¿ES O SE HACE?

Una nouvelle de Marcelo Vera transmuta fronteras y siembra preguntas ambiguas

 

Heredadas del furor cinematográfico del teléfono blanco, las telenovelas clase B de fines de los años '60 y comienzos de los '70 mostraban una clase pudiente comandada por un pater familias luciendo en la intimidad del hogar robe de chambre sin haberse quitado la corbata, sentado en sillón Bergére de un solo cuerpo, junto a una mesita circular, depositaria de botellón y vaso de whiskacho. Conjunto decorado con superposición de indiscriminados Luises, pesados cortinados y alfombras supuestas, dado que el plano americano impedía la visual hacia el suelo. El pastiche representaba la visión que una clase de media para abajo (guionistas, productores, escenógrafos, vestuaristas, pinches: alguien) tenía de una idealizada clase alta. Comprobaba tal desfasaje ideológico que los nichos correspondientes a los sectores populares contaban con reproducciones bastante más próximas a lo cotidiano. Eso sí: limpitos.

Siempre imaginaria, la caracterización que una franja de la sociedad realiza de otra resulta fuente de impedimentos y restricciones tanto como de alternativas y oportunidades, depende de cómo se encare y aplique. Fuente de diversidad, crucial en la estrategia política, en las artes ha de resultar estímulo de pesquisa, desafío, también eventual bochorno, posible zambullida en el kitsch. Riesgo que desde el modelo del salto de clase se extiende a otros parámetros; entre los cuales, la transposición de género, medio, locación y lenguaje ha dejado de ser inhabitual. Marcelo Vera (Rosario, 1974), anunciado como escritor que “continúa profundizando en la narrativa de las pérdidas”, asume con arrojo aquellos peligros en su más reciente nouvelle. Por lo pronto, asume la voz femenina protagónica en su tránsito por locaciones escapadas de comerciales y series de TV, tanto de ricos y famosos como de pobres pero honrados. Un mundo fashion para una mujer joven open minded, sin otro remedio que tener que trabajar en una de esas tareas creativas como el diseño y la publicidad, para las cuales es innecesario rigor o estudio; basta con el talento autopercibido. Universo glamoroso, de obligada originalidad en la que cada personaje encierra un potencial  hacedor de tendencias, siempre winner. Música tecno, luces, alcoholes de varias estirpes, sustancias, hacerlo bien sin mirar a quién.

 

 

El autor, Marcelo Vera.

 

 

Estepicursor se titula la breve novela, en honor a esas plantas resecas que juntan sus escuálidas ramas formando bollos rodantes por los suelos áridos, inconfundibles en los antiguos westerns en blanco y negro; hoy actualizados en símiles de bolsas de plástico enredándose en las desolaciones suburbanas que, claro, no están en esta película. Metáfora explícita, casi casi metonimia, las minúsculas lianas resecas de la vida que se adhieren al cuerpo hasta superarlo cuan monstruos animistas, aparecen bajo la forma de noticia sensacionalista de diariucho de Miami o similar. Destinados a esclarecer la situación del personaje que se trate, atrapado en forma análoga dentro del capricho de la trama, la imagen opera al modo de chiste explicado y el lector se pregunta si es a propósito, o no. Pues hay una seguidilla de escenas similares, verosímiles, correctamente literalizadas en un lenguaje de creativo publicitario que dispara la duda: el personaje, ¿es o se hace?. La trama toda, ¿es o se hace? Si lo primero es la respuesta, el beneficio reside en que planta la incógnita ante el alud de obviedades. En caso de lo segundo, la impostura, el acierto rumbea hacia el corolario por el lado del absurdo. Aunque el ingenio no alcanza para suplir la inteligencia y a menudo se los confunda, ambas posibilidades resultan de interés en tanto sean capaces de sostener cien páginas de lectura, ponele. Cada quién tiene su prueba de fuego frente a la página escrita.

Pruebas al canto: “El coworking donde trabajaba temporalmente como redactora freelance para una agencia de comunicación es una mole de vidrio y concreto infestada de startups, donde cada día me esforzaba por alimentar un oxímoron permanente, creando contenido vacío para una compañía de bebidas energizantes de segunda línea que intentaba posicionarse en el mercado local”. Relata esto la protagonista sin nombre, pobre mujer, despechada al mango por un hombre cruel, maligno, que un día para otro la abandona sin decir agua va, oh surprise!, que de repente “decidió marcharse dejando una casa en llamas sin detenerse a mirar atrás”. Sin marido, sin casa, sin trabajo, “obligada a vender mis objetos personales”, así, de improviso, queda nada más que con una gata —para peor, prestada—, dos niñas que bien podrían ser macetas con rueditas y el envión para seguir en piloto automático “como los tristes monos cosmonautas del programa espacial americano, obligados a seguir esa rutina absurda hasta el momento en que por fin todo se integre en el espacio”. ¿No será mucho?

Tras páginas de regodeo doloroso, la heroína se engancha con un patovica que ella asimila a un doble convertido en actorzuelo en el cine pochoclero norteamericano, “dos juguetes rotos coincidiendo por azar en la misma venta de garaje”. Tras vaciar la heladera y aspirar el polvo restante, como era de esperar, el mozalbete se pira, los “últimos restos de energía se escaparon detrás suyo, dejándome tan triste y vacía que no pude moverme durante el resto de la noche”. Ya no son sólo los crueles estepicursores que la pérfida naturaleza arrastra hacia la inocente ninfa. Va quedando en claro cómo los derroteros marcados por arbitrio del destino arrastran a la femenina inocencia encarnada a su trágico encuentro. Retorna desde los circulares bajofondos del Averno la incógnita: esta piba, ¿es o se hace?

La respuesta tampoco es literaria. Permanece enredada entre las páginas de la breve novela de Marcelo Vera para que chilenos y argentinos, en edición simultánea a ambas veras de Los Andes, escruten entre la maraña si el autor, sus personajes, la historia misma, son o se hacen. Estepicursor hace honor a su especie, rueda sin rumbo aparente para la mirada positivista y sin embargo transita una trashumancia vehemente dotada de una lógica secreta tras las apariencias: ¿es o se hace?, ¿adrede o casualidad?  En tiempos en que tamañas dualidades invaden la realidad efectiva, aquellas preguntas cobran un vuelo tangible que excede cualquier metáfora. Todo un desafío.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Estepicursor

Marcelo Vera

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires / Santiago de Chile, 2022

100 páginas

 

 

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