acercaban a traerle una gaseosa o un chocolate para “endulzarme el alma”, dice ella. También había decenas de amigas de Camila.

“No sabían que tenía tanta gente que me quería, ¿no?”, dijo Camila a sus familiares cuando le contaron quiénes se habían acercado a acompañar.

 

Camila Juárez Oliva.

 

Al igual que los otros dos compañeros con los que fue detenida (Sasha y Nicolás), Camila organiza ollas comunitarias para el barrio. Le encanta el rock nacional, especialmente Charly García, La Renga y Los Piojos, banda a la cual le sigue los pasos muy de cerca para ver si se vuelven a reunir. Es fanática de Chacarita, el mismo club del que era hincha su padre, quien falleció durante la pandemia: un gesto para sentirlo más cerca.

Ante el discurso que promueve la idea de que les detenides formaban parte de una organización terrorista, su madre, Silvia, comentó: “Camila es la terrorista que arma ollas populares para llegar con un plato de comida a aquellos que no tienen de comer. La terrorista por la que su grupo scout de la adolescencia acaba de sacar un comunicado de apoyo incondicional. Camila es mamá, una persona obsesionada con tener su carrera de sociología y poner su título a disposición para ayudar a quienes lo necesitan”.

 


 

 

 

* El artículo se publicó en el diario cooperativo Tiempo Argentino.

 

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