El psicodrama italiano
La renuncia de Draghi y las perspectivas de un nuevo gobierno de unidad nacional
Se ha consumado el psicodrama del fin del gobierno liderado por Mario Draghi, de 74 años, hombre de las grandes finanzas internacionales, ex gobernador del Banco de Italia y, como presidente del Banco Central Europeo, al frente de la Troika que intentó derrocar al gobierno de izquierda de Alexis Tsipras en Grecia, limitando el acceso de los bancos griegos al crédito del BCE.
La gran prensa italiana y la mayoría de los comentaristas de la televisión durante meses no han hecho más que invitar a los partidos y al Parlamento a aprobar en silencio lo que Draghi, definido como “el mejor”, había pedido que fuera aprobado. La crisis comenzó la semana pasada, cuando una parte de la mayoría de la "unidad nacional" (sólo los Hermanos de Italia post-fascistas y pequeños grupos antisistema y de izquierda no apoyaban al gobierno) no votó la "cuestión de confianza" que planteó Draghi. Depositar "confianza" significa eliminar el debate parlamentario y proponer una solución del tipo "la tomas" o "la dejas". Su gobierno ha recurrido en reiteradas ocasiones a este sistema, demostrando que no tiene en cuenta el papel del Parlamento, lo que confirma el último discurso de Draghi en el Senado, en el que pedía al Parlamento que "acompañara" la acción del gobierno, en la práctica un asentimiento silencioso a sus decisiones. Una semana antes, le dijo no el partido Cinco Estrellas, fundado por el ex comediante Beppe Grillo sobre bases populistas y ahora liderado por el ex primer ministro Giuseppe Conte con una orientación de izquierda más marcada.
El Decreto Ley ómnibus de Ayudas, también daba luz verde para la construcción de una incineradora de residuos en Roma, de la que Cinco Estrellas es opositora histórica, y una reducción del Ingreso Básico Universal, la nave insignia de Cinco Estrellas y una de las pocas cosas que se han hecho en beneficio de los sectores más débiles de la población en los últimos años. Conte afirma: "Intentaron dejarnos en minoría". Tras la disidencia de Cinco Estrellas, Draghi presentó la renuncia ante el presidente de la República Sergio Mattarella, argumentando que la conformación de la mayoría de la “unidad nacional” había cambiado. Mattarella la rechazó porque Draghi todavía tenía una mayoría de facto, incluso sin Cinco Estrellas, y lo envió al Parlamento a buscar un nuevo voto de "confianza". Pero la escena había cambiado: a esta altura los grupos de derecha, Forza Italia de Silvio Berlusconi y la Lega de Matteo Salvini, se habían unido a los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni, que es la favorita en las encuestas para las próximas elecciones políticas.
Por lo tanto, el Presidente Mattarella se encontró en la difícil elección entre tratar de establecer un gobierno de transición para sancionar la ley de presupuesto antes de fin de año y llegar a las elecciones programadas para marzo de 2023, o disolver inmediatamente el Parlamento para una votación anticipada en septiembre de 2022, inmediatamente después del verano, lo que nunca ha sucedido en Italia. Ante la falta de voluntad expresada por las partes de una solución de compromiso para hacer frente a las emergencias apremiantes —sin considerar la situación de la guerra en plena Europa entre Rusia y Ucrania—, Mattarella decidió disolver el Parlamento. La paradójica situación que se ha producido ha dejado solo al Partido Democrático (de centro-izquierda) para "defender" a Draghi en el Parlamento junto a pequeños grupos centristas (incluido el ex Primer Ministro Renzi) y el nuevo partido de Luigi Di Maio, el ministro de Asuntos Exteriores, quien unos días antes de la crisis se había escindido del Cinco Estrellas, del que en el pasado fue el líder político.
Las alineaciones de los partidos para las próximas elecciones son ahora un rompecabezas:
- por un lado está el nuevo agrupamiento del centro derecha dispuesto a unir sus votos con los que se opusieron al gobierno de Draghi (Hermanos de Italia) y con los que no (Forza Italia y Lega),
- por otro un centroizquierda desintegrado que se verá obligado por la ley electoral sobre alianzas y coaliciones a unirse en la medida de lo posible, aunque la tensión y las acusaciones han vuelto en los últimos días entre el Partido Democrático y Cinco Estrellas.
- Luego están los partidos pequeños, como la Izquierda Italiana y los Verdes, que aún esperan una coalición rojiverde con el Partido Democrático y Cinco Estrellas, con la esperanza de dirigir la campaña electoral hacia las "periferias" y los sectores más débiles de la población. que con demasiada frecuencia encuentran representación sólo a la derecha.
Pero en las últimas horas el centroizquierda (PD con Cinco Estrellas, Izquierda Italiana y Verdes) aparece cada vez más como un recuerdo y el secretario del PD Enrico Letta (junto a algún partido de centro y Di Maio) hace flamear la bandera de los únicos fieles a Draghi en nombre de la continuación de "una agenda Draghi").
Y luego está la formación más radical, incluyendo Refundación Comunista y Poder para el Pueblo, encabezada por el ex alcalde de Nápoles y ex magistrado Luigi De Magistris, quien sin embargo parece muy lejos de poder aspirar al resultado obtenido en Francia por Jean-Luc Mélenchon.
Si bien todos los observadores dan como favorito al centro-derecha, será difícil que alguna coalición se imponga en forma nítida. Ni siquiera debe descartarse el riesgo de un nuevo "empate" y de otra mayoría que, tras las elecciones, agrupe al Partido Democrático, a Forza Italia y tal vez de nuevo incluso a la Liga y a Cinco Estrellas. De ser así otro Draghi, si no el mismo Draghi, podría tomar la iniciativa de un nuevo gobierno definido como de "unidad nacional".
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