Flotando

No habrá planta de gas natural licuado en Río Negro

 

El 31 de julio de 2024, YPF y la estatal malaya Petronas informaron oficialmente la decisión de que el proyecto de planta de gas natural licuado (GNL) se instalaría en el puerto de Punta Colorada de la localidad de Sierra Grande, Río Negro, y no en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, como se venía considerando. Pero, así como no existe para el gobierno de Milei devaluación, sino flotación, aquella idea plasmada en un comunicado de construir una planta quedó descartada. El CEO y presidente de YPF, Horacio Marín, informó que usarán barcos-fábrica. Flotar sin estrategia energética es la nueva propuesta.

En aquel comunicado de 2024 señalaban las razones por las que se decidía que la locación fuera Río Negro: “La zona de Sierra Grande aparece como mejor opción por la menor longitud de los gasoductos necesarios para transportar el gas natural desde Vaca Muerta; la existencia de una mayor profundidad marítima que disminuye la necesidad de dragar para lograr el calado para la operación de los buques previstos; la amplia disponibilidad de terrenos y las bajas interferencias con otras actividades sociales y económicas, y la posibilidad de contar con una operación portuaria dedicada y la sinergia con el desarrollo de infraestructura local con el proyecto del Oleoducto Vaca Muerta Sur”.

Pero todo cambió, porque lo que interesa es la inmediatez y no la estrategia. Así lo reveló Horacio Marín al diario de Río Negro, donde dijo que no habría planta onshore (en tierra). De acuerdo a lo expresado por el CEO de YPF, el plan para el gas natural licuado, que son preacuerdos ya firmados de YPF con otras empresas, tiene tres etapas. La primera es montar un barco factoría al sur de Las Grutas (Río Negro) y otro en 2028. La segunda es con Shell y consistiría en transportar el gas hasta Punta Colorada y licuarlo en buques anclados. La tercera supone el arribo de otro buque licuefactor hacia 2028.

 

Construcción de una planta, ¡afuera!

 

Horacio Marín elogió los barcos-fábrica porque hacen todo más “rentable y posible”. Para el CEO y presidente de YPF —hombre clave de Paolo Rocca en el gobierno de Milei—,  comparado con los tiempos de construcción de una planta terrestre, “es beneficioso por la rapidez, y son todos llave en mano, en donde vos sabés exactamente lo que te va a costar”. Así, Marín, como hombre del mercado y los negocios empresariales, pierde de vista la visión estratégica que alguna vez se tuvo. Se pensaba que la construcción de una planta de GNL permitiría al país no solo crear una industria que genere desarrollo y empleo, sino también tener soberanía sobre sus recursos en momentos donde el Estado importaba.

La pregunta que no le hicieron al Presidente de YPF es qué es más beneficioso en términos de producción y soberanía para el país: ¿construir una planta de gas natural licuado o la contratación de los floating storage and regasification unit (unidad flotante de almacenamiento y regasificación)? Con la decisión adoptada, está claro que no se opta por la soberanía energética. Una planta de GNL propia implica proporcionar mayor control de la distribución de gas natural, más allá de que requeriría una inversión significativa. Aunque se pensaba que con el aprobado y celebrado Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) todo se solucionaría y habría una lluvia de inversiones, nada de eso ha sucedido. Ahora parece que las políticas libertarias de incertidumbre y especulación financiera ahuyentan las inversiones productivas que no convienen.

La construcción de una planta de GNL no solamente es de gran importancia estratégica por los puestos de trabajo que generaría, sino porque permitiría al país contar con almacenamiento para su uso posterior, lo que ayudaría a estabilizar el suministro energético. Claro que Horacio Marín, cuando piensa en la contratación de barcos-fábrica, lo hace pensando, como hombre del mercado que es, en la flexibilidad y rapidez que esto genera, así como la menor inversión inicial y el menor riesgo que ocasiona. 

Volvemos a ser colonia y por eso adquiere importancia la inmediatez de la política extractivista que se aplica. Eso vino a sellar el nuevo acuerdo con el FMI, que ayudará para actuar cogobernando y haciendo que el país tenga  dólares con qué pagar la nueva deuda que se fumará la dupla Caputo-Milei para sostener su gobierno, mientras aplica para los argentinos el más brutal de los ajustes, la destrucción del Estado se concreta y los recursos naturales y estratégicos se entregan.

En la letra de “El embudo”, que escribió Marcelo Berbel y que fue conocida cuando la musicalizó León Gieco, en su último párrafo dice: “No hablemos de agua pesada, regalías minerales, nada viene, todo sale, estrujando la ordeñada. La cuestión está estudiada para dejarnos de luto; usando cualquier conducto, se llevan hasta la tierra, si nuestro sudor sirviera, ya habría algún sudoructo”. Ahora no existe ninguna cuestión estudiada, porque cuentan con un león rendido a sus pies, dispuesto a la entrega que haga falta.

En septiembre de 2022, Cristina Fernández de Kirchner, reunida con directivos de YPF y Petronas, celebraba la idea de que el proyecto Argentina GNL modificaría la matriz energética de nuestro país. Decía que la propuesta tendría “impacto directo en la economía nacional, aumentando las exportaciones, generando divisas, puestos de trabajo y el desarrollo de nuevas industrias”. Todo eso quedó en el camino, primero con un anuncio de cambio de locación y luego con la confesión de que no habrá planta, sino unidades flotantes de almacenamiento y regasificación para ese fin.

 

 

 

 

 

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