La Argentina, un país que posee de todo, hoy se encuentra anonadada ante la suma de fracasos.
Ya no son solo funcionarios que no funcionan; no funciona el país. Los medios describieron y machacaron sobre las responsabilidades de un país paraestatal que no funcionaba. Hoy vemos que las privatizaciones han fracasado. Las inversiones no han venido. La declaración de la “emergencia energética” de Milei en la primera semana de su gobierno ha fracasado. Las subas tarifarias que iban a resolver la ecuación económica y financiera de las “pobres” concesionarias han fracasado.
Lo que no ha fracasado es el corte de mangas del gobierno a la población afectada.
Recuperar el año perdido de trabajo y de obras públicas no realizadas va a costar un esfuerzo doble. Un año sin las inversiones necesarias para mantener la dinámica del sistema eléctrico en evolución y las empresas de distribución que aducen que no tienen la plata y no tienen cómo conseguirla. La economía sin control y un gobierno zigzagueante son parte de un Estado que viene de derrape tras derrape. Estamos en una involución de la satisfacción de la sociedad.
Es parte de una estructura política degradada de una casta repetitiva que aporta superficialidad y falta de compromiso con la sociedad necesitada.
La gente ya dice que con SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires) estábamos mejor. Sabían qué hacer, pero claro, hacían asaditos en la calle y a los medios les molestaba que se prendiera el carbón en los “elegantes bulevares”.
Es necesario de nuevo recurrir al Estado para que haga las inversiones de infraestructura. El capital interno que tanto reclamaban los medios no aparece.
Los entes reguladores se convirtieron en plataformas de mantenimiento del statu quo de no perturbar a las empresas que saben cómo hacer las cosas. Atadas a un dejar hacer sin propuestas, hoy también pasan por un síndrome de impotencia y de temores por salir a explicar qué inversiones no se hicieron, qué obras o reparaciones hacían falta. Poco a poco se van develando o descubriendo chanchullos y estafas al país y a toda la sociedad.
Por suerte, las crisis son oportunidades para rectificar el rumbo. Basta de reguladoras de puro papeleo.
Hay que sacar el foco de la supuesta buena conducta de las empresas y colocar el foco en la prosperidad para todos.
¿Se comienza a sentir la necesidad de superar la situación argentina del “qué vamos a hacer” conformista? Allí cabe un llamado al orgullo y a la unidad nacionales. La asunción de la identidad implica reclamarles a los grupos o movimientos políticos que han podido hacer y transformar realidades. En ese sentido, hay que pedirle al peronismo que recupere su identidad transformadora y de cambio; a las fuerzas de militantes sociales que vuelvan a convocar a repudiar a los burócratas de todos los signos.
Hay nuevas certezas: se necesita una fuerza capaz de encender los motores de una comunidad con un futuro posible.
De allí que, ante el reclamo de la gente que está sufriendo, se necesitan ineludiblemente estructuras de contención.
Ante los cortes de luz, el gobierno se desentiende; su lógica es que es un tema entre privados. ¡El gobierno aduce que el problema es que en las instalaciones se quemaron los cables! ¿A quién? ¿A las empresas o al gobierno?
Aquí caben pensamientos y plataformas para el futuro, en particular sobre la necesidad de contar en energía eléctrica con articulaciones público-privadas y mandar a los entes reguladores a desregular las madejas que han armado para las privadas.
Aquí también cabe una estrofa de una canción de un catalán que nos hizo soñar en los '70:
Hoy puede ser un gran día donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último que te toca vivir.
Saca a paseo a tus instintos y ventílalos al sol.
Y no dosifiques los placeres; si puedes, derróchalos.
Si la rutina te aplasta, dile que ya basta de tanta mediocridad.
*Andrés Repar es vicepresidente de IESO (Instituto de Energia Scalabrini Ortiz).
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