Espectros de la DAIA
La institución que se arroga una representación de la cual carece
Soy un pastor que busca a una oveja de su rebaño y sé que vos sos el ladrón que te la llevaste. Soy el pastor de Jacobo Timerman y vos tenés a mi oveja. No me voy hasta que no me la devuelvas.
(Marshall Meyer frente a Miguel Etchecolatz, cuando fue a buscar a Timerman al centro de detención.)
La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) renovó su consejo directivo, el último martes 30, en una ceremonia celebrada en el Hotel Hilton de la Ciudad Autónoma, de la que participaron –entre otros referentes de la oposición– Patricia Bullrich, Ricardo López Murphy, Waldo Wolff y el ex ministro de Educación del gobierno macrista, Alejandro Finocchiaro. Las autoridades fueron electas para el periodo 2021-2024 en el marco de una asamblea electoral realizada el pasado 10 de noviembre, en la que se presentó una única lista, votada por medio centenar de electores.
En el discurso de asunción, Jorge Knoblovits recordó que “durante estos tres años [la institución se vio atravesada por] situaciones muy sensibles y dolorosas para la sociedad en general y para la comunidad judía en particular. (…) Ahora nos damos cuenta, quizás como nunca antes, de lo nocivo que es el enfrentamiento y las descalificaciones que generan divisiones y grietas”. Mientras el actual presidente de la DAIA trastabillaba al leer su alocución, varios de los presentes se preguntaban si la prédica se relacionaba con la persecución política –liderada por la DAIA contra Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y otros dirigentes políticos populares– o si sus palabras se referían al rol asumido con relación a Héctor Timerman, a quien le impidieron la continuidad del tratamiento oncológico con el que hubiese podido salvar su vida.
Una semana antes de reivindicar el diálogo como una expresión de la convivencia democrática, Knoblovits interpuso un recurso de casación contra la resolución del Tribunal Oral Federal 8, que dictaminó –el 7 de octubre pasado– la absolución de todos los acusados en la causa del Memorándum, heredada de la presentación realizada por Natalio Alberto Nisman en enero de 2015, tres días antes de ser hallado muerto en el baño cerrado de su departamento. La persecución política contra CFK continúa a pesar de que el fiscal ante la Cámara de Casación, Javier De Luca, avaló el dictamen del TOF-8 considerando que fue irregular la reapertura de la causa y que además no puede detectarse delito en una decisión tomada por ambas Cámaras del Congreso.
En los ágapes de la DAIA de la última década solía participar, indefectiblemente, el actual juez de la Cámara de Casación penal, Mariano Borinsky. Sin embargo, en esta ocasión no se hizo presente. Algunos de los invitados a la asunción atribuyeron esa ausencia a los pormenores de la causa que se tramita en el Juzgado Criminal y Correccional Federal 7, donde se instruye la denuncia del fiscal Marcelo Colombo en relación al posible asesoramiento realizado por Borinsky a directivos de la DAIA en 2016, situación que habría permitido la reapertura de la causa en diciembre de ese mismo año. El procurador a cargo de la instrucción es Ramiro González, quien lleva a cabo medidas de prueba previas. En su denuncia, Marcelo Colombo había solicitado que se develara el vínculo entre uno de los directivos de la DAIA, Santiago Kaplún, y el juez Borinsky.
Según dirigentes que formaron parte de la comisión directiva del 2016 al 2019, Borinsky colaboró con Kaplún para garantizar que la DAIA fuera aceptada como querellante, pese al cuestionamiento enunciado por el fiscal general De Luca, que señalaba la ausencia del poder especial que el código procesal le exigía a la DAIA para querellar. El macrismo veía con mucha simpatía que fuese la DAIA la encargada de acusar a CFK porque de esa manera ubicaba la causa en un terreno geopolítico, rotulando a la ex Presidenta como antisemita, sambenito útil para la publicidad internacional, sobre todo en Estados Unidos, Europa e Israel. Esa fue la estrategia diseñada por Paul Singer y Sheldon Adelson, quienes crearon para ello una Fuerza de Tareas Argentina.
Borinsky tambien garantizaba una presión a sus colegas de la Cámara para reabrir el expediente. La divulgación de la colaboración entre el dirigente de la DAIA y el casador se sumó a la revelación de las 15 visitas de este último al entonces Presidente Mauricio Macri, mientras su mesa judicial a cargo de Fabián Pepín Rodríguez Simón instigaba las persecuciones contra dirigentes de la oposición.
El discurso de Knoblovits del último martes, monitoreado por Patricia Bullrich, evidencia la continuidad del rol de la DAIA como punta de lanza de la criminalización política montada por Nisman, bajo la supervisión de los fondos buitre y la cobertura mediática de la trifecta mediática. Los vínculos de Nisman con dichos grupos especulativos fueron revelados por el ex agente del Mosad, Uzi Shaya, en junio de 2020. Shaya, empleado de Paul Singer, declaró ante la televisión israelí que Nisman fue parte de una operación para extorsionar a CFK con el objetivo de que abonara los casi 10.000 millones de dólares que reclamaban los buitres. Uzi dejó claro que no hubo forma de torcerle el brazo a la entonces Presidenta.
PROyecto y PROgrama
Lo que no pudieron las extorsiones de los agentes de inteligencia lo pudo el triunfo amarillo de Juntos por el Cambio, que cuatro meses después de la asunción sufragó en efectivo la suma demandada por Singer/Adelson, la cual permitió a posteriori un nuevo endeudamiento. La tarea de Nisman y la DAIA fue reconocida de inmediato por los grupos concentrados que ofertaron bancas y puestos de gobierno a dirigentes habituados a visitar las oficinas de la calle Pasteur. El ex director de la DAIA Claudio Avruj se acomodó como secretario de Derechos Humanos. Waldo Wolff, ex vicepresidente de esa entidad, como diputado nacional, y el bioquímico Sergio Bergman como secretario de Medio Ambiente.
Esa fue parte de la compensación por los servicios prestados para garantizar el triunfo del macrismo en 2015. Luego de las confesiones de Uzi Shaya, se le consultó a Knoblovits sobre las revelaciones de agente de inteligencia israelí. Solo atinó a balbucear elucidaciones ininteligibles. Después de la muerte de Nisman, se supo –por informes oficiales del Banco Central del Uruguay a la Justicia argentina– que el fiscal, su madre y su hermana registraban actividades financieras no declaradas.
En abril de 2015 se reveló que Nisman había recibido alrededor de 280.000 dólares en una cuenta en el Banco israelí Hapoalím, con sede en Colonia del Sacramento. Los giros provenían de la empresa periodística Israel Haiom de Sheldon Adelson. Por su parte, la Dirección General de Registros de Uruguay informó que Sara Garfunkel figuraba como dueña de tres unidades de propiedad horizontal en la localidad uruguaya de Manantiales, tasadas en 300.000 dólares, suma análoga a la depositada a nombre de Nisman en el Hapoalím. Tiempo después se reveló la existencia de la cuenta del Meryl Lynch, en Nueva York, por un monto de 660.000 dólares, tampoco declarada ante la AFIP.
Knoblovits insistió en adulterar la realidad durante su alocución en el Hilton, sin denotar el mínimo gesto de pudor al referirse a uno de los (ilusorios) éxitos de gestión: “El gobierno de la república adoptó como concepto de antisemitismo, en el ámbito del sector público nacional, la definición aprobada por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto [IHRA, por su sigla en inglés], que homologa el antisionismo con el antisemitismo, propuesta formulada por la DAIA y recibida con beneplácito por el gobierno”.
En el mismo párrafo apeló a dos maliciosas tergiversaciones:
- la propuesta de la definición no fue de la DAIA sino de la propia IHRA, de la cual el gobierno argentino forma parte, dado que es una organización que componen Estados, y
- la resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, publicada en el Boletín Oficial el 8 de junio de 2020, no homologa de ninguna forma “el antisionismo con el antisemitismo”, como buscó adulterar Knoblovits, con el objetivo explícito de censurar a todxs aquellxs que cuestionan las políticas coloniales, y de apartheid, de los gobiernos de Israel.
El 26 de mayo de 2016, los 31 países miembros de la Alianza Internacional para la Rememoración del Holocausto adoptaron la definición, jurídicamente no vinculante, que define al antisemitismo como una “cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto”.
Desvío semántico
La definición no cita ninguna de las palabras consignadas por Knoblovits (sionismo/antisionismo). Más aún, es acompañada con ejemplos de aplicación, uno de los cuales indica taxativamente: “Las críticas contra Israel, similares a las dirigidas contra cualquier otro país, no pueden considerarse antisemitismo”.
En su presentación social, la nueva conducción de la DAIA adelantó que va a prolongar los artificios semánticos destinados a tergiversar la realidad, para darle continuidad al engaño institucionalizado: insistirán en postularse frente a la sociedad –y las diferentes áreas del Estado– como los únicos representantes de la colectividad, pese a expresar a un porcentaje minoritario. Para lograr su cometido, las propaladoras mediáticas asistirán a la DAIA en la tarea de invisibilizar la diversidad judeo-argentina, y evitar que se reconozcan los componentes ideológicos y políticos, sobre todo aquellos que se sienten identificados con una tradición ajena a los grupos dominantes.
Para ser exitosos en esa tarea, necesitarán ocultar, negar o esquivar la historia nacional, popular, cooperativa y progresista que también late al interior de una gran parte de esa tradición identitaria.
En otro de los párrafos de su alocución, Knoblovits señaló que “al tener bien en claro cuáles son los desafíos que se nos presentan, decidimos ampliar nuestra misión y nos constituimos en una organización protectora de los derechos humanos: indivisibles, universales, intransferibles e inalienables”. La propuesta resultó desconcertante para una organización que se dedicó durante los últimos años a la persecución político-judicial, a nivel nacional, y a la defensa de las políticas colonialistas de Israel, a nivel internacional. Fue sorpresiva incluso para muchos de los asistentes que fijaron la vista en uno de los máximos referentes del presente institucional de la DAIA, Waldo Wolff, ubicado en un sitial de honor, en primera fila, responsable de todo tipo de vituperios contra las organizaciones de Derechos Humanos existentes.
Wolff firmó recientemente la denominada Carta de Madrid, rubricada por un colectivo de figuras que consideran a los derechos humanos, las políticas de género y la lucha contra el racismo como banderas del zurdaje gramsciano y, en consecuencia, pecados capitales. Entre los firmantes figuran el líder de la agrupación neonazi española VOX, Santiago Abascal, el candidato a Presidente de Chile, José Antonio Kast, y el diputado trasandino Johannes Kaiser, quien afirmó que “las mujeres dejan de ir al parque a trotar porque tienen miedo a inmigrantes que las pueden violar, pero siguen votando por los mismos partidos que están trayendo a esa gente, y tú realmente te preguntas si el derecho a voto [de las mujeres] fue una buena idea”. La lista del espanto se completa con Arturo Murillo, ex ministro de Gobierno de la golpista Janine Áñez, hoy detenido en Estados Unidos por corrupción.
El último viernes la Agrupación de Familiares y Amigos 18 de Julio (18J) recordó a las víctimas aún impunes del atentado de 1994 al cumplirse 10.000 días de ese crimen. Uno de los oradores del acto, realizado en la puerta del edificio de Pasteur 633, fue Daniel Komarovsky, quien recordó que la “la DAIA pretendió apropiarse de la causa jurídica para politizarla y sacar tajadas partidarias de una tragedia, mientras nosotros buscábamos consuelo e intentábamos aferrarnos a quienes suponíamos que podrían ayudarnos a buscar la verdad. Los integrantes de la DAIA traicionaron sus compromisos y terminaron siendo parte del entramado del encubrimiento. La memoria no solo sirve para señalar a los victimarios. También nos advierte sobre la traición de quienes dejaron, en la soledad más profunda, a las víctimas”.
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