Con la imposición unilateral y arbitraria de aranceles, Donald Trump muestra de forma torpe y sin miramientos la política de sumisión que Estados Unidos pretende aplicar al resto de las naciones. Primero presionan, luego ven el impacto. A los 75 países que según la Casa Blanca pidieron rever las tasas de importaciones que se les impuso el 2 de abril, se las redujeron en forma temporal (en principio por 90 días, a fin de examinar cada caso). A la mayoría, incluida la Argentina, le fijaron aranceles de un 10% [1]. En paralelo, se aumentó el arancel a las importaciones de la República Popular China al 125% (desde el 104% vigente desde el 3 de abril), escalando aún más la confrontación entre las dos mayores economías del mundo. Los aranceles específicos establecidos con anterioridad siguen vigentes, como es el caso de las importaciones a los automóviles (y sus autopartes), el acero y el aluminio, que son efectivas desde marzo último.
Las medidas implican un impacto de consideración en la economía mundial. Es de prever que Estados Unidos, que en 2024 importó mercaderías por 3.295.600 millones de dólares [2] (unas 6,5 veces el PIB de la Argentina), reduzca este año el nivel de compras, por lo que seguramente los productos que iban a esa nación sean redestinados hacia otros países, entre ellos los de América Latina.
La medida perjudica las exportaciones de nuestro país, por la política de menores compras de Estados Unidos (que incluso amenaza con dejar de comprar carne argentina), y obliga a una mayor competencia para poder vender.
El año pasado, el principal producto exportado a Estados Unidos fue el aceite crudo de petróleo, por 1.992 millones de dólares, seguido por naftas (211 millones de dólares). En materia de alimentos se destacan las ventas de carne bovina (194 millones de dólares), porotos y aceite de soja (163 millones), miel (125 millones), azúcar (99 millones) y limones (64 millones). También se le vendió sangre, antisueros, toxinas y cultivos, vinos y vinos espumantes, aceite de oliva puro, litio, transformadores eléctricos, laminado de acero y aluminio, arándanos, etcétera, conformando un total exportado de 6.454 millones de dólares [3].
Ante una economía mundial recesiva, la limitación de sus compras al exterior por parte del principal país demandante (aunque ya no es lo que era) provocará un cambio en el comercio internacional. El freno a la venta de insumos industriales desde la República Popular China implicará primero un “parate” en Estados Unidos y/o un aumento de los costos (de allí las fuertes manifestaciones contra la política de Trump en su propio país). Continuará con un efecto multiplicador de aumento de la caída de la producción, la desocupación y la pobreza, por lo que los conflictos internos serán frecuentes y, con la población en las calles manifestando su oposición, su desenlace se torna imprevisible. Claro que el nivel de vida de la población no es preocupación para el capital financiero, cuya prioridad es garantizar “good business”. Para ello necesitan disminuir el déficit comercial (sobre todo con China) y el déficit fiscal, objetivos que creen poder alcanzar con los ingresos por los mayores aranceles y el freno a las importaciones que implican.
La suba arancelaria de los Estados Unidos y la consecuente recesión esperada, en lo inmediato, generan una profundización de la fuerte caída en el precio de los commodities [4], que se refleja en el precio de la soja: a comienzos de abril es de 358 dólares la tonelada, cuando a fines de 2022 era de 650 dólares, y a fines de 2024 de 371 dólares. Lo mismo pasa con el petróleo Brent [5], cuyo precio promedio fue de 90 dólares (el barril de 161 litros) en 2024, y este mes es de 64,86 dólares, y significa menores ingresos de divisas para sus exportadores.
Durante abril, hasta el jueves 10 inclusive, el Banco Central vendió 428 millones de dólares de las reservas internacionales. Desde el 10 de marzo perdió reservas por 3.378 millones de dólares. Las reservas brutas en esa moneda sumaban entonces 28.090 millones, y al 10 de abril se habían reducido a 24.712 millones.
El Riesgo País medido por el JP Morgan llegó a orillar los 1.000 puntos (era de 660 puntos en enero) en el comienzo de la última semana, y cerró en 889 puntos el jueves.
Los títulos públicos y las acciones de las empresas locales, tanto en los mercados de capitales del país como del exterior, que habían derrapado fuertemente desde fines de marzo, se recuperaron luego de que el FMI dio a conocer el miércoles 9 la aprobación técnica de un nuevo crédito al gobierno argentino. Volvieron a descender el jueves 10, luego de la fuerte toma de ganancias del día anterior, impulsada por el anuncio de Trump sobre la suspensión de aranceles. Los mercados de Estados Unidos se desplomaron, lo que afectó nuevamente a los activos argentinos.
Igual sucedió con el precio de los distintos dólares alternativos:
El precio del dólar futuro con cierre a fin de abril subió 5,8%, mientras que los de mayo aumentan un 4,3% más. Estas cotizaciones implican tasas nominales anuales implícitas superiores al 190% y al 105%, respectivamente, porcentajes que superan ampliamente la tasa del 1% de ajuste cambiario del ahora suprimido crawling peg oficial, y del 29-30% nominal anual que pagan los bancos comerciales por depósitos a plazo fijo.
La protección de los Estados Unidos
En marzo último, la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional era de 41.052 millones de dólares. Este monto equivale a 31.100 millones de DEG (Derechos Especiales de Giro) y convierte al país en el mayor deudor del organismo. La intervención del multimillonario gerente de fondos de cobertura Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos y en ese carácter gobernador de su país ante el FMI destrabó el acuerdo técnico y posibilitó la ampliación del crédito. El director ejecutivo de Estados Unidos es uno de los 24 que pueden votar sobre la estrategia del FMI. Eso significa en primer lugar un aumento de la deuda, cuyos intereses ya no se pueden pagar. Si no se capitalizaran, representarían casi la mitad del gasto mensual de la Administración Nacional. Esto significa que la deuda pública devenga intereses mensuales por casi 5 billones de pesos, mientras el gasto por mes (en salud, educación, justicia, seguridad, defensa, previsión y asistencia social, obra pública, etcétera) es de 10 billones.
Scott Bessent fue socio del fondo de cobertura (inversión financiera) de George Soros en la década del ‘90, fue su director de inversiones de 2011 a 2015, y ese año fundó “Key Square Group” junto a Michael Germino, que era el jefe global de mercados de capitales del fondo de Soros. Bessent fue jefe de recaudación en la campaña de Trump y que, para ser secretario del Tesoro, teóricamente debió vender su participación en el ETF de Bitcoin de BlackRock (IBIT), valuada en 521 millones de dólares. Es un claro representante del capital financiero de su país y por lo tanto tiene sumo interés en que el gobierno de Milei continúe endeudándose para luego, ante la imposibilidad de cancelación, convertir los títulos de deuda argentinos en petróleo, gas, oro, plata, cobre, litio, minerales raros, agua pesada, agua potable, etcétera.
En ese marco es claro que van a endeudarnos todo lo que puedan. La actual administración incrementó la deuda en 100.476 millones de dólares al 28 de febrero último. El mayor endeudamiento con el FMI y otros acreedores, si los hubiera, permite financiar los pagos de la misma y le da oxígeno a un gobierno funcional a la política exterior de los Estados Unidos. La definición de Estado protector es que el Estado protegido mantiene su gobierno interno, pero cede el control de los asuntos externos al protector. En este caso la “protección” es completa, dado que el capital financiero dicta los pasos a seguir.
El capital financiero a través de la deuda genera el mecanismo de dominación y de apropiación de los recursos naturales del país. Como dijera John Adams, Presidente de Estados Unidos en 1796-1800: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación: una es con la espada, la otra es con la deuda”.
También lo hacen en su propio país y con el pueblo de los Estados Unidos, donde la deuda pública asciende a 35,3 billones de dólares mientras su PBI en 2024 fue de 29,1 billones. Pese a que la tasa de interés es mucho menor, el pago anual es equivalente a casi la mitad del PIB argentino. Eso hace que el 19 de enero de 2023 Estados Unidos haya alcanzado su techo de deuda de 31,4 billones de dólares, y que debiera recurrir a enmiendas posteriores a la Guerra de Secesión para poder cumplir con su pago [6].
Con el sistema cambiario de flotación entre bandas. el crawling peg de tasa fijada por la dupla Caputo-Bausili se terminó. También pasa a la historia el dólar blend, que permitía a los exportadores liquidar el 20% de las ventas declaradas fuera del tipo de cambio oficial.
¿Pero cual es el precio inicial del dólar? Es lo que está en discusión.
Principalmente por los fondos de inversión, que tienen títulos de deuda argentina en pesos y tratan de que no se deprecien (es lo que defienden Caputo y Bausili). En segundo lugar, las grandes empresas, sobre todo petroleras, que colocaron Obligaciones Negociables en divisas, y otras firmas, como el grupo Clarín, que a través de un crédito solicitado de 1.245 millones de dólares por Telecom (donde tiene fuerte participación accionaria) compra Telefónica de Argentina SA. También los productores, acopiadores y comercializadores agropecuarios, que quieren un tipo de cambio alto. Finalmente la industria, la construcción y todos los que venden bienes y servicios al mercado interno, que necesitan un tipo de cambio que haga de defensa natural ante la avalancha de importaciones.
Existe una relación inversamente proporcional entre el precio del dólar y el valor del salario: si el dólar sube el salario real cae. Como, a pesar de Milei, aproximadamente el 65-70% de lo que se produce se destina al mercado interno (depende de la capacidad adquisitiva del salario) y se vende al exterior básicamente lo mismo que se consume (alimentos y energía), por buscar que los salarios en dólares en la Argentina sean menores que en Brasil (objetivo explicitado por Paolo Rocca de Techint y Cristiano Ratazzi de FIAT), entramos en una recesión que va a ser tan profunda como la caída del poder adquisitivo de los trabajadores.
La economía nacional es competitiva en sectores productivos que demandan poca mano de obra (hidrocarburos, minería, granos y carnes). Dada la recesión provocada por el contexto externo y la devaluación de nuestra moneda, se pretende imponer una mayor flexibilización laboral que reduzca el costo empresarial de despedir trabajadores, generando un elevado desempleo para disciplinar a los sindicatos y facilitar la imposición de bajos salarios.
En síntesis
Hay varios temas de los que no se habla:
- ¿Adónde fueron a parar los 86.200 millones de dólares en que incrementó la deuda el gobierno de Cambiemos.
- ¿Y los 28.350 millones de dólares de reservas, y la compra de títulos ajustables por inflación o por dólar linked [7] que el Banco Central vendió al bajo precio oficial para el pago de supuestas o reales deudas con el exterior, durante la gestión del Doctor Fernández?
- El endeudamiento y fuga de capitales sin límite de la actual administración
Endeudan al país, se benefician con la fuga de capitales, condenan a la pobreza y a la exclusión social a la población, y van a pagar su fiesta con los recursos naturales que les pertenecen a todos los argentinos, presentes y futuros.
[1] A partir del 5 de abril entró en vigencia un arancel del 10% para todas las importaciones a Estados Unidos, sin distinción entre países o productos, salvo las excepciones específicamente establecidas, como es el caso de los automóviles, acero y aluminio, que tiene el 25% desde marzo. Incluso es también del 25% en esos bienes para Canadá y México, que tienen un tratado de libre comercio con los Estados Unidos y que no fueron alcanzados para el resto de las mercaderías por los nuevos aranceles fijados el 2 de abril.
[2] En 2024 Estados Unidos exportó mercaderías por 2.083.800 millones de dólares, cerrando el año con un déficit comercial de 1.211.800 millones de dólares.
[3] En 2024 la Argentina importó de Estados Unidos mercaderías por 6.226 millones de dólares, por lo que se obtuvo un superávit comercial de 229 millones. Siempre la balanza comercial con Estados Unidos es deficitaria, por las fuertes importaciones (reales o ficticias, precios de transferencias) de las empresas norteamericanas en el país. Lo demuestra el primer bimestre de 2025, con un saldo comercial negativo de 89 millones de dólares.
[4] Las commodities, o materias primas, son productos básicos que se usan en la producción de bienes y servicios y que se pueden intercambiar en el mercado. Son bienes uniformes, es decir, no tienen características que los diferencien, y son esenciales para la economía global.
[5] El petróleo Brent es un tipo de crudo que se extrae del Mar del Norte y es el más comercializado a nivel mundial.
[6] La Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, adoptada en 1868, establece que la deuda pública de Estados Unidos no debe ser cuestionada. Esto significa que los gastos ya aprobados deben poder pagarse.
[7] Son títulos públicos que se ajustan por el precio del dólar oficial, que se benefician con la permanente devaluación de nuestra moneda y están protegidos si el tipo de cambio se acrecienta aún más.
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