Es el estudiante en la Escuela de Bellas Artes y el diseñador y bocetista de El Expreso Imaginario. Es el hippie de los '60 y a los besos y en pelotas interpretando Hair. Es el hijo y nieto de un matrimonio de músicos y cantantes líricos. Es el creador de cientos de temas musicales. Es el estratega del placer, porque en los '80 tuvo un boliche llamado El goce pagano. Es el amante de sus guitarras a las que identifica por nombre y es el compañero de Gabriela, una mujer que fue sus ojos por más de 20 años. Es el actor de cine, teatro, televisión y radio que estudió clown, bufón, comedia del arte y melodrama con la maestra Cristina Moreira. Es Peter Cascada, es Casto, es Sonia Braguetti y es el cronista de los deportes imposibles en radio.
Es el escritor del libro TémperaMental (aparecido en el 2005) y del no sé hasta cuando inédito Humano Cero Humano. Es Fontova y sus sobrinos, Fontovarios y Cristobalito. Es el que estuvo en cuanto acto solidario había que estar. Es el que cayó rendido ante Néstor y Cristina.
Cuentero
Tenía un modo único de contar. Siempre me fascinó esta anécdota que, salida de su intencionada voz y de su picardía cobraba más sentido. Como hablaba muy bien inglés alguien le preguntó si había trabajado en los Estados Unidos. “Laburé un par de noches en un café emblemático de Nueva York, muy conocido, llamado Blue Note. Entonces, un amigo de allá, me dice: ‘Negro, mañana se hace un cocktail en New Jersey, en un lugar muy paquete. Hay un poco de tarasca, así que vení, te tocás una zamba, una chacarera y listo ‘. Al día siguiente llegué, era una mansión increíble. Un lujo de la c..., estaban todos los gringos, cada uno con su copa de Martini con una aceituna. Imaginate, no había un Fernet, no salía una birra ni por casualidad. De repente vi que, en el fondo, sentado, estaba el juez Griesa. Y se me prendió la lamparita. Lo miraba fijo a este Quasimodo hdp. Cuando me tocó cantar hice un tema en inglés que solo a los pocos argentinos que estábamos ahí su melodía nos sonó familiar. Y, al final, la rematé en español: Vengo bancando este proyecto/ proyecto nacional y popular/te juro que en los malos momentos/ los pibes siempre vamos a estar…/Porque Néstor no se fue/ lo llevo en el corazón/con la jefa/los soldados de Perón.
Negro, guitarrero y cantor
El autor de tantos temas que hicieron bailar y les dieron letra a muchas hinchadas de fútbol, anduvo por todos los géneros y la pegó con músicas sencillas y directas que daban ganas de acompañar y cantar. Fue un indiscutido cultor de la doble intención: El habano de Titarelli, Romance de Rosita o El dibujante japonés: Ay lo vea don José/Ay lo vea doña Inés/ el no sabe dibujar/ si no es con lápiz japonés. Y por supuesto su indiscutido hit Los hermanos Pinzones (Colón, Colón /y su hijo Cristobalito). Interpretó baladas (La pradera), románticas (Vírgen del Carmen, el notable himno de amor La rubia singular), tuvo facilidad para crear títulos sobre dichos populares (Están más locos que una cabra, Más clarito echale agua, Aprieten los cantos). Se atrevió al humor negro con Milonga para Barreda (El dentista se voló/ silbando bajo a Beethoven/ nueve tiros les clavó/ de la vieja a la más joven). No eludió la protesta de carácter político: su diatriba a un hombre del país del norte. Escribió, dedicado al presidente George Bush: Jorge W, la puta que te parió/falta que pagues por tanto dolor/Jorge W no sé si te dijo Dios/lo que te espera es peor que vos.
No es posible ignorar el alto vuelo poético de Que si, que no: Las cosas están cambiando/murió la televisión/ los Jumbo van por el agua/ los diarios hablan de amor; La muerte ya no trabaja/ hay quien ya cumplió un millón/ Mauro Viale enseña danzas/ y el Turco vive en Japón./ El subte tiene jacuzzi/Susy es nombre de varón/un ídolo gay es Bussi/y un ángel es un botón./ Los yanquis hablan en quichua/Pinochet nunca nació/ los indios van al barmitzva/ y hola significa adiós.
En su momento muchos interpretaron que el tema Me tenés podrido fue un mensaje a los militares: Me tenés podrido, no te banco más/ Por qué no te vas/ya no quiero verte más. /No me quieras asustar/por qué no te vas de acá. /Yo soy uno más, yo soy uno más/de los que quieren cantar, de los que quieren bailar, de los que quieren gozar/de esta vida en paz.
Su tema festivo más celebrado es Me siento bien. Chispeante, ocurrente dice: Me siento bien, me siento bien/a pesar de todo me siento bien. /Yo soy un negrito/hecho en la Argentina/ yo llevo en la sangre/ mate y peperina. /Siempre me dijeron/que hay que hacer platita/pero en este agujero/junto moneditas.
Con Gabriela Martínez Campos firmó varios temas: Arrojo, Vivo moviendo el vientre y Moi je suis la lagagne.
El escritor
En el 2005, publicó su primer y, hasta hoy único libro, aunque se sabe que dejó listo su segundo opus, al que quiso titular Humano Cero Humano. En Témpera Mental Fontova reunió aforismos como Jesús, él solo, armó un desastre en un mercado. Hay que animarse; Apurémonos a conseguirlo: el aire se está por vender; Cuanto más cantemos en la calle, mejor; Cada forma de orinar tiene un estilo. Y lleva una firma; La pregunta exacta sería: ¿Qué hora va a ser cuando me digas que hora es?; Se conocen muchas Dolores y Soledad. Ninguna Placeres o Compañía; Los aparatos y los remedios vienen con instrucciones y prospecto. El ingreso a este mundo no. En el capítulo Misceláneas para leer en voz alta se descubren: Recientemente, la ultraderecha católica de Moscú sugirió eliminar de los registros el nombre “Serguei”, por considerarlo de tendencia homosexual; No habla muy bien de nuestra oftalmología que un instituto supuestamente idóneo en la materia se llame Centro Privado de Ojos; Estos son los integrantes de la flamante banda liderada por John McLaughlin: Larry Cotta, Pete Zero, Kelly Mados, Tony Ficcante, Paul Vorones, Al Morranas, Kevin Chuca, Tim Panitto, Milton Guitos, Paul Ainas y el uruguayo Teddy Maza. Muchos de estos personajes imaginarios, creados a partir de juegos de palabras, se filtraban en sus recitales entre canción y canción. El libro se completa con 19 crónicas y 42 cuentos cortos. Uno de ellos, titulado Orgulloso, tiene una sorprendente actualidad.
Va un fragmento: “Hoy es mi cumpleaños, 30 de octubre de 2098, y no puedo más que seguir trabajando aquí, en el Laboratorio de Análisis Clínicos. Poner gotitas de sangre en una plaqueta por millonésima vez y examinarlas no marea tanto como lo que se escucha en mi pequeña radio, y no hablo de la música que suena en este momento porque es Reacción Mantoux, uno de mis grupos preferidos, sino de las noticias. La de último momento fue que se confirmaba que la Reina del Mundo estaba también infectada. El esperado fin ya parece tener olor a que no se salva nadie. Para mis adentros se mezclan un poco orgullo patriótico y misericordia. El virus está arrasando con todo lo que queda. ¡Pensar que el desaparecido HIV fue tan alarmante! Pero no era como éste: eeste es indomable”.
Témpera Mental está impreso en blanco y negro, pero de su lectura, surgen a borbotones los colores, dice la contratapa de este libro publicado hace quince años, hoy solo conseguible en librerías de viejo o en plataformas de compra como Mercado Libre, en donde aparecen ofertas de ejemplares desde 150 pesos en Capital Federal a 800 pesos en alguna plaza de provincia.
El último encuentro
Fue tantas cosas distintas, pero nunca dejó de ser un artista independiente. Se liberó de productores y de grandes empresas discográficas y confió en él y en Gabriela Martínez Campos y tomó riesgos que, con frecuencia, lo dejaban lejos de una solución económica. En los últimos años –digamos unos diez— se presentaba solo, con un escenario que le armaba Gaby con tres clases de recitales. El color de mi tierra, con una clara línea folklórica, temas del Chango Rodríguez, Jaime Dávalos y Eduardo Falú, Buenaventura Luna; propios como la bella chacarera Tierra generosa; otro compuesto por un repertorio de contundentes tangos y milongas y uno más, con elementos de la trova internacional al que tituló El affaire Luciana (Amores y desventuras con mucamas de distintos orígenes en París). En mayo de 2018, en un espacio que había adoptado para siempre, el del Club Atlético Fernández Fierro, en el barrio del Abasto, estrenó un show nuevo al que llamó Variaciones Nigger y en el que juntaba materiales de los otros tres. Allí lo vi, artísticamente por última vez.
Un poco antes de la presentación, el sábado 28 de abril, estuvo invitado en mi programa de radio. Llegó con Gaby y con una de sus guitarras, llamada La Morenita. Era un formidable invitado, de esos sumadores del primero al último minuto. Lo que se reproduce a continuación son, apenas, algunas muestras.
—¿Por qué Nigger?
—Porque sí, como todo lo que hago, por ganas. ¿Te cuento una cosa? Los del Fernández Fierro quisieron publicar un aviso pago en Facebook promocionando el recital, pero se lo rechazaron porque la palabra 'nigger' no les pareció políticamente correcta.
—¿Cómo estás viviendo el actual momento político?
—Vivimos tiempos muy aciagos. Yo me ubico a un lado de la bendita grieta. Ves, le digo bendita, no reniego de ella porque de este lado nos juntamos mucha gente de la cultura. Estos demonios advenedizos que nos gobiernan le están haciendo mucho daño a la cultura. Pero resistiremos.
Antes de interpretar su primer tema llamado Canción esdrújula (Fábulas, cábalas, fórmulas, números/pánicos, júbilos, zánganos, bálsamos) contó dos cosas. Que en otros tiempos fue empleado de importantes sellos discográficos, que siempre le terminaban imponiendo condiciones. Hasta que un día decidió que, en adelante, nadie más decidiría por él. Y también reveló que, cada noche, antes de dormir, mima a sus instrumentos musicales. “Ellos laburan conmigo, tienen todo mi amor. Eso me lo enseñó un músico santiagueño, el Duende Garnica que me dijo,’ Son tuyos, cuidalos, dales bola, tocalos, besalos. Yo les hago el amor’.
Entre pregunta y pregunta se permitía esa clase de chistes ingenuos pero efectivos: ‘¿Sabés cuál es el himno de los locutores de radio? Para el ISER’, o ‘¿Sabés quién es la actriz más infecciosa de la farándula?: Thelma Biral’. Arrancaba con una parodia de un tema popular: Que se mueran los CEOS e, igual que si estuviera en el Fernández Fierro, invitaba a visitar su blog llamado Comando Amelia Vence. También recordó a otro Negro favorito de la cultura popular, Roberto Fontanarrosa: “Fuimos bastante amigos. Nos escribíamos por Internet y él, en el asunto de los mails ponía Inter negros. Y terminaba con la frase Hasta la victoria, a veces”.
—Negro, ¿de quién de tus familiares heredaste el humor?
—De mi vieja, una importante concertista de piano y una gran demente. Creo que es el personaje más loco que conocí. Su locura me convenció sobre cosas increíbles. ¿Sabés que el humor salva?
—Pero leí que decías que al humor nadie se lo toma en serio…
—Trato de que todo me haga reír. Intento rodearme de cuestiones vaso dilatadoras que es lo que la risa provoca y en lo posible, ignorar todo lo vaso constrictor que nos propone el sistema político que nos rodea.
El programa terminó con una de esas chacareras encendedoras de corazones. El Negro cantó La verdadera cuya letra dice: Nos matan, siempre nos matan/ nos tiran con lo que tienen/nos venden unos fueguitos/pa que no piensen los nenes/pero queda el guitarrero/pa que canten los que quieran. / Venimos siendo los pobres/ los subdesarrollados/ pero basta de colonia/ahora estamos cansados/antes de los piratas/éramos civilizados.
La agradecí mucho al guitarrero porque el programa terminó con un inolvidable momento radial. Gaby, su esposa y la coreógrafa Laura Falcoff, también invitada, bailaron la chacarera en el estudio.
En septiembre de 2019 quise volver a invitarlo. Pero no los encontré ni al Negro ni a su exclusiva agente de prensa. A partir de allí, con otros amigos tratamos de saber algo, pero parecía que el Negro se había esfumado. En eso también deja enseñanzas. Vivió su enfermedad para adentro y durante un año muy pocos estuvieron al tanto de lo que le pasaba. Por todo esto lo reconocemos. Por muchas cosas más, en especial por la obra que deja, será imposible olvidarlo.
Fin
Si acaso creyera que existe la vida después de la muerte, hoy estoy tentado de desear que ojalá allá arriba el Negro se encuentre rápido con Guinzburg, con Fontanarrosa, con Rabinovich a quien reemplazó en Les Luthiers en 1995, con Mundstock, otro genio del humor con obra valiosa que también nos dejó esta semana y con Néstor Kirchner que un día lo hizo sentar en el principal sillón de la Casa Rosada haciendo realidad, por un rato, lo que el Negro compuso irónicamente en 1988: Se siente, se siente, Fontova Presidente.
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