En el aire

Algunas travesuras de Jorge Dorio (1953-2024)

 

Él hablaba como si escribiera, hasta con puntos y comas incluidos. Quien lo escuchara frasear y asociar libremente en busca de redondear una idea probaba que, en su caso, ser culto no era una postura y, tanto menos, una impostura. Cierto que todo lo decía muy rápido, tipo catarata de palabras. Una fan suya, que lo despide en las redes, interpreta que semejante acelere podía deberse a la sospecha íntima de que la vida no le daría la chance de contar con el tiempo suficiente para exponer al mundo toda su erudición.

Quien se meta en el fabuloso universo “radio cut” y se vuelva a conectar con sus Columnas Dóricas se dará cuenta de que casi ninguna actualidad cultural, del pensamiento y de la vida misma, le tiraban de sisa. Periodista, poeta, docente, sobresaliente narrador oral, replicador agudo, cultor de la anti solemnidad. Después de egresar con antecedentes brillantes del Nacional Buenos Aires, en donde tuvo una militancia recargada de reprimendas policiales, inició lo que sería una extensa carrera en el mundo de la comunicación. Trabajó en la gráfica (en varios diarios y revistas, codirigió el suplemento Babel, en Página 12, entre 1988 y 1991); en televisión en ciclos como Badía y Compañía, 678, Gran Hermano y muchos otros como panelista o columnista. Donde sus condiciones naturales y también las adquiridas lo mostraron con más brillo fue en la radio, hermanado con Alejandro Dolina en La venganza será terrible, y en numerosos espacios. Allí donde veía una luz roja que decía “En el aire”, él subía y se quedaba, como le pasó con el que, desde hace tiempo, consideraba su lugar en el mundo, Vayan a laburar, un programa de culto que iba en “el infeccioso horario” de cuatro a siete de la madrugada. Lo que se cuenta a continuación son algunas (de las tantas) travesuras de este lindo pibe, que, por intensidad, vivió el doble de los 66 que iba a cumplir el 26 de marzo.

 

 

En Radio Belgrado (¿o Belgrano?)

Coincidente con la recuperación de la democracia el dial de amplitud modulada tuvo una memorable experiencia. La tradicional LR3 Radio Belgrano, que terminaba de estar en manos de militares, se convirtió en una radio pública, estatal, plural y no oficialista. Dirigida por el abogado y editor de libros Daniel Divinsky, fue un hito en la recuperación de temas, palabras y figuras invisibilizados durante la dictadura. Fue Divinsky quién confió en dos jóvenes sin tarea radial previa, Jorge Dorio y Martín Caparrós, para hacerse cargo del horario de medianoche a dos de la madrugada. Esto les dijo el director: “En esas dos horas tienen piedra libre, hagan lo que quieran” y ellos tomaron al pie de la letra el convite del director e hicieron por más de una temporada un ciclo original, creativo y muy transgresor. El programa fue prometedor desde el título: Sueños de una noche de Belgrano. Pasaron por ese micrófono víctimas de la dictadura que podían contarla, consumidores de drogas, travestis que salían del closet en caída libre y una amplia gama de lo mucho que los militares habían prohibido. Informes audaces y comprometidos como los de derechos humanos ponían los pelos de punta a los nostálgicos de la mano dura. Fue justamente la oposición que atacó a la radio con motes que creían despectivos: Radio Sandino, Radio Cuba y, el más usado, Radio Belgrado.

 

Jorge Dorio y Martín Caparrós en su programa de radio.

 

Y esto pasó en la noche del 4 de abril de 1984. En esa semana se cumplían dos años del inicio de la guerra por la recuperación de las Malvinas y Sueños… retomó la efeméride y produjo una reconstrucción temática dándole voz a ex combatientes, políticos, funcionarios y, a teléfono abierto, a la voz de los oyentes, todavía muy sensibilizados y doloridos con el tema. En un momento mencionaron el caso del capitán de Fragata Pedro Edgardo Giachino, la primera víctima argentina ya en territorio malvinense, apenas desatado el conflicto. Los conductores se condolieron por su fallecimiento, pero también señalaron que si el militar estuviera vivo seguramente tendría que responder ante la Justicia por haber participado en hechos violatorios de los derechos humanos. Ipso facto la línea telefónica se puso al rojo vivo, con llamados aprobatorios y una cantidad considerable de mensajes amenazantes. Pero no sería la peor. Apenas iniciada la segunda hora del programa ingresó al estudio sin pedir permiso una patota que parecía dispuesta a todo. “Mancharon la memoria de Giachino —gritaban y acusaban—; son traidores a la patria. Giachino fue un patriota, no como ustedes, un judío y un masón”. Y sentenciaron: “Los vamos a matar a todos”. Aquel infiernito se prolongó casi durante media hora, hasta que llegó la policía. Muchas de las amenazas del grupo de choque de la ultra derecha nacionalista salieron al aire. En el libro sobre la historia de Radio Belgrano (Colihue, 2014), Dorio cuenta: “Apelamos al recurso de darles charla, pero no fue suficiente. En un momento entendimos que mientras siguieran exaltados, insultándonos, no nos iban a matar. Terminamos todos presos, a ellos los liberaron primero que a nosotros y fuimos peor tratados que los agresores”. En tanto, su coequiper Caparrós comentó: “Por primera vez en mi vida celebré estar rodeado de uniformados”. El episodio les hizo ganar simpatías, en especial, en el interior de la emisora, pero también detractores. Así también estaba la sociedad. Hacía demasiado poco tiempo que se había terminado la dictadura, y cualquier cosa podía ser considerado como una provocación. Algo inesperado ocurrió en el camino. Un capítulo del programa ganó el premio de Radio Nacional de España, entre 500 postulantes. Dorio ironiza: “Luego de regresar de España con el premio, de los muchos que en los pasillos de la radio no nos daban ni la hora, empezaron a hablarnos y saludarnos y a creer que nos habíamos vuelto personas serias”.

 

 

Una experiencia única

Pese a su muy buena factura radial y la consecuente repercusión, el programa de estos dos francotiradores empezó a teclear porque la radio, al igual que lo que le ocurría con otros espacios, no lo podía sostener económicamente. Entonces ocurrió algo casi milagroso y disruptivo para las costumbres del medio. Un grupo de oyentes, integrados en una cooperativa llamada Ensueños se comprometió a mantenerlo en el aire. Unos cien aportantes, de entre 15 y 84 años, debían llenar una alcancía con 200 pesos promedio. Llegaron algunos anunciantes (dos librerías y una publicación política) pero no los necesarios. Esta participación autogestiva de la audiencia significó el quiebre de la comunicación tradicional, en especial porque los cooperativistas se comprometieron a no cuestionar la línea del programa ni a sus conductores y únicamente solicitaron la posibilidad de realizar y poner al aire, cada tanto, una investigación periodística. En la temporada siguiente el programa tuvo una reducción de una hora y más temprano que tarde fue levantado de la grilla. Recién un par de años después, otro espacio de Belgrano —Sin anestesia, con la conducción de Eduardo Aliverti— quedó en manos de otro colectivo de seguidores, en ese caso con más persistencia y proyección porque hasta organizaron un premio anual a la producción radial.

Luego de cumplir con una tarea muy elogiable en los difíciles años de la post dictadura, Daniel Divinsky dejó la dirección de la emisora y quedó en su lugar la periodista y escritora Julia Chiquita Constenla. En 1985 y parte de 1986, quien esto firma trabajó con Dorio en un ciclo de medianoche por Belgrano titulado El día después, del que también fueron parte Jorge Telerman, Guillermo Allerand y Any Grunwald. En esos tiempos el locuaz Dorio tentó a la radio para hacer un programa con un título ingenioso que era de su creación: Si esta no es la siesta. Debió esperar hasta 2007 para estrenarlo en Radio de la Ciudad. También pujó por darle más entidad a las efemérides proponiendo el concepto “Belgrano es fechitista”. Más temprano que tarde la nueva directora reconoció la tarea de Dorio nombrándolo productor general, un cargo que a pesar de sus juveniles 25 años no le quedó grande.

 

 

Mentiras verdaderas

En 1988 la dupla Caparrós-Dorio, y viceversa, lo hizo de nuevo. Eran los conductores de El monitor argentino, por Canal 13, y para demostrar que la realidad puede ser construída e incluso reconstruida presentaron en dos semanas consecutivas la agitada biografía de un prestigioso escritor e intelectual argentino llamado José Máximo Balbastro. La travesura posmoderna tuvo enorme éxito. El guion enfatizaba la importancia de la obra de Balbastro. Su trascendencia era directamente proporcional al injusto olvido que había sufrido, entre otras cosas, porque había tenido la mala fortuna de morirse el 1º de julio de 1974, el mismo día del fallecimiento del Presidente Perón. Se cuidaron muchos detalles. Se mostró una tumba con su nombre; se exhibieron tapas de algunos de sus libros, el ensayo El can canoro y otras perradas y el poemario Cárcel del aire y otros. Una reportera salió a la calle a preguntar por vida y obra de Balbastro y vaya que abundan tanto compatriotas chantas, muchos de ellos no vacilaron en brindar su opinión como escritor y como político. Algunas respuestas: “Sí, Balbastro. Lo suyo es literatura complicada, pero me gusta, vale la pena” o “Sí, recuerdo haber leído algo suyo en el secundario y me pareció excelente”. Varios libreros aseguraron que en esos días se cansaron de recibir compradores interesados en adquirir un libro del inexistente Balbastro.

Fue de tan buen nivel la engañifa (la cara de Balbastro no era otra cosa que una foto del cineasta Luis Buñuel en sus años mozos; puntos de su falsa personalidad estuvieron inspiradas en aspectos de la vida real de Marcuse o Artaud) que durante una semana cientos de personas de distinto rango intelectual creyeron que Balbastro era un argentino merecedor de la celebridad y, como tantos otros (lo asemejaban a patriotas), injustamente negado. Objetivo cumplido: probar que los medios masivos de comunicación caen con frecuencia en la tentación de manipular y que la frontera entre ficción y realidad es frágil y fácil de penetrar. Al programa siguiente se hicieron cargo de revelar que todo había sido un tremendo bolazo. Recibieron aplausos, pero también rechazos por el singular ensayo. Se habían anticipado en décadas a un fenómeno aún en permanente estudio: los efectos del poder de los medios y las noticias falsas.

 

El fin y los medios

Había que ver la tristeza generalizada, en la mañana lluviosa del jueves, en el velatorio, aun cuando, para sortear el amargo, todos elegíamos recordar tramos luminosos de su vida, su sentido de la ironía y su generoso corazón que ahora, así son los corazones, decidió fallar sin contemplaciones. Me había cruzado con él, en una ocasión social, en octubre del 2023. Tras el abrazo afectuoso de siempre, me contó dos cosas. Lo feliz que lo hacía integrar el elenco del programa Vayan a laburar, el grupo que integraba con Martín Piqué, Facundo Cardoso, Julián Fava y Rodolfo Montes, entre otros. Ese espacio, muy seguido pese a su horario difícil (a partir de las cuatro de la mañana), me contó, era su lugar en el mundo. Tras unas semanas fuera del aire, el programa se reestrenó hace una semana (viernes noche, madrugada del sábado, ahora de una a cuatro) por la AM 530 Somos Radio, pero esa noche y las que vienen faltará él. También me contó que ya tenía edad para jubilarse pero que le preocupaba no tener muy al día la correspondiente papelería y que amigos lo estaban ayudando. Que un muchacho como él, con su trayectoria, su prepotencia de trabajo y sus saberes llegara a esta edad inquieto e inestable me pareció, y no se lo dije, un símbolo de una Argentina que la sigue pifiando a la hora de repartir.

Lo sobreviven sus amores (empezando por su hijo Franco), sus seguidores, su extensa lista de trabajos, sus amigos (una multitud) y varios libros de poemas: Huésped de sí mismo, La verba infamada, La mujer pez y La evolución de octubre, todos de existencia comprobable, no como los de Balbastro. Así dice el poeta Dorio en Citas a ciegas: “Ni vencedores ni/Vencidos ni aun vencidos/¡Ay Patria mía! Viva/Aunque yo perezca:/Eso! Que se rompa/Pero… no sé/ ¿Doble o nada?/Patria o muero/ Contento/Hemos batido/Al enemigo ni justicia/Social, lista la bandera/¡No la dejen sola! Volveré/y serás solo lo que debas/El otro que es la patria/ (a veces el infierno) /Coronados, juremos la gloria:/Seamos libros, lo demás/No importa nada”.

 

 

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