Nuestro territorio es muy vasto y diverso en sus expresiones culturales, económicas, sociales, políticas. Dentro de cada provincia y de cada localidad conviven diferentes realidades cruzadas por múltiples desigualdades y también por la riqueza de los aportes de la diversidad de formas de encuentro y de organización. El feminismo popular es un entramado que emerge de esa realidad.
Quizás cuando se piensa el feminismo de estas últimas décadas la imagen primera es una gran movilización en una gran ciudad pintada casi por completo de verde y violeta, con muchos destellos de arco iris. Muchas jóvenes con las caras y los cuerpos bañados con glitter y emoción. Y esa imagen es potente y reveladora del momento histórico que vivimos. Varios años de un movimiento que hermana en las calles a jóvenes de 13 con jóvenes de 90 pidiendo, exigiendo políticas públicas para terminar con el patriarcado como sistema de opresión.
Pero el feminismo es mucho más que esa imagen multitudinaria de encuentro maravilloso. El feminismo se crea y recrea cada día en cientos de miles de actos cotidianos ejercidos por mujeres, lesbianas, travestis, trans de todos los colores, de todos los tamaños, de todas las identidades, a veces de a muchas, a veces siendo muy pocas, incluso en soledad.
En nuestro vasto, desigual y diverso territorio, existe una red muchas veces invisible, que permite detectar y acompañar situaciones de violencia de género y de vulneración de derechos y promueve los derechos y soberanía de las mujeres y LGBTI+.
Se trata de organizaciones barriales, villeras, LGBTI+, afro, que trabajan por los derechos de personas con discapacidad, rurales, indígenas, sindicales, deportivas, estudiantiles. También de personas que de manera individual abrazan al feminismo y participan de encuentros, talleres y aprendizajes colectivos.
Si bien esta red no es nueva en nuestro país (es una red que fue dando curso y apuntalando las grandes transformaciones que vivimos en materia de políticas públicas en las últimas décadas), se ha ido fortaleciendo y sus principales protagonistas cuentan con formación feminista que recibieron de universidades, colegios, municipios, gobiernos provinciales, distintos ministerios nacionales y otras instituciones.
Este es un tiempo donde, ante la clara decisión política del Gobierno nacional de colocar la perspectiva de género en el centro de las políticas públicas, el reconocimiento y fortalecimiento de esa red se hace imprescindible, como también se vuelve importante ampliar el espectro desde el que pensamos a mujeres y LGBTI+. Es muy importante pensar las interseccionalidades como los cruces de las vulneraciones de derechos atravesadas por clase, género, discapacidad, etnia, edad. Pero también es importante tomar esas interseccionalidades como una potencialidad, como una manera de nutrir las políticas públicas.
Perdemos mucho como sociedad si no incorpora la visión travesti y trans o la visión de las mujeres rurales, de las jóvenes que viven en las pequeñas localidades y discuten de implementación de educación sexual integral, de las que todos los días batallan contra barreras impuestas en la sociedad porque viven con alguna discapacidad.
Se pierde mucho si no se incorpora la visión de las que cuidan en los barrios populares creando comedores comunitarios y sosteniendo a su comunidad en esta crisis sanitaria y económica a la que nos llevó la pandemia, de las trabajadoras de la economía popular, de las organizadas en sindicatos que discuten y batallan la igualdad en el mundo del trabajo.
Los diferentes aportes enriquecen al movimiento feminista y al propio Estado. La posibilidad de construir políticas públicas duraderas está relacionada a cuánto logran transformar las vidas cotidianas de las personas. Los feminismos populares traen aperturas y soluciones que hermanan, que crean lazos que sostienen y transforman las relaciones.
Es entonces en esa participación comunitaria, territorial, federal y diversa donde el Estado debe desplegar su potencia multiplicadora y promotora de derechos. Es a esa red a la que debe abrazar y potenciar para la consolidación de un modelo de país que promueva la justicia y la igualdad par todas, todes y todos.
* La autora es Secretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
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