El sueño de la razón engendra archivos
Apuntes sobre algunas ideas que surgen de El Tercer Reich de los sueños, de Charlotte Beradt
En la bibliografía sobre el Holocausto, hay algunos libros que son extraordinarios por la forma en la que abordan el problema del terror: Eichman en Jerusalén de Hanna Arendt (Lumen), La lengua del Tercer Reich de Víctor Klemperer (Minúscula); Música en el Holocausto, Shirli Gilbert (Eterna Cadencia). Ahora se suma a esa serie El Tercer Reich de los sueños, de Charlotte Beradt (LOM, 2021), que acaba de ser editado y traducido por un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Rosario.
Embarcados en el proyecto de crear un “archivo de sueños en pandemia”, Soledad Nívoli y Leandro Levi siguieron las líneas trazadas por Charlotte Beradt (1907-1986) hace más de cincuenta años, y para ello partieron de la premisa de editar por primera vez la obra en castellano, de manera de poder contar con un sistema-guía o punto de partida teórico para el abordaje y registro de testimonios.
El libro es fascinante en todo sentido porque repasa y reúne una serie de relatos, testimonios de sueños de habitantes de Berlín que la autora recopiló durante el periodo que va de 1933 a 1939, tiempo en el que debió interrumpir su investigación y salir al exilio con el material oculto entre sus ropas.
El archivo onírico del Tercer Reich se mantuvo inédito durante muchos años hasta que, animada por sus colegas, decidió ordenarlo por capítulos temáticos y acompañarlo con reflexiones teóricas y referencias literarias. Por eso El Tercer Reich de los sueños sólo pudo ver la luz en 1966 gracias al apoyo, primero, de la mismísima Hannah Arendt, y después de Reinhart Koselleck, el principal representante de la variante alemana de la historia de las ideas.
El abordaje que lleva a cabo Beradt excede al psicoanálisis y puede leerse desde el periodismo, la historia, desde la teoría política y la literatura. Se trata de un testimonio de la época, pero principalmente una etnografía onírica de tipo Kafkiana (la mayoría de los sueños parecen tomados de las pesadillas burocráticas, fábulas, cuentos o de los Diarios del escritor de Praga; en ese sentido hablan de la increíble representación de su enorme legado en el imaginario onírico de las catástrofes del siglo XX).
Beradt dice que hay sueños que no deben perderse porque son testimonio de una época y, en este caso en particular, el modo en que el totalitarismo se inmiscuye y contamina todas las relaciones sociales, y los aspectos más íntimos hasta tensionar ese mínimo espacio de libertad que es el sueño de las personas que también quiere ser atrapado (¿Somos libres en nuestros sueños o podemos ser atrapados?). Pues en el Totalitarismo nadie parece estar a salvo, ni siquiera en el mundo de los sueños. Sin embargo, como ya demostrara el Surrealismo desde sus primeros manifiestos (Bretón, 1924), la capacidad onírica del hombre es subversiva y revierte –incluso– toda intentona invasiva del fascismo (los sueños que registra Beradt son también formas de fuga que se inventa la mente humana mientras duerme y reposa, demostrando que no se dejará atrapar tan fácilmente y que siempre puede ser más creativa que el peor Gran Hermano).
No son las víctimas directas sino el testimonio de ciudadanos simples que viven el día a día bajo el nazismo. Sus informantes fueron: un oficinista, el dueño de una fábrica, un verdulero, un obrero de la construcción, amas de casa, escolares, un funcionario municipal, un oftalmólogo, una mujer de la limpieza, un abogado. Es decir, el tipo de personas que por lo general prefiere “no meterse en política”. Y lo que llamó la atención a la autora es la repetición de contenidos en esos relatos (como se repiten los eslóganes del aparato de propaganda de Goebbels) y la intuición de que el mundo onírico de esos habitantes silvestres del Tercer Reich estaba desempeñando el papel de «sismógrafo» de su época al poner en escena el avance de las leyes raciales, los nuevos estigmas sociales, la vigilancia estricta, las crecientes invasiones de la intimidad y el miedo generalizado de los individuos a quedar excluidos de la sociedad.
Lo que la serie de sueños reunidos expone es que toda sociedad puede ser destruida por sus elementos más extremos y que los riesgos del pensamiento totalitario son evidentes incluso para quienes cierran los ojos. Así, dice: “Desde sus inicios, las personas de todos los grupos de la población podían reconocer mientras dormían los principios y las metas del Estado totalitario, así como sus consecuencias a largo plazo”. Un desmentido en todo regla del mito de la inocencia de los alemanes, a quienes Beradt no puede dejar de ver como personas aisladas, desarraigadas, despreciadas, aterrorizadas, rotas, traumatizadas. Acaso “lo siniestro” (unheimlich) que invade como presencia extraña-cotidiana, que asedia sus mil y una noches.
En ese material onírico hay algo del orden de lo premonitorio, en tanto la recopilación es de sueños del año 1933, ni bien Hitler asume en el poder, y los mismos dejan traslucir o explicitar la silueta de los campos de exterminio. Es decir, una fábrica de sueños del hombre común que, con cierta clarividencia o no, estaban advirtiendo el mecanismo de catástrofe que llegaría, tarde o temprano, como solución final: Auschwitz.
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El archivo de los sueños de la dictadura militar argentina
Lo interesante que se plantea la obra El Tercer Reich de los sueños, a mi entender, es que sirve de disparador para crear “Archivos de sueños”, en tanto otra forma del testimonio de la que no estamos tan acostumbrados. Y ello está siendo aprovechado como disparador de los investigadores locales que tradujeron y publicaron la obra por primera vez aquí; pero además de su uso para entender lo onírico en pandemia, podría ser pensado para reconstruir el orden del testimonio del pasado reciente argentino.
El valor que tendría ese archivo es que, al igual que Beradt, el soñar/ los soñantes (así los llama ella) llevan a cabo una operación-actividad del orden de lo político y social a través del sueño y su posterior registro. Es decir, no se trata de una actividad netamente individual, anecdótica, fuera de contexto.
Solemos pensar al testimonio del horror desde la figura judicial: el clásico testigo judicial. Es la vigilia la que nos permite ver, escuchar, tocar, percibir un acontecimiento que, luego, trasladamos a una instancia que la documente e incida en procesos de memoria y justicia. El testigo despierto es allí la clave.
Sin embargo, al igual que Beradt, ya Primo Levi en su Trilogía señalaba la importancia del sueño y su lugar relevante en la reconstrucción testimonial del “Lager”. La figura del “testigo dormido” resulta tan importante en la reconstrucción, en tanto no por estar en dicho estado deja de percibir acontecimientos (el testigo dormido también ve, escucha, toca, percibe).
Beradt demuestra que las cuestiones de representación de los sueños son clasificables-racionalizables; al igual que el testimonio despierto pueden suponer un repositorio/acervo. La construcción de un “archivo” de sueños considerados verdaderos testimonios también expone un conjunto de significados para tener en cuenta: en tanto el valor que poseen a la hora de certificar/exponer las historias de las mentalidades y la destrucción del tejido social, la pluralidad y el aislamiento radical en el espacio público que llevó a cabo un genocidio.
Así por ejemplo, para pensar los testimonios oníricos de lo ocurrido durante nuestra última dictadura cívico militar (76/83). Pienso aquí en algunos materiales de ese eventual archivo: a) los sueños que constan en varios documentos y obras literarias; b) los que registraron los equipos de salud mental de organismos de derechos humanos respecto de víctimas y sobrevivientes. C) los que ya figuran en causas judiciales y denuncias. e) los que aún pueden ser recolectados de aquellos que vivieron esa época.
Este archivo claro que no existe, y sería interesante reconstruirlo.
Sueños como catálogo de excavación simbólica que registre las capas más profundas del testimonio y el Mal. Sueños como archivo que guarda la corporeidad del fantasma, cuyo cuerpo es el cuerpo de quien sueña. Sueños como páginas arrancadas de la enciclopedia del trauma y que aún tienen un valor o una potencia de representación gravitante, no sólo para la memoria sino para entender los procesos sociales y los mecanismos complejos del poder.
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Algunos sueños registrados por Beradt
Sueño del dueño de una fabrica:
Goebbels viene a mi fábrica. Llama al personal a formarse en filas, a la derecha y a la izquierda. Yo debo pararme en el medio y hacer el saludo hitleriano con mi brazo. Me lleva una media hora subir el brazo hasta arriba, milímetro a milímetro. Goebbels observa mi esfuerzo como si se tratara de un espectáculo, sin manifestar desagrado y sin aplaudir. Pero cuando al fin logro alzar el brazo, pronuncia cinco palabras: «Yo no quiero su saludo», pega media vuelta y se dirige hacia la puerta. Me quedo así en la picota en mi propia empresa, en medio de mi gente, con el brazo levantado. Es lo único que soy capaz de hacer físicamente, en tanto fijo mis ojos en sus pies zambos mientras sale cojeando. Hasta que me despierto, me quedo así.
Sueño de un médico:
Mientras estoy en mi hora de descanso, cerca de las nueve de la noche, apaciblemente tendido en el sofá con un libro sobre Matthias Grunewald, mi habitación y mi vivienda quedan de repente desprovistas de sus paredes. Miro alrededor, todas las viviendas que alcanzo a ver con mis ojos ya no tienen paredes. Luego escucho rugir a un altavoz: “conforme al decreto sobre la eliminación de las paredes del diecisiete de este mes”.
Sueño de una profesora de matemáticas:
Está prohibido bajo pena de muerte escribir cualquier cosa que tenga que ver con las matemáticas. Huyo a un bar (nunca en mi vida he puesto un pie en este tipo de lugares). Los ebrios tambalean, las mozas están semidesnudas, la orquesta chilla. Saco del bolsillo un papel delgado y anoto con tinta invisible un par de ecuaciones, sintiendo una angustia mortal.
El Tercer Reich de los sueños
Autora: Charlotte Beradt
Traducción: Leandro Levi y Soledad Nívoli
Posfacio: Barbara Hahn
Edit LOM, 2021
147 páginas.
* Julián Axat es escritor y abogado.
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