El pasado 12 de junio, el secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, Juan Battaleme, sostuvo en la Comisión de Defensa de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación: "Las Malvinas son argentinas, por supuesto, no me cabe ninguna duda… y lo he defendido y está en mis escritos. No estoy de acuerdo con la forma en la cual nosotros lidiamos con algunos aspectos del Reino Unido porque hay una relación asimétrica, ellos son más poderosos, no los vamos a sacar en mucho tiempo… posiblemente no los vamos a sacar, tenemos que ser inteligentes para sacarlos. Estoy tratando de encontrar la forma en la cual nosotros podamos mejorar nuestro pie de fuerza. Cuando escribía esto, pensaba cómo puedo hacer desde una posición de debilidad relativa para mejorar nuestra condición. Y no solamente eso, poner en juego también la cuestión de la Antártida. ¿No? Entonces, nos une el sentimiento, nos separa la táctica”.
Mientras se desarrollaba esa reunión, una investigación periodística descubrió que el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCO) gastó 200 millones de pesos, entre otras cosas, en 84 kg. de salmón ahumado por 3.158.400 pesos; en 203 kg. de bife de chorizo y panceta ahumada por 1.742.555 de pesos, de acuerdo con el Expediente EX-2023-148142309--APN-DAF#EMCO. Si bien, el jefe del EMCO, Brigadier General Xavier Isaac, sostuvo que la compra se había iniciado en la gestión anterior, una nueva nota demuestra que la compra se inició durante la actual gestión.
Presupuesto y táctica, analicemos ambos temas.
¿Quién se lleva el salmón?
Mientras en el EMCO degustan el salmón, el presupuesto de Defensa, si no se actualiza nuevamente, caería en este año 2024 significativamente. Si analizamos la función de Defensa, tomando al año 1989 como base 100, tenemos lo siguiente:
Algunas aclaraciones:
- Los datos corresponden a las Cuentas de Inversión (1993-2022), al Presupuesto 2023 y a su prórroga y actualización al 31 de marzo de este año para el presente ejercicio presupuestario.
- El valor del dólar que se tomó fue el oficial que, al día de cierre de este artículo, equivalía a 918 pesos. Se recurre a este dato porque si usáramos los valores nominales tendríamos una distorsión muy importante debido a la inflación y porque las compras del Estado en el exterior se realizan con el dólar oficial.
- La Función Defensa incluye los gastos de los incisos 1 a 5, al que se le han sumado también los datos correspondientes al inciso 6, a través del cual se ejecuta también el FONDEF. Asimismo, esta función no es equivalente al gasto de la Jurisdicción 45 Ministerio de Defensa porque no incluye los gastos de ese organismo, tales como las funciones Seguridad Social; Educación y Cultura; Salud; Ciencia y Técnica; Inteligencia, y Transporte.
- Se utiliza el año 1989 como año base porque fue el valor más alto al final de la etapa de consolidación democrática y post levantamientos carapintadas.
- Los datos se muestran solo a partir del año 1993 porque la Ley N.º 24.156 de Administración Financiera y los Sistemas de Control del Sector Público Nacional fue aprobada en 1992.
En síntesis, la caída del año 2024 podría variar si: a) se aumenta/recorta el presupuesto de la Función Defensa y/o b) si varía fuertemente el dólar.
Ahora bien, si analizamos la inversión en defensa en relación con el PBI, recurrimos a los datos del prestigioso Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) entre 1983 y 2019, cuya información se corresponde a la Jurisdicción 45 Ministerio de Defensa. Pero, en lo que refiere a los años 2020 a 2023, utilizamos los datos oficiales porque incluyen el devengado del FONDEF.
Recientemente SIPRI publicó la inversión en defensa como porcentaje del PBI correspondiente al año 2023, arrojando un resultado muy bajo. Cabe aclarar que ese valor se corresponde al presupuestado. El año pasado ocurrió exactamente lo mismo para la cifra del 2022 y en el informe de este año ya fue actualizado. Cabe esperar que en la Data Base del Think Tank 2025, actualicen también el número publicado hace dos meses aproximadamente.
En segundo lugar, y según datos oficiales, el Ministerio de Defensa ejecutó el 24,46%, incluyendo el FONDEF, hasta el 31 de marzo de 2024. En cuanto al FONDEF, el correspondiente al inciso 6 solo se había ejecutado el 0,89% durante el primer trimestre.
En tercer lugar, y también según datos oficiales, se suspendió el pago de las dos últimas cuotas del Plan de Jerarquización implementado durante la gestión anterior a los efectivos de las Fuerzas Armadas. Al 1 de junio de 2024, la brecha salarial entre el Ejército Argentino y la Gendarmería nacional es:
Finalmente, hay dos datos que serán reveladores, pero recién saldrán a la luz en junio de 2025: cuánto se destinó al inciso 1 (sueldos y pensiones), inciso 2 (bienes de consumo) e inciso 4 (bienes de uso). Estos dos últimos resultan relevantes porque mostrarán cuántos medios se adquirieron (nacionales y extranjeros) y cuánto se destinó al inciso 2.5.6. y 2.7.3, entre otros: por ejemplo, combustible, aceite y municiones. Si son bajos con relación al total, indicaría que no hubo recursos para el adiestramiento, alistamiento y sostenimiento.
En definitiva, el Ministerio y el EMCO se quedan con el salmón, el resto de los militares con sueldos bajos, algunos de ellos por debajo de la línea de pobreza (INDEC mes de mayo) y el presupuesto… veremos.
Las margaritas tácticas
El secretario sostiene que nos “separa la táctica” para recuperar las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes (en adelante, Cuestión Malvinas). En realidad, esto es un grave error: tomar decisiones basadas en la táctica ya nos ha provocado graves consecuencias. La clave es la estrategia.
En la novela El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov, Margarita es la amante del maestro y representa la pasión. Entre los analistas de la política de defensa también tenemos nuestras Margaritas, pero que un coronel retirado rebautizó como gordos tácticos o, en palabras de un colega, los Tactical Fat (Tango Foxtrop): apasionados de los fierros y juegos de guerra en la Play Station, y que no levantan la vista más allá del nivel táctico. En general, todos los que se dedican a este tema somos Tactical Fat, el problema es cuando se analiza una guerra/política de defensa o, peor aún, se toman decisiones desde ese nivel. Entonces, las discusiones públicas sobre la guerra en Ucrania se resumen a la superioridad tecnológica de la OTAN y a los sistemas de armas allí utilizados, y, en el caso argentino, el debate se centra en que el F-16 es mejor que el JF-17 y/o qué submarino comprar o si no conviene continuar con la fabricación de los TAM o, como se planteaba en los ‘90, no hay que gastar plata en un cohete porque ese servicio se puede contratar en el exterior. En consecuencia, por ejemplo, se llegan a conclusiones como que la Federación Rusa se está quedando sin armas desde hace dos años. En definitiva, se pierde de vista el nivel estratégico nacional y/o el nivel estratégico militar en el análisis de las guerras y/o políticas de defensa.
Tan relevante es la estrategia que el Capitán VGM Héctor Tessey nos recuerda una vieja frase anónima que dice: “Un éxito táctico no enmienda un error estratégico”. También Carl von Clausewitz alertaba sobre el error de pensar la guerra como un hecho meramente militar, dejando de lado su faz política: “A partir de esta concepción, hay que considerar ilegítima e incluso nociva la distinción según la cual un gran acontecimiento militar o el plan de semejante acontecimiento debería permitir un juicio estrictamente militar; en verdad, consultar a los militares con respecto a los planes de guerra para que ellos den un juicio puramente militar (…) es un procedimiento absurdo; pero mucho más absurdo es el criterio de los teóricos según el cual los medios de guerra disponibles deberían confiarse al jefe militar para que en función de estos medios él establezca un proyecto puramente militar de la guerra”.
Pero también nuestra historia reciente nos advierte sobre los peligros que acarrea dejar de lado la dimensión política y estratégica militar de la guerra. La Argentina no tuvo como hipótesis de conflicto al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante, RUGB) hasta diciembre de 1981 [1] cuando —por impulso de la Armada Argentina— se diseñó un plan de recuperación de nuestras Islas ad hoc que ni siquiera se cumplió, como bien refleja el Informe Rattenbach o el documental “Malvinas día x día”. Así, los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) no contaban con equipamiento y adiestramiento adecuado para pelear sobre el mar porque en el marco de la disputa con la Aviación Naval, esta última tenía la exclusividad para realizar operaciones aeronavales; las bombas de la FAA no eran las adecuadas para ese escenario; la flota de mar no estaba preparada para lidiar con los submarinos nucleares británicos; y los Panhard a rueda del Ejército no podían salir de Puerto Argentino porque se hundían en la tundra malvinera. Entonces, el esfuerzo táctico de nuestros hombres y mujeres, oficiales, suboficiales y soldados, no pudo reparar los errores políticos y estratégicos que tomaron Fortunato Galtieri, Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo: Tactical Fats.
En segundo lugar, una visión únicamente táctica en la compra de sistemas de armas acarrea otro problema. Héctor Tessey viene nuevamente, citando a Rosana Guber, en nuestra ayuda: “Hemos de considerar épocas de la preguerra en las que se adoptaron ideas y doctrinas de las potencias dominantes en cada una de ellas, pudiendo verificar que ocurre lo que siempre en los casos de aquellos países como el nuestro que no aciertan a desarrollar ideas y fierros propios: donde compramos fierros compramos ideas”. (Guber, 2020, p. 10)
Ideas que no correspondían (¿corresponden?) a nuestros intereses vitales y estratégicos.
Entonces, las compras del F-16 y las —eventuales— del buque anfibio y de un submarino y, pese al enorme esfuerzo y capacidad que pongan nuestros pilotos y marinos en esos medios, no podrán corregir los errores estratégicos en un eventual conflicto, si esos medios no se compran de acuerdo a una mirada política y estratégica; salvo que si lo estén haciendo.
En respuesta a este interrogante, tenemos dos alternativas:
- Táctica (siguiendo los argumentos de Juan Battaleme): el F-16 es mejor avión que el JF-17; es occidental; nuestra matriz logística es occidental; mejoran la inter-operabilidad con los países de la región; nuestros pilotos podrán volar en un avión multi-rol; y no molesta al RUGB.
- Estratégica: el gobierno y los analistas que defienden esta compra no han sido claros en este punto. Cuando se les pregunta si el F-16 disuade a los británicos y contribuye con la política exterior argentina con relación a la Cuestión Malvinas, se callan. De las declaraciones y silencios del gobierno, podemos hipotetizar que:
a) se abandona la Cuestión Malvinas porque el F-16 no cumple con lo ordenado en la DPDN 2021: no disuaden al RUGB y no contribuyen a la política exterior con relación a la Cuestión Malvinas. La compra del F-16 es un indicio, pero quedará o no verificado cuando se publique la nueva DPDN;
b) se adopta como hipótesis de empleo al narco-terrorismo. Claramente, el F-16 no sirve para combatir el Tráfico Aéreo Irregular (TAI) que ingresa droga —en cantidades insignificantes—; ni vale la pena ahondar en esta hipótesis, y
c) se retorna a las viejas y superadas hipótesis con Chile y Brasil u otro país “comunista” de la región. Esto estaría en línea con el suicidio colectivo que está viviendo no solo nuestro país, sino también nuestra diplomacia, como resultado –como la llama Luciano Anzelini– de una política exterior anti-realista.
Al día de la fecha, considero que estamos frente a una combinación de las opciones 1 y 2 a.
Si vis pacem, para bellum
Los hechos ocurridos en la guerra del Atlántico Sur (1982) muestran la relevancia de tener una definición estratégica. Así también lo alertaba hace pocos años Juan Battaleme. El actual funcionario hacía un ejercicio de imaginación y sostenía que habíamos perdido la Antártida porque “los defensores del statu quo alertaron sobre los ‘peligros’ [2] de que las Fuerzas Armadas actuasen en seguridad interior, anteponiendo la historia trágica del país y otros países testigos. Aunque realizaron una variación, desplazando a Colombia por México como ejemplo de aquello que ‘estaba mal’ [3]. Pero tampoco ofrecían alternativas, ya que no existían hipótesis de conflicto ‘reales’”. ¿Qué sería una hipótesis de conflicto real para un realista como el autor?
La DPDN 2021 definió una hipótesis de conflicto real, lo cual no es sinónimo de ir a la guerra. La definición política y estratégica era que, en el planeamiento del diseño de las Fuerzas Armadas y del despliegue, se tenga en cuenta la Cuestión Malvinas. Esto no implicaba, claramente, que recuperaríamos nuestras Islas del Atlántico Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes por la vía militar; lo cual está prohibido por la Constitución nacional y porque nuestra doctrina de defensa, que adopta un posicionamiento y actitud estratégica defensiva [4]. Por el contrario, se trata de que la política de defensa con sus Fuerzas Armadas apoye la política exterior, teniendo capacidades disuasivas y reduciendo la asimetría de poder con los británicos.
Si continuara siendo realista, en la próxima DPDN, o en algún nuevo informe al Honorable Congreso de la Nación, definirá una hipótesis de conflicto “más real” que reemplace la Cuestión Malvinas: eso sería una decisión estratégica. Si no lo hiciera, las decisiones de compra son tácticas.
En este último caso, volveríamos a tropezar con la misma piedra, con los mismos errores que destaca el Informe Rattenbach y el artículo ya citado de Héctor Tessey, donde analiza el impacto de la doctrina de seguridad nacional en la guerra del Atlántico Sur y en el que explica: “La mayoría de los comandantes argentinos permaneció en la capital isleña, o en el continente, sin visitar las posiciones ni siquiera durante el largo mes de abril, cuando se especulaba con una solución pacífica al diferendo (…) Si bien unos estaban pensando en políticas y estrategias a partir de ideas y fierros ajenos, otros estaban actuando en orden a su propia supervivencia y la de sus subordinados. Los comandos superiores no fueron a la guerra, los subalternos sí”.
La invasión del 3 de enero de 1833 y la posterior ocupación ilegal e ilegítima de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y y los espacios marítimos e insulares correspondientes no es algún aspecto de la relación con el RUGB, es la central, si los vamos a sacar; y no es diferencia táctica, sino estratégica.
[1] Recién la Directiva de Política de Defensa 2021 (DPDN 2021) incorpora a la Cuestión Malvinas como hipótesis de empleo.
[2] Las comillas son del original: ¿no es un peligro?
[3] También, como en el caso anterior, las comillas son del original. ¿Qué significan?, ¿que no es tan mal?
[4] ¡En el nivel político! Obviamente, se pueden realizar operaciones ofensivas en el nivel operacional y táctico.
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