Hace pocos días, los Presidentes de Rusia y China se encontraron en Pekín para profundizar su alianza estratégica y firmar un nuevo acuerdo de cooperación política y económica. Este acuerdo sintetiza la profundidad de los cambios producidos en los dos últimos años en el escenario internacional y expone tanto la emergencia de un mundo multipolar como el fracaso de una estrategia estadounidense que durante décadas buscó controlar a Eurasia, el continente más grande y rico del planeta, fomentando la rivalidad entre Rusia y China y las divisiones entre los países de la región.
Uno de los principios explícitos de este nuevo acuerdo entre Rusia y China es el rechazo a “la mentalidad de la Guerra Fría, que busca asegurar una hegemonía unilateral… (y) la confrontación entre bloques políticos, planteando un peligro directo al mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo”. En su lugar, Rusia y China promueven la cooperación internacional respetando los intereses y la seguridad de todas las naciones, en el marco de la legislación y las regulaciones emanadas de las Naciones Unidas y sus distintos organismos surgidos después de la Segunda Guerra Mundial. Bajo estas premisas, China y Rusia fomentan “la emergencia de un mundo multipolar y una globalización económica basados en un multilateralismo genuino”, desarrollando espacios que, como los BRICS [1], permitan “unir al sur global y volverlo más poderoso”. Al mismo tiempo, alertan sobre el peligro inminente de una tercera guerra mundial y se comprometen a implementar “iniciativas de paz” que pongan fin a los conflictos más candentes que puedan desembocar en un enfrentamiento entre potencias nucleares.
Este acuerdo se concreta en momentos en que crece la escalada militar en Medio Oriente y cobra impulso la intervención militar de la OTAN en Ucrania para contener la ruptura de las líneas de defensa del Ejército de Ucrania en la frontera con Rusia.
¿Hacia una guerra nuclear?
Desde el inicio de la guerra, Putin dejo en claro que el envío de tropas y armamento sofisticado a Ucrania por parte de los Estados Unidos y de la OTAN implicará una intervención directa en la guerra, y advirtió que en ese caso Rusia responderá usando todo el arsenal que tiene para defender su seguridad nacional. Ocurre que, para golpear profundamente y con precisión dentro del territorio ruso, se necesita equipo y armamento que requiere información, reconocimiento espacial, tecnología y personal entrenado, elementos que Ucrania no tiene y que sólo pueden ser provistos por la OTAN.
En los últimos meses, y ante el progresivo colapso del Ejército de Ucrania, el Presidente de Francia propuso a sus pares europeos y a la OTAN el envío inmediato de tropas francesas y de esta organización a Ucrania junto con armamento sofisticado capaz de golpear en profundidad dentro del territorio ruso [2]. Hace un mes, Putin advirtió a Francia y a Inglaterra que, si continuaban enviando “entrenadores” y material de guerra sofisticado a Ucrania, arriesgarían la seguridad de sus poblaciones, y anunció el inicio de ejercicios militares con armas tácticas nucleares en la frontera rusa.
Estas advertencias no pusieron fin a la iniciativa de Macron, que se dio en paralelo con un aumento de los objetivos civiles y militares destruidos en Rusia, incluyendo varias refinerías de petróleo. Esta semana el jefe de la OTAN propuso a los países miembros levantar las restricciones impuestas a los envíos de armamento y el gobierno estadounidense hizo lo propio, asegurando que Ucrania se comprometía a respetar ciertas restricciones. Ucrania, sin embargo, atacó por estos días dos radares de misiles balísticos intercontinentales que forman parte del sistema de defensa nuclear ruso, algo de gravedad extrema en lo que hace al desencadenamiento de una guerra nuclear. Esto y las noticias sobre ejercicios militares de la OTAN con armas tácticas nucleares en territorio de Ucrania llevaron al Presidente Putin a advertir nuevamente sobre la gravedad de la situación y las consecuencias catastróficas que una guerra nuclear tendrá sobre el mundo entero.
Medio Oriente: del poder unívoco a la multipolaridad
En paralelo con estos incidentes, esta semana Israel bombardeó a un sector de la población de Rafah, en el sur de Gaza, próximo a la frontera con Egipto. Este sector concentra las carpas de refugiados palestinos llegados desde el norte de Gaza siguiendo órdenes impartidas por el Ejército israelí. Este bombardeo expresó una vez más el desacato del gobierno israelí a todos los requerimientos de las Naciones Unidas y sus organismos para poner fin al conflicto: desde el veto al cese al fuego ordenado por el Consejo de Seguridad, al veto a la creación del Estado de Palestina propuesto por la Asamblea de las Naciones Unidas, al rechazo abierto a las decisiones de la Corte Internacional de Justicia y a las amenazas proferidas por el gobierno de Israel contra los miembros de la Corte Penal Internacional, luego de que esta decretara que Netanyahu y otros funcionarios israelíes eran cómplices de genocidio.
El gobierno estadounidense coopera con esta escalada militar israelí enviando todo tipo de equipo y armamento militar e impulsando la posición del gobierno de Israel en los distintos organismos de Naciones Unidas. Todo esto desnuda el ejercicio unipolar del poder global estadounidense, al tiempo que erosiona la legitimidad de los organismos internacionales y profundiza su impotencia para cumplir los objetivos y funciones para los que fueron creados. También expone la crisis del liderazgo de Estados Unidos en Medio Oriente, una región que concentra las mayores reservas mundiales del petróleo y es crucial para el dominio del petrodólar como moneda internacional de reserva.
Casi en simultáneo con el bombardeo de Rafah, esta semana, el Ejército israelí protagonizó un enfrentamiento armado con un batallón militar de Egipto en la frontera con este país. El gobierno de Egipto ha sido hasta ahora un aliado indispensable para las políticas de Israel y del gobierno estadounidense en la región. El enorme endeudamiento y crisis económica de Egipto que, sumados a las críticas al gobierno por su posición “tibia” en la causa palestina y al fuerte apoyo popular a esta última, configuran un escenario de creciente inestabilidad política y coarta el éxito de la estrategia estadounidense en la región. Esta busca consolidar la alianza de Egipto y Arabia Saudita con Israel e impedir, al mismo tiempo, el avance de la cooperación económica y política de China con los países árabes, especialmente con Arabia Saudita y Egipto. Al momento del incidente militar, el Presidente egipcio se encontraba en Pekín entrevistándose con Xi Jinping junto con los Presidentes de los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, y Tunicia. Ya hay 12 países árabes involucrados en esta “cooperación estratégica” que llegó a superar en poco tiempo los 250.000 millones (billions) de dólares de inversión y a duplicar esa cifra en materia comercial. Asimismo, China ha cumplido un rol crucial en la articulación de acuerdos políticos y económicos entre los países de la región, especialmente entre Arabia Saudita e Irán, y promueve el fin de la invasión a Gaza y el inicio inmediato de una negociación de paz entre Israel y Palestina, basada en el reconocimiento del Estado de Palestina y de los derechos de su población. Este objetivo unifica a los países árabes desde la invasión de Israel a Gaza y contradice la estrategia estadounidense, que por décadas postergó la realización de los acuerdos de Oslo buscando conformar una alianza sólida entre Arabia Saudita, Egipto y otros países árabes con un Israel que repudia abiertamente la posibilidad de un Estado palestino.
La Argentina, dolarización endógena y guerra de todos contra todos
Los cimbronazos del movimiento sísmico que sacude a la estructura de poder global afloran a la superficie, pero en el país se los desconoce. El gobierno y los medios concentrados demonizan a los movimientos sociales y naturalizan el hambre y la voracidad de poder. Los alimentos de los comedores se pudren en los depósitos de Desarrollo Social y la titular de este Ministerio brilla en el centro de una trama de corrupción y sobresueldos. El Presidente elimina a su jefe de Gabinete acusado de “voracidad extrema” y espionaje de propios y ajenos, y parte a la meca del mundo tecnológico a vender su ego en un stand up libertario. Por arte de magia, en 24 horas sale el dictamen de la ley Bases y esta se encamina hacia su aprobación. El ruido de estos y otros acontecimientos aparentemente desconectados impiden ver la trama que da sentido a la confusión actual. Un economista amigo de Milei la ve con claridad: “No se confundan, no está loco… si no baja la inflación tendrá que hacer las valijas… el equipo económico no tiene plan y no sabe a dónde va, pero no porque sean brutos, sino porque así es la dinámica actual”. Termina advirtiendo a los empresarios: “El gobierno no te va a dar dinero ahora, así que usa la tuya, mové tus dólares en blanco. Si esperás a que esto se arregle, los activos te van a costar un huevo, mejor aprovechá ahora que están baratos”.
En otro registro, el embajador de Estados Unidos festeja en la cubierta del portaviones nuclear de su país “el alineamiento único” de Milei y la Argentina con los Estados Unidos, un alineamiento expresado poco antes en un memorándum firmado por la Canciller y el jefe de Gabinete depuesto junto con el secretario de Estado, Blinken, para “fortalecer la relación bilateral y expresar un estrecho alineamiento económico y político con los Estados Unidos”. Como parte de este alineamiento, la secretaria del Tesoro estadounidense se habría comprometido a apoyar un préstamo sindicado con bancos internacionales y con garantía de organismos multilaterales, países del G7 y el propio FMI. Se trataría de “recaudar” entre 15.000 y 18.000 millones de dólares para ayudar al proceso de dolarización endógena, el gran experimento de Milei y Caputo.
Así, la misión del enviado de las fuerzas del cielo empieza a tomar carne. Su objetivo último es disciplinar tanto a la protesta social como a los grupos monopólicos que remarcan precios desaforadamente. La primera es silenciada por el impacto del “ajuste más grande de la humanidad”. A los segundos se los convencerá para que “apuesten” al plan del gobierno y no remarquen ni impulsen la consabida corrida cambiaria con la que históricamente han hecho y siguen haciendo pingües ganancias. Se trata de un experimento único: la dolarización endógena. Para ello, se parte de un superávit fiscal, se sigue con reducción de los plazos para pagar importaciones, se flexibiliza el giro de utilidades al exterior, se estabilizan los activos y pasivos del BCRA y, finalmente, se llega a una relación “razonable” entre las reservas y los pases pasivos del BCRA. Todos estos hitos tienen sus contradicciones: el superávit fiscal es “trucho” e insostenible se logró con un ajuste brutal y pateando los pagos para adelante, especialmente la deuda de Cammesa con las empresas generadoras y distribuidoras de energía. Asimismo, el ajuste es insostenible porque provoca brutal recesión y afecta la recaudación. La deuda comercial pendiente de resolución ya asciende a los 14.000 millones de dólares y solo involucra el 60% de la deuda comercial. A su vez, el traspaso de los pasivos del BCRA al Tesoro sólo implica cambiar de acreedor, lo que encarece la deuda, pues las tasas de interés ofertadas en este canje son superiores a las que ofrecía el BCRA por pases y letras. En esencia, un artilugio contable que genera nuevos riesgos. Por último, el levantamiento del cepo, necesario para llegar a la dolarización, implica corrida cambiaria imparable. Además, si el levantamiento del cepo tiene éxito, pone punto final a las principales fuentes de recaudación: el impuesto país y las retenciones a las exportaciones.
De esta manera, el experimento de Milei requiere de una pronta afluencia de dólares, algo cada vez más difícil de lograr dada la resistencia de los exportadores y productores a liquidar la cosecha y la lentitud para concretar el salvataje ideado juntamente con el Tesoro estadounidense, bancos y organismos internacionales. De ahí la necesidad de aprobar rápidamente la ley Bases, que hace posible el blanqueo de capitales y el RIGI garantizando así, en la visión del gobierno, la afluencia segura de divisas.
Este plan busca poner fin a la emisión y hacer desaparecer los pesos, obligando a la población, y especialmente a los grandes empresarios, a desencanutar los dólares guardados en el colchón y/o en el exterior. Para ganar la confianza de los grandes empresarios, se alimentó a las fieras: por un lado, se mantuvo durante todos estos meses el dólar estable, creciendo el 2% mensual, muy por debajo de la inflación, junto con tasas de interés crecientemente negativas. Esto no sólo le permitió acumular reservas, sino que hizo posible un carry trade con jugosas ganancias: sólo uno de los actores de este baile, los bancos, concretaron ganancias en un trimestre superiores a las realizadas en los últimos 14 años. Por otro lado, el gobierno abasteció continuamente el mercado de los dólares necesarios para la especulación y el carry trade: la cantidad de dólares usados durante estos meses para mantener la brecha cambiaria más o menos estable superó ampliamente a la cantidad que utilizaron tanto Guzmán como Massa durante el gobierno anterior, llegando a los 1.300 millones de dólares mensuales, lo que implica, en términos anualizados, el 80% del superávit comercial proyectado para el 2024.
A pesar de todos estos incentivos y regalitos, la confianza de los grupos económicos empezó a resquebrajarse y llevó recientemente a una corridita cambiaria que incrementó el valor de los dólares paralelos y, especialmente, del blue, en un 18% en dos días. Varios factores desencadenaron esta “alerta”: por un lado, la decisión del ministro Caputo de romper los contratos de Cammesa con productoras y distribuidoras de energía, enchufándoles un bono a 14 años por la mitad de la deuda contraída desde que asumió el gobierno, provocó amenazas de represalia y un tumulto que todavía no se ha clarificado. A esto se sumó el rechazo explícito de algunos grupos de grandes empresarios a poner fin a las remarcaciones, a pesar de los reiterados pedidos oficiales y de la consiguiente apertura de importaciones para disciplinar precios en algunos rubros. El empantanamiento de la ley Bases en el Congreso y la imposibilidad de concretar rápidamente el RIGI y el blanqueo de capitales crearon un clima de creciente incertidumbre. En este contexto, la brutal crítica de Eurenkian a un Milei que fue su protegido y las posteriores cuitas de uno de sus principales representantes en el gobierno: el jefe de Gabinete destituido, se sumaron a la puja por más poder por parte de otros grupos empresarios: Macri, Techint, Midlin, etc. y de los propios libertarios del riñón íntimo de Milei, lo que configuró un tembladeral en el que el país navega a la deriva, “como un barco con el mástil roto”.
En este contexto, la “casta política” muestra su verdadero rostro: el de un clientelismo íntimamente ligado a una patria contratista que, borracha por adquirir más poder y riqueza, se canibaliza al infinito.
Sin reflexionar sobre las causas que nos llevaron a esta situación, sin articular las demandas sectoriales en un proyecto de desarrollo nacional con inclusión social y sin movilizar de un modo organizado y en la calle, estas turbulencias probablemente ahondarán el pantano que reproduce sectarismo, miseria y hambre.
[1] Organización de países, originalmente constituido por Sudáfrica, China y Rusia, que busca realizar transacciones financieras y comerciales al margen del dólar.
[2] Respondía así a los reclamos del Presidente de Ucrania, quien ha convocado a una conferencia de paz en Suiza para el mes de julio, pero ha excluido de esta a Rusia; se niega a negociar con el gobierno de Putin y cree que la solución sólo puede emanar de un triunfo militar de Ucrania.
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