¿He visto morir?

Las fotos del fusilamiento de Di Giovanni no serían verdaderas

 

“… la única información que se impone es la gráfica, a base de magnesio, de kerosene o de simple fósforo, pues con cualquiera de los tres sistemas se obtiene mayor claridad que con la información a base de tinta” (Enrique Pellicer, Caras y Caretas, año III, n. 83, 5 de mayo de 1900).

 Durante la mañana del 7 de febrero, el Archivo General de la Nación anunció que había encontrado una serie de fotos inéditas del fusilamiento del anarquista Severino Di Giovanni. Tratándose del registro de un acontecimiento histórico de relevancia, el hallazgo de los archivistas fue recibido con beneplácito por la amplia comunidad que sigue sus exitosas estrategias de divulgación en redes, y también por periodistas e historiadores. Las primeras dos fotografías muestran a un hombre corpulento, junto a una silla, y luego sentado. La última, lo muestra doblado tras recibir los disparos del pelotón. En total, de acuerdo a los archivistas, serían seis las imágenes que mostrarían los últimos minutos de Severino y su compañero Paulino Scarfó en poder del AGN, como parte del fondo de fotografías y negativos de la revista Caras y Caretas bajo su custodia.

 

 

Durante su corta y espectacular carrera revolucionaria, el ácrata italiano Severino Di Giovanni se injertó para siempre en el imaginario de los argentinos. Había huído de Mussolini y una vez en nuestro país, luchado con violencia contra toda forma de dominación, hasta su detención y ejecución a manos de la dictadura de Uriburu, a la que se oponía ferozmente. Leonardo Favio trató infructuosamente de llevar su historia al cine varias veces, convocando a Osvaldo Bayer a su casa en una serie de madrugadas afiebradas de 1973 en las que el realizador ensayaba una y otra vez las alternativas para representar en el film el fusilamiento, para la aprobación del periodista. Fue Bayer quién firmó el texto definitivo sobre la vida del anarquista expropiador, “Severino Di Giovanni: idealista de la violencia”, editado en 1970. En su biografía, Bayer reproduce la crónica que el periodista Enrique González Tuñón escribió para el diario Crítica tras presenciar la ejecución sumaria de Severino.

Dice González Tuñón:

“Al fondo del patio, una pared alta en cuya parte superior se encuentra las garitas de los centinelas. Hasta una distancia de cinco metros por delante de la pared, un cantero como de un metro de altura cubierto de césped y cayendo en suave declive hacia uno de los caminos, frente al taller de carpintería. Sobre este cantero y a una distancia aproximada de tres metros de la pared, se había colocado la silla trágica […] El banquillo para la ejecución estaba colocado en la parte más elevada de la pendiente verde. Desde lejos podía advertirse su respaldo exageradamente alto y sus patas, que de tan tiesas parecían incrustarse con fuerza, en el terreno”

La crónica que su colega Roberto Arlt escribió para El Mundo es menos generosa en detalles, pero tampoco se pierde esa imagen:

 “El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando las rodillas. Fogonazo del tiro de gracia.”

El pasto verde de los jardines de la penitenciaría que acunó el último aliento del anarquista brilla por su ausencia en las dos fotos que el AGN publicó en redes sociales y de la tercera, “más fuerte”, que entregó mediante su departamento de Comunicación a los periodistas que las requerimos.

 Sin embargo, y de acuerdo a sus voceros en un comunicado difundido el mismo 7 de febrero, los archivistas parecían seguros de la autenticidad de su hallazgo. “No se pudo reconocer rápidamente a Di Giovanni ya que las imágenes más difundidas no son similares al aspecto que tenía el anarquista antes de ser detenido”, apuntaron. Es importante aquí notar que las últimas imágenes de Severino datan de principios de 1930 y que un testigo describe al anarquista de 1931 como “extremadamente delgado y rubio”. Además, sabemos que durante su detención Di Giovanni se infringió una herida de bala en el pecho, intentando suicidarse antes de ser apresado vivo. El fusilamiento fue dos días después, con el condenado en condiciones físicas de debilidad tras recibir curaciones elementales en el hospital Ramos Mejía.

¿Cómo determinaron entonces los archivistas que el hombre de las imágenes, decididamente más robusto, se trataba de Di Giovanni? En su propia voz: “Luego de un tiempo se empezó a pensar en la posibilidad de que efectivamente la persona de las fotografías fuera Di Giovanni y se advirtió que en uno de los márgenes superiores estaba escrito su nombre. Se investigó en distintas fuentes en internet, y se advirtió que Caras y Caretas había cubierto el fusilamiento y que de hecho, existían fotografías publicadas en uno de sus números. Sin embargo no eran las mismas que se había hallado, aunque correspondían al mismo momento”. Esta última aserción de los profesionales sí es correcta. Efectivamente las fotos publicadas por Caras y Caretas del “fusilamiento de Di Giovanni” corresponden al mismo momento que las halladas por el AGN. Es posible asumir que, simplemente, las segundas son un descarte de la sesión donde fueron tomadas las que terminaron siendo publicadas. La razón por la que fueron descartadas queda en el ya insondable mundo de la jefatura de fotografía de Caretas y Caretas, pero podemos especular: se ve la cara del actor. Y el actor no es parecido a Di Giovanni.

Una rápida búsqueda en Google –excluyendo aquellos resultados producidos con posterioridad al anuncio público del Archivo- nos acerca a las fotos publicadas por Caras y Caretas a las que se refieren los archivistas del AGN. En la sección “imágenes” del buscador aparecen sueltas, recortadas, por sí mismas, entre diversos epígrafes que afirman que pertenecen al fusilamiento de Di Giovanni. Son fotos extraídas de la revista Caras y Caretas. Pero si se indaga en hemerotecas, podemos hallar las mismas imágenes en el contexto de su publicación, la edición de Caras y Caretas del 14 de febrero de 1931, dos semanas después de la ejecución. Se trata de reconstrucciones basadas en el relato de un testigo presencial del hecho. Caras y Caretas así lo aclara bajo la composición que contiene las fotografías.

 

 

El profesor de historia y diseñador gráfico Reynaldo Díaz País lanzó la primera piedra en esta dirección. Primero en sus redes sociales personales y luego en un completo artículo,  se encargó de examinar con rigurosidad las fuentes disponibles. Munido de ediciones digitalizadas de Caras y Caretas, planos de la antigua penitenciaría, las crónicas de los periodistas presentes y fotos actuales del lugar donde se emplazaba la cárcel, el profesor pudo estimar en qué área de la penitenciaría se produjo el fusilamiento. Y afirma que las del hallazgo del AGN son imágenes reconstruidas, producidas por los fotógrafos de Caras y Caretas en la misma penitenciaría, pero en un lugar diferente al del fusilamiento y, por supuesto, con un actor.

La investigadora Cora Gamarnik, en su artículo “La fotografía en la revista Caras y Caretas en Argentina (1898-1939): innovaciones técnicas, profesionalización e imágenes de actualidad”, demuestra que Caras y Caretas estuvo a la vanguardia de las recreaciones de hechos sensacionales de actualidad, como las del secuestro y asesinato del joven aristócrata Abel Ayerza, o el atentado vindicador en el que el anarquista Kurt Wilckens asesinó al teniente coronel Varela, fusilador de la Patagonia Rebelde. Lejos de ser una práctica reservada para cubrir baches en las coberturas, se trataba de un auténtico estilo, para ilustrar “mejor que con la información a base de tinta” un suceso de actualidad. Todo parece indicar que las fotos del “fusilamiento de Di Giovanni” pertenecerían a este tipo de foto-reportaje creativo.

A partir de las innovaciones de Caras y Caretas, las reconstrucciones fotográficas se convirtieron en un recurso periodístico frecuente durante el siglo XX, trascendiendo las secciones policiales de los diarios y revistas. Varias fotos icónicas de la prensa argentina son en realidad reconstrucciones. Muchas, con los propios protagonistas del hecho noticioso a ilustrar. Es el caso de esta tapa de la revista Goles de 1968, donde jugadores de Estudiantes de La Plata celebran la obtención del campeonato de América. El mediocampista Carlos Bilardo y los suyos se abrazaron para la toma fingiendo gritar un lunes el gol que convirtieron días antes.

 

 

La práctica de reconstruir imágenes se extendió al gran medio visual: la televisión. A fines de la década de 1950, el noticiero de Canal 7 reportaba casos recreando con reos y encausados reales el guión policial de los crímenes que les imputaban, para el goce punitivo del telespectador.  En los 90’, los programas de Chiche Gelblung y Mauro Viale recreaban escenas extraídas de los expedientes del caso Cóppola, también con sus protagonistas.

Es de gran valor esta indagación de algún modo plebeya que Díaz País y después otros emprendieron sobre la autenticidad de un supuesto documento único. De cierta forma también configura otro éxito de la estrategia de difusión y accesibilidad pública encarada por el equipo de comunicación del Archivo General de la Nación.

De no ser auténticas, las fotos descubiertas por el AGN aún son importantes: nos permiten adentrarnos al mundo editorial de principios de siglo y ejercitarnos en la formulación de distintas preguntas sobre el arte del fotomontaje y el uso de la imagen en la prensa.

 A veces, los registros de archivo no muestran estrictamente lo que interpretamos los archivistas inicialmente, pero siempre dicen algo.

 

 

 

  • La autora es archivista audiovisual y trabajadora de prensa en el Archivo de Noticias de la Televisión Pública Argentina.
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