Fernando Sarago (calabrés), Giovanni Di Pietro –conocido también como Massimo Pertini– (italiano) y Fabio Pompetti (argentino con ciudadanía italiana) fueron detenidos la semana pasada entre Cañuelas y el barrio de Palermo, acusados de tráfico internacional de cocaína entre América de sur y el sur de Italia. La fiscalía antimafia de Reggio Calabria los sindica como representantes de la ‘ndrangheta –la mafia calabresa– con base en la Argentina. Según los investigadores su función en nuestro territorio es la de front desk (una especie de mesa de entrada). O sea, se ocupaban de recibir el dinero de la ‘ndrangheta, obtener la cocaína gracias a los contactos con algún broker latinoamericano y ponerla en la ruta –muy probablemente marítima– para hacerla llegar a Calabria.
Integran las famiglie Bellocco y Pesce de Rosarno, que pertenecen al “mandamento tirrenico” [1] y que operan en la zona de Gioia Tauro, Emilia Romagna, Lazio, Lombardia y América Latina. Según las informaciones que circularon en la conferencia de prensa que se llevó a cabo el jueves 23 de julio en la sede de la Policía Federal del barrio de Palermo, estos representantes estarían operando en la Argentina desde hace unas cuatro décadas. Sarago, Di Pietro y Pompetti quedaron a disposición del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional no. 2 de Lomas de Zamora, a cargo de Juan Pablo Augé y del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional no. 1, a cargo de María Servini, en la causa por “Asociación ilícita, producción y tráfico ilícito de drogas”. Esas tres detenciones se inscriben en el contexto de la operación “Magma”: “La investigación empieza gracias a una investigación anterior [...] denominada ‘Rio de Janeiro’, concerniente al secuestro de una gran cantidad de cocaína: 385 kilos. Ese cargo de droga fue arrojado al mar [...] desde el barco Hamburg Sud-Rio de Janeiro, que había llegado al puerto de Gioia Tauro el 19 de octubre de 2016”. La operación “Magma” llevó en noviembre de 2019 a 45 arrestos en Calabria por asociación mafiosa, tráfico internacional de estupefacientes, posesión de armas, robo agravado por el uso del método mafioso y delito transnacional.
“El emisario en América del Sur del clan Bellocco [Fernando Sarago] no se limitaba a la función de intermediario en el ámbito de los tráficos ilegales, sino que se ocupó también de resolver cuestiones extremadamente relevantes que interesaron la familia de ‘ndrangheta de los Morabito de Africo (Reggio Calabria)”. La acción de Sarago fue decisiva para hacer llegar a Uruguay 50.000 euros con el objetivo de que Rocco Morabito pudiera fugarse de la cárcel de Montevideo en 2019. En cuanto al clan Morabito, existe un trabajo que muestra la geolocalización de las famiglie en el mundo e indica su presencia en Buenos Aires (Francesco Forgione, “L’altra faccia della globalizzazione, Atlante delle mafie. Storia, economía, società, cultura I, Rubbettino, 2012). Estas operaciones son reconocidas hasta por una de las mediaciones más representativas del imperialismo en la Argentina: el diario La Nación, que durante los años de gobierno de la Alianza Cambiemos negaba la presencia de la ‘ndrangheta en la Argentina. En la edición del 30 de julio de este año registra que un broker calabrés –Carmelo Aglioti– llegó a Buenos Aires en 2017 para entrevistarse con Sarago, Di Pietro y Pompetti con el objetivo de “realizar algún tipo de negocio relacionado con la compra de limones que se procesan en Tucumán. La sospecha es que los limones iban a ser el camuflaje de la carga de cocaína que tenían pensando traficar a Europa” [2].
Hasta aquí parecería tratarse de una noticia de crónica, que de hecho fue tratada así por distintos medios nacionales. Pero hay algo más. La cocaína es el negocio más grande en la historia de la ‘ndrangheta calabresa. Un negocio que nunca se choca con la crisis, ni siquiera en tiempos de coronavirus y pandemia. Constituye la línea más consistente en el presupuesto ‘ndranghetista. Este polvo prodigioso arranca sus viajes en América Latina –sobre todo en Colombia–, pasa por la Argentina (no exclusivamente), luego puede hacer pie en algún puerto de África (Guinea, Marruecos, Costa de Marfil, Liberia, Cabo Verde, Senegal, Ghana, Togo, Nigeria) o España, Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania para llegar finalmente a Calabria, cuya puerta de entrada es preferentemente el puerto de Gioia Tauro; o de otros puertos italianos: Genova, Livorno, Napoli, Salerno, Ancona: si desembarca en estos últimos se mueve a Calabria por tierra. La cocaína es un negocio que mata, enriquece, impregna y corrompe. Mata a quienes la consumen, enriquece a los narcos, impregna el sistema bancario, la economía legal y corrompe el mundo de la política (cuando este no se solapa con el mundo de los narcos).
El viaje del oro blanco termina siempre en Calabria – específicamente en la zona de la “Locride”. Sus ganancias ilegales una vez blanqueadas se inyectan en lugares y negocios seguros, como por ejemplo en el sector de la construcción, de los transportes, de las energías renovables, del comercio, de la hotelería, de las obras públicas, de los residuos, de las autopistas (y sus peajes) y un largo etcétera. Los sujetos que producen los narcoeuros o narcodólares operan dentro del ámbito de la ilegalidad. En cambio, los sujetos que inyectan esos narcoeuros o narcodólares en los circuitos legales son funcionarios de bancos, abogados, corredores (brokers) que operan junto con otras figuras profesionales, empresariales e institucionales. La ‘ndrangheta entrama una red de relaciones entre sujetos en un principio distantes entre sí. De esa red que construye (que, comprobado el delito, se llamará “asociación ilícita”) deriva su propia fuerza. Todos esos sujetos constituyen su “capital social”. En la la economía ilegítima, lo legal no niega lo ilegal. Es más, entre la economía legal y la ilegal no hay incompatibilidad. La primera no contrasta con la segunda. La complementariedad y la convivencia son los distintivos de su relación. En la economía criminal el límite entre lo lícito y lo ilícito se vuelve cada vez más sutil. Casi imperceptible.
Hoy la ‘ndrangheta es la organización europea más potente ocupada en el tráfico internacional de droga. Desde Afganistán, Medio Oriente y América Latina (especialmente, de Colombia) llega al sur de Italia. En Oro bianco, Gratteri y Nicaso reponen las palabras de un afiliado a la ‘ndrangheta –luego arrepentido– acerca de la ‘ndrina Commisso-Macrì y de sus intereses en el narcotráfico: “Han sido los primeros en absoluto en toda la provincia de Reggio Calabria, y lo digo con absoluta certeza, en conocer y tratar los estupefacientes. Ellos los trataban aún antes de que muriera “don” Antonio Macrì [...] y encarnaron siempre un moderno tipo de delincuencia carente de escrúpulos de todo tipo; su único objetivo consistía en obtener las máximas ganancias. Esta antigua costumbre con la droga a los Commisso les permitió beneficiarse de los mejores y más consolidados canales de abastecimiento” (Mondadori, 2015: 30-31). O sea, la mafia calabresa descubre el gran negocio de la cocaína en la década de 1970 –zu ‘Ntoni Macrì fue asesinado en 1975– y se organizó en dos carteles de distribución. La autoridad de esos carteles depende de su capacidad violenta, disponibilidad financiera y el carisma de algunos representantes. El primero responde a Giuseppe Morabito, apodado “Tiradrittu” (del dialecto calabrés: alguien que avanza sin miramiento de los otros), avalado por Antonio Nirta integrado por las famiglie: Morabito, Zappia, Palamara, Criaco, Mollica (de Africo), Garreffa de Ardore, Musitano (de Bovalino), Mazzaferro (de Gioiosa), Mancuso (de Limbadi), Cataldo (de Locri), Papalia, Trimboli y Perri (de Platì), De Stefano-Libri-Tegano (de Reggio Calabria), Pesce y Pisano (de Rosarno), Nirta, Pelle, Vottari, Romeo, Giorgi y Bova (de San Luca). El otro cartel, avalado por Antonio Mammoliti, reúne las famiglie Piromalli y Mammoliti (de Gioia Tauro), Aquino-Ursini-Macrì (de Giosiosa Ionica), Cordì (de Locri), Imerti-Condello-Serrano-Rosmini-Zito-Buda (de Reggio Calabria), D’Agostino (de Sant’Ilario) y Commisso-Macrì (de Siderno) (Gratteri/Nicaso, Fratelli di sangue, Mondadori, 2007).
Los clanes calabreses que se dedican al narcotráfico son siempre los mismos, sus apellidos se repiten desde hace décadas. Cuando la ‘ndrangheta aterriza en Colombia para empezar a comprar los primeros lotes de cocaína entiende casi inmediatamente que los granjeros son los cultivadores de las hojas de coca, luego están los cocineros, que son los que producen la pasta base y finalmente están los narcos, el sujeto que eligieron de interlocutor. En la selva colombiana un kilo de cocaína base –derivada de la pasta de coca, un producto tóxico– cuesta 1.835 euros. Cuando ese mismo kilo llega a un puerto colombiano tiene un valor de 2.700 euros. En una plaza estadounidense ese kilo vale 25 mil dólares, mientras que en una plaza europea sale aproximadamente 31.500 euros (mayorista). Ese kilo, cortado adecuadamente con químicos en algún laboratorio calabrés, se transforma en 4 kg. Un gramo de cocaína, ya en el narcomenudeo, sale más o menos 100 euros. De todo esto desciende que 1 kilo de cocaína en cualquier plaza europea produce alrededor que 246.000 euros. La relación entre el precio de producción en la selva (de 1 kilo) y lo que esa cantidad produce en una plaza europea es de 1 a 250. Estos datos tienen una actualización relativa (2013-2014) y pueden ser encontrados en Gratteri/Nicaso (2015). Según el comunicado de prensa de la operación “Magma”, la ‘ndrangheta recauda aproximadamente 45.000 millones de euros al año con el tráfico internacional de droga.
¿Dónde termina el dinero que surge del narcotráfico? Una parte mínima queda en los países productores, mientras que la tajada más importante en las manos de las redes de distribución criminal. A menudo las autoridades nacionales de los países prefieren perseguir la microcriminalidad de la cocaína en vez de los grandes movimientos de capitales entre bancos –situados en guaridas fiscales– que permiten el lavado y la posterior inyección de narcodólares o narcoeuros en las economías legales y en el sistema de la política y los partidos. El juez Alejo Ramos Padilla está investigando tres grandes operaciones de lavado relacionadas con el D’Alessiogate y que tienen relaciones con la pista calabresa.
Para mover internacionalmente la cocaína, la ‘ndrangheta prefiere siempre los containers/ de los barcos (debido a las grandes cantidades de mercancía que compra y traslada) y por ende está muy interesada en el control de los puertos; pero existen también rutas aéreas, que en general son usadas por otras organizaciones, a través de las “mulas”. No es infrecuente que la cocaína viaje directamente en los aviones, sin mediar un ser humano que la transporte: en la bodega, en la cabina de mando, en los carritos de la comida. En estos casos, el personal de vuelo y de tierra es cómplice de los envíos. En la década de 1990 el clan calabrés que se ocupaba del narcotráfico entre la Argentina y Calabria era la famiglia Mazzaferro. El puerto de Gioia Tauro está controlado aún hoy en parte por este clan (junto con los Ursini y Macrì-Commisso). Otra famiglia que más recientemente mostró tener intereses comerciales en Puerto Madryn, desde donde salen hacia Europa cargos de cocaína escondidos en containers de “camarones y pórfido”, es la famiglia Mancuso. De hecho, en septiembre de 2014, Pantaleone Mancuso, el “ingeniero”, originario de Limbadi (provincia de Vibo Valentia), fue detenido en Misiones mientras trataba de entrar a Brasil desde la Argentina. Entre 2013 y 2014 la Direzione centrale per i servizi antidroga (DCSA) interceptó en Italia 1500 kg de cocaína proveniente de la Argentina, que habría salido especialmente hacía allí de los puertos de Madryn, Buenos Aires y Zárate (Gratteri/Nicaso, 2015).
La cocaína es un objeto de deseo de los ‘ndraghetistas. Pero hay una diferencia sutil entre una organización narco y una organización mafiosa de signo ‘ndranghetista. La lógica de los narcos está relacionada con el dinero, mientras que la de los ‘ndranghetistas está vinculada con el poder (no quiero hablar tan crudamente, pero se sobreentiende: el poder político). Al comienzo señalaba que, según los investigadores, Sarago, Di Pietro y Pompetti tenían la función de front desk. Eso quiere decir que detrás de esa “mesa de entrada” debe existir una estructura compleja, dado que la ‘ndrangheta es un sistema de relaciones que conecta narcos con empresas, empresarios, CEOs, banqueros, políticos y un largo etcétera. El juez Augé le preguntó a Di Pietro si quería ser extraditado a Italia y este contestó, seco: “No, no quiero”. Ese otro oscuro deseo debería ser respetado, menos por el sujeto en sí que por sus implicancias en la vida colectiva. Sería deseable que la justicia nacional no extraditara a esos tres personajes (por lo menos hasta tanto no juzgue los crímenes cometidos en el país) para verificar si la red ‘ndranghetista que representan entre CABA y
provincia de Buenos Aires se ocupa sólo de narcotráfico o si activó algún procedimiento de formación de la voluntad en los órganos institucionales-administrativos.
* Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET
[1] Mandamento puede traducirse como sección. Se trata de una estructura territorial intermedia de la ‘ndrangheta activa particularmente en Calabria y que sirve de nexo entre el Crimine (Crimen) –órgano colegiado que se ocupa de dirimir los contrastes y prevenir los conflictos entre las ‘ndrine (clanes)– y los locales que integran la organización, y que están desparramados en el territorio calabrés. Mandamento tirrenico entonces es la sección de la ‘ndrangheta que funciona del lado tirrénico de Calabria.
[2] El artículo negador publicado por La Nación es: “‘Ndrangheta, la multinacional del crimen” (15/11/2018). Por otra parte, ya contamos el “chiste” de los limones en Mafia capital. Cambiemos: las lógicas ocultas del poder (Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2019): en 2017 en el puerto de Coca Tauro fueron secuestrados 55 kilos de cocaína procedentes de la Argentina envasada en limones de procedencia nacional. Valor estimado: 11 millones de euros. Paralelamente, Macri fomentaba la exportación de limones tucumanos.
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