La ocupación del discurso
Previo al amanecer del jueves 29 de octubre, 4.000 efectivos de la Policía Bonaerense dieron curso a la orden del fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta de no prorrogar más los plazos de desalojo y así ingresaron a los cuatro barrios asentados en el predio de Guernica (cien hectáreas situadas a las afueras de Capital Federal) en el que vivían desde julio aproximadamente 1.400 familias.
La toma de estas tierras no era un tema secundario en los medios de comunicación y durante cuatro meses tuvo un lugar destacado en las discusiones argentinas: la historia de sus presuntos dueños (El Bellaco S.A., cuyo presidente es Gervasio Pérez Pesado, hijo del fallecido César Copete Pérez Pesado, asesor de la subsecretaría de Ministerio de Gobierno durante la dictadura de Videla) se iba esclareciendo al tiempo en que crecía la discusión sobre el derecho constitucional a la vivienda. Esta discusión –quizá nuestra discusión más urgente– abría horizontes reales para las familias que pasaron el invierno en casas de madera y nylon en un inmenso baldío en el que sólo había yuyos y serpientes.
La discusión y el consiguiente nacimiento de políticas públicas hubiese podido seguir su desarrollo, pero el amanecer del 29 de octubre, con el apuro de un fiscal abiertamente racista y el visto bueno del gobernador de Buenos Aires, estas posibilidades fueron clausuradas: como se dijo, 4.000 efectivos de la Bonaerense, comandados y entrenados por el ministro de Seguridad Sergio Berni, avanzaron con balas de goma y gases lacrimógenos desalojando a las personas que estaban en el predio.
En la retaguardia, las topadoras esperaban para demoler todo lo que quedara en pie.
La discusión aplanada
La violenta intervención de la Policía transformó –nuevamente– en baldío el terreno en que vivían alrededor de 1.400 familias, afectando de forma radical la construcción de imagen del Gobierno.
Fugazmente, el objeto de las discusiones pasó del derecho a la vivienda a una nueva dualidad discursiva: ¿Se reprimió o no se reprimió? ¿El desalojo de Guernica fue un éxito o un fracaso? ¿Fue un éxito porque no hubo muertos? En esos términos se movió el gobernador Axel Kicillof, en la primera entrevista que dio luego del desalojo (Página/12, 1/11/20) en la que dijo:
“Desde la oposición, y también desde los medios, presionaron primero para que hubiera un desalojo violento, después se mostraron indignados porque el desalojo había ocurrido. Pero no pasó nada de lo que esperaban, conseguimos las prórrogas hasta donde pudimos y dimos una respuesta”.
El Cohete a la Luna y Los Perros del Cosmos
David Viñas, en Literatura argentina y política (acaso su libro más importante, escrito y rescrito a lo largo de 50 años) en un capítulo dedicado a Rodolfo Walsh escribió:
“Horacio Verbitsky es hoy el continuador más notable del periodismo inaugurado por Walsh. Con una diferencia que corresponde destacar: en sus denuncias y en sus crónicas, Horacio Verbitsky pone en movimiento tal cantidad de datos y referencias que muchos de sus lectores tenemos la sensación de que se enfrentan a una polvareda inconexa o arbitraria; excepcionalmente Horacio Verbitsky propone o insinúa una síntesis o algún foco que relacione esa proliferación. Corresponde preguntar, me parece, si esa carencia reproduce los límites actuales de la izquierda intelectual: ¿No hay ejes? ¿No hay proyectos? ¿Sólo los datos en estado coloidal? Después de la muerte de Walsh, ¿ése es el síntoma de la situación desarticulada de esa franja política y cultural? ¿O, quizá, la puntuación que Verbitsky utiliza –discontinua y quebrada– presupone una figura simétrica o correlativa de la ‘fragmentación’ convulsiva típica del discurso oficial?”
Vale la pena la cita por el lugar que le otorga el crítico a la nota periodística: como en un cuento o en un poema, el ritmo marca la construcción de un estilo y el estilo cimenta una postura que trasciende las palabras. En la polvareda cotidiana que viene y va por el mapa de la política argentina, ¿puede una crónica no estar llena de polvo? ¿Puede una nota zafarse de los moldes que demandan las dicotomías impostadas?
El domingo posterior al desalojo abrimos El Cohete a la Luna, el semanario digital de Horacio Verbitsky y en la fresca polvareda de su nota Hablar con propiedad descubrimos un nombre que a los lectores de poesía nos resulta familiar: Julián Axat, abogado que en el año 2013 denunció al fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta por el ocultamiento de la verdadera cifra de muertes en las inundaciones de La Plata.
Esta mención a la denuncia de Julián Axat nos llevó a buscarlo y entonces nos enteramos de que el Julián Axat abogado es también, efectivamente, el poeta que acaba de publicar su undécimo libro, Los perros del cosmos, editado en septiembre por Ediciones En Danza, que nació en 1976 en La Plata, que es integrante de H.I.J.O.S. y titular de la Dirección General de Acceso a la Justicia de la PGN.
De esta forma llegamos a El niño rizoma, el blog que publica desde el 2011, en donde nos encontramos con un extraordinario poema titulado Visión después de las topadoras, escrito por él después del desalojo:
El poema lo escribí –nos dijo Julián Axat– el domingo pasado, tres días después del desalojo de Guernica. Comienza como una saturación de las fotos que circulaban en las redes, en mi mirada. Como en una alucinación, trato de focalizarme en los objetos dejados en el terreno y desarmar esas imágenes en un plano superior, no periodístico, para tratar de hallar pistas o claves de otro sentido; quizás más metafísico.
Surgió espontáneamente de tanta imagen circulante. A veces, la poesía es el registro de expresión que me permite liberar otras preguntas, o salir del enfoque obvio de la pura racionalidad especulativa. La poesía reordena las imágenes de otro modo.
La lectura de este poema nos hizo salir de los espejismos discursivos y nos devolvió a una discusión que no se aplana, a la potencia de un ritmo, a la fuerza de un estilo, a las posibilidades infinitas que ofrecen los poemas: ¿Sigue habiendo ejes, proyectos, más que datos en estado coloidal? Este poema de Julián Axat nos hace creer que sí, que se puede ir más allá de las dualidades aparentes, de la fragmentación convulsiva típica del discurso oficial y de los medios que esquivan el estilo del polvo.
Sobre el desalojo, Axat expresó su opinión un mes antes, en el mismo Cohete a la Luna, en un lúcido artículo que también logra salirse de la pura racionalidad especulativa. Consumada la intervención policial en el predio de Guernica, Julián nos dejó esta lectura:
Todo acto de desalojo es un hecho procesal de última instancia. Y como tal, en algún grado implica violencia. El hecho de haber llegado a esa instancia, habla de que fracasó un modo pacífico de resolver el conflicto. Y eso es más una derrota del propio Estado, que de los ocupantes. Aunque, claro, lo pagan los más vulnerables que no tienen a dónde ir.
La pregunta es la tensión interna en la estatalidad; o mejor dicho, si el lado social del Estado tenía previsto que el lado policial del Estado podía capitalizar políticamente el problema y resolverlo a través del desalojo.
Da la sensación, por cómo sucedieron los hechos, que no hubo improvisación del lado policial (hay un spot que lo demuestra). Habría que preguntarse si la hubo y esa fue –acaso– la razón del fracaso del lado de la política social. Cuando digo fracaso me refiero a que no haya tenido que existir desalojo y se hubiera relocalizado a todos (algo muy difícil).
Desde el punto de vista de la Justicia, es evidente que sus operadores, si bien postergaron dos veces el desalojo para que actúe la política social, fueron más funcionales al desenlace por vía de la violencia. Lo que hace pensar que tenían más alianzas con estos últimos intereses y también alianzas de clase con los supuestos propietarios del predio. A esta Justicia poco le interesan los más débiles.
VISIÓN DESPUÉS DE LAS TOPADORAS
(Poema de Julián Axat)
“en tierra baldía, no habrá tumba para los muertos”
T.S Eliot
Me detuve ante las fotos y
Vi la Noche / mamadera /media llena/
escudos / fuego /aire espeso
todo demasiado denso
/mamadera /medio vacía/
Vi rostros encapuchados /corriendo
policías heraldos de infantería
abroquelados /avanzando
Vi perros con sarna / entre el humo
bebé aferrado al pecho /su madre
casco y escudo /que avanzaban /
leche negra o blanca / medio llena/vacía
Vi mucho humo/ colchones / policías en motos
acompañando cinco motopalas /removiendo todo a su paso
Vi a varios policías sosteniendo itakas y haciendo gesto
la gesta // la de apuntar hacia algún punto que se pierde
policías entre hilos engalletados a palos // retorcidos
Vi /restos de restos/ de un rancho aplastado / bastante humo//
/cartones prensados machimbre descuajeringado /
/agujeros en la tierra / varias carpas deshechas
Vi a una pareja tomada de la mano y con tapabocas
con los bolsos recién hechos para irse a algún sitio
Vi ropa caída e indicios de que (momentos antes) había estado tendida
Vi a un policía pateando algo en el piso
pero la altura de los pastos me quitó la visión del misterio
aunque pude apreciar (luego) que eran /huesos
Vi banderas que decían “no no sacan sino muertos” /
Vi cartuchos / bolsas de polietileno negras /arrugadas /
fosas en el pasto /cientos de otros cartuchos vacíos /
lonas y media-sombra mal enrollados esparcidas
Vi una casilla prendiéndose fuego / y a los polis a su lado mirando
Como si asistieran al fogón infernal / de sus almas
Vi clavos esparcidos en el barro / una zanja oscura /
y un dedo apuntando a la nada como salido de una cruz
Vi gases y gente corriendo / máscaras / vi tachos
una rueda de auto encendida
//y el pedazo de un madero
de una tranquera contra el piso
Vi que un dron subía y bajaba como cuervo enloquecido
y la vista aérea del predio vacía (antes)
vista aérea del predio tomado (durante)
vista aérea del predio con los restos (después)
Y en todas esas imágenes
cada objeto que /entonces vi
los vi / colocados
de tal forma
que cumplían como cierto orden natural de las ruinas
como el rompecabezas /que deja Dios luego de las pestes
cierto sepulcro
enseñanzas
restos suspendidos en el tiempo
para mirarnos al espejo
el enigma
ante todo resabio de la destrucción
que apenas podemos manejar
Entonces dejé de mirar las fotos
y la visión se perdió.
* El autor es editor de la revista Belbo.
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