La generación de recursos propios por parte de la Iglesia Católica no careció de turbulencias desde las antiguas acometidas en esa procura. Es decir, existieron contingencias de olvido de la contundente lección de Jesucristo, cuando volcó las mesas de los cambistas echándolos a latigazos del Templo (Marcos 11, 15; Juan 2,15). Sin que corrieran mejor suerte otros mercaderes, como comentan Mateo (21, 12) y Lucas (19, 45).
Algunos ejemplos vienen al caso:
- Año 1515, el Papa León X decretaba una cruzada indulgente para recaudar las grandes sumas que se requerían para la construcción de una fabulosa basílica dedicada a San Pedro. En Alemania, fue designado comisario limosnero Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Maguncia y príncipe elector del imperio, autorizado a predicar la indulgencia. El Vaticano recibiría el 50% de la colecta, repartiéndose el resto entre el emperador Maximiliano, la curia de Maguncia y la banca Fugger, que había anticipado fondos. Los duques de las dos Sajonia prohibieron la prédica de la indulgencia. Hasta Wittenberg (bajo dominio de Sajonia) llegó el dominico Johann Tetzel encomendado por el arzobispo Alberto. Su prédica encendida giraba especialmente en la descripción de los horrores del infierno, conmoviendo a muchos habitantes del lugar y de otras regiones. Fue entonces que un monje agustino, doctor en teología y que enseñaba en la Universidad de Wittenberg, decidió contestar lo que estimó disparatado. Se llamaba Martin Luther. Lo que siguió es conocido.
- 1979. Polonia, la tierra del Papa Juan Pablo II (Karol Wojtyla), experimentaba convulsiones sociales agitadas principalmente desde el sindicato Solidarnosc. Conociendo el valor instrumental del dinero y con el apoyo de Estados Unidos, el Papa no mezquinó aportes. Funcionó como ariete el IOR o banca vaticana, donde Monseñor Paul Casimir Marcinkus –íntimo de SS— junto a los agentes Roberto Calvi, Michele Sindona, Licio Gelli, Umberto Ortolani y el cardenal John Patrick Cody, arzobispo de Chicago, movieron los hilos para que el flujo fuera abundante y por supuesto oculto. La causa libertadora del yugo comunista justificaba ciertas heterodoxias. Desde el Instituto para las Obras de Religión (IOR), en combinación con el Banco Ambrosiano que controlaba Calvi, tesorero de la Logia P2, urdieron sociedades fantasmas aparentes receptoras de créditos, destinados en realidad a la conspiración polaca. Así se filtraron más de U$S 1.300 millones, algunos de los cuales fueron a parar a los Astilleros Gdansk de Lech Walesa. Junto a Marcinkus operaron destacados funcionarios del Vaticano, como Luigi Mennini y Pellegrino de Strobel. “Il capo di tutti cappi” era el gran masón de la Logia P2, Licio Gelli, maestro en la comisión, participación y encubrimiento de todos los delitos del Código Penal, pero exclusivamente los dolosos. Quienes osaron investigar fueron asesinados. Así murieron jueces, fiscales, abogados, militares y policías. Cuando la gran defraudación no pudo ser ocultada en todo su alcance, Roberto Calvi apareció colgado en un aparejo y con el agua hasta la cintura, en el Puente Black Friars (Frailes negros) de Londres, el 17 de junio de 1982. Al año siguiente Michele Sindona apareció muerto por envenenamiento en una cárcel italiana de máxima seguridad, en Vospera. Poco antes, el Opus Dei fundado por Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer (cuyo nombre original era José María Escriba, 1902-1975) había salvado las finanzas vaticanas, contribuyendo con U$S 250 millones). Colofón: protegido por el Papa, en 1987 Marcinkus se refugió en Estados Unidos. Murió en Arizona en 2006, siendo recordado como “el banquero de Dios”. En 2002 Juan Pablo II había declarado santo a Monseñor Escrivá.
- Daniel Verdú escribió en El País, el 3 de noviembre del 2019, que “las finanzas del cielo suelen ser un atajo al infierno.” El Papa Francisco al asumir se propuso y anunció una reforma profunda en la economía de la Santa Sede. Después de 7 años de pontificado los números siguen en rojo. El auditor contratado renunció, bajo amenaza de encarcelarlo. La Secretaría Económica quedó sin conducción, cuando su titular el cardenal George Pell tuvo que viajar a Australia para someterse a un juicio por abuso de menores. (Condenado en primera instancia, fue absuelto en la apelación en abril de este año.) No se sabe quién está al frente de las finanzas y Domenico Gianni, Jefe de Seguridad de los tres últimos papas, fue obligado a dimitir por filtración de papeles reservados.
- 1870 a la actualidad. “El Óbolo de San Pedro”(“Denarius Sancti Petri”, reglamentado por Pío IX en 1871). Es el ordenamiento de la SS que supervisa las colectas mundiales para las misiones de la Iglesia y para su sostén. Contribuyen en aproximadamente 150 países. En los últimos años la recaudación venía bajando, atribuyéndose el hecho a los escándalos por abusos sexuales en ámbitos religiosos. Desde hace varios años no se suministra información. Se estima que se perciben entre 50 y 80 millones de dólares estadounidenses. Entre el 70 y el 80% destinados a gastos burocráticos. Este “Denarius” depende de la Secretaría de Estado a cargo del cardenal italiano Pietro Parolin, su segundo es el cardenal italiano Angelo Becciu, Delegado ante la Soberana Orden de Malta. Estos dignatarios se enfrentaron por la compra y administración de un edificio en Chelsea (R.U) donde actuó como asesor el actual Primer Ministro de Italia, Giuseppe Conte.
¿Y por casa cómo andamos?
La Comisión Episcopal para el Sostenimiento de la Acción Evangelizadora de la Iglesia Católica, que depende del Episcopado Argentino, presentó el 30 de junio el Programa FE. Tiende a organizar una acción para el desarrollo de donantes y fondos que requiere la Iglesia para su misión y sustentabilidad en la Argentina. El programa se formuló con los aportes de la Consultora privada Voices y de la Agencia de marketing digital Casa Kiev. Se propone contar con una amplia difusión en redes sociales, Facebook, Instagram y Twitter. Cuenta con su página www.programafe.org. e invita a registrarse indicando el destino de las donaciones: a “la misión de la Iglesia en su conjunto” (no se menciona al administrador), o a la diócesis o parroquia que se elija.
No se conoce cómo se conciliará este nuevo programa con la acción que desenvuelve Cáritas Argentina.
Llama la atención el nombre asignado: FE. Y entre paréntesis: Financiamiento eclesial.
Para las iglesias cristianas la fe es una virtud teologal. Es decir la creencia que relaciona al hombre con Dios. A la palabra, pensamiento o discurso (logos) del hombre con el Creador. Y de Dios con el hombre, en el logos revelado.
Darle a la FE un alcance marketinero para la obtención y movilidad de recursos monetarios y financieros, más allá de la buena intención, aparece extravagante.
* 31 de julio de 2020. Festividad de San Ignacio de Loyola.
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