El sueño de la razón
Encrucijada cambiemita en torno a una creación política que no pueden controlar
Dos semanas después de la sorpresa electoral que ubicó a Javier Milei en el primer lugar de las PASO, Juntos por el Cambio intenta integrar sus fragmentos mientras el libertario continúa constituyéndose en su competidor más desafiante. Durante los últimos cuatro años, la alianza cambiante se presentó ante la sociedad como la auténtica oposición al Frente de Todos, hoy agrupado bajo el lema Unión por la Patria. La primera sorpresa de los recientes comicios es que ese lugar de alternativa política ha sido ocupado por los denominados libertarios, responsables de radicalizar el discurso político y situarlo en el borde de un individualismo cariocinético, limítrofe con la “ley de selva”.
La paradoja expuesta en las Primarias revela que el Frankenstein instituido por las propaladoras mediáticas adscriptas al neoliberalismo tiene vida propia: se les escapó de las manos y ahora no saben cómo contenerlo, imitarlo u orientarlo. Esa realidad lleva a que Patricia Bullrich se ubique en una encrucijada identitaria limitada por tres restricciones. Por un lado, debe insistir en la polarización con el oficialismo; pero, al mismo tiempo, comportarse con más moderación que Javier Milei, para no espantar a los votantes larretistas y radicales que observan con preocupación el ataque a la moneda, a la salud pública y a la educación promovido por el ex panelista televisivo e interlocutor de perros difuntos. Por otro lado, tiene que intervenir en la discusión económica —donde se ha instituido el núcleo central del debate electoral— sin decir disparates. La ex ministra de Fernando de la Rúa, por último, se ve en la imperiosa necesidad de desprenderse de la imagen de Mauricio Macri, a quien una parte del electorado identifica como responsable del fracaso político de los últimos ocho años.
Este divorcio de Bullrich con su mentor aparece como inaplazable dado el interés del ex Presidente en congraciarse de forma poco subrepticia con el libertario. Según un dirigente cambiemita, el objetivo final de Macri es impedir que limiten su capacidad para imponer condiciones al interior de la fuerza que construyó desde su paso por la presidencia de Boca Juniors: “Macri usó a Patricia para matar a Larreta y ahora usa a Milei para matar a Patricia”. La ex militante de la JP, por su parte, le respondió el último jueves en el encuentro organizado por el American Council en el Hotel Alvear, ante la atenta escucha del embajador de Estados Unidos Marc Stanley: “No seamos boludos, si gana [Milei] dura dos meses y vuelve el peronismo”.
En uno de los últimos intentos para recuperar la centralidad perdida, Bullrich apeló a su preferido caballito de batalla: el orden. En el marco del habitual ejercicio comunicacional de trabalenguas que caracteriza a la candidata, llegó a reclamar el Estado de sitio, mientras varios de sus asesores le recordaban que la última aplicación del artículo 23 de la Constitución Nacional fue el 19 de diciembre del 2001, un mes después de la renuncia de Bullrich al gobierno de la Alianza del que participó como ministra. En esa fecha, veintidós años atrás, De la Rúa decretó el estado de sitio y anunció el “corralito”, que impedía la libre extracción del dinero de los bancos. Bullrich necesita esa realidad caótica para recuperar centralidad: “La solución frente al caos es el orden”, afirmó el martes luego de los saqueos producidos en seis provincias.
En las PASO estaban habilitados para votar alrededor de 35 millones de personas. Casi un tercio, es decir, 11 millones no concurrieron el 13 de agosto a las urnas. Ese es un número lo suficientemente amplio para conjeturar diferentes tipos de escenarios en donde se combinarán de forma complementaria —de cara a octubre— tanto expectativas como temores. Los primeros remitirán a un voto en positivo, ligado a la esperanza de mejoras respecto al estado actual. La segunda orientación expresará el voto del espanto, la aprensión ante el deterioro potencial de la situación económica. En ese intersticio los cambiemitas están en problemas.
Dos de los candidatos —Milei y Massa— están centralizados en la agenda vertebradora del electorado: los salarios y la inflación. Bullrich balbucea cuando propone medidas destinadas a paliar esos grandes problemas. Ese anclaje es el que probablemente ubica a quienes salieron primeros y terceros como potenciales antagonistas en una segunda vuelta de noviembre.
Para sacarse de encima a Mauricio Macri, la candidata afirmó la última semana: “La única que manda soy yo”. Luego de haber tirado la piedra, Mauricio se fue a Marrakech a jugar al bridge, previo paso a una gira de golf y actualización de los vínculos con el entramado de la FIFA. Gracias a la labor del ex Presidente, Bullrich hace un esfuerzo por disimular la sangría que lentamente la desampara. Carrió renunció a su candidatura enojada por los arrumacos de Macri hacia Milei y el ex ministro de Economía macrista Alfonso Prat Gay denuncia que Macri tiende puentes con el libertario a expensas de Bullrich.
Que se rompa pero que no se doble
La implosión también se observa en el territorio de la Ciudad Autónoma: los seguidores del senador Martín Lousteau empezaron a abandonar el barco macrista luego de la decisión de nombrar a una integrante del PRO, la ministra de Espacio Público e Higiene Urbana, Clara Muzzio, como candidata a vicejefa de gobierno. Esa nominación fue considerada como un desprecio por parte de los integrantes de Evolución Radical, que obtuvieron mejores resultados que el ex intendente de Vicente López en 11 de las 15 comunas, posicionándose a solo 18.000 votos del vencedor de las PASO.
La designación de Muzzio en la fórmula —partícipe del entramado interno del PRO— generó las renuncias de la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore, y del titular del Instituto de la Vivienda, Christian Werle, ambos ligados a Horacio Rodríguez Larreta y a Lousteau. En esa misma línea, un histórico del radicalismo, Federico Storani, afirmó: “Si yo votara en Capital Federal no votaría por Jorge Macri, que está puesto ahí para custodiar negocios (…). No podemos convalidar lo que está en ciernes con una candidatura de Macri aliado a su primo y con guiños a Milei”. Respecto a la elección nacional estipuló que “Macri le daría la gobernabilidad que Milei no tiene, con legisladores, gobernadores, intendentes. Seguiría todo en una dirección contraria a lo que ha sido el planteo histórico del radicalismo. Tenemos que plantarnos en defensa de los intereses populares”.
En esa misma línea, el actual embajador en España, Ricardo Alfonsín, consideró que “el radicalismo está muy preocupado por los riesgos de un triunfo de Milei o Bullrich (…). En esta elección de las tres fuerzas mayoritarias, dos son de derecha dura”. El presidente de su partido, el carcelero Gerardo Morales, aparece desaparecido en acción luego de su derrota en las PASO: algunos de los dirigentes que lo circundan hablan de un paulatino regreso a su provincia para comandar los futuros negocios asociados a la extracción del litio.
Esa misma situación de perplejidad cambiemita es la que se observa en la provincia de Buenos Aires, sede de la elección más trascendente, tanto por su importancia demográfica como por su peso político. Mientras los radicales intentan polarizar con Milei para no desdibujarse, le exigen a Néstor Grindetti —de forma infructuosa— que polemice con la candidata a gobernadora del espacio ultraliberal, Carolina Píparo. Sin embargo, el intendente de Lanús y presidente de Independiente parece más seducido por la postura enunciada por Mauricio Macri de jugar a dos puntas, para ganar con Bullrich o con Milei. Según los radicales dirigidos por Máximo Abad, esa postura los aleja de la posibilidad de vencer a quien tiene la mejor imagen política del país, el gobernador Axel Kicillof. El economista, que busca la reelección, obtuvo el 36,41 % de los votos, mientas que los cambiantes —sumados los sufragios de Grindetti y Diego Santilli— alcanzaron un porcentaje del 32,92. En tercer lugar figuró Píparo con el 23,76 %, ante una elección de octubre que no tiene segunda vuelta, donde gana el que alcanza la primera minoría o la mayoría.
Los radicales están también en un problema en el territorio bonaerense porque fueron a las PASO con dos candidatos a vicegobernador que pueden quedar afuera. Grindetti postuló al intendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, y Santilli al histórico de San Isidro, Gustavo Posse. El presidente de su partido, Gerardo Morales, quedó afuera con la derrota de Larreta, y el mendocino Luis Petri corre el riesgo de monitorear la segunda vuelta desde el llano. En el radicalismo apostaron a todas las canastas, pero incluso así pueden quedarse afuera de los sitiales políticos más relevantes. Para intentar superar dicha posibilidad, el titular de la UCR provincial, Maximiliano Abad, citó a todos los dirigentes provinciales para exorcizar los malos presagios y ordenar la tropa: el sector radical ligado a Gustavo Posse no asistió y el documento final elaborado solo atinó a caracterizar los postulados de Milei como simples expresiones de “un experimento peligroso”.
El sueño de la razón produce monstruos es el título de un aguafuerte de 1799 del pintor Francisco de Goya, que pertenece a la colección del Museo del Prado. Los pensadores de la derecha mediática local detectaron en los tres últimos años a un panelista de formación económica ultraliberal, portador de un claro deterioro emocional, que les brindaba la posibilidad de ensanchar los límites de lo decible. Impulsaron su supuesta convicción, abonaron sin límites su violencia simbólica, su misoginia y sus diatribas de odio. Ese Frankenstein ideado sin cortapisas tomó vida propia, y ya no logran controlarlo de forma completa. Algunos de sus creadores, adeptos o admiradores –como Mauricio Macri– se imaginan como sus socios futuros. Otros especulan con la probabilidad de que esos sueños afiebrados por el odio antipopular nos transporten nuevamente a la monstruosidad de otro 2001, sin odisea en el espacio.
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