El poder de la tele

El caso de Aixa Bona y el reconocimiento en vivo a su secuestrador

 

Una idea nos trae a la memoria la frase de Stella Segado: “Muchas personas que vivieron los años de la dictadura, construyeron un modo de entender lo que pasó a partir de la teoría de los dos demonios. Confrontar esas creencias es interesante sobre todo si se da en el ámbito de lo doméstico. Pensemos el poder de la radio o la televisión entrando en nuestras casas. Cómo configuran modelos y matrices para comprender realidades. Los medios alternativos –en cambio–, acercan una mirada diferente sobre el poder y la verdad. Permitir otros relatos que sirvan, aunque más no sea para dudar, ya es suficiente”.

Si el discurso hegemónico de los medios masivos contribuye a sostener un imaginario de clausura unívoco, urge tentar que esas creencias pierdan legitimidad cuanto antes permitiéndonos escuchar otras voces, normalmente silenciadas que develan los mecanismos de ocultamiento y tergiversación que sostuvo por años la impunidad.

Así pues, el episodio acaecido el pasado 6 de agosto de 2020 durante la audiencia televisada del juicio por la represión a la contraofensiva de Montoneros 1979/1980, cuando un testigo citado por la defensa, el ex comisario Roberto Álvarez, fue reconocido como su secuestrador por una sobreviviente que seguía la audiencia televisada, expresa la paradoja entre dos modos distintos de disponerse a presenciar y narrar los hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado.

Son contados los medios que mantienen en su agenda la cobertura de los juicios de lesa humanidad y podría decirse que la cobertura fue apropiada por los medios alternativos y de comunicación popular. La Retaguardia viene cubriendo el juicio por la represión a la contraofensiva de Montoneros desde su inicio en abril de 2019. Junto a fotógrafas, fotógrafos y comunicadores independientes editan El Diario del Juicio, un blog que reúne las crónicas e imágenes de cada audiencia, a las que ahora se suman las transmisiones televisadas por su canal en YouTube.

Fernando Tebele es uno de sus integrantes. “Tenemos una relación de muchos años con la cobertura de los juicios —dice—. Cuando se derogaron las leyes de impunidad y comenzaron a realizarse los juicios en 2006, nosotrxs éramos solo un programa radial de una hora semanal. Con el tiempo fuimos creciendo y encaramos la posibilidad de realizar nuevas producciones. La primera que se nos vino a la cabeza fue Oral y Público, en octubre de 2010, y hasta hoy lo hacemos desde Radio La Retaguardia. En 2012 tuvimos la experiencia de cubrir el juicio por las torturas a Luciano Arruga. Después participamos en El Diario del Juicio por los desaparecidos en La Tablada, compartiendo la cobertura con otros colectivos de comunicación comunitaria como La Caterva, Radio Presente y la Agencia Paco Urondo. En todas estas instancias la idea fue reflejar lo que sucede en la Justicia desde una mirada de interpelación a la propia Justicia y desde una concepción de poder utilizar la herramienta de la comunicación popular para cronicar lo que sucede en las audiencias. Acercarlas a la gente, cuidando el lenguaje para no sobrecargar con opiniones aquello que contamos. El desafío hoy es probar algo que ya veníamos planteando sin poder comprobarlo: la gran cantidad de gente interesada en los juicios de lesa humanidad. Durante años predominó la idea de que los juicios de lesa solo interesaban a los familiares y a los militantes de derechos humanos, y lo que venimos observando a raíz de la creciente multiplicación de las lecturas de El Diario del Juicio y las visualizaciones de las audiencias, es que sí hay interés. Lo que falta son vehículos de información”.

 

Piedra Libre Foto: Gustavo Molfino.

 

 

El acontecimiento que se produjo cuando Aixa Bona reconoció al ex comisario Álvarez como quien la trasladó desde Campo de Mayo hasta la comisaría de San Martín, potenció uno de los puntos fuertes de la transmisión en vivo: lo emocional y espontáneo alcanzó a todo aquel que estaba mirando la audiencia. Esto es algo que sucede en el recinto judicial, sin embargo el revuelo emocional estuvo acentuado por la experiencia comunicacional.

–¿Qué te pasó a vos, qué sentiste al relatar en vivo y en directo esa escena?

–Cuando el abogado Rafael Flores anunció que su representada había reconocido al ex comisario en el preciso momento en que éste estaba declarando como testigo, tuve una mezcla de emoción y confirmación de que vale la pena el sacrificio de hacer comunicación popular todos los días. Nosotrxs somos un vehículo de información, la protagonista fue Aixa Bona reconociendo a Álvarez, pero si no hubiéramos estado transmitiendo en esa oportunidad en particular, probablemente Bona no lo hubiera reconocido porque ella no estaba asistiendo en persona a las audiencias. Ahí es donde podemos asumir la dimensión de nuestro rol.

–¿No es acaso la mayor deuda de la Justicia no haber producido el artefacto que comunique el proceso de pensar y hacer justicia en lugar del fallo? ¿Qué pensás acerca de que este tribunal haya permitido esta experiencia?

–Hay una resolución de la Corte Suprema que, como muchas veces suele pasar en la Justicia, se abre a muchas lecturas al mismo tiempo. Dependiendo de cómo se lea se podrá interpretar que lo que prohíbe es la posibilidad de ver testimoniales, o que, al referirse a que la publicidad y oralidad del juicio tiene que ir en consonancia con garantizar el derecho a la defensa, por ejemplo, no dice explícitamente lo que algunos tribunales nos argumentaron al proponerles la transmisión en vivo. En esos casos la respuesta fue que “no se podía hacer porque un testimonio podría contaminar al testimonio siguiente”, cosa que ante la realidad de las redes sociales ya no tiene sentido. Hoy existe una inmediatez que hace que las y los periodistas estemos dentro de una sala de audiencias enviando a redes “textuales de los testimonios”. Por otro lado, si alguien está dispuesto a no decir la verdad y a modificar su testimonio no creo que influya el hecho de escuchar o no el testimonio anterior. Por todo esto la Justicia estuvo alejada durante muchos años de las personas comunes. La apertura que tuvieron los jueces del TOF 4 de San Martín al permitirnos la transmisión en vivo del juicio, garantizando así su publicidad, es una muestra de acercamiento y de conexión con la realidad. Esta instancia de poder acceder a las testimoniales es un gran avance. Quienes recordamos el desarrollo de la causa 13 en el Juicio a las Juntas de 1985, sabemos que se transmitieron apenas algunas imágenes sueltas del juicio. La Justicia tiene que abrirse y permitir que la sociedad fiscalice, que la población pueda juzgar a las y los jueces a partir de sentir esa cercanía; la posibilidad de poder fiscalizar observando.

 

 

* Nota publicada originalmente en Mundo Lesa, especial para El Cohete.

 

 

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