Basta un minuto de distracción para que siamo fuori.
“Zugzwang: Situación en la que se encuentra el ajedrecista al que le toca mover cuando cualquiera de los movimientos posibles empeora su posición y lo conduce inevitablemente a la derrota”. Efim Bogoljubov, Breviario del ajedrez moderno.
El martes el Banco Central logró renovar todos los títulos de deuda LEBAC que vencían ese día por un monto de 615.877 millones de pesos, equivalentes a más de 25.000 millones de dólares, calculados al tipo de cambio mayorista, y a casi la mitad de las reservas del Banco Central. La magnitud de las cifras en juego y el daño catastrófico que un fracaso de la licitación, con su inevitable secuela dolarizadora, le hubiese infligido al sistema económico argentino, explican el alivio del gobierno pero no justifican la pretensión del presidente Mauricio Macri y sus funcionarios de presentarlo como un éxito de su gestión y un voto de confianza de los inversores.
El éxito que pregonan se edificó sobre un precario castillo de naipes de medidas que combinan desmesura, incoherencia y opacidad.
El Banco Central ofreció las nuevas LEBACs a un interés anual del 40%. Catorce puntos más que el 26% que trató de sostener desde la infausta conferencia de prensa del equipo económico el 28-D, porque una tasa más alta “podría enfriar la economía”.
En dos meses, el Banco Central vendió más de U$S 10.000 millones de sus reservas para intentar, infructuosamente, impedir que la cotización del dólar superara la barrera simbólicamente infranqueable de los $20 primero y después, en cuestión de días, inclusive de horas, la de los $22, los $23, los $24... los $26, para terminar firmando la rendición incondicional en $25,52 la víspera de la licitación. El peso perdió casi 20% de su valor en apenas tres semanas, y 40% desde mediados de diciembre. Su presidente, Federico Sturzenegger, devolvió a la biblioteca el manual de la flotación libre y no falta mucho para que tenga que hacer lo mismo con el de las metas de inflación.
Hace dos semanas el Ministro de Finanzas, Luis Caputo, prometió que el país ya no tomaría más deuda en los mercados internacionales durante lo que resta del año. Lo dijo en la misma conferencia de prensa en la que el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne anunció un recorte de $ 30.000 millones en la obra pública para recuperar la confianza de esos mercados superfluos. Cuatro días más tarde, Sturzenegger le pedía prestados US$ 2.000 millones al Banco de Pagos Internacionales y Dujovne volaba a Washington para negociar con el Fondo Monetario Internacional una línea de crédito stand-by de decenas de miles de millones de dólares. Técnicamente hablando, las manos extendidas de sus colegas no incumplieron la promesa del Ministro de Finanzas. Para que eso pasara faltaba que el propio Caputo extendiera la suya una semana después.
El mismo día de la licitación de las LEBACs, el ministerio que conduce Caputo informó que había emitido bonos en pesos denominados Botes por más de $ 73.000 millones a cinco y ocho años de plazo, con un interés fijo de 15,5% y 16%, respectivamente, que generarán para sus compradores iniciales un rendimiento efectivo del 20% anual dado el descuento ofrecido sobre su precio de colocación. Según trascendió, dos grandes fondos de inversión internacionales, Franklin Templeton y BlackRock, que habitualmente protagonizan las operaciones con títulos de deuda soberanos de países emergentes, adquirieron la mayoría de los nuevos Botes.
La interpretación cándidamente aritmética de la inversión sería que esos fondos confían en la promesa del gobierno de bajar la inflación al 5% anual en 2020 y buscan asegurarse por unos cuántos años un rendimiento en pesos que cuadruplica ese índice.
La interpretación menos angelical la sugirió el diario La Nación en su artículo principal sobre la licitación de las LEBACs: “Si esos fondos se lanzaron a recomponer su exposición al riesgo argentino es porque cuentan con alguna información (a la que no tiene acceso el resto del mercado) sobre los términos y alcances de la negociación que inició el Gobierno con el FMI”. Y la confirmó su columnista Carlos Pagni: “Templeton y BlackRock estaban lejos de hacer un favor político. Entre los expertos se afirma que uno de ellos hizo un extraordinario negocio saliendo con el dólar a $20 y regresando cuando estaba a $25. ¿Por qué no? En el caso de los Botes, los fondos estaban mejorando la rentabilidad promedio de sus posiciones en esos mismos bonos, comprados hace más de un año a tasas que resultaron muy inconvenientes. No ayudaban a Macri. Se ayudaban a sí mismos”.
La Resolución 110/2018 del Ministerio de Finanzas, que dispuso la emisión de los Botes, fue publicada en el Boletín Oficial el 16 de mayo, cuando la operación ya se había concretado. Uno de sus considerandos explica de la siguiente manera por qué el gobierno no consideró necesario difundir públicamente la “licitación” de esos títulos antes de realizarla: “En este contexto los participantes del mercado están atentos a los acontecimientos en todo momento sin hacer necesario anunciar con mayor anticipación la realización de nuevas licitaciones”. Cuán atentos al “contexto” estaban los “participantes del mercado” puede apreciarse en la entrevista concedida al canal Bloomberg una semana antes por el administrador del fondo Franklin Templeton, Michael Hasenstab, donde explicó que la “Argentina tiene un gran potencial” por “sus políticas ortodoxas” y contestó que “compraría Argentina” porque la considera una “compra para el largo plazo”.
La tasa estratosférica, el drenaje de reservas, la devaluación caótica, el ajuste del gasto público, la sujeción al FMI, los títulos de deuda diseñados a medida de sus compradores, sólo le han servido al gobierno para ganar 35 días de tensa tregua. Su transcurso testeará diariamente la creencia de Sturzenegger de que el dólar a $ 25 “está fuera de escala” y la eficacia del método adoptado por el Banco Central para contenerlo por debajo de ese tope, que consiste en ofrecerle al mercado US$ 5.000 millones a $ 25 en la apertura de cada rueda diaria.
La próxima licitación de LEBACs ocurrirá tres días después del debut de la selección contra Islandia en el Mundial y dos días antes del segundo partido contra Croacia. Semejante contexto reclama nuestra atención y habilita la metáfora futbolera: ofrecer 5.000 millones de dólares todas las mañanas para aguantar el empate en 25 es jugar con línea de tres contra Alemania en cuartos. Basta un minuto de distracción para que siamo fuori.
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