EL PRIMER Y EL ÚLTIMO CAMINO

La música que escuché mientras escribía

 

Un juez melómano que empieza la lectura de El Cohete por la música declara su coincidencia con las apreciaciones que hicimos aquí sobre Wilhelm Furtwängler y Daniel Barenboim e imagina que fue el gran director quien vinculó al pianista y director argentino con el grandísimo barítono y musicólogo alemán Dietrich Fischer-Dieskau. "Supongo que Furtwängler observó el talento descollante de ambos y los instó a colaborar", dice. La base para esa conjetura fueron las grabaciones de Fischer-Dieskau con cada uno de ellos. No resistí la tentación de escuchar ambas versiones, y quiero compartirlas.

Con el ya maduro Furtwängler y la Filarmónica de Berlín, grabó el primer ciclo de canciones de Mahler, Lieder eines fahrenden Gesellen, que quiere decir Canciones del compañero caminante. Además de la música, el joven Mahler, de 24 años, también escribió la letra, que se abstuvo de firmar porque la consideraba muy ingenua. Esas cuatro canciones fueron inspiradas por el enamoramiento de Mahler con la soprano Johanna Richter, quien se casó con otro. En la página Apreciación Musical-Encuentros con la Música encontré esta traducción del texto:

 

El día en que mi amor se case

El día en que mi amor se case,

el día de su boda, tan dichoso,

¡será mi día más triste!

Me encerraré en mi habitación,

mi oscura y pequeña habitación,

y lloraré, lloraré por mi amor,

¡por mi querido amor!

¡Flor azul! ¡No te marchites!

Dulce pajarillo, que cantas en el prado verde.

¡Ay! ¿Cómo puede ser el mundo tan bello?

¡Pío! ¡Pío!

¡No cantes; no florezcas!

La primavera se acabó.

Basta ya de cantar.

Cuando por la noche me acuesto,

pienso en mi pena,

¡en mi pena!

 

Esta mañana caminé por el campo

Esta mañana caminé por el campo

cuando el rocío cubría cada brizna de hierba.

El alegre pinzón me dijo:

"¡Eh! ¿No te parece? ¡Buenos días! ¿No te parece?

¡Tú! ¿No te parece bello el mundo?

¡Pío! ¡Pío! ¡Bello y brillante!

¡Cuánto me gusta el mundo!"

También, las campanillas en el campo,

alegremente y de buen humor,

tocaron con campanas ¡ding, dong!

su saludo matutino:

"¿No es bello el mundo?

¡Mundo bello! ¡Ding, dong! ¡Bello!

¡Cuánto me gusta el mundo!"

Y después, bajo la luz del sol,

el mundo de repente comenzó a brillar.

¡Los sonidos y el color revivieron

bajo la luz del sol!

¡Flores y pájaros, pequeños y grandes!

¡Buenos días! ¿No es bello el mundo?

¡Eh! ¿No creéis que es bello el mundo?"

¿Ahora también comenzará mi felicidad?

¡No, no la felicidad que yo quiero

jamás podrá florecer!

 

Los ojos azules de mi amor

Los ojos azules de mi amor

me han llevado a otro mundo más grande.

¡Tuve que dejar

este entrañable lugar!

¡Oh, ojos azules! ¿Por qué tuvisteis que mirarme?

Salí a caminar en la noche tranquila

en lo profundo del monte oscuro.

Nadie vino a despedirme.

¡Adiós! ¡El amor y la tristeza son mi única compañía!

Ahí, junto al camino, hay un tilo.

¡Y ahí por vez primera encontré el descanso en el sueño!

Bajo el tilo que nevaba

sus flores sobre mí.

¡No supe cómo la vida continuaba,

y todo estaba bien otra vez!

¡Todo! ¡Todo, el amor y la tristeza

y el mundo y el sueño!

 

Tengo un cuchillo al rojo vivo

Tengo un cuchillo al rojo vivo,

clavado en mi corazón.

¡Pobre de mí! Corta en lo más profundo

cada alegría y placer.

¡Ay, qué huésped tan malvado!

Nunca descansa ni ceja,

ni de día ni de noche, me deja dormir.

¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!

Cuando levanto la mirada al cielo

veo dos ojos azules.

¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!

Cuando camino por el campo amarillo,

a lo lejos veo su cabello rubio ondear en el viento.

¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!

Cuando despierto de un sueño

y escucho el tintineo de su risa de plata,

¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!

¡Ojalá estuviese en mi ataúd!

¡Ojalá no volviera a abrir ya mis ojos!

 

 

Con Barenboim al piano, Fischer-Dieskau interpretó los Winterreise (Camino de invierno) que Schubert compuso muy poco antes de su tempranísima muerte, a los 30 años. Los poemas de Wilhelm Muller que Schubert eligió para su última composición también narran un tristísimo viaje, en este caso por un desolado paisaje invernal, camino al cementerio. Para que te des una idea, encontré esta traducción de Sergio Quinto Serra.

Buenas noches

Como un extraño llegué
y como un extraño me marcho.
Mayo me agasajó
con ramos de flores.
La doncella habló de amor
su madre, incluso de matrimonio...
Ahora el mundo rebosa tristeza
Mi camino está cubierto de nieve.

Para mi viaje
no puedo elegir el momento.
Debo hallar mi senda
en la oscuridad.
Una sombra vaga a la luz de la luna
Es mi compañera.
Y en los blancos campos
veo huellas de animales salvajes.

¿Por qué habría de quedarme
para que se me echara?
¡Que los perros perdidos aúllen
frente a la casa de su amo!
Al amor le gusta vagabundear...
Dios lo hizo así...
Iré de una a otra.
¡Buenas noches , querida mía!

No alteraré tus sueños .
Sería una lástima que no durmieras.
No sigas mis pasos...
Cierra suavemente la puerta.
Al pasar,
escribiré en tu puerta:
"buenas noches".
Así veras que he pensado en ti .

 

La veleta

El viento juega con la veleta
encima de la casa
de mi bella enamorada.
En mi locura pensé al verlo,
que se burlaba del pobre fugitivo.

Debería haberlo visto antes.
Era una señal encima de la casa.
Y jamás habría pretendido hallar
una mujer fiel dentro de esa casa.

El viento juega dentro
con los corazones.
como en el tejado, pero en silencio.
¿Qué les importa mi pena ?
Su hija es una novia rica
¡Una novia rica!

 

Lágrimas heladas

 

Caen lágrimas heladas
de mis mejillas.
¿Cómo no he podido darme cuenta
de que he llorado?

¡Lagrimas, mis lagrimas!
¿Tan tibias sois
que os convertís en hielo
con el frío rocío de la mañana?

Mas surgís de la frente
de mi corazón, tan ardientes
como si quisierais derretir
todo el hielo del invierno.

Convertido en hielo

En vano busco
sus huellas en la nieve
allí donde paseamos del brazo
por verdes prados.

Quiero besar el suelo.
traspasar el hielo y la nieve
con mis ardientes lágrimas
hasta ver la tierra.

¿Dónde encontraré un brote?
¿Dónde hallaré verdes prados?
Las flores han muerto.
La hierba está pálida.

¿No hay ningún recuerdo
que pueda llevarme de aquí?
Si mi pena es silenciosa,
¿quién me hablará de ella?

Mí corazón parece muerto.
Su imagen en él se ha vuelto hielo.
Si mi corazón se derrite alguna vez
así su imagen huirá por siempre

 

El tilo

Junto al pozo, fuera de la verja
crece un tilo.
A su sombra sueño
¡Cuantos dulces sueños!
En su corteza he grabado
muchas palabras tiernas.
En la alegría y en la tristeza
me cobijará su sombra.

Esta noche hube de pasar ante él
envuelto en las sombras de la noche
Y de nuevo en la oscuridad
cerré los ojos.
Y sus ramas se agitaron
como si me llamaran
"Ven a mi, joven.
Aquí encontrarás reposo."

¡El viento
me azotó la cara!
Mi sombrero voló.
Yo no me di vuelta.

Ahora varias horas de camino
me separan de ese lugar
y aún sigo oyendo su susurro:
"Aquí hallarías reposo."

 

La corriente

Muchas lagrimas de mis ojos
han caído a la nieve.
Los fríos copos, sedientos
absorben mi ardiente dolor.

Cuando la hierba comienza a brotar
sopla una cálida brisa
y el hielo se rompe en pedazos.
y la blanda nieve se derrite.

Nieve,
tú conoces mis anhelos.
Dime, ¿Adonde irá tu curso?
Sigue mis lagrimas y pronto
te perderás en la corriente.

En ella cruzarás la ciudad.
Recorrerás las calles hormigueantes
Cuando veas encender mis lagrimas
habrás llegado a casa de mi amada.

En el río

Tú, que murmurabas alegremente
río de aguas claras y turbulentas.
¡Que silencioso te has vuelto!
No dices ni una palabra de adiós.

Una corteza dura y seca
cubre tus aguas.
Frío e inmóvil
yaces en la arena.

En tu superficie grabo
con una piedra afilada
el nombre de mi amada.
la hora y el día.

La fecha del primer encuentro.
El día en que me marché .
En torno al nombre y los números
trazo un anillo roto.

Corazón mío, en este río
¿Reconoces ahora tu imagen?
Bajo su corteza ,
¿se encrespará con tanta violencia?

Mirando hacia atrás

Me arden las plantas de los pies,
aunque camino
entre hielo y nieve.
No pararé a respirar
hasta perder de vista las torres.

Tropecé con cada piedra
al salir corriendo de la ciudad.
Los cuervos me arrojan
bolas de nieve y granizo

¡Que fría fue tu bienvenida,
ciudad inconsciente
Fuera de tus ventanas luminosas
competían alondras con ruiseñores.

Los tilos lucían frondosos brotes.
Brillaban los ojos de una muchacha.
Y canales de agua manaban alegres
¡Aquello fue tu perdición amigo!

Al recordar aquel día
ansío mirar atrás
otra vez.
Ansío volver sobre mis pasos.
y volver frente a su casa.

Fuego fatuo

Al abismo rocoso mas profundo
me atrajo un fuego fatuo.
Encontrar la salida
no me preocupa demasiado .

Estoy acostumbrado a vagar pues
todos los caminos llevan a la meta:
penas y alegrías,
son un juego de los fuegos fatuos.

Por arroyos secos de las montañas
voy buscando con calma.
Todos los ríos alcanzan el mar
y toda pena alcanza su tumba.

 

Descanso

Solo ahora noto
lo cansado que estoy.
Ahora que me echo a dormir.
Caminar me hace seguir alegre
por el tenebroso sendero.
Mis pies me pedían descanso.
Hacía demasiado frío para parar.
Mi espalda no sentía el peso
la tormenta me zarandeaba.

En la pobre choza de un carbonero
he encontrado refugio .
Para mis miembros no hay descanso
debido al ardor de sus heridas.
Tu también, corazón mío,
lucha en la tempestad fiera y osada.
Ahora, en silencio,
nota que tu serpiente
se agita con un mordisco abrasador.

Sueños de primavera

He soñado con alegres flores
de las que florecen en mayo.
He soñado con verdes prados
con alegres cantos de pájaros.

Y cuando cacarearon los gallos
se abrieron mis ojos.
Hacia frío, estaba oscuro,
cuervos graznaban desde el tejado.

Pero en el cristal de las ventanas,
¿Quién ha pintado esas hojas?
Quizás os burlabais del soñador
que ha visto hojas en el invierno.

Soñé con amor sobre amor
con una hermosa doncella
con corazones y versos
con deleites y dichas.

¡Y cuando cantaron los gallos
se despertó mi corazón!
Ahora, aquí estoy sentado, solo,
y medito sobre mi sueño

Vuelvo a cerrar los ojos.
Mi corazón sigue latiendo cálido.
¿Hojas, cuándo verdearéis?
¿Amor, cuándo te abrazaré?

 

Soledad

Como pasa una nube oscura
por cielos claros
Cuando en la copa de los abetos
soplaba una leve brisa

Así sigo yo mi camino
con paso cansino
por entre la vida, clara, alegre
solo sin una palabra de saludo.

¡Que tranquilo esta el cielo!
¡Que claro parece el mundo!
Cuando aun rugía la tormenta
no me sentía tan desdichado.

 

El correo

Desde la calle se oye
el cuerno del postillón.
¿Qué le sucede, que tan alto salta
mi corazón?
El correo no trae ninguna carta para ti
¿Qué te agobia tan maravillosamente,
mi corazón?
Ah bueno, el correo viene de la ciudad,
¿Dónde tengo un cariñoso amorcito,
mi corazón?
Quieres por una vez ver más lejos
Y preguntar ¿cómo van las cosas
mi corazón?

La cabeza cana

La escarcha ha esparcido
un velo blanco sobre mi cabeza.
Entonces pensé que ya era viejo
y me alegré mucho.

Pero no tardó en derretirse.
Mi pelo vuelve a ser negro
y mi juventud me hace temblar.
¡Cuánto queda por llegar a la tumba!

Entre el anochecer y el amanecer
muchas cabezas se han hecho viejas
¿Quién lo creería?
¡Y a la mía
no le ha ocurrido en todo el viaje!

El cuervo

Un cuervo me había acompañado
desde que salí de la ciudad .
Hasta hoy me había seguido
volando sobre mi cabeza.

Cuervo, extraña criatura ,
¿No quieres abandonarme?
¿Acaso pretendes hacer
pronto presa en mi cuerpo?

Yo no podré seguir mucho más
con mi bastón.
¡Cuervo, muestra por lo menos
fidelidad hasta la muerte!

Última esperanza

Aquí y allá, en los arboles,
aún puede verse una hoja coloreada
Y ante los arboles
a menudo me detengo a pensar.

Miro la hoja solitaria
pongo en ella mi esperanza.
Cuando el viento juega con mi hoja
tiemblo cuando puedo.

¡Ay, cuando la hoja caiga al suelo
mi esperanza se hundirá con ella !
Yo también caeré y floreceré
sobre la tumba de mi esperanza.

 

En el pueblo

Ladran perros,
suenan cadenas.
Las gentes duermen
en sus camas.
¡Sueñan con cosas
que no poseen!
Se alimentan del bien y del mal.

Y en la mañana todo se desvanece.
Sí, tuvieron su porción de felicidad
Ojalá, todo lo que han dejado atrás
lo encuentren
sobre la almohada.

Seguid ladrando,
perros guardianes.
¡Atormentadme en mi descanso!
He terminado con todos mis sueños
¿por qué debería permanecer
entre los durmientes?

Mañana de tormenta

¡Cómo ha desgarrado la tormenta
el manto gris del cielo!
Las nubes, hechas jirones,
se agitan en cansada lucha.

Y lenguas rojas de fuego
se interponen entre ellas
¡Eso es una mañana
semejante a mi corazón!

En el cielo ve mi corazón
dibujada su propia imagen.
¡No hay mas que invierno!
¡Invierno , frío y salvaje!

Espejismo

Con luz amigable baila delante de mí
Yo sigo su zigzag.
Le sigo alegre y me doy cuenta
de que aleja al vagabundo.

¡Ay!
Alguien tan desdichado como yo
se abandona alegre al bello tronco,
que mas allá del miedo de la noche
muestra una casa luminosa y cálida.
Y un alma querida en su interior.
¡Sólo poseo el espejismo!

 

La señal

¿Por qué rehúyo los caminos
recorridos por otros vagabundos,
y busco caminos ocultos
por rocosas alturas nevadas?

Al fin y al cabo no he dicho nada
que me haga evitar a los hombres.
¿Qué absurdo anhelo me conduce
a parajes desolados?

Hay señales junto a los caminos.
Señalan hacia las ciudades
y yo vagabundeo sin cesar,
inconsolable, mas busco descanso.

Veo una señal
inmóvil ante mis ojos.
Debo seguir un camino
del que nadie ha regresado aún.

La posada

A un cementerio
me ha traído mi camino.
Me quedare aquí, me dije
Vosotras, verdes coronas,
bien podríais ser señal
que invitasen
a los cansados viajeros
a la fresca posada.

¿Acaso están en esta casa
ocupadas todas las habitaciones?
Estoy a punto de desfallecer.
Estoy mortalmente herido.
Taberna sin piedad,
¿me cierras tus puertas?
¡Pues entonces, adelante,
mi fiel cayado!

Valor

Cuando la nieve me cae en la cara,
la aparto.
Canto alegremente cuando
mi corazón habla en mi pecho.

No oigo lo que me dice.
No tengo oídos.
No siento sus quejas.
Quejarse es de necios.

¡Alegremente por el mundo,
fauces del viento y del tiempo!
¡Si no hay Dios en la tierra
nosotros somos dioses!

Los falsos soles

He visto tres soles
en el cielo.
Los miré largo tiempo, fijamente.
Ellos también me miraron fijamente
como si no quisieran dejarme.

¡Ay! ¡Vosotros no sois mis soles!
¡Mirad a otros a la cara!
Hace poco yo tenia tres soles,
ahora los dos mejores se han ido.

¡Si el tercero quisiera!
Preferiría quedarme a oscuras.

 

El organillero

En las afueras del pueblo
hay un organillero.
Y con dedos entumecidos
le da a la cuerda penosamente.
Se tambalea desnudo
sobre el hielo
Y su platillo siempre
esta vacío.

Nadie quiere oírle, nadie le mira.
Y los perros gruñen alrededor
del pobre viejo.
Y el lo ignora todo,
no se inmuta.
Da cuerda a su organillo,
nunca para.

Viejo extraño,
¿Voy contigo?
¿Harás girar tu organillo
para mis canciones?

 

 

No sé si el juez se dio cuenta, pero ambos poemas, escritos por dos autores distintos, con seis décadas de distancia, escanden la misma tristeza por el amor perdido y la vida en fuga. Schubert y Mahler están en los albores y en el crepúsculo del romanticismo. Una persona muy querida a quien le comenté este encadenamiento quiso conocer la cronología entre los autores. Cuando la supo, reflexionó que tal vez Mahler conocía la obra de Schubert y se inspiró en ella. No supe contestar esa buena pregunta y busqué la respuesta. La encontré en el sitio de la Filarmónica de Los Ángeles, que dirige el venezolano Gustavo Dudamel. Allí la musicóloga Linda Shaver-Gleason escribió que "cuando Gustav Mahler comenzó su carrera, Schubert era un reconocido maestro de un género respetado y un modelo obvio para los primeros intentos del joven compositor en los Lieder".

Pero, como escribió Goethe, gris es toda teoría y verde el árbol de la vida, espléndido en la voz única de Fischer-Dieskau.

 

 

 

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