Frenesí internacional

La geopolítica en movimiento

 

El diálogo de Riad ha puesto pimienta a la política europea, cunde la desorientación dado que es muy difícil volver a entrar en una habitación de la que ha sido expulsada; la idea es crearse algún tipo de rol para no ser desplazados hacia la insignificancia política y se buscan los medios para conseguirlo. La Von Der Leyen proclama un rearme europeo de 800.000 millones de euros, Starmer regresa con la pretensión de encabezar un grupo de voluntariosos en una fuerza de peacekeeping en Ucrania; Merz, que todavía no es el canciller en cargo anuncia el zeitenwende (punto de inflexión) para Alemania; Meloni insiste que las conversaciones europeas tienen que incluir a Trump; Macron patina en su plano inclinado y para contrarrestar a Starmer se propone para liderar un contingente de cascos azules en el frente oriental; Arnaldo Otegi de Bildu le dice a Sánchez que su grupo votará en contra cualquier proyecto de rearme; el ministro de Defensa italiano declara que no es posible un sistema de defensa sin Estados Unidos; Francia distribuye a su población una guía de supervivencia en caso de agresión nuclear. Se sugiere Rumania como base de concentración de medios militares, incluyendo misiles. El 13 de marzo el premier polaco solicitó a Estados Unidos una dotación de bombas atómicas para su país. La última pirueta se verificó el jueves 27 en el palacio del Elíseo, donde Macron propuso una fuerza militar de reaseguro para Ucrania compuesta de países europeos y extra europeos, la reunión fue bien sintetizada por La Hiena, editorialista de La Stampa de Turín: “Quiero pero no puedo”.

Estamos en pleno frenesí y se tambalean los cimientos políticos de una Europa que parecía inconmovible.

Esta dinámica, unida a la incertidumbre que crea Trump, ha repercutido en el mercado del oro, que ha reaccionado con alzas que no se veían desde los tiempos del COVID; el precio de la onza se mueve por arriba de los 3.000 dólares y el 20 de marzo tocó el máximo histórico de 3.052 dólares. Bancos centrales, la FED y el BCE desensillan hasta que aclare, suspendiendo por el momento el proceso de reducción de tasas de interés iniciado tímidamente en 2024.

Un informe de Goldman Sachs del 27 de febrero estima que “la incertidumbre prolongada podría empujar a los fondos especulativos a aumentar sus posiciones en el valor oro”, aunque la demanda más grande proviene de los bancos centrales que refuerzan sus stocks de lingotes junto a las reservas en divisas.

La chispa que encendió la demanda fue la invasión de Ucrania; no casualmente, uno de los países más expuestos del área, Polonia, encabeza la lista de compradores con 90 toneladas. En cuanto al ranking de reservas, lo sigue encabezando Estados Unidos, seguido por Alemania e Italia.

La incertidumbre también golpea en Estados Unidos. Por un lado, aumentan las inversiones para esquivar las represalias de Trump, como Hyundai, que el lunes pasado ha anunciado que invertirá allí 21.000 millones de dólares. Por el otro, los súper ricos estadounidenses, en cambio, elaboran planes de emergencia para trasladar parte de sus bienes a Suiza, según el Financial Times.

Desde 2013, los banqueros suizos se adaptaron a las normas fiscales americanas, aumentando la transparencia y compartiendo con Estados Unidos información sobre los titulares de cuentas americanas, de esa manera el sistema bancario suizo ha recuperado su carácter de destino favorito.

Según el Bank of America, desde la tercera semana de marzo los grandes fondos de inversión han transferido capitales por valor de 34.000 millones de dólares, sobre todo a Europa. Otra señal inquietante ha sido la rebaja de exposición en el mercado accionario de los fondos de inversión CTA (Commodity Trading Adviser), 100.000 millones de dólares en las últimas cuatro semanas.

 

 

Restringir

En Estados Unidos, las movidas de Trump dejan espacio al debate de fondo sobre el futuro perfil del país. No es una novedad, conocemos las diferentes corrientes: los idealistas, los realistas, los aislacionistas; pero ahora se abre paso una nueva: los restrainers, o sea, los que restringen o moderan la modalidad de las operaciones. Esta corriente sostiene que Estados Unidos no puede ser el policía mundial. La guerra en Ucrania, por ejemplo, hay que terminarla aún haciendo concesiones importantes a Rusia. La misma cautela es necesaria para enfrentar situaciones que en el reciente pasado llevaron al país a guerras “humanitarias” (Yugoslavia), a exportar democracia o impulsar derrocamientos disimulados con la doctrina del regime change (Irak). Los últimos fracasos, como la lucha contra el terrorismo o las guerras que terminaron en modo desastroso como en Afganistán, serían una llamada de atención; no se puede ser protagonista en diversos escenarios aun con la solvencia estratégica necesaria.

El discurso de Trump sostiene que Estados Unidos ha sido estafado por su ingenuidad: “Somos un país del Tercer Mundo, nos han jodido”. Su falsedad histórica sirve para abrir paso a la doctrina de los restrainers, salvar lo que queda y restringir. El gobierno heredó un presupuesto de defensa elefantiásico de la administración Biden, pero el secretario de Defensa ha anunciado que será reducido notablemente.

 

 

El estado del arte

La guerra en Ucrania ha renovado el debate de las armas atómicas y la disuasión. Actualmente, el club atómico tiene nueve miembros y las cabezas nucleares disponibles son las siguientes, según estimaciones del FAS (Federation of American Scientits) del 2022:

1) Rusia: 5.449
2) Estados Unidos: 5.227
3) China: 600
4) Francia: 290
5) Reino Unido: 225
6) India: 180
7) Pakistán: 170
8) Israel: 90
9) Corea del Norte: 50

En el área europea, las cabezas nucleares americanas se distribuyen así:

Italia: 35
Turquía: 20
Bélgica: 15
Alemania: 15
Holanda: 15
Total: 100

A fines de 2024, Estados Unidos completó el despliegue de 100 cabezas nucleares B61-12 flamantes en cinco bases de la OTAN en Europa: Kleine Brogel (Bélgica), Büchel (Alemania), Volkel (Países Bajos), Aviano y Ghedi (Italia). Estos artefactos funcionan con el esquema de “doble llave”, o sea autorización conjunta de Estados Unidos y el país receptor, la potencia unitaria es de 50 kilotones, más de tres veces que la de Hiroshima.

La llegada de Trump ha creado incertidumbre en la cadena de mandos europeos. Macron ha ofrecido su paraguas nuclear; su propuesta extrema ha encontrado respuesta positiva de parte de Alemania, Polonia y otros países. Pero Merz aclara que la disuasión francesa debe acompañar el arsenal americano y no sustituirlo.

¿Es posible confiar una estrategia de defensa al arsenal francés?

La prensa ofrece comentarios de los semi-reservados foros de debate entre militares. Habla un coronel del ejército italiano: “Trump no es de confianza, pero tampoco Francia. No recuerdo ninguna negociación en el ámbito europeo en la que Francia haya renunciado a sus intereses nacionales en nombre del bien común”.

Otra opinión se inclina por inversiones en armas y fuerzas convencionales, crear un ejército capaz de desalentar eventuales agresiones: “El arma atómica es impracticable y ha quedado demostrado en Ucrania, donde Rusia, después de repetidas amenazas con artefactos nucleares, sigue allí empantanada”.

 

 

Negociaciones

La estrella de Zelensky puede apagarse en cualquier momento; Steve Witkoff, enviado de Trump, sostiene que el ucraniano “ha digerido la idea de que Ucrania no entrará nunca en la OTAN”. Mientras tanto, la publicación Politico ha filtrado los contactos bajo cuerda del mismo Witkoff, del periodista Tucker Carlson y de uno de los hijos de Trump con Yulia Tymoshenko y con funcionarios cercanos a Petro Poroshenko. No es una novedad, Estados Unidos considera a Zelensky una pieza sacrificable. 

Un personaje clave para reemplazarlo sería el general Valery Zaluzhny, embajador en Londres, exiliado de lujo por desacuerdos con Zelensky; cuenta con el favor de Trump y la simpatía de los ucranianos, pero ¿Zaluzhny sería un sujeto maleable para el futuro estatus de Ucrania?

En el lado ruso, Putin no tiene ninguna prisa para cerrar un acuerdo y lo manifiesta aún con pequeños gestos. Hace dos semanas, Steve Witkoff tenía una cita con Putin. Antes de encontrarlo, pasó por una amansadora de diez horas porque el Presidente estaba reunido con Lukashenko, aliado estrecho de Rusia, que ha dotado Bielorrusia de armas nucleares con el sistema “doble llave”. A continuación, Putin y Lukashenko se presentaron en una conferencia de prensa y solo después Putin se reunió con Wittkoff; el encuentro terminó a la 1.30 de la madrugada.

Estaba prevista una llamada telefónica con entre Putin y Trump que al final no se realizó; Putin estaba conectado en videoconferencia con Nicolás Maduro; en esta anunciaron que el tratado de cooperación estratégica estaba listo para la firma. Además, Maduro recibió la invitación para los festejos del 80º aniversario de la derrota del nazismo que se realizarán en Moscú el 9 de mayo próximo.

Estas pequeñas mortificaciones no han mellado la confianza de Estados Unidos. Witkoff ha manifestado que considera a Putin una buena persona, inteligente y sincera; Trump necesita de los rusos porque quiere que el tratado de paz se realice; el Presidente y su equipo tendrán que armarse de paciencia. Rusia, después de haber sido degradada a “potencia regional” por Barack Obama, ha regresado.

En tanto, Welt am Sonntag, la edición dominical del diario alemán Die Welt, revela que diplomáticos chinos en Bruselas están tanteando el terreno para saber si la participación de Pekín en una potencial misión de paz sería aceptada. Lo habíamos anticipado en El Cohete el 16 de marzo y los movimientos parecen confirmarlo.

La prensa italiana hostil a las negociaciones de Riad inmediatamente ha incluido a China en el grupo de voluntariosos, cosa improbable; sus cuerpos militares solamente se mueven bajo la bandera de la ONU, meterse en el avispero europeo sería un paso en falso.

 

 

Colateral

En el vocabulario de la Unión Europea, las palabras diplomacia y neutralidad han sido canceladas por otras dos: armas y energía.

Mientras prosigue la mesa de Riad, se desarrolla una negociación colateral y secreta, pero que al mismo tiempo forma parte del paquete “paz en Ucrania”. Lo ha revelado en exclusiva la revista alemana Bild en el artículo “Trump arbeitet heimlich am comeback von Nord Stream 2” del 2 de marzo.

La Casa Blanca habría delegado en Richard Grennell, persona de extrema confianza de Trump, la negociación para adquirir el gasoducto Nord Stream 2, dañado por un sabotaje en el otoño de 2022.

Grennell, consejero de Trump, ex embajador en Alemania, habría visitado varias veces la sede central de la sociedad Nord Stream AG en el cantón suizo de Zugo.

La iniciativa es comprar a precio de liquidación el gasoducto de parte de empresarios americanos, el Financial Times ha revelado detalles de algunos protagonistas de las negociaciones.

Por la parte rusa, el delegado sería el CEO de Nord Stream AG, Matthias Warnig, ex oficial de la STASI, amigo de Putin. Warnig en su currículo ostenta una pasada presidencia del Dresdner Bank ZAO, subsidiaria rusa del Dresdner Bank, actualmente forma parte del consejo de administración del Banco Rossiya, considerado “el portafolio de Putin”.

La iniciativa que impulsa el mismo Warnig apunta a incrementar los vínculos de Rusia con Estados Unidos, tanto económicos como políticos.

Según el Wall Street Journal, Stephen P. Lynch, un hombre de negocios de Florida, financiador de la campaña de Trump, habría manifestado su interés para dar a Washington “una oportunidad única para el control americano y europeo de la provisión energética en el viejo continente hasta el final de la era del combustible fósil”.

Lynch tiene una experiencia de 20 años de actividades con Moscú y conoce bien el ambiente, uno de sus aciertos fue su participación en la venta a la baja de los activos de Yukos, la compañía energética del oligarca ruso Mikhail Khodorkovsky. En agosto 2007, Lynch, asesorado por el banco de Warnig, se adjudicó en subasta el 100% de Yukos Finance, subsidiaria de Yukos Oil Company.

La negociación Nord Stream parece un encuentro de viejos amigos.

Estas revelaciones han sido desmentidas por las dos partes, incluyendo a Dimitri Peskov, portavoz del gobierno ruso, comprensible por la importancia y la delicadeza de la negociación.

El acuerdo Nord Stream podría ser otro elemento para garantizar estabilidad en la Europa oriental, en tanto la dirigencia europea no toca pelota.

En el rubro armas serpentea un rumor inquietante respecto al avión de combate F35.

El F35, en dotación a varios países europeos, es fabricado por Lockheed Martin y fue siempre un aparato discutido por costos y problemas.

Estados Unidos mantiene el control del software, la logística, el mantenimiento y hasta la posibilidad de limitar el uso operativo, así lo ha subrayado Christophe Gomart, ex jefe de la inteligencia militar francesa y hoy euro diputado del Partido Popular Europeo.

Gomart sostiene que “si Estados Unidos ataca Groenlandia, ningún país europeo podría hacer despegar sus F35 para defenderla porque estos jets disponen de un sistema de bloqueo que impide el despegue si el plano de vuelo no ha sido aprobado por el Pentágono”.

Gomart también relata que en 2014 Egipto compró el jet de combate Rafale a Francia después que Estados Unidos  negó la autorización a los F-16 de Egipto de efectuar ataques en Libia.

Los rumores se alimentan también de declaraciones como la de Sir Ben Wallace, ex ministro de Defensa británico, si fuera todavía ministro solicitaría "una evaluación de nuestra independencia y vulnerabilidad entre nuestros socios internacionales, comprendiendo Estados Unidos". 

El debate se arrastra desde las discusiones parlamentarias en ocasión de la adquisición de los F35, Germano Dottori, asesor en defensa y favorable a la adquisición, escribió en Facebook: “Se dieron cuenta de que el F35 puede ser bloqueado a control remoto si es usado para fines no compartidos con Estados Unidos, con la excepción de los israelíes F35I o Adir”.

Dottori considera que son los mejores en plaza, como también el F35B destinado a los portaaviones Cavour y Trieste de la marina italiana. Explica que fue concebido como un sistema de sistemas; la eficacia depende de su integración en una arquitectura info-operativa americana, el avión no ha desilusionado en cuanto a prestaciones.

Claramente, las versiones sobre la existencia de un kill switch (interruptor) se han disparado y en torno se desarrolla un debate paralelo sobre soberanía, independencia y autonomía tecnológica.

Una respuesta podría ser el GCAP (Global Combat Air Programme), proyecto de desarrollo multinacional de un caza de sexta generación stealth que combina el proyecto anglo-italiano Tempest y el proyecto japonés FX de la Mitsubishi. En la página web de Leonardo, la empresa italiana líder en armamentos que participa en el Gcap, se menciona la soberanía tecnológica como uno de los fines del proyecto.

Sbilanciamoci, asociación italiana de economistas neo-keynesianos, nos recuerda las necesidades primarias de Italia en relación con el costo de un F35, calculado en 130 millones de euros. Con esa cifra se podrían conseguir:

387 jardines de infantes que servirían a 11.610 familias, creando  aproximadamente 3.500 puestos de trabajo.

O construir 21 trenes de cercanías con 12.600 asientos, para quienes cada día se trasladan a su trabajo.

O promover 32.500 becas para estudiantes.

O desarrollar 17.200 coberturas para trabajadores precarios.

 

 

 

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