Hace un par de semanas, la heroína radical Elisa Carrió desató una de las pequeñas polémicas que la entretienen, con un tuit sobre el último golpe: “Nunca más una dictadura militar pero tampoco un '74 o '75”, escribió. Se discutió si aludía al propio Perón, quien murió exactamente en el medio del '74, o genéricamente al peronismo, el principal objeto de hostilidad de su Coalición Cívica Libertadora.
Cada cual tiene su imagen de aquellos años, los haya vivido o los conozca por relatos de terceros. No deja de sorprenderme cuántas cosas significativas ocurrieron entonces de las que no teníamos ni sospecha y que recién ahora podemos valorar.
Una es la música que escuché esta semana mientras escribía sobre las tribulaciones del presente. Johnny Hodges, uno de los más extraordinarios saxos de Duke Ellington, grabó estos temas con Lalo Schifrin, el primo músico de nuestro gran juez, Leopoldo Schiffrin.
Lalo, cuyo nombre legal es Boris, se fue a Estados Unidos después de romperle el corazón a una Miss Argentina que era una cosa digna de verse aunque quienes la han visto hace poco dicen que tiene un aire a Marlon Brando. Aquí los datos del disco.
Para los observadores: no es un error, Lalo escribía el apellido con una sola f y Polo con dos. Esto sólo indica que los padres de ambos llegaron en barcos distintos o no pasaron por el mismo mostrador de Migraciones.
Después encontré otro disco, que Lalo grabó como pianista del quinteto de Hodges en 1963, cuando Illia llegaba a la presidencia gracias a la proscripción del peronismo, y que va a continuación del otro.
El crítico Douglas Payne escribió que "Schifrin trata de acomodarse al estilo de Hodges desde el piano. No es exactamente un fracaso. Pero debe ser abrumador el intento de calzarse los zapatos de Duke". Sí, claro. Pero entonces todos los pianistas deberían llamarse a silencio para siempre. Pianista y arreglador de Dizzy Gillespie, autor de la música de Misión Imposible, Bullit, Harry el Sucio, Lalo no se dejó intimidar. Algo querrá decir que un monstruo como Hodges le haya confiado el piano de su formación. ¿O acaso él no conocía la talla de Ellington?
No puedo dejar de preguntarme qué tesoros nos estaremos perdiendo ahora, mientras prestamos atención a las fatigas del Hada Buena por salvarse del hundimiento de Macrì, las circulares contradictorias con que cada semana el Banco Central se aproxima a la montaña de LELIQs que amenaza caérsele encima, la resistencia social y sindical al neoliberalismo y los pasitos políticos de algunos soquetes con pretensiones.
Por eso, en este Cohete no se practica el consejo de Homero en Naranjo en Flor. Hay una sola vida, y quien, pudiendo gozarla, no lo hace, es un nabo irredimible.
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