¿Estabiliqué?

Reflexiones sobre el análisis económico en los albores de la campaña electoral

 

Este miércoles tuvo lugar el inicio de las Jornadas Monetarias y Bancarias que organiza el Banco Central de la República Argentina. Economistas y autoridades de bancos centrales de la región disertan allí sobre tópicos relacionados con la política cambiaria y la estabilidad macroeconómica.

El presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, tuvo a cargo la última exposición del primer encuentro. En la misma celebró que las proyecciones de la balanza comercial de la Argentina indican que en 2030 se va a alcanzar un superávit de 41.792 millones de dólares, casi el doble de lo previsto para 2024.

 

Las proyecciones que expuso Pesce.

 

“Creo que tenemos noticias auspiciosas en nuestro país. En 2019, la Argentina exportaba 60.000 millones de dólares, de allí no se movía. La buena noticia es que en 2022 exportó casi 90.000 millones de dólares y que, hacia adelante, la perspectiva dada por las exportaciones de energía, de minería y del resto de los productos es muy auspiciosa”, consideró Pesce. Añadió que “en energía esperamos un crecimiento entre 2022 y 2030 de 8.000 a 36.000 millones de dólares de exportación, en minería de 3.800 millones a 15.000 millones y en el resto de 37.000 millones a 54.000 millones de dólares”.

 

Miguel Pesce en las Jornadas Monetarias y Bancarias.

 

Unas horas más tarde, Agustín Rossi se reunió con la conducción de la Central de los Trabajadores Argentinos durante la realización de su Plenario Nacional, en el que estuvieron presentes el secretario general y diputado del Frente de Todos, Hugo Yasky, y otros dirigentes importantes como Roberto Baradel y Sonia Alesso. Entre varias consideraciones, Yasky sostuvo que “hay una ventaja sobre la derecha porque no plantea futuro, no plantea expectativa, no plantea esperanza. Allí nosotros tenemos un mecanismo que ciertamente nos va a permitir plantear un escenario de futuro muchísimo más claro y contundente. Nosotros estamos convencidos de que no es necesario hacer el ajuste que dice la derecha. Si la derecha hace el ajuste, la devaluación abrupta es justamente para generar mayores condiciones de desigualdad. El año que viene no vamos a tener sequía, o sea que vamos a tener 20.000 millones de dólares más. Se habrá metabolizado lo de la guerra, vamos a tener el gasoducto funcionando totalmente, 4.000 millones de dólares menos de pagos de importaciones que se van a hacer, probablemente tengamos una balanza comercial favorable y eso va a empezar a permitir reforzar las reservas del Banco Central, ordenar la macroeconomía y que eso tenga un efecto en la economía diaria y cotidiana de todxs lxs argentinxs, que es claramente lo que buscamos”.

 

Agustín Rossi con la CTA.

 

El precandidato a Vicepresidente volvió a exhibir un optimismo fundado en la estabilización de la economía. Lo expresa con más asiduidad que Sergio Massa, cuya última alocución tuvo lugar en la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción, como se reseñó en la edición anterior de El Cohete. Interesa señalar un rasgo interesante de su discurso: ubicó al mayor escollo que hoy pesa sobre la economía argentina en su deuda con el FMI, en forma casi reduccionista.

Afirmar que para la Argentina es necesario acordar un programa con el FMI que le permita pagar la deuda que mantiene con el organismo internacional sin lesionar el crecimiento económico es tan cierto como obvio, y no fue lo que se dijo hasta ahora. En cambio, se recae en la letanía de identificar al FMI como el principal “cepo” para la economía argentina, lo cual es un equívoco. Aún sin el FMI de por medio, siguen presentes las contradicciones estructurales y sociales del país, que son estrictamente propias. El análisis económico local no está dando cuenta de ellas, impidiendo que su resolución forme parte de una propuesta política.

 

Desaceleración y quiebre

Como es previsible, los datos recientes indican que la actividad económica continúa reduciendo su tasa de crecimiento en forma tendencial. El estimador mensual de actividad económica (EMAE) que reporta el INDEC señaló que, en abril, la tasa de crecimiento del PBI acumulada en los primeros cuatro meses del año cayó al 0,01%, revirtiendo el signo del incremento del 1,3% observado hasta el primer trimestre. Esta caída se debe a que es el primer mes en el año en el que se constata que el nivel de actividad es inferior al mismo mes del año pasado. La reducción equivale al 4,2%. A su vez, se observa una desaceleración pronunciada con respecto a los meses anteriores, en los cuales la actividad económica creció a tasas muy bajas.

 

 

De la caída del 4,2%, 3,75 puntos corresponden al descenso de la actividad agrícola. Sin embargo, si esta se excluye del cómputo, el resto de la economía crece a una tasa interanual del 3,74%. En el año anterior, el total de la economía crecía a una tasa que según el mes se ubicaba entre el 5 ó el 6% frente a igual mes de 2021. Lo que pone en evidencia que la desaceleración de la economía se mantiene, con independencia del efecto estadístico que produzca el sector agropecuario, que transforma en una caída algo que por sí mismo tiende al enfriamiento.

En relación a la evolución de los salarios, en abril se produjo un quiebre. Solemos recordar en El Cohete que están dadas las condiciones para que los salarios queden por debajo de los precios por segundo año consecutivo. Ateniéndonos a los datos más recientes del índice de salarios que publica el INDEC, esta situación se constató en abril. El incremento de cada uno de los sectores que lo componen (privado registrado, público y privado no registrado) quedó por debajo de la variación del IPC acumulada en 2023. Y se ahondó la distancia con la variación de las Canastas Básicas Alimentaria y Total. En marzo, el incremento del índice del sector público, superior al de los otros dos, se encontraba por encima del correspondiente al IPC y a la CBT.

 

 

Según la medida que se utilice, el resultado de la comparación entre el salario y el nivel de precios puede tener resultados distintos. Lo que es un hecho es que el alto precio que tienen los alimentos exacerba las tensiones inflacionarias y dificulta la recuperación del salario real. Enmendar esta cuestión es ineludible si lo que se pretende es encarar un plan de estabilización de la inflación exitoso.

 

Propuesta conservadora

Hasta tanto, la actividad económica puede fluctuar, y aunque eventualmente mejoren sus perspectivas por una mejora en la balanza de pagos, que distienda las inhibiciones sobre la expansión de la economía que provoca el incremento de las importaciones, cuanto crezca será un resultado de cómo cambien las condiciones de vida del pueblo argentino. En función de eso, se sabrá si las exportaciones de energía y minería se utilizarán como una herramienta virtuosa para promover el crecimiento, o si se tratará de un excedente que la población –por su nivel de pobreza consolidado– no podrá consumir, mientras se intercambian esos productos por papeles verdes que se utilizan para estabilizar un país con tristes condiciones de existencia.

La dirigencia política, por lo pronto, no acusa recibo de la vigencia de este dilema. Al contrario, se empecinan en declarar con entusiasmo que las perspectivas para el futuro son auspiciosas solamente por el avance de una actividad que, según creen, asegura que la economía en los próximos años no será un problema. Resuelta la cuestión de fondo por motivos extrínsecos a la acción política propia, es fácil ensoñarse con la inexistencia de contradicciones en torno a la orientación del país, e ignorar la necesidad o la posibilidad de transformarlo.

Es lo que manifiesta Agustín Rossi, con más precisión que su compañero de fórmula. La connotación que tienen sus declaraciones es que una presidencia encabezada por el sector que hoy conforma la oposición se orientaría a vulnerar los avances alcanzados por el pueblo argentino en su historia reciente. Esto es incontestable, pero por sí mismo no hace mejor ni peor a la oferta peronista, que es muy poco prometedora, y en algún sentido, también conservadora.

La conservación que propone Unión por la Patria no es la de continuar con el agravio a los sectores populares. Pero tampoco se indica cómo enfrentar a quienes la promueven, como es el caso del gobierno de Jujuy. En ausencia de modificaciones a largo plazo en la estructura social y el poder político, y en lo inmediato de intervenciones directas, nada impide que los grupos reaccionarios más intransigentes continúen avanzando.

Por esta razón, se debe tomar nota de que en la medida en que pervivan estas condiciones, no hay por qué esperar un cambio en la distribución de ingreso, ni un crecimiento elevado del PBI en el largo plazo. El predominio en el poder de la franja política que no se compromete con estos objetivos o mantiene una oposición enconada hacia ellos tiene el único resultado posible: que todo siga como está, con los privilegios, injusticias, miserias y la pobreza que lo caracteriza. Lo ingenuo es creer que un gobierno que carezca de intenciones inicuas pueda producir modificaciones sustanciales per se.

 

Con el optimismo de la voluntad

La incapacidad que tiene la conducción política del campo popular de formular un programa orgánico que conduzca una genuina transformación del país obedece a la falta de reconocimiento de su necesidad, lo que trae aparejado un desdén por la orientación de las organizaciones al efecto de poder generar propuestas y conocer en profundidad los problemas del país. En cambio, la acción política se reduce a intentar mantener algún nivel de gravitación e impedir el acceso de la derecha al gobierno, haciendo caso omiso de las insuficiencias propias.

En los hechos, esto significa carecer de proyecto político propio, y por el momento no parecen estar presentes los recursos para elaborar el programa por el que reclamó hace un tiempo Cristina Kirchner, y que algunos analistas consideran un medio para encauzar al binomio de Unión por la Patria, en el caso de que gane. El motivo es que cualquier discusión tendiente a producir tal resultado está ausente en el panorama. Pero, con este pesimismo que surge de la razón, es posible utilizar el optimismo de la voluntad para reunir los músculos y las cabezas que cuenten con la capacidad para comprender la situación nacional y acceder al poder para transformarla. Hasta entonces habrá que conformarse con la permanencia de una economía con niveles de desigualdad y pobreza superiores a los que la Argentina mantenía en la década pasada, y una exacerbación de las rencillas políticas si ninguna fuerza se impone sobre la otra.

 

 

 

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