Escaparse por la tangente
El intento de convertir el Banco Nación en SA por decreto busca cubrir una estafa con otra
El Presidente de la Nación, abrumado y descolocado por las consecuencias de su osadía e impericia absolutas en lo que debería ser la conducción de un Estado que él mismo niega y confiesa querer destruir, intenta –como vulgarmente se dice–escapar por la tangente.
Más preocupado por encontrarse con los que considera sus líderes y héroes capitalistas, el autoproclamado libertario huye de las consecuencias creadas por la estafa de las criptomonedas que lo tiene como engranaje principal. Cabe decirlo porque a nadie escapa que fue su participación protagónica en el asunto lo que posibilitó y motorizó la estafa cometida. Un timo más, aunque de proyecciones nacionales e internacionales con vastas ramificaciones todavía no calculadas.
Ante esa realidad, que no hace sino confirmar las actitudes que le han sido consubstanciales a lo largo de su actuación y que ahora vuelca a su política como primer mandatario argentino, agobiado por una realidad perversa por él mismo creada y alentada, con entresijos vergonzantes en todo su trazado, busca desesperadamente el amparo de un escape hacia la potencia del norte y a sus mandantes e ídolos intelectuales, en su vano intento de cambiar el eje de la cuestión de su propia e innegable responsabilidad.
La huida de Milei a los Estados Unidos en búsqueda de motorizar un plan de escape y distracción de sus propias responsabilidades en el país que preside, con una actuación indisculpable en el plano ya peligrosamente punible, así como sus confusas justificaciones, todo teñido con un tufillo balbuceante y culpable, no hace sino confirmar la convicción de la fuga hacia adelante.
Para eso, entre gallos y medianoche, partió raudamente hacia Estados Unidos, no sin antes decretar, de manera absolutamente ilegal, la conversión del Banco de la Nación Argentina en sociedad anónima. Proyecto que la Asociación Bancaria rechaza de plano, toda vez que se trata del paso previo para la privatización del Banco Nación. Privatización que ya fue rechazada por el Congreso de la Nación Argentina en las estipulaciones de la ley Bases I y en la no sancionada ley Bases II. Es decir, el Congreso de la Nación entendió y tipificó claramente el significado del Estado en este tema crucial. A buen entendedor, se comprende que Milei busca ofrendar el Banco Nación a cambio de algún préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) capaz de permitirle continuar, a costa de la Nación y de su pueblo, con un plan económico que ya muestra, con toda evidencia, señales de su agotamiento que ahondan y preanuncian la ruina y entrega total de la Argentina a la voracidad de los grandes pulpos internacionales. Es decir, además de incumplir las resoluciones del Poder Legislativo y de la Justicia, busca cobardemente tapar el escándalo interno de la criptomoneda $Libra con una ofrenda-regalo a los poderosos del planeta, para así poder persistir en sus veleidades de monarca absolutista y supremo. Vemos, pues, que ambos temas están profundamente conectados y que son idóneos para verificar el profundo desprecio del Poder Ejecutivo que preside Milei hacia los demás poderes del Estado y del sustento mismo del Estado de Derecho que impone la democracia.
Esto se demuestra con meridiana claridad ni bien se piensa que este decreto de Milei, aparecido entre gallos y medianoche, busca ser el paso previo a una privatización del Banco Nación, una institución que posee 310.000 cuentas corrientes, 19.500.000 cajas de ahorro y, entre otras cosas, 4.500.000 de cuentas jubilatorias. Una institución que arroja ganancias y que nada tiene que ver con los otros y también tramposos requisitos declamados por el gobierno, tales como superar el déficit y lograr mayores controles, sin olvidar que aporta el 20% de sus ganancias al Tesoro Nacional. Recordemos, para demoler las mendaces afirmaciones de Milei y su gobierno, que el Banco Nación está sujeto a auditoria interna y externa, sometido al control de la SIGEN y del Banco Central de la República Argentina. Vale añadir, entonces, que es eficiente y que arroja ganancias.
Párrafo aparte –e indispensable recordatorio–, merece consignarse que todavía la Nación y el pueblo no saben dónde está el oro opacamente sustraído del Banco Central, si es que no se encuentra ya en los bolsillos de las elites del poder mundial y de los fondos buitres, toda vez que cualquier información al respecto brilla por su ausencia. Tema enérgicamente denunciado por la Asociación Bancaria en su momento y oportunidad, sin respuestas plausibles ni información veraz, confirmando que invariablemente este gobierno apuesta con procacidad al olvido ciudadano.
En tanto, Milei lanza fuegos de artificio para tratar de tapar el escándalo que han desatado él y sus acólitos con la estafa de $Libra a la Nación y al pueblo argentino. Es decir, con su estafa indisimulable ha incurrido en una estafa doble, a la que se agregan afirmaciones y denuncias de exigencia y recepción de coimas de sus allegados, funcionarios y colaboradores más cercanos para viabilizar esta delictual maniobra en torno a la criptomoneda $Libra. Dicho escarnio está siendo investigado por la Comisión de Valores y el FBI de los Estados Unidos, con riesgo de terminar detenido por su determinante participación en el ilícito.
Desde la Asociación Bancaria denunciamos enérgicamente esta sórdida maniobra distractiva y manifestamos la decisión de oponernos por todos los medios a nuestro alcance para impedir este nuevo vaciamiento del Estado, para preservar a ultranza una institución valuada en 30.000 millones de dólares que resulta amenazada por la voracidad de quienes buscan tan solamente su propio beneficio en detrimento del legítimo patrimonio y el esfuerzo de la Nación argentina y de su pueblo.
La Asociación Bancaria lo va a hacer porque no es posible cubrir una estafa con otra en un burdo e indecente gambito, sino también –y es importante decirlo una y mil veces– porque Milei será el primer mandatario, pero jamás el primer mandamás de un pueblo que sabrá defender su democracia tan duramente conseguida y su propia dignidad.
* El autor es secretario general nacional de la Asociación Bancaria y diputado nacional (UxP).
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