Festejar la derrota
El gobierno celebra datos sobre la actividad económica tan alarmantes como los del empleo
El Presidente Javier Milei cerró febrero repitiendo en redes sociales el entusiasmo estadístico que su ministra de Capital Humano paseó por Arabia a fines de enero. Ante la Conferencia Mundial del Mercado Laboral, Sandra Pettovello había celebrado datos aislados sobre el empleo registrado que, a poco de ser analizados, convocan más a la alarma que al festejo. Como reseñó El Cohete, omitió incluirlos en series históricas y analizarlos por rubro, lo que hubiera revelado fuertes caídas y un sombrío panorama.
Por su parte, Milei se congratuló por los últimos resultados en materia de actividad económica. De acuerdo al INDEC, el estimador arrojó en diciembre un crecimiento de algo más de 5 puntos. La celebración se volvió coral cuando se sumaron sus ministros del área económica, Luis Caputo y Federico Sturzenegger.
EL DATO...!!!
Habiendo hecho el ajuste fiscal más grande de la historia y mientras que todo hacía esperar que con un ajuste de la mitad el PIB cayera un 15%, el EMAE s.a. (proxy PIB mensual) entre diciembre 2024 y 2023 creció 4,8%.@LuisCaputoAR el más grande por lejos.CIAO! https://t.co/GXQ8BMKd3b
— Javier Milei (@JMilei) February 25, 2025
Las argucias de Pettovello y Milei esconden detrás datos que las desmienten y se complementan entre sí para explicar un escenario distante de cualquier celebración realista.
Milei vs. Milei
Lo haya tuiteado como Presidente o como economista, el festejo de Milei obvió el voluminoso conjunto de resultados negativos detrás del complaciente mascarón de proa y algunos datos que relativizan que el éxito mensual sea tan resonante.
Un primer aspecto lo acerca la variable temporal. El porcentual del INDEC ilustra una medición interanual, con lo que el de diciembre de 2024 inauguró la comparación de la economía libertaria con otro periodo de su propio gobierno: los primeros 21 días, abiertos con la devaluación que empujó a un gran salto de la inflación.
Del mismo modo en que aplaude una merma en la velocidad inflacionaria que previamente aceleró con el combustible devaluatorio, el discurso económico oficial festeja ahora una recuperación interanual que ya no se compara con el periodo presidencial de Alberto Fernández, sino con el propio.
Sólo en mayo y en noviembre el estimador mensual de actividad económica mostró una variación positiva respecto de los mismos meses del último año de gobierno de Fernández. Si lo que se observa es el acumulado del año para cada mes, todos los cortes son negativos.
De ese modo, el primer cuarto del mandato de Milei empeoró el último de Fernández, cuyos mensuales negativos en sectores clave ayudan a entender la derrota electoral de su ministro de Economía ante el postulante al Nobel. Para cuando se produjo el balotaje, la industria acumulaba seis meses consecutivos de caídas interanuales, el comercio y la construcción oscilaban en la irregularidad y la sequía impactaba en la producción del agro. Quedará por ver cómo se reflejan en las urnas los negativos inaugurales de la era libertaria.
Variaciones en rojo
Dos de los tres sectores que completaron un año íntegro de crecimiento interanual bajo el gobierno libertario no hicieron más que continuar largas series positivas: la minería lo inició en abril de 2021 y la enseñanza, un mes antes. El tercero es el agro ganadero, afectado en 2023 por una prolongada sequía.
Como contrapartida, los sectores que mayores retrocesos apuntaron en el último año fueron
- la construcción, cuya caída lleva ya trece meses consecutivos, cuando tras la emergencia pandémica había crecido en 32 de los 35 previos al recambio presidencial;
- la industria manufacturera, que siempre perdió en la comparación Milei-Fernández, aun cuando bajo el gobierno anterior acumulaba ya siete meses en baja respecto de 2022;
- el comercio, donde ocurrió lo mismo en porcentuales apenas más tenues, compatibles con la caída del consumo; y
- hotelería y gastronomía, que venían de variaciones positivas desde abril de 2021 y en el último año sólo tuvieron respiro en sus retrocesos mensuales durante el trimestre invernal.
Incluso la intermediación financiera plasmó contracciones en la mayor parte del gobierno libertario, siempre en relación a las ya negativas variaciones interanuales del último cuarto de la presidencia de Fernández. Recién en la segunda mitad del año, cuando el ciclismo especulativo comenzó a mostrarse sostenible y se lanzó el blanqueo de capitales, el sector inició su recuperación.
No fue el único rubro que se resistió a corresponder las serenatas oficiales. El inmobiliario cayó en los primeros diez meses de Milei, pese a la derogación de la Ley de Alquileres, que en teoría lo haría crecer.
Efecto derrame (tóxico)
La contracción en cada sector de actividad se corresponde con los resultados que la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social extrae de las declaraciones juradas patronales, configurando el más amplio acervo de datos del país en la materia.
Los recogidos hasta noviembre no corroboraban el discurso libertario. Por efecto de la voraz motosierra, el empleo público había retrocedido 1,5% en la variación interanual. Pero el privado, presuntamente favorecido por las políticas oficiales, perdió más aún: su caída fue del 1,9% y a ella contribuyeron en mayor medida tres de los rubros más afectados por la debacle de la actividad económica:
- la construcción, que se desplomó 15,3%;
- hotelería y gastronomía, con un retroceso de 2,8%; y
- la industria manufacturera, cuyo derrumbe fue de 2,1%.
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Con el próximo informe oficial sobre el empleo, al igual que sucedió con el de actividad económica del INDEC, el gobierno de Milei pasará a compararse consigo mismo.
Tamaño daño
Los datos más recientes de la actividad parecen mostrar una economía argentina cada vez más atada a la suerte de los rubros extractivistas y exportadores, favorecidos por el gobierno de Milei, que además afianza ese modelo dependiente con decisiones como la de permitir la exportación de animales en pie para faena. El objetivo es la caza y pesca de dólares, que esos actores acercan en cuentagotas y sólo cuando obtienen enormes beneficios.
Tales rubros nunca han sido grandes dadores de empleo, por lo que es lógico que su repunte no se refleje en los índices de ocupación. El último Censo Nacional Económico, de 2020 y 2021, ofrece datos para cuantificar el número de empresas y la participación de cada rama de la actividad económica en el empleo. Inexplicablemente, los resultados de ese Censo son aún provisorios. Tal vez los definitivos se conozcan cuando lo que narren ya haya sido destruido.
Dos de los más perjudicados al cabo de un año de gobierno libertario, la construcción y la industria, sumaban al ser censadas una participación de 25,8% en el total de empleo asociado a las actividades económicas. El comercio aportaba 22,7%. En cambio, la minería y el agro apenas llegaban al 8,1% y la intermediación financiera alcanzaba 4,2%.
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Ni las empresas vinculadas a la especulación ni las actividades exportadoras o extractivistas se destacan por sus niveles de inversión en investigación y desarrollo, ítem que lidera la industria: 11,6% del total del sector encara ese tipo de tareas, mientras que en la minería lo hace el 9,5% y en el agro, apenas el 3,1%.
Por tercera vez en medio siglo, el país empieza a comprobar los efectos de un programa económico de endeudamiento, fuga, caída del empleo y aumento de la pobreza. Como en las anteriores ocasiones, los más preocupantes retrocesos son celebrados como victorias. Es posible que lo sean, para unos pocos.
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