HISTORIAS TROQUELADAS

Magalí Etchebarne presenta cuatro cuentos iluminados por recursos inusuales

 

“(…) Una pareja de ancianos parecía que se iban a tirar juntos, pero al final saltó él solo. La señora se quedó paralizada donde estaba y desde ahí dio las declaraciones a la policía, a los periodistas y a los demás turistas que estaban shockeados. En un video que alguien grabó, y usaron en el noticiero, se ve a un hombre joven gritándole muy cerca de la cara. La anciana lo mira, mira la cascada y después a la gente y mueve la cabeza negando, como perdida, el gesto universal de no tengo idea, no sé, o de era hora”.

La escena transcurre en el mirador situado al extremo de la pasarela que lleva a Garganta del Diablo, en las cataratas del Iguazú. Comedia o tragedia, depende del antes y el después, la implacable descripción bien puede constituir parte de un cuento sobre la pareja de ancianos, sobre el movilero de la TV, sobre un visitante casual. También el resumen de una trama mas vasta, acaso una novela. O una crónica de color sobre el lado oscuro del turismo. Tantas alternativas parecen posibles, por lo poderoso de la anécdota, por el ascético sostén en la escritura. Sin esta segunda condición, el mero suceso quedaría diluido en la bruma de la diabólica doble caída: la del agua y la del suicida. Sin embargo, el fragmento de modo alguno pertenece a las opciones presumidas. Se encuentra incrustado dentro de un relato de mayor amplitud, material y simbólica: son apenas diez líneas en veinticinco páginas.

Un escritor minimalista o vagoneta se contentaría con el recorte y salvaría los tantos. El fragmento aludido apenas continúa otros breves antecedentes: los lee una mujer desde su celular, tirada en la cama de un hotel de Iguazú, durante una noche solitaria en un viaje con una amiga. Poco y nada guardan relación tales momentos con el hilo conductor extendido a lo largo y a lo ancho del relato. Su función se revela más adelante, o antes, cuando el lector se percata de que, cada tanto, emergen de dentro de la urdimbre de la historia tales pantallazos, relámpagos, viñetas; pero son otra cosa. Un guionista de telenovelas identificaría una argucia para estirar el rating; tampoco. Lo que logran tales irrupciones, lejos de descuajeringar la coherencia narrativa, la afianza mediante un trueque de clima, un cambio de color, una marcación del ritmo, una específica densidad a la atmósfera. En vez de perturbar la lectura, la acaricia. Que el lector tenga ganas de ser así acariciado, es su tema.

 

La autora, Magalí Etchebarne.

 

El dispositivo corre con el beneficio auxiliar de pasar, a grandes rasgos, desapercibido, al punto que se reitera en los cuatro cuentos que componen La vida por delante de Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983), galardonada con el prestigioso Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve. Certamen instituido en 2008 por esa localidad vitivinícola española, se caracteriza por privilegiar la calidad literaria por sobre las ventas, merced a jurados rotativos de excelencia, en esta oportunidad presidido por la argentina Mariana Enríquez. Como recompensa ofrece la publicación de la obra por la editorial Páginas de Espuma.

Si bien las historias presentadas por Etchebarne coinciden en distintas circunstancias cotidianas protagonizadas por mujeres, su carácter unitario no impide trazar coincidencias y cruces entre personajes. Con diversos matices y lugares de protagonismo, los cuentos van trazando un heterogéneo panorama dentro de un núcleo de relaciones, a veces familiares, en una continuidad habilitante de una visión de conjunto. Una particularidad de estos personajes, poco usual en la narrativa de habla hispana, es que trabajan. Y ese desempeño laboral suele ser determinante dentro de cada historia. Funciona al modo de eslabón conector entre vicisitudes y, al mismo tiempo, en tanto párrafos particulares como el que encabeza estas líneas. En este aspecto, esas incrustaciones situacionales componen una suerte de troquelado literario, al modo de esos volúmenes de imágenes que al abrir las páginas despliegan escenarios en tres dimensiones. Tecnología aplicada a libros de divulgación científica, viajes, acontecimientos históricos, etc. abundan y son conocidos dentro del género infantil.

Aunque La vida por delante nada tiene de infantil, vale la metáfora del troquel a los fines descriptivos del recurso utilizado por Etchebarne como agilizador, eslabón o puente. Es como si en un despliegue de amplitud geográfico, esporádicamente, aquí y allá, se elevara un detalle discontinuo capaz de otorgarle contenidos atípicos –o prototípicos— al conjunto. Es el caso de las tomas de posición relativas al desempeño laboral. Respecto a la noble labor del corrector editorial, acota: “Su trabajo no tiene la fama de un editor. No sale a comer con los autores, ni soporta sus delirios cuando venden demasiado. Conoce los descuidos de todos, busca, y siempre que busca, encuentra errores, tropiezos, los residuos de lo que desconocen, lo limpia y se encarga de dejar las marcas a la vista para que sepan por dónde pasó. Control de cambios se llama en Word. A ella le gusta decirle alta costura”. Y más adelante agrega: “Llega cuando terminaron de escribir, se lleva cosas, se regocija en el desastre, les cuenta las plumas, se come el centro caliente del error, lo devuelve limpio”.

Etchebarne nunca escatima desparpajo ni ironía. Al referirse al oficio artístico, señala: “Habría pensado que un artista era alguien que escribe las paredes de la casa con un aerosol o desaparece tres semanas, pero no. Un artista puede ser un absoluto monje para demostrar pasiones, vivir en el celibato de su trabajo, siempre estresado, hablando solo por la casa, yendo a ensayos como un maestro mayor de obra que persigue a los obreros”. Con idéntico ímpetu encara a las damas de la escena: “Una actriz tiene que ser muy linda o extremadamente virtuosa para no entrar siempre como spam. Y tiene que ser un virtuosismo raro, tiene que venir acompañado de una forma trastornada de la dicción, o alguna excentricidad, como la inteligencia y la elegancia. Pero todo eso es un unicornio. Por eso lo mejor es ser linda”.

Cuatro historias de ritmo incesante y rápidos movimientos hacen de La vida por delante un virtuoso manifiesto de agilidad literaria, sazonado por esos inesperados troqueles realizados a golpe de proezas en la escritura, dedicadas a exponer los sabores y sinsabores de la vida misma. Magalí Etchebarne lo presenta dentro de un universo femenino, porque allí se juegan y desatan las conexiones vitales que fundamentan los intercambios humanos.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

La vida por delante

Magalí Etchebarne

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Madrid – Buenos Aires, 2024

118 páginas

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí