¿Es posible una economía verde?
A pesar de la crisis de la economía argentina, se abre una oportunidad para el ambiente
La economía argentina está en crisis. Esta situación, con numerosos impactos negativos en las personas, permite cuestionar algunos conceptos con una profundidad y seriedad mayor a las que a veces encontramos en el debate del día a día, cuando el auto está en marcha. La profundidad de la situación obliga a re-preguntarse qué tipo de país queremos, qué tipo de modelo productivo. Y aquí hay una oportunidad para el ambiente y las personas como parte de él.
Hay quienes contraponen el ambiente a la noción de desarrollo. Argumentan que primero hay que solucionar los problemas económicos para luego ocuparnos de los temas ambientales. Sin embargo, este concepto está quedando oxidado. Ya son bastante numerosas las corrientes que hablan de un nuevo desarrollo verde, en el que, incorporando la perspectiva ambiental, también se pueden crear nuevos puestos de trabajo, elevar la calidad de vida y contribuir a solucionar el cambio climático. Todo al mismo tiempo.
El ambiente puede ahorrarnos dinero. Un reciente informe de la ONU (Carbono Cero América Latina y el Caribe 2019), por ejemplo, aclara que América Latina y el Caribe puede ahorrar U$S 621.000 millones anuales al descarbonizar la energía y el transporte para 2050. El informe indica que “para lograr una matriz renovable se necesita invertir unos 800.000 millones de dólares para 2050, una cifra menor de lo que costaría satisfacer la demanda de energía de la manera en que se logra actualmente”. Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente especifican: estos ahorros incluyen 300.000 millones en gastos en el transporte terrestre de pasajeros y reducciones de 222.000 millones en costos de electricidad. Además, al disminuir la contaminación del aire en las ciudades, el sector de salud podría evitarse un gasto de hasta 30.000 millones de dólares.
La expresión política más reciente de este enfoque son los Green New Deals o “Nuevos acuerdos verdes” que están emergiendo en regiones a lo largo del globo. Buscan generar una transición ecológica, es decir, tener una economía desacoplada de las emisiones de CO2, poniendo especial atención en el aspecto social. La Unión Europea por caso, tiene como objetivo ser el primer bloque “carbono neutral” para 2050 y estima inversiones de 1 trillón de euros para financiar la transición ecológica. En su página oficial se lo encuentra como “Pacto Verde Europeo” sin medias tintas.
¿Incorporará Argentina este enfoque con el nuevo gobierno? Por lo pronto ha decidido elevar la jerarquía de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable a Ministerio. Algo necesario, pero no suficiente. Es tan importante jerarquizar la agenda ambiental como tener esta perspectiva dentro de algunos ministerios clave como Economía, Desarrollo Productivo y Energía. El ambiente no tiene compartimentos estancos y le toca hacer contrapeso con esos actores si quiere estar a la altura de las circunstancias. Resolver estas tensiones no es fácil, pero tampoco imposible.
La transición implica muchos desafíos. Reconvertir trabajos junto a los sindicatos, reconvertir empresas trabajando codo a codo con el sector privado, disputar áreas de competencia en el sector público, articular con el sector de ciencia y técnica para desarrollar áreas específicas y repensar la geopolítica global y regional en función de qué producimos y a quién le vendemos. Pero la no transición ecológica puede ser mucho peor. Basta recordar la presión de Francia en el acuerdo EU-Mercosur por los incendios en el Amazonas para imaginar las barreras para-arancelarias que se vendrán cada vez con más fuerza o hacer foco en Australia para tener una pequeña degustación de los costos de no hacer nada frente al cambio climático.
Algunas señales. El mentor del flamante Ministro de Economía Martín Guzmán, Joseph Stiglitz, menciona en una de sus últimas columnas de 2019 que “podríamos lograr el objetivo del acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 2°C de una manera que mejore el nivel de vida: la transición a una economía verde podría estimular la innovación y la prosperidad”. El premio Nobel también destaca que para hacerlo deberíamos focalizarnos en la calidad del crecimiento, no solamente en el número que indique el PBI. Mientras, el Ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas y el de Ambiente Juan Cabandié se juntaron y acordaron trabajar explícitamente en un green new deal.
Las circunstancias nos fuerzan a mirar las raíces de nuestro modelo económico y las condiciones están dadas para incorporar la cuestión ambiental a un desarrollo con calidad. Las señales no garantizan que esto sea un eje central de esta nueva etapa del país, hará falta mucho trabajo y apuestas audaces para convertirlas en políticas concretas. El momento nos está sirviendo la oportunidad de ser esa nación vanguardista que supimos ser, de la mano de un desarrollo verde que contribuya a la necesidad de disminuir las personas en situación de pobreza y elevar la calidad de vida. Algo tan posible como necesario.
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