En boca cerrada

El Covid golpea al barrio de la ribera pero el club de Ameal sigue cerrado

 

“El vínculo entre Boca y el barrio durante la presidencia de Angelici nunca existió. Y para nosotros es fundamental. La Boca es un barrio vulnerable. Hay que abrirle las puertas al barrio”, le dijo Jorge Amor Ameal a Sur Capitalino en diciembre pasado. Recién asumía la presidencia del club dejando atrás 24 años ininterrumpidos de gestiones macristas; más de dos décadas en las que el club de la ribera giró hacia algo más parecido a una empresa que a una asociación sin fines de lucro. Recuperar la identidad xeneize fue el concepto más fuerte con el que el frente encabezado por Ameal, Mario Pergolini y Juan Román Riquelme logró ganarle a la lista oficialista La Mitad más Vos de Christian Gribaudo. Sin embargo, ocho meses y una pandemia después, es muy poco lo que el club hace en relación con el barrio. Muchos vecinos -hinchas o socios de Boca-, expresan en voz alta su decepción. Otros, incluso desde adentro de la gestión, mascullan bronca por lo bajo mientras reclaman a la Comisión Directiva que se abran las instalaciones para brindar ayuda a quienes viven a metros de la Bombonera.

Al 31 de julio, La Boca tenía 1380 personas registradas con Covid. Es uno de los barrios más golpeados por el virus –está en el top ten de la lista de la Ciudad que mide la tasa de contagiados cada 100 mil habitantes- y sus familias arrastran una crisis económica que se profundizó con el aislamiento. La pérdida del trabajo formal, pero sobre todo informal, incluye a quienes viven de actividades relacionadas con el turismo, que llega de a miles a visitar Caminito y la Bombonera, o a quienes sacan el mango cada vez que juega Boca (venta de comida, banderas y gorros, cuidando autos). De hecho, desde que arrancó la pandemia, los comedores del barrio triplicaron la asistencia alimentaria. Hombres y mujeres que nunca antes habían acudido a un merendero, hoy hacen cola todos los días para recibir un litro de leche y unas galletitas. Por este motivo y por su frágil situación habitacional, con conventillos donde es muy difícil cumplir con la cuarentena, la Justicia lo consideró entre los barrios populares a los que el Gobierno porteño debe asistir especialmente durante la pandemia. Sin embargo, todo este contexto no parece sensibilizar a la dirigencia de Boca Juniors, cuyas puertas siguen cerradas.

“Asumimos el 17 de marzo y el 20 se cerraron el club y la Fundación. Nosotros acatamos la orden del Gobierno nacional. No somos una actividad exceptuada. Dependemos directamente del club y hacemos lo que decide el club. Nos encantaría abrir la Fundación, pero no se puede. Las leyes hay que cumplirlas”. El que habla, con tono firme y cortante, es el periodista económico Carlos Arbía, en su rol de vicepresidente de la Fundación Boca Social. Sur Capitalino lo consultó luego de intentar sin éxito obtener la palabra de su presidente, Alberto Salvo. Queríamos saber qué acciones concretas estaba realizando la Fundación a favor de las familias del barrio.

Según informa en su página web, durante la pandemia la Fundación entregó “alimentos y productos de limpieza a casi cien familias del barrio a través de la Red de Cooperación de La Boca, mobiliario a una familia que perdió todo en un incendio, y 4 mil barbijos”. Arbía confirmó estos datos y dijo que también se habían sumado, junto con el Club River Plate y Red Solidaria, al Operativo Frío a través del cual el Gobierno porteño asiste con abrigo y alimento a personas que sobreviven en situación de calle en la Ciudad.

Aunque no son una actividad esencial, muchísimos clubes están abriendo sus instalaciones y poniéndose a disposición para coordinar con los gobiernos durante la pandemia. La realidad del barrio donde está enclavado el club es muy difícil… –repreguntó Sur Capitalino al dirigente xeneize.

— No puedo hablar por los otros clubes. Conozco la situación del barrio, pero también conozco la de la Ciudad y la del país. Las leyes están para cumplirlas y nosotros acatamos la orden del Gobierno nacional –- dijo para terminar la conversación.

El argumento de Arbía no se condice con lo que ocurre en la realidad. Son muchos los clubes que vienen trabajando en coordinación con los gobiernos porteño y nacional en la implementación de diferentes acciones que ayuden a los más vulnerables durante la pandemia.

Por citar sólo algunos ejemplos: San Lorenzo ofreció y acondicionó su predio de Avenida La Plata, para que funcione como Centro de Contención para 220 adultos mayores. También abrió sus puertas e instaló unidades sanitarias móviles en su estadio del Bajo Flores donde se testean a vecines del barrio Padre Ricciardelli, para detectar casos de Covid-19. “Queremos agradecerle a toda la estructura de San Lorenzo que nos ha dado esta base de operaciones para llevar adelante nuestro trabajo”, señaló el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, en mayo. Un mes después, el DetectAR llegó a La Boca, pero no se instaló en el club sino en una escuela.

El Club Atlético Lanús también puso a disposición sus instalaciones. En un trabajo conjunto con la municipalidad habilitó sus dos microestadios para que funcionen como hospitales de campaña con 60 camas disponibles para potenciales contagiados de coronavirus. Vélez, en un convenio con el municipio de Ituzaingó, puso a disposición las instalaciones de la Villa Olímpica en caso de ser requeridas durante la emergencia sanitaria. River no abrió sus instalaciones, pero realizó distintas acciones para asistir con alimentos a las familias de los chicos que participan de programas de su fundación y de las divisiones inferiores del club, la mayoría provenientes de localidades del conurbano.

Estas son solo algunas de las entidades deportivas que con solo googlear aparecen abriendo sus puertas. Sin contar las decenas de clubes barriales que, a pesar de estar con sus números en rojo, siguen sosteniendo a pulmón su función social, sobre todo en los barrios más vulnerados.

 

 

Acción de fundación

La Fundación Boca Social fue creada en 2012 por fuera de la estructura del club para “trabajar en el desarrollo y promoción de oportunidades para la familia en su conjunto, y transformar positivamente la realidad de las familias de su barrio”, según indica su página web. Desde entonces, fue señalada por la oposición como un organismo utilizado para “financiar las cuestiones vinculadas a la política” e, incluso, donde “hubo movimientos de dinero poco claros”. “La Fundación nunca abrió sus libros”, explica una fuente que desde diciembre es parte de la nueva gestión. Por eso, al asumir prometieron una auditoría sobre los responsables anteriores. En el último período de Daniel Angelici al frente del club, el secretario general de la Fundación fue Gribaudo, el candidato del oficialismo en las últimas elecciones –quedó segundo, lejos, con un 30% de los votos- y quien hasta el año pasado era, además, el presidente del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires.

Al asumir, Ameal puso al frente de la Fundación a Alberto Salvo, un hombre clave en la recaudación de apoyos y aportes para sus campañas de 2015 y 2019, y muy cercano al ex gobernador sanjuanino y actual diputado nacional y presidente del PJ José Luis Gioja. Además de titular de la Fundación, Salvo es el encargado de Relaciones Públicas del club. Consultado para esta nota, delegó la palabra en Arbía.

La conformación del Consejo de la Fundación Boca Social debe ser ratificada por la Comisión Directiva del club. Eso aún no ocurrió. En la reunión del 26 de junio pasado el tema figuraba en el orden del día, pero se quitó a último momento. Desde adentro, algunos dirigentes que prefirieron el anonimato explicaron que la falta de ratificación responde a una interna dentro de la propia Comisión Directiva donde hay quienes preferirían que la Fundación se disuelva y que su tarea sea realizada directamente desde el club, por ejemplo, desde el Departamento de Acción Social. ¿Por qué una asociación civil sin fines de lucro tiene la necesidad de crear una fundación para derivar la atención de cuestiones sociales que deberían estar entre sus objetivos primarios?, se preguntan. Lo cierto es que la expansión de las fundaciones es un fenómeno, principalmente en el sector empresario, ya que les permite visibilizar mejor su compromiso de responsabilidad social y, al mismo tiempo, manejar recursos por fuera de los balances y obtener beneficios impositivos.

En los papeles, el club destina a la Fundación el 1 por ciento de sus ingresos. En el presupuesto que se votó el año pasado para el período que iba del 1° de julio de 2019 al 30 de junio de 2020 se estimaba para esos 12 meses un resultado económico positivo de 30 millones de pesos, sin considerar posibles ingresos por ventas de jugadores. Por cuotas sociales, el club –que tiene unos 220 mil socios y socias- calculó ingresos por 830 millones de pesos.

 

 

Palabra de socio

“Cuando había sudestada y se inundaba el barrio, en la época de Armando y después con Alegre, se abría el club para poder bañarse o para cuestiones médicas”, recuerda Facundo Carman, 50 años de edad y de socio. Esa memoria se conserva entre los menos jóvenes del barrio. Carman vive frente a la cancha. Reconoce que aquellos años en los que el club era un actor importante del barrio se terminaron cuando llegó Macri. “Pero ahora el club está totalmente cerrado. No hubo ningún tipo de ayuda. Como una de las instituciones más antiguas, importantes y poderosas del barrio lo menos era poner su infraestructura al servicio de los vecinos y vecinas vulnerables. Hay mucha distancia entre el discurso de la nueva dirigencia y lo hecho en estos 4 meses de cuarentena”, se enoja. Y aclara: “Los grupos que forman parte de la actual conducción de Boca sí están ayudando y dando una mano”.

Y esa lista sí es larga: Boca Juniors Querido, Nuevo Boca, Boca es Pueblo, Agrupación La Bombonera. Todos ellos están realizando diversas acciones solidarias dirigidas a las familias del barrio. Pero todo por fuera del club.

En el caso de Boca es Pueblo, por ejemplo, sus integrantes realizaron tres colectas de dinero y mercadería que dieron como resultado entregas de bolsones a más de 150 familias del barrio de La Boca que se encuentran con necesidad alimentaria por la falta de trabajo. Además, sostienen un espacio de merienda, almuerzo y cena cuatro veces a la semana en su local de Lamadrid e Irala.

“En 2016 abrimos nuestro local con el propósito de sumar un espacio bostero abierto al barrio, en contraposición con un club que se mostraba cerrado. Por eso, ante esta desesperante situación que estamos atravesando hoy como pueblo, seguimos intentando dar respuestas colectivas, desde nuestro humilde lugar, a nuestros vecinos y vecinas del barrio de La Boca. La salida es colectiva, o no es. Nadie se salva solo”, señalaron en las redes el 13 de julio pasado.

Otro ejemplo es el de la Agrupación La Bombonera. “Decidimos poner todos nuestros recursos en pos de la situación que atraviesan las familias carenciadas del barrio. Nos parece indigno destinar recursos a la política cuando hay gente que la está pasando mal, como nuestros vecinos. Sabemos cómo es la vida en los patios boquenses, la solidaridad. Quien tiene algo lo comparte con los vecinos, ese principio solidario es el que tratamos de darle a nuestra agrupación”, explica Pablo Abbatángelo, vecino y referente de la agrupación. Aunque su espacio es parte del frente que ahora gestiona el club, Abbatángelo reconoce: “Me hubiese gustado que la institución estuviese más presente”.

Hasta hace un tiempo, Boris militaba en Boca es Pueblo. Aunque se alejó de la organización, votó a la lista de Ameal. Y como muchos otros que optaron por ponerle fin al macrismo, está decepcionado del papel que está jugando el club durante la pandemia. “Lo único que vi que hizo fue regalar barbijos a los socios, pero había que ir a retirarlos y no había punto de entrega en La Boca. Todo un dato. Es una pena porque varias organizaciones y agrupaciones del mundo Boca activaron, hicieron ollas, entrega de bolsones, etc. Pero el club se negó a abrir las puertas a diferencia de centenas de otros clubes a lo largo del país. Hicieron toda la campaña basada en algunos pilares como volver a abrir a Boca para La Boca. Un papelón”.

Graciela también es vecina del barrio. Coincide en que “sería bueno que abran los vestuarios o que brinden las instalaciones para lo que sea” pero reconoce que el club cambió en estos pocos meses. “Cuando asumieron bajaron el precio de la colonia. Yo ya había pagado y me devolvieron el dinero. Además, abrieron más becas para que chicos y chicas del barrio que no pueden pagar también disfrutaran de la colonia”, diferencia. También señala el rol de algunos profesores durante el aislamiento: “Mi hijo Simón tiene 8 años y va a basquet en Boca. Es increíble y maravilloso todo lo que hacen en pandemia, juegos familiares, encuentros por zoom con otros clubes, les mandan ejercicios para seguir entrenando en casa. Mucho, mucho seguimiento”.

 

 

Tiempo al tiempo

Jorge Ameal lleva tan solo ocho meses al frente de uno de los clubes más grandes del país y del continente. Es justo decir que (si se pudiera hacer un paralelo), al igual que le ocurrió al Presidente Alberto Fernández, a Ameal le tocó lidiar con una difícil. Sin embargo, la mayoría de las personas consultadas para esta nota reconocen, en voz alta o desde el anonimato, que el club debería estar haciendo mucho más por el barrio. La palabra que más se escucha es decepción. Porque si esta misma pandemia le hubiera tocado a Angelici, nadie hubiera esperado ninguna respuesta con sensibilidad. Los 24 años consecutivos de macrismo convencieron a muchas y muchos de que mientras siguiera siendo así, el club no dejaría de dar la espalda al barrio que lo parió. Por eso decidieron sumar fuerzas para derrotarlo en las urnas.

Ante la insistencia de Sur Capitalino por conocer la opinión institucional del club, desde el área de prensa respondieron que “no están dando notas a ningún medio”. La pregunta principal que queríamos hacerles es por qué. Está claro, al menos los testimonios así lo indican, que no es una cuestión financiera, sino una decisión. “Estos dirigentes no tienen arraigo barrial. Es una cuestión filosófica e ideológica”, explicó un militante que ahora es parte de la gestión. “Es gente sin conciencia social”, dijo otro en alusión a la mesa chica que dirige la institución. Ambos hicieron diversos planteos dentro de la Comisión Directiva para abrir de alguna manera el club, pero la respuesta fue siempre negativa. El tiempo dirá si todo esto sólo fue un traspié y Boca podrá, de una vez por todas, recuperar su identidad, aquella que asegura que es pueblo.

 

Publicado en Sur Capitalino.
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