Esperanza y más democracia
La mala política es la que se hace cómplice de los poderes económicos desembozados
Unos 35 curas en Opción por los Pobres (OPP), del norte y del sur, del este, el oeste y el centro de nuestro país, nos hemos encontrado cuatro días para conversar sobre fe y política, a partir de la situación de nuestras comunidades, intentando hacer nuestras sus angustias y esperanzas, sus alegrías y dolores. Celebrando estos 40 años ininterrumpidos de democracia 1983-2023, seguimos recordando y aprendiendo del testimonio de curas como Carlos Mugica –a casi 50 años de su martirio a manos de sus asesinos de la Triple A–, testimonio que nos ayuda a vivir para las y los ciudadanos empobrecidos, sean campesinos/as, vecinas/os de las periferias urbanas o comunidades originarias.
Entre los sectores sociales y las comunidades que no buscan “salvarse solos”, nos ha impresionado la vida del pueblo jujeño. Vida amenazada por una amañada Constitución provincial, reformada en junio para el mal de muchos y falso bien de pocos, y sostenida por la represión y el avasallamiento de los derechos humanos. Pero, también, vida que resiste pacíficamente al autoritarismo de su gobernador, y se hace presente hasta en la ciudad de Buenos Aires, con el Tercer Malón de la Paz, que representa a unas 400 comunidades originarias, y permanece desde hace un mes frente a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sin que se lo reciba ni se atienda a sus legítimos reclamos. “El país sangra desde Jujuy”, que se ha convertido en “laboratorio de males para todo el pueblo y la Pachamama”. Males que cubrirán a toda la Nación, si Milei o Bullrich lograran triunfar con un voto popular sin futuro. Un voto sin memoria de los ciclos económicos neoliberales, que nuestro pueblo viene padeciendo desde la más feroz dictadura militar, y sus reediciones con Menem, De La Rúa y Macri.
Por eso, ante el “negacionismo” con el que las y los candidatos de la ultra derecha se pavonean y encandilan a sus electores, es urgente tener memoria de los horrores del Terrorismo de Estado; de los planes económicos que devastaron el país y derrumbaron la vida de los pobres; de la dolarización encubierta que fue la convertibilidad de Cavallo y su trágico final en 2001; y del reiterado sometimiento que nos impone el Fondo Monetario Internacional, que nunca cambia sus planes de ajuste, hambre y colonialismo.
Constatamos y en buena medida compartimos la disconformidad del pueblo, que suma enojo y desaliento ante una democracia de cada vez más baja intensidad, mutilada por la garra de las corporaciones empresariales (Asociación Empresaria Argentina, Cámara de comercio de los Estados Unidos en la Argentina y Sociedad Rural Argentina, entre las principales). Ellas son las que fugaron a sus “paraísos fiscales” el préstamo del FMI a Macri, son las que aumentan el dólar ilegal, y son las que casi a diario aumentan los precios con insaciable voracidad, profundizando la brecha de la pobreza. Y cuentan con el respaldo y blindaje tanto de empresas de comunicación hegemónicas y redes sociales, como de parte importante del Poder Judicial, dedicado tanto a proscribir a la Vicepresidenta y embarrar la causa del intento de su magnicidio, como a debilitar al gobierno nacional que, en líneas generales, no supo dar respuestas a las expectativas del pueblo, condicionado además por una oposición “impedidora a como dé lugar”, y un imperio decadente, muy interesado por los recursos de su “patio trasero”.
En medio de esta insatisfacción popular, la opinión pública del “que se vayan todos” del 2001 reaparece y envalentona a Milei contra “toda la casta política”. Condena engañosa, porque oculta la realidad: por un lado es la corporación empresaria, mediática y judicial la que daña y corrompe, y por otro aún quedan políticos/as y funcionarios/as honestos/as; otra cosa es que puedan, en poco tiempo y con escasez de recursos y de votos, todo lo que las múltiples urgencias del bien común les reclama. La “mala política” es la que se hace cómplice de los poderes económicos desembozados del falso Dios “Mercado”. Nosotros creemos firmemente que hay que combatirla con un proyecto, un programa de gobierno que enamore, esperance y se comprometa con las mayorías –que aún lo están esperando– y, en consecuencia, consiga un buen caudal de votantes. Esa “política mejor”, que el pueblo espera, no es la que promete ilusorios “espejitos de colores”, a manos de falsos mesías que, de verdad, se imponen para terminar de socavar la democracia. Es que “si solo despertás leones, es lógico que se coman a los corderos más indefensos. En la ley de la selva solo ganan los más fuertes”[1].
Creemos que el Evangelio inspira respuestas para las necesidades y conflictos de nuestro tiempo. El decir y el hacer de Jesús fue a favor de otro mundo posible, al que le llamó “Reino de Dios” y hoy nos toca realizarlo como una “Patria de hermanas y hermanos”. En esta Patria queremos un Estado que “empareje” oportunidades, un Estado al servicio del bien común –y no sometido al interés económico “de cuatro vivos”–. Para que el pan, la salud, el trabajo, la educación y los bienes naturales sean derechos de todos/as y para todos/as, respaldados por la Constitución y accesibles en la vida cotidiana. Queremos “con-vivir bien” como nos enseñan las abuelas y los abuelos de nuestros pueblos originarios. Soñamos una sociedad donde las diferencias no se cancelen con el insulto y la eliminación del otro, al que se tacha como enemigo, sino que se resuelvan con “lo mejor de cada uno para el bien del conjunto”, partiendo de la escucha sincera y la búsqueda de límites efectivos para el mal.
Jesús obró sin miedo, fiel al Proyecto de Dios, que incluye la realización plena de la justicia social, de la justicia ambiental y, en consecuencia, de la paz social y cósmica. Esto le costó la vida, como buen profeta. Hoy, el papa Francisco actualiza y amplifica a nivel global esta responsabilidad colectiva e inexcusable de dar respuesta al “grito de la tierra y grito de los pobres”. Por eso adherimos a su enseñanza social, al gesto y a la palabra reciente de nuestros hermanos curas villeros en solidaridad con él, y nos extraña el silencio de otros sectores de la Iglesia.
Finalmente, queremos comprometernos a que nuestra Iglesia se convierta al llamado de Dios a ser también comunidad profética, como el auténtico Mesías, pacífico y humilde campesino de Nazaret. Profetas que vean la realidad y caminen junto a otras y otros, creyentes o no, para transformarla, jamás con odio, sino con amor social, amor político.
* Documento consensuado en Villa Allende, Córdoba, 7 de setiembre de 2023.
[1] “Solidarios con el papa Francisco y con los pobres”. Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de Argentina, Parroquia Virgen de Caacupé de la Villa 21-24, barrio de Barracas, 5 de setiembre de 2023.
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