Extorsión, mentiras y video
Nisman, los Fondos Buitre y el espionaje internacional
El periódico retorno del caso Nisman al debate público se produjo en esta oportunidad a partir de la emisión de un programa televisivo difundido por el canal 12 de la televisión israelí. Cinco meses atrás había sido la miniserie de Netflix la que motivó su retorno. En esta ocasión, el jueves 11 de junio, el programa televisivo israelí Uvdá (hecho o dato por su traducción del hebreo) divulgó una entrevista realizada por Ilana Daian a un ex integrante de los servicios secretos israelíes (Mossad, sigla que designa al Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales.) El caso del suicidio del fiscal argentino fue la plataforma central con la que se logró aglutinar a la oposición al kirchnerismo. En un segundo momento se convirtió en un elemento decisivo para el triunfo de Macri sobre Scioli. Con el PRO en el gobierno devino en un recurrente dispositivo jurídico y comunicacional orientado a perseguir al kirchnerismo y sobre todo a la ex Presidenta.
Más allá de las posibles falsedades, simulaciones y tergiversaciones deslizadas por el ex espía Uzi Shaia, su relato evidencia varios aspectos que fueron soslayados por los medios locales y sus reputados operadores de prensa disfrazados de periodistas:
- El ex espía del Mossad asume que participó en forma deliberada de un intento de extorsión a la Presidenta de un país soberano como la Argentina.
- Los datos provistos por Shaia dejan en evidencia que Nisman era cómplice de intereses especulativos (de los Fondos Buitre) a expensas de su rol como procurador de la causa del atentado de la AMIA de 1994.
- El fiscal, además, mantenía relaciones clandestinas con una agencia de inteligencia extranjera sin contar con la autorización de los organismos institucionales competentes, aptos para otorgar dichas prerrogativas.
El 18 de abril de 2015, tres meses después de que Nisman se pegara un tiro en el baño de su casa, publiqué un artículo en el que describía los vínculos del fiscal con los Fondos Buitre y explicaba la entente entre la DAIA, la derecha israelí y los republicanos, conjurados tanto para debilitar al gobierno kirchnerista como para garantizarse el cobro de sus bonos basura. La estrategia de pinzas incluyó obviamente al macrismo, que usufructuó la falacia mediática del asesinato para desplegar una campaña electoral basada en la victimización recurrente del fiscal. El ex espía asumió frente a Daian que fue copartícipe de una operación internacional para extorsionar a una Presidenta, con el objeto de beneficiar a especuladores financieros: “El objetivo era utilizar la información para presionarla [a Cristina Kirchner] a fin de pagar la deuda”.
Además de autoincriminarse en un delito, recalca que esos intereses eran ajenos a todo interés patriótico: estaban únicamente motivados por ganar dinero. “Se trataba de un negocio y no de un país. No valía la pena morir por eso”. En la entrevista advierte sobre la participación de otros integrantes de la comunidad de inteligencia, con sede en Washington, quienes fueron los encargados de producir y/o derivar los documentos necesarios para viabilizar el chantaje. Una operación de extorsión a tres bandas: Estados Unidos, Israel y Argentina. Esa operación de chantaje tuvo su correlato en solicitadas financiadas durante el año 2014 en los grandes medios gráficos de Washington y Nueva York. La Fuerza de Tareas Argentina (ATFA, por su sigla en inglés) financiada por Paul Singer y Sheldon Adelson, entre otros, presentaban a CFK y al entonces Presidente del gobierno persa, Majmud Ajmadineyad, como delincuentes internacionales: “Ha llegado el momento de impedir que la Argentina siga transgrediendo la ley estadounidense y la ley internacional”.
La entrega de esos informes, que buscaban favorecer los intereses de los Fondos Buitre, llevó a un importante analista Israelí, Guy Ulster, a interrogarse –el sábado 23 de junio, dos días después de la emisión–: “¿Por qué Shaia no informó sobre esa documentación después de que falleció el fiscal? ¿Por qué no aportó los datos que supuestamente tenía, ante la Justicia?”. La omisión se debió a que los informes originariamente entregados a Nisman (no necesariamente en el lobby de una capital europea, como deslizó Shaia, con clara intención de despistar a futuros investigadores), fueron derivados poco tiempo después hacia la usina de operaciones de prensa comandadas desde el Grupo Clarín. Los datos vertidos ex profeso fueron reproducidos por su periodista estrella, Daniel Santoro, quien curiosamente terminó años después involucrado en causas de extorsión.
A rey muerto, rey puesto
El 29 de marzo de 2015, dos meses después del fallecimiento del fiscal, cuando se lanzaba la campaña electoral de cara a las presidenciales del octubre, Santoro se apalancó en la revista brasileña Vejá para publicar en la portada del matutino la supuesta existencia de cuentas secretas pertenecientes a Máximo Kirchner y Nilda Garré, ex embajadora en Venezuela. Como resultado de una supuesta investigación llevada a cabo por Santoro, se señalaba entre otras falacias que “ambos habrían controlado una cuenta en el banco Felton de Estados Unidos con 61 millones de dólares y otra en el Morval Bank de las Islas Caimán con 19 millones de dólares”. En diciembre de 2015, cuando ya Macri había obtenido la presidencia y el daño electoral ya se había ejecutado, las entidades financieras comunicaron, ante un exhorto de la justicia argentina, que dichas cuentan carecían de existencia. Santoro se encuentra en la actualidad procesado por el juez Alejo Ramos Padilla, en el marco de una causa de extorsión, junto a Marcelo Sebastián D’Alessio, el fiscal Carlos Stornelli y los agentes de la AFI Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi. Nisman y Shaia compartieron intereses extorsivos. Santoro y sus secuaces continuaron su ejemplo.
Según Shaia, la tarea que realizó, contratado por los buitres, se llevó a cabo con conocimiento cabal de Nisman. No hay registros que certifiquen los honorarios profesionales percibidos por el ex espía devenido en profesional freelance. Pero sí existen suficientes evidencias para calcular lo que recibió Nisman por su ingente colaboración para que los buitres obtengan en abril de 2016 sus 11.000 millones de dólares. En su cuenta del Merrill Lynch de Nueva York (denunciada luego del fallecimiento del fiscal por la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex mujer del fiscal y madre de sus hijas), bajo la codificación 5v3-50653, se hallaron 666.690 dólares depositados. El informe de la autoridad financiera estadounidense, recabado a pedido de la Unidad de Investigaciones Financiera argentina (UIF), catalogó los movimientos de esa cuenta como “evidencias de actividades sospechosas”. Tiempo después, el Banco Central uruguayo detalló a la Justicia argentina los movimientos bancarios –nunca declarados por el fiscal– en las delegaciones del Itaú, el BBVA, el Citibank, el Discount Bank, el Heritage y el Santander.
Los informes provistos por la Dirección General de Registros de la República Oriental del Uruguay especificaban que la madre Nisman, Sara Garfunkel, figuraba como dueña de tres unidades de propiedad horizontal, ubicadas en el departamento de Maldonado. Los tres inmuebles fueron tasados en mayo de 2015 en 300.000 dólares, suma coincidente con el total de las transferencias recibidas en la cuenta del del Banco Hapoalim de Colonia del Sacramento, entre los años 2010 y 2014. Los informes provistos por los registros oficiales también detectaron una propiedad en Ventura, Florida, adquirida por 230.000 dólares.
El nombre silenciado
Entre los máximos referentes de los Fondos Buitre figura Sheldon Adelson. Su nombre no fue enunciado por Shaia, pese a ser el propietario del diario de mayor circulación de Israel. Adelson es conocido como “El Rey de Las Vegas” por su rol en la ciudad del juego, y se destacó como máximo aportante a las campañas electorales de Donald Trump y Bibi Netanyahu. Junto con su partner en los Fondos Buitre, Paul Singer, es uno de los soportes de la DAIA de Estados Unidos, conocida como AIPAC (American Israel Public Affairs Committee). Ambos, además, se constituyeron en opositores acérrimos al acuerdo de desnuclearización con Irán, conocido como 5+1 (que Trump logró desmantelar), y por carácter transitivo, al memorándum de entendimiento, que únicamente pretendía darle continuidad al juicio mediante la concreción de las indagatorias.
Adelson figuraba en 2016 en la lista Forbes 400 como una de las personas más ricas de Estados Unidos. Su fortuna personal se estimaba en 27.800 millones de dólares. En Israel se lo designaba como “el jefe de Netanyahu”, por la influencia que posee sobre el actual primer ministro. Singer y Adelson, además, son dos de los máximos donantes de la Fundación para la Defensa de la Democracia (FDD), dirigida por quien se consideraba un íntimo amigo de Nisman, Mark Dubowitz. El lema de la FDD es “combatiendo al terrorismo y promoviendo la libertad”. Singer había aportado desde 2007 a 2014 la suma de 3,5 millones de dólares a la FDD, mientras que, en ese mismo lapso, Adelson se convirtió en su segundo donante con 1,5 millones de dólares. La FDD había invitado a Nisman a dar conferencias a Washington y luego de su muerte lanzó el premio Alberto Nisman a los Derechos Humanos. Pocos días después del 18 de enero de 2015, el actual presidente de la DAIA (entonces Secretario General de esa entidad), Jorge Knoblovits, visitó al embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Noah Mamet, para solicitarle colaboración en la difusión de la causa AMIA en el exterior. En la reunión, realizada el 1 de febrero de 2015, participó además Anaida Haas, quien había estado destinada previamente en Afganistán. Gracias a la colaboración de la embajada, Knoblovits se trasladó a Miami donde mantuvo contactos con referentes de AIPAC y de la FDD y propagó la culpabilidad de Cristina Kirchner en la muerte del fiscal. En una conferencia pública de mediados de febrero llegó a ser conferencista junto a Carlos Alberto Montaner, sindicado como instigador de varios intentos golpistas en América Latina durante los últimos 30 años.
La connivencia de la DAIA y del fallecido fiscal con las agencias de inteligencia extranjeras no tuvo únicamente a Shaia como operador e interlocutor. De hecho, el entrevistado por Ilana Daian declara que conoció e intimó con Nisman en Buenos Aires, siendo agregado de seguridad de la embajada israelí. Ese contacto lo ató a actividades ajenas a su rol de procurador en obvia connivencia con Antonio Horacio Stiuso, quien sobreactuaba su rol de eficaz agente de inteligencia –entre otras motivaciones– para fracturar bandas rivales dentro del edificio ubicado en la calle 25 de Mayo.
Nisman fue parte de un juego que tuvo como actores protagónicos –y beneficiarios– a intereses extranjeros. La participación en las tramas de extorsión asumidas por Shaia, las negociaciones incompatibles con agencias de inteligencia extranjeras y el enriquecimiento ilícito, explican la desesperación que llevó al fiscal, entre el 16 y el 17 de enero de 2015, a solicitar un arma, con insistencia, a tres personas distintas. Lo que vino después fue una utilización sistémica del caso para debilitar a quienes continúan defendiendo intereses soberanos.
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