En el hemisferio sur, el feminismo populista se enfrenta a los modelos de exclusión
En las últimas décadas el feminismo en la región, y particularmente en Argentina, se ha caracterizado por poseer los componentes fundamentales del populismo y representar uno de los frentes de discusión irreversible contra el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo en tiempos de derecha. El feminismo tradicional promulgó las demandas de mujeres blancas y urbanas de países industrializados como reclamo único y universal, pero las prácticas e interpretaciones de los feminismos de los sures, aquellos fuera de los centros industrializados, conforman la arena política y en tiempos de neoliberalismo se enfrentan a los modelos de exclusión.
Chandra Mohanty (1984) consideró que abordar la cuestión feminista para las mujeres del tercer mundo implicaba un trabajo de desmantelamiento de los discursos del feminismo occidental y hegemónico, e inmediatamente requería un trabajo de construcción para recrear y dar voz a los procesos de emancipación que suceden invisibilizados en los sures del mundo global. El feminismo en el siglo XXI incorpora nuevos elementos en cada región, reconociendo que no sólo la violencia machista oprime a las mujeres sino también su condición económica, laboral, su lugar geográfico, sus características físicas, sus cosmovisiones e interpretaciones religiosas/filosóficas, etc.
“El hablar del patriarcado y no del racismo permite que las feministas blancas sigan actuando como explotadoras y opresoras. Sexismo, racismo y explotación de clase constituyen sistemas interrelacionados de dominación que determinan la agencia femenina. Y permiten comprender la retórica salvacionista que construye el discurso imperialista o los pequeños imperialismos locales” (Bidaseca 2011: 63).
La experiencia populista en Sudamérica es fundamental para considerar un movimiento feminista que se inicia con el tradicional espacio de mujeres académicas, urbanas y de posiciones socioeconómicas acomodadas, pero que junto con los procesos de lógica política populista de la arena política adquiere masividad y diversidad de los espacios que lo componen. La llegada de gobiernos populistas a la región sacude las agendas estatales incorporando los derechos humanos como ejes transversales de las instituciones, aquellos derechos humanos que trabajaron las organizaciones sociales y políticas durante décadas, y que en el nuevo siglo se instalan como políticas de Estado.
Sobre populismo, Laclau (2005) es quien más complejiza el concepto, y se centra en definirlo como una mecánica de gran identidad política producto de la acumulación de demandas diversas e irresueltas, con fuertes proyecciones de consolidación hegemónica.
“El Populismo supone la puesta en cuestión de un orden institucional por medio de la construcción de un desvalido como agente histórico —es decir un agente que es otro en relación con la forma en que las cosas son—” Laclau (2005:44). Su materialización depende de tres instancias fundamentales: a) la heterogeneidad constitutiva, es decir, aquellas exigencias sociales que no han sido resueltas ni canalizadas por los sistemas políticos vigentes; b) los puntos de acuerdo, que el autor define como relaciones equivalenciales, que consiguen agrupar las demandas no resueltas por las estructuras político-institucionales; y, finalmente, c) la pertenencia identitaria que se diferencia de un sistema distinto y excluyente, y posibilita una capacidad hegemónica en los espacios comunes vacíos o indefinidos que sostienen la unidad.
Con una mecánica populista la experiencia feminista argentina consiguió articular demandas irresueltas dentro de las propias instituciones tradicionales de la sociedad. Al igual que el feminismo islámico que describe Saba Mahmood (2006), el feminismo populista se filtra en instituciones tradicionales que el propio neoliberalismo busca reducir, y desde reclamos políticos, laborales, de justicia, económicos, educativos, deportivos y culturales mantiene una heterogeneidad que consigue sostenerse desde la perspectiva feminista. Decididas contra el patriarcado, las personas lo hacen en marchas, concentraciones, instalaciones callejeras, intervenciones culturales, y sin embargo no es homogéneo respecto a la despenalización del aborto, las políticas y legislaciones sobre fecundación in vitro, formalización del trabajo sexual, y demás aspectos que históricamente discutió el feminismo puertas adentro.
Las relaciones equivalenciales, segunda instancia trabajada por el autor, es el espacio público en la experiencia feminista argentina. Aquello que une la diversidad emergida en cada espacio social e institucional es la participación callejera, masiva en la experiencia argentina con #NiUnaMenos. En ocasiones es espontánea y en ocasiones organizada, se da en grandes ciudades y en pueblos, tanto en zonas céntricas como en barriadas periféricas y siempre adquiere masividad que se compone de las orgánicas de partidos políticos, de organizaciones LGTTB, de agrupaciones estudiantiles, pero también participan vecinos y vecinas, sindicatos, familias solidarizadas contra la violencia, movimientos culturales, confederaciones de pueblos originarios, migrantes, afrodescendientes, centros de jubilados y jubiladas, trabajadores y trabajadoras de prensa, e incluso espacios religiosos dispuestos a acompañarlas causas feministas.
El inicio de la masividad puede reconocerse en los Encuentros Nacionales de Mujeres desde la década del '80, pero en tiempos de populismo el feminismo además consolida una identidad distinta del sistema patriarcal que se percibe en cada institución, consolidando así una identidad con perspectiva hegemónica, el tercer elemento que menciona Laclau (2005) en su definición. Los debates feministas en las agendas de las instituciones y organizaciones de la sociedad civil aceleraron los procesos de movilización, y relocalizaron las demandas feministas junto a la heterogeneidad de opresiones y exclusiones que sufren las sociedades en su conjunto. Y aunque los índices de violencia no han logrado reducirse, el feminismo populista con la diversidad y la masividad consigue que toda la arena política se pronuncie y se posicione respecto a coyunturas y episodios de la violencia patriarcal, derrotando la invisibilización de las desigualdades políticas, económicas, raciales y culturales que nos atraviesan a las mujeres en todos los ámbitos.
Bibliografía
BIDASECA Karina (2011) Mujeres blancas buscando salvar a mujeres color café. Desigualdad, colonialismo jurídico y feminismo post colonial. Revista de Investigación social Andamio. Vol. 8 nro. 17. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=62821337004
LACLAU Ernesto (2005) La cuestión populista. FCE. Buenos Aires.
MAHMOOD Saba (2006) Teoria feminista, agência e sujeito liberatório: algumas reflexões sobre o revivalismo islâmico no Egipto, en Etnográfica, vol. x, núm. 1, mayo: Centro de Estudos de Antropologia Social (ceas)-Instituto Superior de Ciências do Trabalho e da Empresa (iscte), Lisboa
MOHANTY Chandra (1984). Bajo los ojos de occidente. Academia feminista y discurso colonial. Artículo en: Liliana Suárez Navaz y Aída Hernández (editoras): Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los Márgenes. Ed. Cátedra, Madrid.
SANTOS, Boaventura de Sousa y MENESES María Paula (2014) Epistemologías del Sur. Perspectivas. Ed. Akal, Madrid.
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